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La reforma
del modelo económico cubano
Causas y perspectivas
Salim Lamrani
Confrontada a las sanciones económicas que Estados Unidos impone desde
hace más de medio siglo, a la crisis financiera global y a un recurrente
problema de productividad, Cuba se encuentra en la obligación de
reformar en profundidad su sistema socioeconómico para preservar sus
conquistas sociales y su modo de vida. Si los factores externos explican
en parte las dificultades a las cuales se halla confrontada la sociedad
cubana, resulta imposible eludir las responsabilidades internas. Como
subrayó el presidente cubano Raúl Castro durante el IX Congreso de la
Unión de los Jóvenes Comunistas el 4 de abril de 2010, “la batalla
económica constituye hoy, más que nunca, la tarea principal y el centro
del trabajo ideológico de los cuadros, porque de ella depende la
sostenibilidad y preservación de nuestro sistema social”.
Algunos meses después, el 18 de diciembre de 2010, en una intervención
ante el Parlamento cubano, Raúl Castro tuvo un discurso más alarmista y
puso al gobierno y a los ciudadanos frente a sus responsabilidades:
“O rectificamos o ya se acabó el tiempo de seguir bordeando el
precipicio, nos hundimos, y hundiremos”.
El líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro, aprobó este
análisis y brindó su apoyo al proceso de actualización del modelo
económico.
La alternativa es sencilla: el modelo económico cubano debe experimentar
urgentemente cambios estructurales y conceptuales profundos so pena de
desmoronamiento.
Los factores externos
El principal obstáculo para el desarrollo económico del país siguen
siendo las sanciones económicas que Washington impone de modo unilateral
a La Habana desde julio de 1960, las cuales afectan a todas las
categorías sociales de la población cubana y en especial a las más
vulnerables. Unánimemente condenadas por decimonovena vez consecutiva
por 187 países en octubre de 2010, durante la reunión de la Asamblea
General de las Naciones Unidas, las sanciones económicas, además de
impedir todo comercio sustancial entre las dos naciones (salvo algunas
materias primas alimenticias desde 2000), revisten también un carácter
retroactivo y extraterritorial. En efecto, desde la adopción de la Ley
Torricelli en 1992, de la Ley Helms-Burton en 1996, así como de las
nuevas restricciones que impuso la administración Bush en 2004 y 2006,
el comercio con terceros países se halla fuertemente afectado.
Así, desde 1992, a toda embarcación que entra en un puerto cubano se le
prohíbe entrar a Estados Unidos durante seis meses, lo que origina un
sobreprecio importante para Cuba, que depende esencialmente del
transporte marítimo por su insularidad. Del mismo modo, desde 1996 todo
empresario que invierte en Cuba en las tierras nacionalizadas en 1959
corre el riesgo de ver sus haberes congelados en Estados Unidos. Por
otra parte, por ejemplo, desde 2004, cualquier constructor de
automóviles, sea cual fuere su nacionalidad, debe demostrar al
Departamento del Tesoro que sus productos no contienen un solo gramo de
níquel cubano para poder venderlos en el mercado estadounidense. Sucede
lo mismo para todas las empresas agroalimentarias que desean entrar en
mercado estadounidense. Danone, por ejemplo, tendrá que demostrar que
sus productos no contienen ninguna materia prima cubana. Estas medidas
retroactivas y extraterritoriales privan así a la economía cubana de
numerosos capitales y a las exportaciones cubanas de numerosos mercados
en todo el mundo.
Por otro lado las crisis económica, financiera, energética, alimentaria
y medioambiental han tenido un impacto desastroso en los países en
desarrollo en general y particularmente en Cuba. La subida de los
precios de las materias primas alimenticias, cuyo precio se ha duplicado
desde 2007 y de las cuales depende la Isla a la altura del 83%, así como
la bajada del precio de los recursos minerales que Cuba exporta (como el
níquel, cuyo precio bajó más del 50%) han desequilibrado la balanza de
pagos y han reducido fuertemente la liquidez disponible. Así, entre 1997
y 2009, Cuba sufrió una pérdida neta de más de 10.000 millones de
dólares por la degradación de los términos del intercambio y vio su
poder adquisitivo reducirse en un 15%. Por otra parte, a Cuba se le
prohíbe todo acceso a los financiamientos externos del Fondo Monetario
Internacional o del Banco Mundial, debido a las sanciones económicas.
Los cubanos del exterior, en particular de Estados Unidos, han reducido
el monto de sus remesas hacia la isla por la recesión económica. Los
ingresos del turismo también han bajado por los mismos motivos.
A ello se agregan las catástrofes naturales –16 ciclones en total– las
cuales, entre 1998 y 2008 causaron daños por un importe superior a
20.000 millones de dólares.
Así, el huracán Gustav que golpeó el Caribe a finales del mes de agosto
de 2008 tuvo un costo material dramático. Las provincias de Pinar del
Río, Matanzas y de la Isla de la Juventud ofrecieron un espectáculo de
ruina y desolación. De las 25.000 viviendas que tiene la Isla de la
Juventud, 20.000 resultaron parcial o totalmente destruidas. Cerca del
45% de las casas de Pinar del Río, o sea 102.000, fueron gravemente
afectadas. Fidel Castro comparó los daños que causó el ciclón a “un
ataque nuclear”.
Por su parte, el huracán Ike de septiembre de 2008 destruyó, entre otras
cosas, 323.000 viviendas, 700.000 toneladas de alimentos, una gran parte
de la infraestructura eléctrica y las reservas de agua potable.
Por otra parte, las irregulares precipitaciones entre noviembre de 2008
y junio de 2010 afectaron a los cultivos agrícolas y redujeron las
posibilidades de exportaciones de algunas materias primas alimenticias
(tabaco, ron, azúcar).
Todos estos factores han llevado a las autoridades a bloquear las
transferencias financieras hacia el exterior a partir de 2008 con el fin
de evitar la fuga de capitales extranjeros. La Habana también ha tenido
que volver a negociar su deuda frente a las dificultades de pago. En
cuanto al crecimiento, fue de un 2,1% para el año 2010.
