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Las contradicciones de Carlos Saladrigas.
Por Edmundo García*
Publicado por
Virgilio PONCE el abril 5, 2012 a
las 12:02am
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Por Edmundo García*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación-Cubasolidaridad.-
Carlos Saladrigas pronunció unas palabras en La Habana que han sido
ampliamente comentadas fuera de Cuba. Tengo algunas opiniones sobre
ellas que quiero compartir y, al hacerlo, voy a referir ocasionalmente
una entrevista que sostuvimos en enero del 2009, que puede leerse
íntegramente en la página de “La noche se mueve” (www.lanochesemueve.us).
Las ideas allí recogidas pueden ayudar a entender lo expuesto
recientemente por Saladrigas en la conferencia “Cuba
y su Diáspora: Actitudes y políticas que debe adoptar la diáspora para
reintegrarse en Cuba”, ofrecida en el Centro Cultural Félix
Varela el viernes 30 de marzo de 2012, unas horas después del regreso
del Papa Benedicto XVI a Roma desde Cuba.
Durante nuestra conversación, a un día de la toma de posesión del
Presidente Barack Obama, le pregunté a Saladrigas por los orígenes de su
interés en la política y hablamos de su tío, Carlos Eduardo Ramón
Saladrigas y Zayas, que tuvo varios cargos en la era republicana, entre
ellos el de Primer Ministro de Batista (1940-42) y candidato a las
elecciones de 1944; que finalmente ganó Ramón Grau San Martín. Llama la
atención que mientras hablábamos sobre estos temas históricos,
Saladrigas reconoció que él no tiene vocación política y optó por
definirse fundamentalmente como empresario. Y esto es importante para el
debate actual, porque precisamente lo que veo detrás de ciertas
inconsecuencias de palabra y de hechos en las proyecciones de Saladrigas
obedece a su falta de ubicación, olfato y sentido de lo político.
Saladrigas dice entonces algo que ha repetido por estos días: que “la
confrontación y el embargo han sido extremadamente útiles para el
gobierno cubano” y que “ha ayudado al régimen cubano a obtener una
legitimidad, que no ha podido obtener por otras formas”. Lo volvió a
exponer en La Habana, en entrevista con el periodista Fernando Ravsberg
para BBC Mundo, lo que demuestra que Saladrigas sigue desconectado de
algunas realidades. La primera, que la revolución cubana (no el “régimen
cubano”, como él le llama) tiene una legitimidad histórica desde su
origen, que sale del hecho demostrado y vivido de que aquella república
que algunos tratan de pintar como un paraíso interrumpido, era en verdad
una sociedad quebrada por diferencias abismales entre ricos y pobres,
entre negros y blancos, entre campo y ciudad, etc., y además con un
tutelaje neocolonial que marcó antropológicamente la mentalidad
histórica de los políticos de entonces. A quien quiera documentarse al
respecto le recomiendo un libro de mucha actualidad: “La Historia me
absolverá”, que contiene el proyecto social de la revolución cubana.
El proceso cubano tiene legitimidad popular, expresada individual,
colectiva y masivamente; aunque Saladrigas opine que las muestras de
adhesión revolucionaria son “una táctica… que usa Castro”, como ha
repetido más de una vez. Y la revolución tiene también una legitimidad
internacional mostrada en las votaciones contra el bloqueo en la ONU, en
la representatividad y el respeto de Cuba en el sistema de relaciones
entre países; donde la solidaridad de la isla con los más necesitados no
ha faltado, a pesar de los pocos recursos.
Yo no puedo creer que una persona tan hábil como Saladrigas, que ha
pasado por Harvard y otras instituciones educativas, crea eso de que el
bloqueo a Cuba es una jugarreta del gobierno cubano para justificar
políticas. Las agresiones contra Cuba unen más al pueblo cubano y
agrandan las razones de sus dirigentes; pero ellas tienen un costo real
para los cubanos. Las autoridades cubanas han ido desglosando el costo
que la política de bloqueo ha tenido sobre Cuba; no en abstracto, no en
símbolos, sino en productos y equipos médicos sin adquirir, en pagos sin
recibir, en eventos sin participar, en transacciones comerciales
frustradas, en confiscaciones monetarias del patrimonio cubano, etc. El
efecto de esa política se suma en miles de millones de dólares de
pérdidas para la economía y la sociedad, lo que es un cruel, inmoral e
ilegal castigo sobre el pueblo cubano. Y en este artículo no quiero
entrar en el alto costo que ha significado para Cuba la necesidad de
contrarrestar la política de guerra sucia y terrorismo, que han apoyado
varias administraciones norteamericanas.
Saladrigas dijo que Cuba debía tener una solución “elegante” y que debía
comportarse de manera “seria” ante Obama. Todavía a estas alturas no
queda muy claro qué solución y qué tipo de “elegancia” desea el
empresario para Cuba. Me pregunto si Saladrigas estará dispuesto a
preguntarle al Pte. Obama si ahora él está listo para comportarse
elegantemente con Cuba.
