LONG DISTANCE MURDERS
By Manuel E. Yepe

A CubaNews translation. Edited by Walter Lippmann.

The murder last September 30, in Yemen, of the American-born Islamic cleric Anwar al-Awlaki, accused of terrorism by President Barack Obama and executed without previous indictment or trial was a flagrant violation of the basic principles and universal laws on human rights.

But the worst thing is that it confirmed the beginning of an imperial era of targeted killings as part of the official war policy of the White House.

A special UN report on the subject defines targeted killings as
premeditated acts of lethal force employed by states in times of peace or during armed conflict to eliminate specific individuals outside their territory. These acts, commonly undertaken by armed or intelligence services can vary from the use of car bombs to computer-piloted unmanned planes called “drones”.  

The first recorded targeted killings were carried out in 2000 by Israel. They executed alleged terrorists located in Palestinian territories.

Later, this terrorist practice was defined by the Pentagon and the CIA as essential to punishing those responsible for the September 11, 2001 attacks on the New York Twin Towers and the Pentagon in Washington, DC; but afterwards it has been used in US wars against Iraq and Afghanistan, as well as in their “counterterrorism” operations in Pakistan, Yemen and Somalia.

Since assuming office, Barack Obama's administration has escalated targeted killings and made them everyday affairs in capture/kill missions, sharing leading roles with Special Forces operations by Navy SEALs such as the murder of Osama Bin Laden in Abbottabad, Pakistan, and the “drone” raids resulting in the murder of Libyan President Muammar el Kadafi.

The White House and the international media they control characterize these actions as successful, and silence the global censure to their immoral and illegal nature. Nevertheless, everything seems to indicate the US will continue, and even increase, the use of these methods as military technology improves and the rejection to conventional military intervention grows in world opinion.

In his work Targeted Killings, published last November 7, at the Council on Foreign Relations website, expert author Jonathan Masters refers to a study by the New America Foundation which
reports that in his first two years of office, President Obama authorized nearly four times the number of targeted killings as President Bush did in his eight years in the White House. The same source claims that some 225 repressive long distance strikes with US drones have been launched since 2009, killing, as of August 2011, somewhere between 1,100 and 1,800 civilians as collateral damage.

The US administration lacks the moral authority to claim self-defense in justifying the use of drone attacks and Navy SEAL raids for such killings while it holds in prison, for 13 years now, five Cuban antiterrorist fighters. These men, in the legitimate use of the self-defense principle, infiltrated --unarmed and at risk of their lives-- the den of violent groups in Miami to monitor their criminal plans and to alert --as they did – the US authorities who were supposed to prevent the  terrorist actions of these groups. 

In a recent speech, John Brennan, President Obama’s advisor on counterterrorism, said that if the US wished to avoid losing the support (and operational and intelligence assistance) of its allies for its drone raids and counterterrorism policy, it would have to make sure they understood and approved their legal and political justification. Otherwise, the Obama Administration ran the risk of having its drone program – despite its success -- become the object of international repudiation as there was for his predecessor, George W. Bush and the Guantanamo prison for suspects of terrorism.

This explains why in Washington it is repeatedly argued that drones and targeted killings will be to Barack Obama what Guantanamo (the naval base the US keeps in Cuba against the will of the Cuban people and international legality) and the practice of torture were to George W. Bush. 


November 2011.


 

   
    ASESINATOS A DISTANCIA

Por Manuel E. Yepe

El asesinato el pasado 30 de septiembre en Yemen del clérigo islamita Anwar al-Awlaki, ciudadano estadounidense por nacimiento acusado por el Presidente Barack Obama de ser terrorista quien fuera ejecutado sin previa acusación ni juicio, constituyó una violación flagrante de los más elementales principios y leyes universales sobre derechos humanos.

Pero lo más grave del caso es que confirmó el inicio de una era imperial de asesinatos teledirigidos como política oficial de guerra de la Casa Blanca.