Los factores internos
Desde un punto de vista nacional varios factores –de los cuales una
parte sustancial está en relación directa con el estado de sitio que
impone Estados Unidos– han de ponerse de relieve tales como la
burocracia, la corrupción a nivel intermediario –y a veces al más alto
nivel– de la estructura estatal que engendra un reforzamiento del
mercado paralelo, la falta de debate crítico, la débil productividad, la
hipertrofia del sector público, la producción insuficiente de materias
primas alimenticias, la descapitalización de la industria y de la
infraestructura productiva, así como el envejecimiento de la población.
La burocracia
La burocracia es un problema serio en Cuba y afecta sectores enteros
de la sociedad. La prensa cubana, que durante mucho tiempo eludió el
tema, ya no vacila en denunciar su indolencia, su ineficacia y sus
desmanes. El principal diario del país, Granma, portavoz del
Partido Comunista, ha estigmatizado con virulencia el peso de la
burocracia y ha exhortado a un “cambio de mentalidad” en una
crónica titulada “Burocratismo, de regla a excepción”. Según el
artículo, “todavía hay quienes se hacen de la vista gorda ante el nuevo
escenario que se construye para la economía y la sociedad cubanas”.
Algunos tienen “la
burocracia puesta en vena, inoculada como un virus mortal”, mientras que
otros no desean que cambie “el
sistema de enredo, dilación, impunidad y la ‘multa’ o ‘mordida’ para que
un trámite cualquiera llegue a feliz término”. Muchos funcionarios
“disfrutan sus ocho horas diarias de verdugos, haciéndole la vida
infeliz” a los ciudadanos. Granma lanza un llamado al gobierno para que
ponga término a esta “plaga parasitaria en el
seno de la administración pública”, particularmente para la aplicación
de las nuevas medidas de ampliación del sector privado.
El diario Juventud Rebelde también ha denunciado una burocracia
“con métodos autocráticos y verticalistas”, insensible a los problemas
de la población. El periódico fustiga su comportamiento “imperdonable y
paradójico”, particularmente en este periodo de grandes cambios en Cuba.
La burocracia ni siquiera se digna a responder a los correos de la
población en más del 30% de los casos y se niega a “evaluar los
problemas de raíz”. “Otro elemento preocupante es la impunidad con la
que se transgreden leyes, normativas y hasta derechos de los ciudadanos,
ante los ojos de superiores”.
Alfredo Guevara, padre del cine cubano y amigo personal de Fidel Castro,
ha apoyado la voluntad de reforma del gobierno y ha llamada a poner fin
a la estatización a ultranza de la sociedad cubana. “Comenzamos
a vivir el proceso de destrucción de la estatización de la sociedad
cubana y espero que logremos un Estado que se autolimite a sus funciones
y permita que la sociedad se desarrolle”.
Ello permitirá alcanzar “un nivel
de independencia y madurez que será un gran aporte” para el país.
Guevara ha denunciado a menudo la burocracia cubana “disparatada e
ineficiente”
así como el paternalismo contraproducente del Estado. Según él, “la
burocracia […] son los dirigentes vacíos que creen que su tarea nada más
es dirigir. El Estado no es burocracia, pero desde luego un Estado
desproporcionado crea un fenómeno ideológico-burocrático”.
El presidente de la República, Raúl Castro, ha advertido a los
partidarios del statu quo que se niegan al cambio: “Seremos
pacientes y a la vez perseverantes ante las resistencias al cambio, sean
estas conscientes o inconscientes. Advierto que
toda resistencia burocrática al
estricto cumplimiento de los acuerdos del Congreso, respaldados
masivamente por el pueblo, será inútil”.
La corrupción
La corrupción también es un fenómeno endémico en Cuba y gangrena los
niveles intermedios de la estructura del Estado, incluso a los
inspectores fiscales, y a veces a la más alta jerarquía.
El mercado negro se ha desarrollado sustancialmente desde la caída de la
Unión Soviética. Se debe principalmente a la insuficiencia del ingreso
mensual. Raúl Castro lo ha reconocido sin ambages: “El salario aún es
claramente insuficiente para satisfacer todas las necesidades, por lo
que prácticamente dejó de cumplir su papel de asegurar el principio
socialista de que cada cual aporte según su capacidad y reciba según su
trabajo. Ello favoreció manifestaciones de indisciplina social”.
Ahora bien, todo aumento del salario mensual sólo puede ocurrir en
paralelo con un aumento de la producción, la cual generará más ingresos.
Un estudio realizado en 2005, tras una solicitud expresa de Fidel
Castro, reveló la amplitud del robo de combustible en las 2.000
gasolineras del país. Durante cuarenta y cinco días, trabajadores
sociales sustituyeron a los empleados de estos puntos de venta, a los
que se envió a su casa conservando su salario íntegro. El primer informe
publicado mostró que se robaba más del 50% de la gasolina. En efecto,
los ingresos diarios generados por los 2.000 puntos de venta habían
aumentado 100.000 dólares, o sea un crecimiento del 115% con respecto a
la situación anterior. En la provincia de Santiago de Cuba, los ingresos
se dispararon en un 553%, ilustrando así el hecho de que se robaba al
Estado más del 80% del combustible, el cual se vendía en la economía
paralela.
Una desviación de semejante amplitud no puede realizarse sin la
complicidad activa de altos funcionarios que ocupan puestos de
responsabilidad. En el pasado, varios ministros fueron destituidos,
enjuiciados y condenados a severas penas de prisión por corrupción y
desviación de fondos.
Recientemente tres ministros fueron destituidos por varias razones.
Ante esta alarmante constatación, Fidel Castro había advertido de un
desmoronamiento total del sistema: “Este país puede autodestruirse por
sí mismo; esta Revolución puede destruirse, […] nosotros podemos
destruirla, y sería culpa nuestra”.