Como sea, persisten las contradicciones en el discurso de Saladrigas.
Porque si de lo que estamos hablando es de reformas en y para Cuba, de
“actualización del Socialismo”, ¿cómo quiere participar Saladrigas en
ese proceso si considera que en Cuba “el sistema está fracasado”?
Después de esto puedo pensar que Saladrigas no entiende el proceso de
reformas en Cuba; o lo entiende, pero no lo comparte, en cuyo caso, no
sabría de qué diálogo y de qué acercamiento está hablando. Me gustaría
agregar que en medio de las críticas posibles a cualquier realidad, de
críticas que hacen incluso las autoridades cubanas en búsqueda de la
superación de errores, es necesario reconocer que en los marcos de ese
mismo proceso criticado se lograron resultados indiscutibles,
reconocidos a nivel internacional; y que bajo la administración de esa
misma burocracia que hoy también se critica, Cuba obtuvo logros en
educación, erradicó enfermedades e instauró un sistema de justicia
social que nadie niega en el mundo. Y muy importante: el condumio a
ningún cubano le ha faltado, porque las estadísticas demuestran que en
Cuba no hay problemas de desnutrición ni niños famélicos en las calles.
Saladrigas dijo en La Habana que había “histéricos” dentro y fuera de
Cuba que estaban obstruyendo el futuro de la isla. Lo primero que me
gustaría es que Saladrigas citara por lo claro, con nombres y apellidos,
quiénes son los “histéricos” en ambas partes. Para que las palabras de
Saladrigas tengan crédito, para que oyentes y lectores le respeten,
Saladrigas debería decir: “Miren, yo creo que en La Habana fulano y
mengano están inmovilizando el avance de Cuba; y en Miami, este y aquel
otro están frenando el desarrollo de la nación cubana”; y así se
entendería mejor. Saladrigas, como orador, usa términos pintorescos como
“histéricos” e “históricos”, pero a mí no me parece que sean
clasificaciones serias que ayuden a sacar adelante una política, y ni
siquiera un sólido sistema de ideas. Saladrigas debió tener valor
político para identificar, en La Habana y en Miami, las personas y
grupos que padecen de lo que él considera histeria social.
No me queda claro tampoco si son histéricos u otra cosa peor algunos de
los disidentes y opositores que conoce Saladrigas en Cuba, y que llevan
bastante tiempo en sus propósitos. Es curioso que entre todos ellos
Saladrigas elija para distinguir al señor Dagoberto Valdés, quien ha
sido identificado por los órganos de la Seguridad del Estado del
Ministerio del Interior con información gráfica, como colaborador de
intereses extranjeros para promover un cambio de gobierno en Cuba. No sé
cómo puede Saladrigas en medio de una visita que se supone de buena
voluntad, celebrar a todo bombo, como amado y respetado profundamente, a
un personaje que es considerado por las autoridades cubanas un desleal
opositor aliado a servicios de inteligencia norteamericanos y de otros
países; y menos me es coherente esta devoción de Saladrigas por alguien
que se pliega a planes extranjeros, con su afirmación de que no está de
acuerdo con presiones sobre Cuba desde el exterior. Le pregunto a
Saladrigas: ¿Qué más presión desde el exterior puede haber que un
proyecto para derrocar al gobierno cubano? No lo entiendo; aunque puede
que toda esta incoherencia demuestre eso que decía Saladrigas de sí
mismo: no tiene vocación política.
A lo mejor mi estilo periodístico es muy incisivo, pero me gusta decir
las cosas por lo claro; y lo claro es que a mí me provocan muchas dudas
las posiciones ambivalentes de Saladrigas. Yo lo veo decir una cosa aquí
y otra allá; lo veo participar en una reunión y decir una cosa dentro y
luego otra distinta a la prensa afuera; o participar en eventos donde se
proyectan posiciones contra Cuba, después de haber viajado a la isla y
afirmar que quiere contribuir al éxito de las reformas. Por ejemplo, en
el mismo Centro Cultural Félix Varela, Saladrigas ha dado conferencias
antes de esta última sobre su experiencia como empresario, porque supone
que puede ser útil a personas que participan en las reformas económicas
que viene implementando el gobierno cubano; pero pasan unas semanas o
unos pocos meses y Saladrigas aparece en un evento de la Heritage
Foundation junto a personajes como Roger Noriega, el Senador Marco
Rubio, Carlos García el director de la mal llamada Radio y Televisión
Martí y el cabildero anticubano Mauricio Claver Carone, para ver cómo se
puede usar la Internet para provocar un descongelamiento que conduzca a
un cambio de régimen en Cuba. Tengo que reconocer que Saladrigas fue el
más moderado del grupo, y que incluso dijo cosas que en ese contexto tan
derechista pueden ser hasta positivas, pero eso no niega la
incongruencia en sus proyecciones.
