JUVENTUD REBELDE Pardons that Kill Marina Menéndez Quintero o marina@juventudrebelde.cu  November 23, 2011 21:09:31 CDT A CubaNews translation. Edited by Walter Lippmann. How ingrained is the submission caused by economic bondage, the emotional dependency and the extreme capacity to forgive which make Odalys -- the current TV soap housewife torn between her self-esteem and her affection for Saul and her trust in his promises - the being her sister called a "punching bag"? I don't pretend to tackle here the questions that perhaps you share and that will be discussed tomorrow when - invited by JR -- the director and some of the protagonists answer the questions of the cybernauts in our web page. Neither am I a specialist who could in earnest provide an explanation for a dilemma which for popular Soledad - in the second part of Bajo el Mismo Sol [Under the Same Sun] doesn't seem to reflect the stereotypes acquired in childhood. Odalys lacks the courage of her sister; she is frightened and has low self-esteem. She is emotionally tied to her chauvinistic husband, and is beset with unfounded guilt. She resists accepting he is not the loving man who takes her to bed, but the ogre who abuses her afterwards. Perhaps her vulnerability is caused by her fear of losing the man and feeling alone and helpless. Whatever the answer, the case in point is a useful incentive for reflection and could move one to self-analysis. It could lead to the "awakening" of women with little strength, independence, or courage to avoid being the victims of abusive husbands. I know many young men who - fortunately - think that beating a woman is something out of the stone age and, therefore, see little credibility in the transition from the moments of pleasure the couple enjoyed in the first chapters to the scenes of aggression. The sad fact is that this transition is absolutely possible. Even when the actions of the relevant Cuban institutions make very remote the possibility of an Odalys being physically abused by another grotesque Saul, there are still remnants of another equally damaging abuse: psychological violence. Its action leaves psychological marks that are much more difficult to erase than hematomas in the skin; it acts over time and is frequently far more damaging to the integrity of the abused woman. According to experts, this is a heterogeneous and persistent set of attitudes from the victimizer -aware or not- that go from lack of attention to degrading actions that damage the partner's dignity*. The outcome is the moral collapse, and the devastation of the person's self-security and self-esteem: a woman wasting her potential. When the world celebrates today the International Day for the Elimination of Violence Against Women, we can bring to mind those six women out of each ten that, according to UN data, have suffered physical or sexual aggression. And we also see the sad face of unhappy Odalys, physically hurting after the beating and with her soul deeply humiliated by the man who abuses her. Which wound is worse? And, does she still love him!? *Martos Rubio, Ana. ¡No puedo más! Las mil caras del maltrato psicológico. [I Can't Take It Anymore! The Thousand Faces of Psychological Abuse]
		JUVENTUD REBELDE Perdones que matan Marina Menéndez Quintero  • marina@juventudrebelde.cu 23 de Noviembre del 2011 21:09:31 CDT ¿Hasta dónde prevalecen en una mujer que soporta los maltratos físicos de su marido, la sumisión dada por las ataduras económicas, la dependencia emocional, o esa capacidad extrema para perdonar que hacen del personaje de Odalys —la ama de casa de la novela cubana que pugna entre su amor propio y el cariño y fe en las promesas de Saúl—, ese ser al que su hermana llegó a tildar de «aguantona»? No pretendo dirimir aquí las interrogantes que a lo mejor también a usted le han asaltado y que podrá esclarecer mañana mismo, cuando el director y algunos de los protagonistas, invitados por JR, respondan las preguntas de los cibernautas en nuestra página web. Tampoco soy especialista para dar explicación, con fe de causa, a un dilema que en el caso de la popular Soledad —segunda parte de Bajo el mismo sol— no pareciera pasar tanto por estereotipos inculcados desde la infancia —su hermana tiene el arrojo que le falta a Odalys—, como por los miedos y la poca confianza en sí misma de una mujer en cuyo yo interno pudieran estar prevaleciendo —y eso hay que deducirlo, porque no lo vemos— las ataduras afectivas a su machista esposo, sentimientos infundados de culpabilidad, poca autoestima, la resistencia a aceptar que él no es el hombre amoroso que la lleva a la cama sino el ogro que la vapulea cuando se levanta; o quizá esa indefensión que provoca el miedo a perder al otro y a sentirse «sola» y desvalida. Sea cual fuere la respuesta, el ejemplo constituye un útil resorte para hacernos reflexionar, y ayudar a verse a sí mismas y a «despertar» a aquellas carentes de suficiente fuerza, independencia o valor como para no terminar siendo víctimas de abusadores esposos. Aunque sé que algunos varones jóvenes —quizá porque, afortunadamente, los golpes a la mujer les parecen cosa de las cavernas— consideran inverosímiles las transmutaciones entre los momentos de placer que hasta hace pocos capítulos disfrutaba la pareja y las escenas de agresividad, lo concreto es que ello puede ser completamente cierto. Pero, aun cuando lo mucho que hacen las instituciones cubanas involucradas convirtiera en lejana la posibilidad de que una Odalys esté soportando ahora mismo los abusos corporales de otro grotesco Saúl, queda una parte del maltrato igualmente lacerante: la violencia psicológica. Su huella, que queda en la psiquis con marcas más indelebles a veces que los moretones en la piel, actúa con el tiempo y, en muchos casos, puede ser más perjudicial aún para la integridad de la mujer agredida. Según expertos, se trata de un conjunto heterogéneo y mantenido de actitudes reiteradas por el victimario, con conciencia o no de ello, y que van desde la falta de atención al trato degradante que daña la dignidad de la persona*. El fin es el derrumbamiento moral, la total desarticulación de la seguridad y la autoestima: una mujer que desperdicia las potencialidades que hay en ella. Cuando el mundo conmemora hoy el Día Internacional por la Eliminación de la Violencia contra la Mujer pueden venir a la mente esas seis de cada diez féminas en el orbe que, según datos de la ONU, han sufrido alguna vez agresión física o sexual. Pero también se asoma el rostro hasta ayer triste e infeliz de Odalys: tan adolorida por el golpe como humillada en el alma por el mal trato de un hombre que la ultraja. ¿Cuál herida es peor? ¿¡Y aún ella lo ama!? *Martos Rubio, Ana. ¡No puedo más! Las mil caras del maltrato psicológico. http://www.juventudrebelde.cu/opinion/2011-11-23/perdones-que-matan/