Raúl Castro, consciente de que la corrupción también afecta a los altos
funcionarios, ha mandado un mensaje claro a los responsables de todos
los sectores: “Hay que luchar para desterrar definitivamente la mentira
y el engaño de la conducta de los cuadros, de cualquier nivel”. De modo
más insólito se ha apoyado en dos de los diez mandamientos bíblicos para
ilustrar sus puntos: “No robarás” y “no mentirás”. Del mismo modo, ha
evocado los tres principios éticos y morales de la civilización inca:
“no mentir, no robar, no ser holgazán”, los cuales deben guiar la
conducta de todos los responsables de la nación.
En efecto, el mercado negro se alimenta de una desviación masiva de
mercancías que importa el Estado e implica forzosamente a altos
dirigentes. Raúl Castro ha sido explícito al respecto: “Ante
las violaciones de la Constitución y de la legalidad establecida no
queda otra alternativa que recurrir a la Fiscalía y los Tribunales, como
ya empezamos a hacer, para exigir responsabilidad a los infractores,
sean quienes sean, porque todos los cubanos, sin excepción, somos
iguales ante la ley”.
Gladys Berejano, vicepresidenta del Consejo de Estado y responsable de
la lucha anticorrupción del gobierno cubano, reconoció que el combate
contra las malversaciones era un desafío mayor y una de las grandes
prioridades nacionales. Según una reciente auditoría realizada en 2011,
apenas el 46% de las entidades públicas evaluadas en Cuba presentaban un
balance aceptable. En el resto de las agencias y empresas estatales, los
administradores falsificaron los libros de cuentas con el fin de desviar
artículos hacia el mercado negro, con la complicidad de los contadores
encargados de evaluar la salud financiera de la estructura.
El caso Esteban Morales es edificante en la medida en que permite
arrojar luz sobre la lucha entre las fuerzas oscuras y conservadoras aún
presentes en el Partido Comunista Cubano y sus sectores más críticos y
progresistas. En un artículo publicado en el sitio Internet de la Unión
Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), Esteban Morales,
economista y miembro del Partido Comunista Cubano con fama de honorable,
estudioso de la cuestión del racismo y de las relaciones con Estados
Unidos, había advertido en abril de 2011 del principal peligro que
amenazaba el proceso revolucionario cubano: la corrupción. Denunció el
enriquecimiento ilícito de algunos altos funcionarios y miembros del
gobierno sin citar nombres, acusándolos de preparar la transferencia de
bienes públicos a manos privadas, en caso de caída del régimen, en un
proceso similar a lo que ocurrió en la ex Unión Soviética: “No
podemos tener duda de que la contrarrevolución, poco a poco, va tomando
posiciones en ciertos niveles del Estado y del Gobierno”. Citó como
ejemplo la distribución reciente de tierras en usufructo y los numerosos
casos de “fraudes, ilegalidades, favoritismos, lentitud burocrática” que
ocurrieron, así como otros casos de altos funcionarios culpables de
desviaciones de fondos y que han abierto cuentas bancarias en el
extranjero.
Tras la publicación de esta reflexión severa e implacable en la forma
pero fundamentalmente veraz, Morales fue excluido del Partido Comunista
Cubano y su artículo retirado del sitio de la UNEAC. No obstante, ante
al amplio apoyo que obtuvo entre los miembros del Partido –incluso el de
Raúl Castro–, la Comisión de Apelación del Comité Central desestimó la
decisión tomada en primera instancia y reintegró a Morales a sus cargos.
La cultura del debate
La ausencia de una verdadera cultura del debate crítico en Cuba
constituye un freno para el desarrollo de la nación. Los más altos
dirigentes son conscientes de esta realidad. Así, Fidel Castro lamenta
la unanimidad de fachada que se presenta muy a menudo, particularmente
en la prensa cubana:
Aquí ha habido durante bastante tiempo la tendencia a suponer que los
señalamientos críticos, la denuncia de las cosas mal hechas, hacían el
juego del enemigo, ayudaban al enemigo y a la contrarrevolución. A veces
hay el temor de informar sobre algo, porque se piensa que puede ser útil
al enemigo. Y nosotros hemos descubierto que en la lucha contra los
hechos negativos es muy importante el trabajo de los órganos de prensa.
Y hemos estimulado el espíritu crítico. Llegamos a la convicción de que
es necesario desarrollar mucho más el espíritu crítico.
Raúl Castro
también fustigó los silencios, la complacencia y la mediocridad. Lanzó
un llamado a más franqueza. “No hay que temerle a las discrepancias de
criterios […], las diferencias de opiniones, que […] siempre serán más
deseables a la falsa unanimidad basada en la simulación y el
oportunismo. Es por demás un derecho del que no se debe privar a nadie”.
Castro denunció “el exceso de secretismo a que nos habituamos durante
más de 50 años” para ocultar errores, fallos y yerros. “Es necesario
cambiar la mentalidad de los cuadros y de todos los compatriotas”,
agregó, proponiendo limitar a 10 años los mandatos políticos “con el fin
de asegurar un rejuvenecimiento sistemático de toda la cadena de
responsabilidad”.
Sobre los medios, dijo lo siguiente:
Nuestra prensa habla bastante de eso, de los logros de la Revolución, en
los discursos también abundamos; pero hay que ir a la médula de los
problemas […]. Soy un defensor de la lucha contra el secretismo, porque
detrás de esa adornada alfombra es donde se ocultan las fallas que
tenemos, y los interesados en que sea así y siga así. Y yo recuerdo
algunas críticas; "sí, saquen en el periódico tal crítica", le orienté
yo mismo […]. Inmediatamente la gran burocracia empezó a moverse: "Esas
cosas no ayudan, desmoralizan a los trabajadores”. ¿A qué trabajadores
van a desmoralizar? Como en una ocasión, en la gran empresa estatal
lechera, El Triángulo. Se llevaba semanas, porque uno de los camiones de
esa vaquería que estaba ahí en Camagüey estaba roto, y entonces toda la
leche que se producía en las vaquerías de esa zona, de ese lugar se la
echaban a unos cerdos que estaban criando. Fue entonces que le digo a un
secretario del Comité Central para atender la agricultura en esa etapa,
mete en Granma, cuenta todo esto que está pasando, haz una
crítica. Algunos vinieron y hasta me comentaron que: "Esas cosas no
ayudan, porque desmoralizan a los trabajadores". Lo que no sabían que
era yo el que lo había orientado.