Personalmente le comuniqué a Saladrigas, cuando recién llegaba de su
primer viaje a Cuba, que yo había hablado con el ejecutivo del “Cuba
Study Group” Tomás Bilbao, quien había participado por teleconferencia
desde Washington en el desprestigiado y anticubano programa “A mano
limpia” de Oscar Haza, compartiendo burlas sobre la salud del líder de
la Revolución Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, cuando este
convalecía de su enfermedad. Le dije a Saladrigas que terminando el
citado programa yo había hablado con Bilbao para decirle que me parecía
mentira que se prestara a esas ofensas, precisamente en el momento en
que el “Cuba Study Group” intentaba un acercamiento a Cuba. Le añadí a
Saladrigas que un comportamiento tan fuera de lugar era inexplicable, y
él aseguró que investigaría lo sucedido. Pero hasta el momento no ha
habido reacción: Bilbao sigue donde estaba y Saladrigas ni siquiera ha
contestado al respecto.
A esta torpeza siguió otra. El propio Saladrigas compareció en el
programa del flotillero Ramón Saúl Sánchez Rizo en “La Poderosa 6.70” de
Miami a las 6 de la tarde; un hombre conocido por su historial de
violencia anticubana, donde el empresario sugirió que una caída suave
del socialismo, a través del acercamiento, ladrillo a ladrillo como en
Europa del Este, podría suceder en otro lugar (¿Cuba?). Me parece más
que una torpeza una estupidez política: ¿cómo puede Saladrigas, cómo
puede cualquier político, comparecer en un programa de radio o
televisión sugiriendo al aire que se ha propuesto cambiar al mismo
gobierno a quien le ha ofrecido conversar? Quiero insistir en que desde
el momento en que le hice esas observaciones desde el programa “La Tarde
se Mueve”, Saladrigas no me ha respondido correos ni se ha decidido a
regresar a mi estudio; al que por supuesto está invitado.
No quería concluir sin retomar una pregunta que le hice una vez a
Saladrigas: “¿por qué las fuerzas políticas, que se llaman moderadas en
Miami, en las cuales usted se incluye, por qué no han creado un PAC, un
comité de acción que influya, que haga lobby en el Congreso, para
llevar adelante las ideas políticas que ustedes respaldan? ¿Por qué la
ultraderecha sí hace un trabajo de lobby tan fuerte y tan
sostenido, y las llamadas fuerzas moderadas no?”. Para hacer más
específico el argumento: ¿Por qué no han hecho Saladrigas y el “Cuba
Study Group” una acción concreta para quitar el bloqueo y sacar a Cuba
de la ofensiva lista de países que promueven el terrorismo confeccionada
por el Departamento de Estado; criticada por altas personalidades
civiles y militares de este país, incluyendo a generales del Pentágono?
Pero todavía más: ¿por qué Saladrigas no ha hablado claro desde La
Habana u otro lugar, para que saquen a Cuba de esa lista? Creo que
Saladrigas debe empezar a emprender acciones sólidas; porque no es
hablando en foros académicos en la Brookings Institution u otro lugar
que puede ayudar a Cuba, sino poniendo los recursos para lobbies
congresionales, que es la forma en que se hace política en los Estados
Unidos.
Finalmente hay otro lado práctico del que parecen cojear los proyectos
cubanos de Carlos Saladrigas; y este es muy importante porque también
toca a su condición como empresario. Quizá se explique por su falta de
conocimiento de lo que significa realmente dirigir un país; por un fallo
al momento de sopesar las diferencias entre un proyecto personal y un
proyecto nacional; lo cierto es que con la sabiduría de siempre, antes
de toda esta polémica por las palabras en el Centro Cultural Félix
Varela de La Habana, el Comandante en Jefe Fidel Castro había descrito
con exacto ojo clínico la llamada contribución de Carlos Saladrigas a
las reformas en Cuba. Esto fue lo que dijo Fidel en la Reflexión
titulada “¿Quién quiere entrar en el basurero?” (22 de febrero de 2008):
“Carlos Saladrigas me suena en el oído como nombre y apellido que
escuché muchas veces cuando, como colegial de 18 años, concluía mis
estudios en el quinto y último curso de Bachillerato. Era el candidato
escogido por Batista al terminar el último año de su mandato
constitucional. Antes había sido su Primer Ministro. Estaba finalizando
la segunda guerra mundial. ¡Qué barato nos quiere comprar el nuevo
Carlos Saladrigas! Con el dinero de Miami, ‘el mayor fondo de ayuda que
ninguna transición ha conocido en la historia’, algo que Estados Unidos
no ha podido lograr con todo el dinero del mundo. La realidad es otra y
esta no se oculta a los que observan con realismo los acontecimientos
que tienen lugar en Cuba.”
*Edmundo García periodista cubano independiente residente en EE.UU.,
conductor del programa "La Noche
se Mueve".
Fuente:
Martianos-Hermes-Cubainformación-Cubasolidaridad
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