Havana, Monday, November 14, 2011. Year 15 / Number 316

Berkeley Almost Five Decades Later
Different or the Same?

PEDRO DE LA HOZ
pedro.hg@granma.cip.cu 

A CubaNews translation. Edited by Walter Lippmann.

It was in front of Sproul Hall, exactly in the same place students were now repressed, where in 1964 the focus of a situation of unrest shaped the wave of protests and disturbances spreading in the United States and later in Western Europe.

The spark that ignited the fire was a claim by the students for their right to express freely against the establishment. The Free Speech Movement was formed a year after the historic Washington march for civil rights crowned by the famous "I had a dream…" speech by Martin Luther King Jr. pronounced while Army recruiters invaded the campus in search of cannon fodder for the war of aggression against Viet Nam.


PHOTO (AP): Berkeley was again the scene of protests and citizen indignation against the privileges and impunity of financial oligarchies and traditional politicians.

Repressive forces acted right away and the intelligence services, headed by the FBI and the CIA, moved slyly to penetrate the movement and change its essence; a task that took several years and such social control methods as flooding university campuses with hallucinogenic drugs and the assimilation of counter-cultural expressions.

We must remember that what started in Berkeley swiftly spread to other American universities, reaching a peak in 1968 when the Afro-American students of Howard occupied the Rector's Offices. Almost immediately, 12 other universities were occupied by young students with their anti-war slogans and their displays of solidarity with the black insurgents of the ghettos in Chicago, Philadelphia and Atlanta. In the Californian site there were brutal confrontations promoted by no other than Ronald Reagan, the state's Governor at the time, who coined the phrase, "clean up the mess in Berkeley". The same year Paris and several German cities witnessed the May of 68 and in Mexico the tragic Tlatelolco Massacre took place.

This time Berkeley is not the center, but one of the many resonaating boxes of the wave of protests and indignation by tens of thousands of citizens from Athens to New York, passing through Madrid and Barcelona, against the privileged and the impunity of the financial oligarchies and traditional politicians in face of the crisis originated by unrestrained speculation and the adoption of neo-liberalism as the system's dogma.

Now, the students abandoned their classrooms not only to support Occupy Wall Street, which targets the symbol of US financial power and has spread to important cities of the Union. It has also to denounce the continuous and unbearable increase in enrollment fees, the 100 million dollar cut in state spending for higher education in the 2012 budget, and the rise of up to a 9% in bank interest rates in the loans to university students who need financing for their studies.

"The message we all have is that the banks must pay for this financial disaster created by Wall Street. They must do what it takes to stop the suffering of the families, because they keep cutting back services and increasing university fees," said Jennifer Tucker, one of the protest organizers, to the San Francisco Chronicle. The students were unarmed; they did not have stones or sticks. And they had the authorization of one of the campus administrators who only forbid the use of stoves in the camping area.

The peaceful Occupy Cal action was frustrated by police using their batons. The Berkeley Police Speaker, Mary Kusmiss, cynically expressed in a communiqué, "we did not want to hurt anyone and we acted to protect the university community and the students themselves."

By inherited tradition, this Berkeley protest shall not dissolve into thin air.

Also by tradition, the establishment is certainly thinking of a strategy to dismember or minimize the media and social impact of the protest and is not ruling out new repressive actions.

Meanwhile, Berkeley students received the support of their colleagues at the universities of Santa Cruz, Santa Barbara, Davis, Los Angeles (UCLA), Riverside, Irvine and San Diego who protested last Thursday.

The images of policemen, batons in hand, moving against the students in the campus of the University of California, Berkeley brought to mind the times when that house of studies in San Francisco became one of the irradiating centers of the youth rebellion in the 60's of the last century; and as expected it became also one of the places where the system displayed all possible methods to neutralize the rising spirit of the times.

 

   
   
La Habana, lunes 14 de noviembre de 2011. Año 15 / Número 316

Berkeley casi cinco décadas después
¿Igual o diferente?

PEDRO DE LA HOZ pedro.hg@granma.cip.cu

Fue allí, justamente en la plaza ante el Sproul Hall, exactamente el mismo sitio donde fueron reprimidos ahora los estudiantes, el foco de la situación de malestar que a partir de 1964 generó una ola de manifestaciones y enfrentamientos en Estados Unidos y luego en Europa occidental.

La chispa que prendió la hoguera saltó desde el reclamo estudiantil de poderse expresar libremente contra el establishment. El Free Speech Movement se articuló un año después de la histórica marcha a Washington por los derechos civiles coronada por el célebre discurso de Martin Luther King Jr. donde pronunció la frase: "Yo tuve un sueño... ", cuando los reclutadores del ejército invadían el campus en busca de carne de cañón para la guerra de agresión contra Vietnam.