El 1 de
agosto de 2011, durante su discurso de clausura de la VII Legislatura
del Parlamento Cubano, Raúl Castro reiteró la necesidad del debate
crítico y la controversia en la sociedad: “Todas
las opiniones deben ser analizadas, y cuando no se alcance el consenso,
las discrepancias se elevarán a las instancias superiores facultadas
para decidir y además nadie está mandatado para impedirlo”
Llamó a acabar con “el hábito del triunfalismo, la estridencia y el
formalismo al abordar la actualidad nacional y generar materiales
escritos y programas de televisión y radio, que por su contenido y
estilo capturen la atención y estimulen el debate en la opinión pública”
para evitar “materiales aburridos, improvisados y superficiales” en los
medios de comunicación.
Granma también fustigó la cultura del secreto por parte de los
funcionarios que impiden que la prensa cubana informe correctamente a la
población. Así, la recolección de información es una verdadera prueba en
el laberinto burocrático donde se necesitan autorizaciones para
cualquier reportaje. El diario denuncia “la incomprensión de muchos
funcionarios administrativos, quienes parecen vivir ajenos al derecho de
los ciudadanos y a la irritación que en la población causa el no
explicar a tiempo los porqués de un fenómeno o medida”. Los obstáculos
voluntariamente erigidos en el acceso a la información violan “los
principios democráticos” establecidos por la Constitución de la
República. “Brindar información sistemática, veraz, diversa, que permita
abordar la realidad desde todas las complejas aristas que pueda ofrecer,
no constituye un favor, sino un derecho del pueblo”, concluyó el diario.
El sectarismo
En Cuba persisten algunas prácticas discriminatorias al más alto
nivel del aparato estatal, a pesar de los esfuerzos que ha desplegado el
presidente de la República para acabar con ellas. Así, Raúl Castro
denunció públicamente por televisión algunos atentados a la libertad
religiosa debidos a la intolerancia “enraizad[a]
en la mentalidad de no pocos dirigentes en todos los niveles”. Evocó el
caso de una mujer, cuadro del Partido Comunista, con trayectoria
ejemplar, quien fue apartada de sus funciones, en febrero de 2011, por
su fe cristiana y cuyo salario fue reducido en un 40%, en violación del
artículo 43 de la Constitución de 1976 que prohíbe todo tipo de
discriminación. El presidente de la República denunció así “el daño
ocasionado a una familia cubana por actitudes basadas en una mentalidad
arcaica, alimentada por la simulación y el oportunismo”. Recordó que la
persona víctima de esta discriminación había nacido en 1953, fecha del
ataque al cuartel Moncada por los partidarios de Fidel Castro contra la
dictadura de Fulgencio Batista, Raúl Castro expresó lo siguiente:
Yo no fui al Moncada para eso […]. De la misma forma, recordábamos que
el 30 de julio, día de la reunión mencionada, se cumplían 54 años del
asesinato de Frank País y de su fiel acompañante Raúl Pujol. Yo conocí
a Frank en México, lo volví a ver en la Sierra, no recuerdo haber
conocido un alma tan pura como esa, tan valiente, tan revolucionaria,
tan noble y modesta, y dirigiéndome a uno de los responsables de esa
injusticia que cometieron, le dije: Frank creía en Dios y practicaba su
religión, que yo sepa nunca dejó de hacerlo ¿Qué hubieran hecho ustedes
con Frank País?
No
obstante, las relaciones con la Iglesia Católica de Roma jamás han sido
mejores desde el triunfo de la Revolución en 1959. El escenario de
confrontación con las instituciones religiosas poco a poco ha dejado
espacio al diálogo, limando así las asperezas del pasado cuando “por
ambas partes se cometieron excesos”. Raúl Castro también condenó con
virulencia estas prácticas que “atentan contra nuestra principal arma
para afianzar la independencia y la soberanía nacional, o sea, la Unidad
de la Nación” Según él, resulta urgente romper “la
barrera psicológica formada por la inercia, el inmovilismo, la
simulación o doble moral, la indiferencia e insensibilidad” que lleva a
todo tipo de abusos. “Nuestro peor enemigo no es el imperialismo ni
mucho menos sus asalariados en suelo patrio, sino nuestros propios
errores y que éstos, si son analizados con profundidad y honestidad, se
transformarán en lecciones”.
Una productividad baja
La productividad es también un problema endémico en una sociedad
acostumbrada a recibir la misma remuneración sean cuales sean la calidad
y cantidad del trabajo realizado. A los empleados del sector público les
interesan poco las problemáticas de productividad y eficiencia. En
efecto hay “una ausencia de cultura económica en la población”. Por
otra parte, la sovietización de la economía cubana a partir de 1968, con
la nacionalización de todos los pequeños negocios, tuvo consecuencias
desastrosas para el país en términos de rendimiento. En vez de adaptar
la política económica a las peculiaridades nacionales, Cuba había
seguido por mimetismo el modelo ruso. Raúl Castro admite ahora el error,
dictado a la vez por la inexperiencia de la dirección de la nación y por
el contexto geopolítico de la época: “No pensamos volver a copiar de
nadie, bastantes problemas nos trajo hacerlo y porque además mucha veces
copiamos mal”.
El gobierno cubano da prueba de lucidez en cuanto a las carencias en
materia económica. Reconoce que “la espontaneidad, la improvisación, la
superficialidad, el incumplimiento de los alcances, la falta de
profundidad en los estudios de factibilidad y la carencia de
integralidad al emprender una inversión” atentan gravemente contra la
nación.
Cuba dispone de tierras extraordinariamente fértiles y podría ser un
exportador de materias primas alimenticias. En vez de ello, Cuba importa
el 83% de los productos alimentarios que consume. Por ejemplo todos los
años importa café por 47 millones de dólares mientras que sería
perfectamente posible producirlo en Cuba de excelente calidad. En 1975,
Vietnam, tras la guerra, había solicitado la ayuda cubana para producir
café. Vietnam es actualmente el segundo exportador de café del mundo…
gracias a la experiencia y el conocimiento cubanos. Un diplomático
vietnamita hizo partícipe de su sorpresa a su homólogo cubano ante esta
contradicción: “¿Cómo es posible que ustedes que nos enseñaron a sembrar
el café, ahora nos lo estén comprando?”.
