From: Diversidad Sexual CENESEX <diversidadsexual@listas.sld.cu
To: diversidadsexual@listas.sld.cu 
Subject: Una deuda con el transformismo cubano
Date: Nov 30, 2011 12:02 PM
Una deuda con el transformismo cubano

Por Marta María Ramírez

Si la Gala Cubana contra la Homofobia de mayo último fue un espectáculo de lujo, Canto a la vida, por el Día Mundial en respuesta al VIH/sida, celebrada ayer en el capitalino Teatro Mella, fue la confirmación de que le debemos al transformismo cubano por años de marginación entre las manifestaciones artísticas.

Ya lo he escrito antes, el transformismo hecho en Cuba no es un producto ni de la Revolución cubana ni del imperialismo: está anclado en la más rica sabia de nuestro teatro vernáculo.

Los artistas que hoy lideran este movimiento, que no conoce fronteras en la Isla, despuntan más allá del doblaje de grabaciones o caracterizaciones de artistas de moda.

En cualquier caso, quienes seguimos de cerca los pasos del transformismo en espacios semiclandestinos, pudimos ver a Cher, Lisa Minnelli, Edith Piaf o a La Lupe, y hacer volar nuestra imaginación, que también ha sufrido las consecuencias del embargo estadounidense y de otros prejuiciosos bloqueos internos.

En el capitalino teatro Mella, en un espectáculo más modesto que el presentado en el Karl Marx, volví a ver unos cambios rapidísimos de vestuario, una característica de esta manifestación que parecía olvidada por las dinámicas a las que se habían expuesto en los últimos tiempos.

Además, vi a Imperio (Abraham Bueno) crecerse y bailar cumbia, merengue y hasta rock and roll, y perfeccionar una imagen andrógina y más fantasiosa, que está explotando hace algunos meses.

Me remonté a tiempos de clandestinaje -cuando incursionaba en este mundo por primera vez, acompañada de mi trovador y compañero de todas las aventuras, Jorge García- cuando apareció Orianna Charo (Mandi), interpretando a Cher y a Estrellita (Jimmy Jiménez) en el New York, de Lisa Minnelli, que puso el teatro de pie en la ovación más cerrada de la noche.

Las lágrimas afloraron con Alejandra, de las más jóvenes, porque creo que encontró finalmente una línea de trabajo y lo hizo muy bien.

Sahira (Norlan Mayán) y Troya (Héctor Caballero), entre las más nuevas, brillaron con imágenes impecablemente diseñadas para la ocasión.

Y mi amigo personal, de quien por ética no puedo escribir mucho, Margot (Riuber Alarcón) se superó, junto al actor Miguel Fonseca, en la escena de Santa Camila de La Habana Vieja, de José Ramón Brene, que ambos pusieron en el Karl Marx.

Margot tenía dos retos: la propia sala, porque allí se estrenó con éxito rotundo esta obra antológica, en 1962, y la presencia en el público de la actriz Daysi Granados, una de las legendarias Camila. (La sala aplaudió con ganas y Granados me confesó, al finalizar, que la había emocionado).

La locución de Estrellita y Margot, acompañadas por Edith Masola y Guille Rivero, fue justa. Ambos mostraron el dominio de los temas de prevención del VIH (virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida), una de los aportes del transformismo hecho en Cuba, a partir del trabajo con el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX).

Haila María Mompié, Yenni Smart, Edith Masola, Carlos Vargas, Eduardo Seuret, se sumaron para apoyar la causa de deterner la epidemia del VIH.

Todo lo que les cuento ahora sería imposible sin los desvelos de Carlos Rey, director artístico de la Compañía Latin Dance Ballet y de la Gala contra la Homofobia 2011.

Y me confirma que no me equivoqué cuando defendí su candidatura para que liderara Canto a la vida 2010.
Es lamentable que la falta de ensayos conspirara para un pobre diseño de luces, fallos en los micrófonos de Margot, la subutilización de las pantallas que situaron en los laterales y sendos baches, salvados milagrosamente por Carlos Rey y su equipo, en el Mella.

El mensaje fue claro: los artistas transformistas convocan, lo hacen bien y contribuyen a que "juntos podemos llegar a cero nuevas infecciones por VIH, muertes relacionadas con el sida, estigma y discriminación", no sea solo otro lema más.

Foto: Verónica de la Torre