Foto: AP Berkeley volvió a ser escenario de protestas e indignación ciudadana contra los privilegios y la impunidad de las oligarquías financieras y los políticos tradicionales.

De inmediato las fuerzas represivas se pusieron en acción, pero con mayor sutileza actuaron los servicios de inteligencia, con el FBI y la CIA a la cabeza, para penetrar el movimiento y desnaturalizarlo, tarea que llevó varios años y el empleo de métodos de control social, desde inundar de drogas alucinógenas los medios universitarios hasta la asimilación de las expresiones contraculturales.

Debe recordarse cómo lo que comenzó en Berkeley se propagó prontamente a otras universidades norteamericanas, con su punto más álgido hacia 1968, cuando los estudiantes afronorteamericanos de Howard ocuparon el rectorado y casi de inmediato otras 12 universidades fueron ocupadas por los jóvenes, con sus consignas antibelicistas y muestras de solidaridad con la insurgencia negra en los ghettos de Chicago, Filadelfia y Atlanta. En la sede californiana durante dos semanas hubo enfrentamientos brutales, animados nada menos que por Ronald Reagan, a la sazón gobernador del estado, quien acuñó una frase: "Hay que limpiar el desorden de Berkeley". Fue el mismo año en que París y varias ciudades alemanas protagonizaron el Mayo del 68 y en México se desencadena la tragedia conocida como la Matanza de Tlatelolco.

Ahora Berkeley no es el centro sino una de las tantas cajas de resonancia de la ola de protestas e indignación de decenas de miles de ciudadanos, desde Atenas a Nueva York, pasando por Madrid y Barcelona, contra los privilegios y la impunidad con que se desenvuelven las oligarquías financieras y los políticos tradicionales ante la crisis originada por la desorbitada especulación y la adopción del neoliberalismo como dogma sistémico.

En este caso los estudiantes abandonaron las aulas no solo para apoyar el movimiento Ocupa Wall Street, que apunta sus dardos contra el símbolo del poder financiero de Estados Unidos y se ha extendido a importantes ciudades de la Unión, sino sobre todo para denunciar el progresivo e insostenible aumento de las cuotas de matrícula, el previsto recorte de unos 100 millones de dólares del presupuesto del estado para la educación superior en la planificación para el 2012 y el alza hasta de un 9 % de los intereses bancarios en los préstamos a los universitarios que necesitan financiar sus carreras.

"El mensaje que llevamos todos es que los bancos deben pagar por este desastre financiero que ha creado Wall Street. Deben poner de su parte para que más familias no sigan sufriendo, ya que se siguen recortando servicios sociales y aumentando las tasas universitarias", declaró al diario San Francisco Chronicle Jennifer Tucker, una de las organizadoras de la protesta. Los estudiantes estaban desarmados, ni siquiera con estacas ni piedras. Y contaban con la anuencia de uno de los administradores del campus que solo prohibió el uso de estufas en la acampada.

La acción pacífica, denominada Ocupemos California (Occupy Cal), fue frustrada por la policía a bastonazo limpio. La vocera del Departamento de Policía de Berkeley, Mary Kusmiss, tuvo el cinismo de expresar en un comunicado: "... no quisimos dañar a nadie, actuamos para proteger a la comunidad universitaria y a los propios estudiantes".

Por tradición heredada, la protesta de Berkeley no debe quedar en nada. También por tradición, ya el establisment debe estar pensando en una estrategia que desarticule o cuando menos minimice el impacto mediático y social de la protesta, sin descartar, desde luego, nuevos actos represivos.

Por lo pronto, los de Berkeley recibieron el apoyo de sus iguales en las sedes universitarias de Santacruz, Santa Bárbara, Davis, Los Ángeles (UCLA), Riverside, Irvine y San Diego, que se manifestaron a lo largo del último jueves.

La imagen de policías, porra en mano, arremetiendo la pasada semana contra estudiantes en el campus de Berkeley de la Universidad de California, trajo a la memoria los tiempos en que ese centro docente en la vecindad de San Francisco se convirtió en uno de los puntos de irradiación de la rebeldía juvenil de los años 60 del siglo pasado y, también como era de esperar, uno de los escenarios en los que el sistema puso en práctica todos los métodos posibles para neutralizar el espíritu levantisco de la época.

http://www.granma.cubaweb.cu/2011/11/14/interna/artic01.html