Hay una razón para ello: de los 6,6 millones de hectáreas de
superficie agrícola, 3,6 millones permanecían abandonados o sub-explotados
en 2008.
La política agrícola del gobierno revolucionario ha sido uno de sus más
graves fracasos. Varios factores permiten explicar esta dependencia
estratégicamente peligrosa. Primero, la labor de la tierra es por
definición un trabajo difícil e ingrato, sobre todo en una sociedad que
ha alcanzado un nivel de desarrollo humano sin precedente en la historia
de América Latina y del Tercer Mundo. En efecto es difícil convencer a
ciudadanos que han conseguido diplomas universitarios de que vayan a
producir café o trigo para obtener, de todas formas, el mismo salario
que un empleado de oficina. Para ello, resulta indispensable que “los
agricultores obtengan ingresos justos y razonables por su sacrificada
labor”,
como recordó el presidente cubano. Así, desde 2008, de un fondo
disponible de 1,8 millones de hectáreas de tierras no cultivadas, más de
un millón se concedió –en lotes de 13 a 40 hectáreas– en usufructo
gratuito por un periodo de 10 años para los particulares y de 25 años
para las cooperativas. Del mismo modo, el gobierno decidió bajar en un
60% el precio de los insumos y productos agrícolas con el fin de incitar
a la población a invertir este campo.
La hipertrofia del sector y la debilidad de la infraestructura
productiva
La hipertrofia del sector público es una realidad innegable. En
efecto, el Estado emplea a cerca del 84% de la población activa, que se
eleva a 5,2 millones de personas. La función pública se encarga de
proporcionar un empleo a los cubanos, aunque algunos sectores estén
saturados. El sobre empleo permite conseguir cierta estabilidad social
pero cerca de un millón de empleos se consideran poco o nada
productivos.
La descapitalización de la industria y de la infraestructura productiva
constituye un serio obstáculo económico. Cuba necesita urgentemente
nuevas inversiones, particularmente en capitales extranjeros. No
obstante, las amenazas de sanciones procedentes de Estados Unidos frenan
a los potenciales inversionistas.
Una transición demográfica avanzada
Por fin, Cuba se encuentra a un nivel de transición demográfica
avanzada, igual que países como Argentina, Uruguay o Chile, por su
índice de desarrollo humano elevado. El país entonces se enfrenta al
envejecimiento de su población, cuya esperanza de vida alcanza casi los
80 años. Según la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), cerca de dos
millones de personas tienen más de 60 años, o sea el 17,8% de la
población del país. En veinte años, la cifra alcanzará el 30%.
Cuba cuenta actualmente con 1.551 centenarios y debe hacer frente no
sólo al problema del financiamiento del retiro –la edad de la jubilación
pasó de 55 años a 60 años para las mujeres y de 60 años a 65 años para
los hombres en 2009–, sino también al peligro de la falta de renovación
generacional que afecta la economía y la sociedad. En efecto, el número
de habitantes disminuyó en 2010 por la baja tasa de natalidad.
Las medidas económicas y sociales
Del 1 de diciembre de 2010 al 28 de febrero de 2011, un proyecto de
reforma de la política económica y social elaborado por la Comisión de
Política Económica del Partido Comunista Cubano, fue sometido a un
amplio debate público con la ayuda de la central sindical del país.
En total, cerca de 9 millones de cubanos asistieron a una de las 163.000
reuniones organizadas para debatir el proyecto, con un total de 3
millones de intervenciones. El documento original contenía 291 puntos,
de los cuales 16 se integraron en otros, 94 se mantuvieron intactos, 181
se modificaron y 36 se agregaron para un total final de 311 puntos.
Así el proyecto final, que modificaba en un 68% al inicial, fue adoptado
durante el VII Congreso del Partido Comunista Cubano por los mil
delegados que representaban a los 800.000 militantes.
Luego fue sometido al Parlamento cubano que lo aprobó en sesión plenaria
el 1 de agosto de 2011.
El Estado cubano, que debe aportar soluciones para evitar la bancarrota,
decidió, sobre una base quinquenal, adaptar los gastos a los recursos
disponibles y reducir al máximo el recurso a la deuda.
Raúl Castro insistió en la emergencia de la situación: “Estamos
convencidos de que lo único que puede hacer fracasar a la Revolución y
el socialismo en Cuba, poniendo en riesgo el futuro de la nación, es
nuestra incapacidad para superar los errores que hemos cometido durante
más de 50 años”.
Hay que subrayar dos medidas espectaculares. La primera constituye una
revolución estructural de la fuerza del trabajo. Así, las autoridades
decidieron proceder a la supresión a medio plazo de casi medio millón de
puestos de funcionarios, o sea el 10% del total de los empleados del
sector público, y de un millón en cinco años.
Los funcionarios afectados tendrán tres posibilidades: la reubicación en
un sector deficitario, el trabajo por cuenta propia o la obtención de
tierras en usufructo. Antes los empleados despedidos percibían el total
de sus ingresos hasta que encontrasen un nuevo trabajo. Ahora la
indemnización sólo durará cinco meses como máximo y será del 100% el
primer mes (pasando luego al 60% del salario). Todos los sectores que
disponen de un excedente de capital humano se reducirán a lo
estrictamente necesario con una restructuración del mundo laboral. No
obstante, el gobierno precisa que “el Estado Socialista no dejará
desamparado a ningún ciudadano y mediante el sistema de asistencia
social garantizará que las personas incapacitadas para trabajar reciban
la protección mínima requerida. En el futuro existirán subsidios, pero
no a los productos, sino a las cubanas y cubanos que por una u otra
razón realmente los necesiten”.