Un informe especial de la ONU sobre el tema define a los asesinatos a distancia como actos premeditados de uso de fuerza letal en tiempos de paz, o durante un conflicto armado, para eliminar enemigos fuera del territorio nacional. Comúnmente son llevados a cabo por los servicios armados o de inteligencia y pueden ser utilizando desde carros bombas hasta aviones sin pilotos guiados por medios computacionales llamados “drones”.

Los primeros actos de este tipo (en inglés, targeted killings) se registraron en el año 2000 por Israel ejecutando a individuos que calificaba de terroristas ubicados en territorios palestinos.

Luego, esta práctica terrorista fue definida por el Pentágono y la CIA como esencial para castigar a los responsables de los ataques del
11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono de Washington, pero posteriormente ha sido empleada en las guerras estadounidenses contra Irak y Afganistán y en las operaciones “contraterroristas” en Paquistán, Yemen y Somalia.

Desde que llegó Barack Obama a la Casa Blanca, el gobierno estadounidense ha incrementado notablemente estos asesinatos teledirigidos hasta convertirlos en cosa habitual en misiones de captura y ejecución, compartiendo protagonismo con operaciones de las fuerzas especiales “SEAL” de sus Cuerpos de Marina, como en el caso del asesinato de Osama bin Laden en Abbottabad, Paquistán, y en los golpes con “drones” como los que culminaron con el asesinato del Presidente de Libia Muahamar el Kadaffi.

La Casa Blanca y la prensa internacional bajo su influencia y control califican de exitosas estas acciones y silencian las censuras que ellas generan en todo el mundo por su carácter inmoral e ilegal. No obstante, todo indica que Estados Unidos seguirá adelante con estos métodos, incluso incrementará su utilización en la medida que la tecnología militar avance y el rechazo al intervencionismo militar convencional crezca en la opinión mundial.

En un trabajo titulado Targeted Killings publicado el pasado 7 de noviembre en la página Web del Council on Foreign Relations, su autor, el experto de esa institución estadounidense Jonathan Masters, cita un estudio de la New American Foundation donde se señala que en sus dos primeros años de su gobierno Obama ha autorizado cuatro veces más asesinatos teledirigidos que los autorizados por George W. Bush Jr. en sus ocho años en la Casa Blanca. En la propia fuente se señala que desde 2009 se han realizado 225 acciones represivas a distancia con drones de Estados Unidos que han dejado, hasta agosto de 2011, entre 1100 y 1 800 víctimas civiles como daños colaterales.

El gobierno de los Estados Unidos carece de moral para alegar razones de defensa propia como justificación para la utilización de los drones bombarderos y las fuerzas de marines “SEAL” para tales asesinatos a distancia cuando mantiene bajo castigo desde hace 13 años a cinco luchadores antiterroristas cubanos que, en uso verdadero de ese principio, se infiltraron desarmados y con riesgo para sus vidas en la madriguera de los grupos violentos en Miami para monitorear sus planes criminales y ponerlos –como lo hicieron- en conocimiento de las autoridades estadounidenses llamadas a evitar sus acciones terroristas.

John Brennan, consejero del presidente Obama para asuntos de contraterrorismo reconoció en un discurso reciente que si Estados Unidos deseara evitar la pérdida de apoyo tácito (y potencialmente de asistencia operacional y de inteligencia) de parte de sus aliados para con los golpes con drones y sus políticas contraterroristas, tendría que asegurarse que ellos entiendan y aprueben sus justificaciones políticas y legales. De lo contrario la Administración de Obama corre el riesgo de que, por muy exitoso que sea su programa de drones, éste se convierta en factor de repudio internacional como lo fue la cárcel de sospechosos de terrorismo de Guantánamo para su predecesor George W. Bush.

De ahí que se diga con tanta insistencia en Washington que los drones y los asesinatos a distancia serán a Barack Obama lo que Guantánamo
(la base naval que Estados Unidos mantiene en Cuba contra la voluntad de los cubanos y de la legalidad internacional) y la práctica de torturas fueron para George W. Bush.

Noviembre de 2011.

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