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La Habana, martes 1 de noviembre de 2011. Año 15 / Número 303 Crónica de un espectador Caza a la espía ROLANDO PÉREZ BETANCOURT Sorprendió la película de este último sábado en la televisión, el thriller político Caza a la espía (Fair Game) contundente testimonio acerca de cómo la administración Bush no solo mintió en relación con las armas atómicas en Iraq, sino también que por venganza se quiso llevar en la golilla a una destacada agente de la CIA (18 años en la función) y a su esposo, un ex embajador que, luego de ser enviado a investigar a África, informó a las altas instancias que no había peligro alguno en cuanto a una "sospechada" venta de uranio empobrecido. No era lo que se quería de él y el informe se archivó en la última gaveta del olvido. Al ver que la guerra venía de todas maneras junto al clima patriotero amasado en Washington tras el derribo de las Torres Gemelas, Joe Wilson, que tal es el nombre del ex diplomático, publicó un artículo en el New York Times asegurando que tenía pruebas de que el asunto del uranio empobrecido era un cuento de camino de Washington para justificar los bombazos y la invasión que estaban por llegar. El tema de la mentira atómica ya había sido tratado en Zona verde, exhibido igualmente en la televisión, y que habla de la misión que recibe un oficial de inteligencia en la Irak ya ocupada para encontrar "a toda costa" pruebas de unas armas nucleares que nunca existieron. En Caza a la espía, sin embargo, el argumento se sustenta en hechos rigurosamente ciertos que no pudieron ser escondidos ni por la CIA ni por el gobierno, luego de que la prepotencia emanada de los más altos niveles de la Casa Blanca le filtrara a varios periodistas la identidad de Valerie Plame, mejor vendetta que encontraron para desacreditar a su marido. A partir de ahí, como muestra el filme, la vida se le hizo imposible a la mujer y a su familia. Dirigida por Doug Liman, sin dudas su mejor película, Caza a la espía (2010) la protagonizan Sean Penn y una contundente Naomi Watts. El guión fue realizado en lo fundamental a partir de la autobiografía de la Plame que, traducida al español, sería algo así como Juego sencillo, mi vida como espía y cómo fui traicionada por la Casa Blanca. Es cierto que en los comienzos, ante la gran cantidad de información y personas que salen a relucir, la trama puede resultar algo confusa para un espectador ajeno a los rejuegos de la Casa Blanca, pero pronto la narración encuentra su camino y la película funciona como buen cine, al tiempo que saca a relucir la catadura de unos personajes y métodos (gobernantes, CIA y otros adjuntos) que de ningún modo se han ido a dormir. Sorprendió esta película del sábado, pero en otro canal estaban los Juegos Panamericanos; a no dudar entonces que la audiencia haya sido baja y que Caza a la espía debería repetirse, aunque no demasiado tarde en la noche, porque temas como estos necesitan de ojos y entendimientos bien abiertos. http://www.granma.cubaweb.cu/2011/11/01/cultura/artic02.html |