La segunda medida también es de una envergadura sin precedentes. Se
trata de una apertura de la economía estatal al sector privado
destinada, entre otras cosas, a legalizar una creciente economía
paralela y a recaudar impuestos en un país poco acostumbrado a la
cultura tributaria. Así el Estado, que controla casi el 90% de la
economía, ha decidido delegar una parte de sus actividades económicas a
personas privadas, y se limitará a la gestión y explotación de los
recursos estratégicos de la nación, con una progresiva descentralización
con el fin de estimular el desarrollo. Se han otorgado alrededor de
250.000 nuevas licencias en diversos sectores. Casi 178 nuevas
actividades se han abierto al campo privado y conciernen diferentes
sectores tales como la restauración (el número de sillas en los
restaurantes pasó de 12 a 50),
la venta al por menor o el arrendamiento de habitaciones. En 83
sectores, ahora los nuevos empresarios podrán contratar personal,
prerrogativa que había sido hasta ahora una exclusividad del Estado, de
las sociedades mixtas y de las empresas extranjeras, mediante el pago de
tributos a la altura del 25% del salario del empleado.
El éxito fue inmediato.
En seis meses, el número de pequeños empresarios pasó de 157.000 a más
de 320.000, y debería estabilizarse en torno al medio millón.
Los primeros efectos positivos han aparecido con un crecimiento de los
ingresos fiscales de Estado al cabo de seis meses.
Los negocios privados se someten a un impuesto progresivo que puede
alcanzar el 50% de los ingresos y a cotizaciones sociales a la altura
del 25%.
Los ingresos hasta 5.000 pesos anuales están exentos de impuestos
mientras que los que superan los 50.000 pesos se gravan a la altura del
50%. El nuevo código fiscal estipula que desde ahora los empresarios
podrán deducir hasta el 40% de sus ingresos en concepto de gastos
profesionales frente al 10% anteriormente.
Así, los trabajadores independientes tendrán que pagar cuatro impuestos
en total: el impuesto sobre el ingreso del 25% (ingresos superiores a
5.000 pesos) hasta el 50% (ingresos superiores a 50.000 pesos),
impuestos patronales a la altura del 25% del salario del empleado, el
IVA del 10% (un 5% para el sector de la alimentación), y las
cotizaciones sociales del 25%.
Para hacer frente a la escasez de materias primas, el gobierno ha
decidido dedicar importantes recursos a la compra de material
exclusivamente dedicado al sector privado. Los nuevos empresarios
tendrán que enfrentar tres retos principales: hacerse con una clientela,
conseguir créditos y vencer los obstáculos burocráticos.
Las más altas autoridades del Estado han garantizado el carácter
irreversible de las reformas y han brindado su apoyo a los trabajadores
independientes anunciando una nueva política bancaria de créditos
destinados a los microempresarios,
particularmente en el sector agrícola.
Estas nuevas medidas deberían generar ingresos a la altura de 1.000
millones de dólares de impuestos, según las estimaciones
gubernamentales.
Del mismo modo las cantinas de empresa y el transporte obrero ya no
estarán a cargo del Estado, así como las peluquerías y los taxis, entre
otros, que en adelante gestionarán los empleados. Las empresas
dispondrán así de facultades de iniciativa más amplias.
El objetivo es ampliar la productividad, reforzar la disciplina laboral
y ofrecer un abanico de salarios más amplio que permita satisfacer las
necesidades de los ciudadanos. La política “igualitarista” de los
mecanismos de distribución del ingreso se eliminará, así como la
gratuidad de algunas prestaciones.
Raúl Castro reconoció que el “excesivo enfoque paternalista, idealista e
igualitarista que instituyó la Revolución en aras de la justicia social”
fue un error. “Confundimos el socialismo con las gratuidades y
subsidios, la igualdad con el igualitarismo”, precisó. En adelante los
salarios se indexarán con la productividad.
La “igualdad de derechos y de oportunidades
para todos los ciudadanos” prevalecerá, con una política enfocada en el
trabajo que está considerado como “a la vez un derecho y un
deber” y “deberá ser remunerado conforme a su cantidad y calidad”.
Por otra parte se eliminarán las numerosas y excesivas prohibiciones que
favorecían el mercado negro. Raúl Castro llamó a:
Eliminar tantas prohibiciones irracionales que han perdurado por años,
sin tener en cuenta las circunstancias existentes, creando el caldo de
cultivo para múltiples actuaciones al margen de la ley, que
frecuentemente dan lugar a la corrupción en distintos grados. Puede
llegarse a una conclusión probada por la vida: las prohibiciones
irracionales propician las violaciones, lo que a su vez conduce a la
corrupción y la impunidad.
Así,
denunció los trámites administrativos inútiles relativos a la
permutación de vivienda o la venta de coches entre particulares.
Ahora los cubanos y extranjeros residentes permanentes podrán comprar y
vender viviendas. Antes sólo se autorizaban el intercambio y la
herencia, ocasionando numerosas operaciones ilegales. No obstante no
será posible ser propietario de más de una vivienda, y estas medidas
excluyen a la vez a los cubanos no residentes así como a los
extranjeros. Se abrogará la ley sobre la confiscación de bienes de los
emigrantes, quienes podrán, en caso de salida, legar sus bienes a su
familia hasta el cuarto grado de consanguinidad, con tal de que pueda
justificar cinco años de vida en común con la persona concernida.
Por fin, la isla se encuentra también en la obligación de poner término
a la dualidad monetaria –el peso con el cual la mayoría de los cubanos
reciben su salario y el peso convertible, reservado al sector turístico-
con el fin de reducir las desigualdades. En efecto, un peso convertible
(alrededor de 1 dólar) equivale a 26 pesos.
Aunque el cambio de la estructura económica parece imprescindible, Cuba
no piensa adoptar el modelo económico de mercado. Según el gobierno
cubano, el principio de base seguirá siendo el mismo: “sólo el
socialismo es capaz de vencer las dificultades y preservar las
conquistas de la Revolución”. Así, la planificación prevalecerá sobre
las reglas de mercado, con una modernización de la metodología, la
organización y la gestión.
A nivel macroeconómico, Cuba aspira a una mayor eficiencia con el fin de
limitar la intervención financiera del Estado en los sectores
deficitarios. Se prevén dos tipos de soluciones. La primera, a corto
plazo, permitirá eliminar el déficit de la balanza de pagos con una
reducción de las importaciones y un aumento de los ingresos externos. El
objetivo de mejorar el crecimiento y el nivel de vida de la población
pasa por una mayor eficiencia económica, una estimulación del trabajo y
una redistribución más equitativa del ingreso nacional.
A largo plazo, Cuba debe encontrar soluciones de desarrollo sostenible
que permitan particularmente alcanzar una autosuficiencia alimentaria y
energética, un uso eficiente del capital humano, una buena
competitividad en las producciones tradicionales y el desarrollo de
nuevas producciones de bienes y servicios con alto valor agregado.
Las empresas estatales y las cooperativas
Se concederá más autonomía a las empresas estatales, a las empresas
con capitales mixtos, a las cooperativas, a los dueños de tierras en
usufructo, así como a los pequeños empresarios privados, sin permitir
sin embargo una concentración de propiedad demasiado importante. El
poder de decisión se descentralizará a favor del sector empresarial para
obtener una mayor eficacia. Las empresas dispondrán de más facultades,
así como de una mayor responsabilidad en la gestión de los recursos
humanos, materiales y financieros y se cancelará así una parte de los
controles burocráticos. Habrá mercados de abastecimiento no
subvencionados a disposición de las empresas.
Las empresas estatales cuyo balance financiero es estructuralmente
deficitario, cuyo capital de trabajo es insuficiente y que se muestran
incapaces de respetar sus obligaciones, pasarán sistemáticamente por un
proceso de liquidación. Las empresas no recibirán más financiamiento
presupuestario para la producción de bienes y servicios. En cambio
podrán crear fondos propios para el desarrollo o el aumento de los
salarios, en caso de beneficios, después de satisfacer su contrato de
producción y pagar sus obligaciones tributarias. Del mismo modo, los
salarios de los empleados del sector público evolucionarán en función de
los resultados de la empresa. Se eliminarán las subvenciones por
pérdidas.
Las cooperativas, basadas en “libre disposición de trabajadores a
asociarse”, siguen siendo propietarias de los medios de producción y
puede usarlos como les convenga (arrendamiento, usufructo…). Pueden
asociarse a otras entidades similares (para la compra y venta, por
ejemplo, para reducir los costos). No obstante, la propiedad cooperativa
no puede venderse o alquilarse a otras cooperativas o a otras empresas
no estatales. También se encargan de fijar los salarios de sus empleados.
La política social
En política social la prioridad es preservar “las conquistas de la
Revolución, tales como el acceso a la atención médica, la educación, la
cultura, el deporte, el ocio, la seguridad social y la protección
mediante la asistencia social a las personas que lo necesiten”,
eliminando al mismo tiempo los “gastos excesivos”.
Con respecto a la educación, las carreras universitarias se adecuarán al
desarrollo de la economía y de la sociedad, con un aumento de efectivos
en los sectores tecnológicos y científicos. En cuanto a la salud, está
prevista una reorganización territorial de los centros de salud, así
como el desarrollo de la medicina natural y tradicional y la promoción
de la medicina preventiva. Finalmente, para hacer frente al
envejecimiento de la población y al problema de la dependencia,
aumentará la contribución de los asalariados y se buscarán nuevos
financiamientos.
El salario desempeñará un papel principal en la sociedad cubana con el
fin de “reducir gratuidades indebidas y subsidios personales excesivos,
estableciendo compensaciones a las personas necesitadas”. Así, la
libreta, instaurada en 1963 para hacer frente a las sanciones
económicas, a la especulación sobre las materias primas y evitar una
crisis alimentaria, “que favorece tanto al ciudadano necesitado como al
no necesitado”, tiene muchos inconvenientes, pues beneficia
indistintamente tanto a los trabajadores dedicados que aportan riqueza a
la sociedad como a los que viven de la ayudad social sin producir nada.
Como señaló Raúl Castro, la libreta “se ha venido convirtiendo, con el
decursar de los años, en una carga insoportable para la economía y en un
desestímulo al trabajo, además de generar ilegalidades diversas”.
Se ha ido reduciendo gradualmente y se suprimirá en el futuro para
evitar las prácticas de trueques y ventas que alimentan el mercado
negro.
Por ejemplo los cigarrillos desaparecieron de la libreta en septiembre
de 2010.
El arroz y el azúcar (menos la parte mensual subvencionada) se
encuentran ahora en el mercado libre,
mientras que el precio del aceite ha aumentado un 10%.
La supresión de la libreta será compensada por aumentos salariales.
No obstante la alimentación social en la esfera de los servicios de
salud y educación se preservará “para proteger a la población
vulnerable”. Las cantinas obreras permanecerán abiertas pero habrá que
pagar y no se subvencionarán. Del mismo modo, el Estado se compromete a
“garantizar que la protección de la asistencia social la reciban las
personas que realmente la necesitan”.
La política industrial y energética
La industria farmacéutica y biotecnológica es uno de los éxitos
económicos de la nación cubana. Representa la cuarta fuente de ingresos
de la isla después de las prestaciones de servicios, el turismo y el
níquel.
El objetivo es alcanzar una soberanía tecnológica en este campo y
reforzar la política de registro de patentes y propiedad industrial en
los principales mercados internacionales.
A nivel energético, Cuba debe reducir su dependencia del exterior y
elevar su producción de petróleo y de gas con la explotación de los
yacimientos submarinos descubiertos recientemente en el Golfo de México,
y aumentar su capacidad de refinamiento con el fin de reducir la
importación de productos derivados. No obstante se necesitan importantes
inversiones y la isla no dispone de los recursos para financiarlas. Del
mismo modo ya no se subvencionará la energía usada para las actividades
productivas de bienes y servicios.
Para proceder al ahorro de energía por el alza de los precios de
petróleo, el gobierno anunció en octubre de 2010 un aumento de las
tarifas eléctricas para los grandes consumidores, es decir los que usan
más de 300 kilovatio/hora al mes. El aumento será gradual y oscilará
entre el 15% y el 285% del precio, según el plus de consumo. Esta
categoría de usuarios, que representa el 5,6% de la población, tendrá
que pagar entre 1,5 y 5 pesos el kilovatio/hora adicional en vez del
precio normal de 1,3%. Para los hogares que consumen menos de
100/kilovatios/hora, el precio permanecerá a 0,09 peso el
kilovatio/hora. El Estado dio ejemplo reduciendo su consumo en un 10% en
2010 con respecto al año anterior. El precio de la gasolina también
aumentó un 10% y el del diesel el 18%, dado que más del 50% del
combustible que consume la isla se destina a producir electricidad.
El turismo
En el sector turístico, que constituye la segunda fuente de ingresos
de la nación, la prioridad es mejorar la calidad de los servicios –los
cuales se encuentran muy por debajo de los estándares internacionales–,
así como la diversificación de los destinos turísticos en el interior
del país para evitar concentraciones demasiado importantes de
veraneantes. Del mismo modo, para aumentar la capacidad habitacional del
país, ahora los particulares podrán alquilar más fácilmente una parte de
su vivienda.
El transporte y la vivienda
El transporte sigue siendo uno de los serios problemas en Cuba y
tiene un impacto tanto en la vida económica como en el bienestar de la
población. La red se debe modernizar, reorganizar y desarrollar. El
ferrocarril y la red marítima constituyen una prioridad, particularmente
por razones económicas y medioambientales. Los puertos nacionales serán
ampliados por motivos comerciales.
El otro gran problema es la vivienda, que resulta insuficiente y a
menudo se encuentra en estado precario. La isla necesita construir
100.000 viviendas al año pues existe desde hace décadas un déficit
estructural del fondo inmobiliario de la nación, a causa de las
sanciones económicas. La construcción de viviendas no será más una tarea
exclusiva del Estado: desde ahora el sector privado podrá encargarse de
esta actividad. En noviembre de 2010, el Estado decidió eliminar las
subvenciones al material de construcción por falta de liquidez.
Conclusión
El reto que espera a los cubanos es de envergadura. Aunque no pueden
actuar contra el principal obstáculo al desarrollo de la nación que son
las sanciones económicas, cuyo levantamiento –reclamado por unanimidad–
depende de la voluntad de la Casa Blanca y del Congreso estadounidense,
no obstante pueden vanagloriarse de haber creado la sociedad menos
injusta del planeta y de tener el mejor índice de desarrollo humano del
Tercer Mundo. Sin embargo la lucha contra la burocracia, la corrupción,
el mercado negro, la baja productividad, el amateurismo en términos de
política económica, la fuerte dependencia alimentaria y energética, las
prohibiciones excesivas, la insuficiencia de debate crítico o la
relación indolente con el trabajo, siguen siendo sus prioridades. Los
cubanos –más precisamente las generaciones más jóvenes– tendrán que
ponerse a la altura de la situación, adaptarse a las nuevas realidades y
seguir siendo al mismo tiempo fieles a su historia y tradición de lucha
y resistencia. Pues, para retomar las enseñanzas lúcidas el Apóstol
cubano y héroe nacional José Martí, “el primer deber de un hombre […] es
ser un hombre de su tiempo”.
*Doctor
en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad Paris Sorbonne-Paris
IV, Salim Lamrani es profesor encargado de cursos en la Universidad
Paris-Sorbonne-Paris IV y en la Universidad Paris-Est Marne-la-Vallée y
periodista, especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.
Su último libro se titula Etat de siège. Les sanctions économiques
des Etats-Unis contre Cuba, París, Ediciones Estrella, 2011, con un
prólogo de Wayne S. Smith y un prefacio de Paul Estrade. Contacto:
Salim.Lamrani@univ-mlv.fr
Raúl Castro, «Discurso
pronunciado por el General de Ejército Raúl Castro Ruz,
Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, en la
clausura del Sexto Período Ordinario de Sesiones de la Séptima
Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, en el
Palacio de Convenciones, el 18 de diciembre de 2010, “Año 52 de
la Revolución”», República de Cuba, 18 de
diciembre de 2010.
http://www.cuba.cu/gobierno/rauldiscursos/2010/esp/r181210e.html
(sitio consultado el 2 de abril de 2011).
Partido Comunista de Cuba,
«Resolución sobre los lineamientos de la política económica y
social del partido y la Revolución», Prensa Latina 18 de
abril de 2011.
http://www.prensa-latina.cu/Dossiers/LineamientosVICongresoPCC.pdf
(site consulté le 20 avril 2011).
Veáse también Andrea Rodriguez, « Alza de precio de alimentos
afecta a Cuba », The Associated Press, 15 de abril de
2011.
Fidel Castro, «Un golpe nuclear», Granma, 3 de septiembre
de 2008; Ronald Suárez Rivas, «Housing, the Greatest Challenge»,
Granma, 2 de septiembre de 2008.
Marta Hernández, «Más de 320 000 casas dañadas», Granma,
11 de septiembre de 2008. Orfilio Pelaez, «Pérdidas millonarias
en la vivienda», Granma, 13 de septiembre de 2008;
Granma, «Cuba prioriza alimentación de damnificados por
huracán Gustav», 5 de septiembre de 2008, Prensa Latina,
«Cuba prosigue evaluación de daños y recuperación tras huracán
Ike», 11 de septiembre de 2008; Freddy Pérez Cabrera, «Recuperar
todo lo relacionado con la producción de alimentos», Granma,
11 de septiembre de 2008; EFE, «Los supermercados de La
Habana presentan problemas de abastecimiento», 16 de septiembre
de 2008; Wilfredo Cancio Isla, «Perdidas 700,000 toneladas de
alimentos», El Nuevo Herald, 12 de septiembre de 2008;
The Associated Press, «Cuba Estimates Gustav, Ike Damages at
US$5 Billion», 16 de septiembre de 2008; Granma,
«Información oficial de datos preliminares sobre los daños
ocasionados por los huracanes Gustav e Ike», 16 de septiembre de
2008.
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