Ayuda médica cubana a víctimas de catástrofes

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Los médicos de la Brigada Henry Reeve tienen en Paquistán mucho por hacer. Fotos: ROBERTO SUÁREZ (ENVIADO ESPECIAL)

 

Las grandes avenidas y las edificaciones monumentales dan un toque de distinción a Islamabad.

 

Las flores adornan las más importantes avenidas.

 

La realidad que viven algunos niños paquistaníes resulta dolorosa para los médicos cubanos.

 

Islamabad, belleza y contrastes
ALINA M. LOTTI
(Enviada especial)

5 de diciembre

nacional@trabaja.cip.cu

 

Los cubanos que están aquí ya aman a Islamabad, capital de Paquistán, por estos días primer destino de nuestros médicos, quienes trasladan su sabiduría y sensibilidad a los lugares más insospechados de este otro lado del mundo. En esa cultura han sido formados.

En las más de 18 horas que separan a La Habana de esta linda ciudad del continente asiático, nuestra gente dibuja a Islamabad de mil maneras; pero no se equivoca al imaginar los rostros casi cubiertos de las mujeres, al estilo de la tradición islámica; ni al sospechar que los hombres invaden las urbes de pequeños y grandes comercios, con un vestuario bien diferente al del mundo occidental.

Ese traje típico varonil está compuesto por el Shalwar, pantalón, y Qamiz, la camisa, que casi les llega a las rodillas.

A pocos pasos del aeropuerto, se abre una ciudad verdaderamente sorprendente, donde lo indio y lo británico se funden como parte de la historia. No se puede olvidar que los británicos gobernaron el subcontinente indio durante casi 200 años, desde 1756 hasta 1947.

Grandes avenidas, modernos automóviles, monumentales edificaciones que se utilizan como bancos, oficinas, comercios y ministerios, contrastan con una realidad que golpea a quienes han venido de muy lejos a prestar una ayuda solidaria por el terremoto ocurrido el pasado 8 de octubre, el cual dejó un saldo de más de 52 mil muertos, alrededor de 65 mil heridos y un poco más de tres millones de personas sin casas.

Islamabad se desdobla entonces en dos ciudades, como ocurre hoy en muchos lugares del planeta, la de los ricos y la de los pobres; donde los infantes caminan con pesadas cajas de madera y utensilios para limpiar zapatos; participan del comercio, y algunos persiguen con insistencia, sobre todo a los extranjeros, en busca de alguna que otra moneda.

Son lindos los niños paquistaníes, aun con la indigencia que los muestra —en algunos casos— con las caritas cuarteadas por el frío, con poca higiene, y los piececitos descubiertos y sucios.

A los médicos cubanos les duele esa realidad. Son imágenes a las que no están acostumbrados y, sin dudas, no olvidarán.

Doris Herrera, una médica de 32 años, de la provincia de Las Tunas, resume la opinión de otros compatriotas. “Aquí he encontrado lugares inusuales por los estilos de vida, costumbres y tradiciones; una ciudad bellísima, con escenarios impredecibles, únicamente imaginados luego de una vivencia personal.

“Y también he derramado lágrimas viendo los niños pobres en las calles, a merced del tiempo y el destino; algunos sin amparo filial, cuidados por hermanos mayores que apenas les llevan dos o tres años”.

Pese a esas tristes imágenes, no puede negarse que Islamabad es bella, tal y como lo anuncia en idioma inglés un inmenso cartel situado en las afueras de la ciudad.

Ubicada en el norte del país, en la llanura de Potwar, cerca de Rawalpindi, otro núcleo urbano destacado, Islamabad se distingue por la nobleza de su gente, sencillez visible, que vence las barreras idiomáticas, en este caso el idioma urdú, para mostrar el agradecimiento por la obra que hoy cientos de médicos cubanos han comenzado a escribir en esta otra parte del mundo.

A la delicadeza de este trato, a la amabilidad de sus habitantes, como los que ya hemos conocido, se suman las maravillas de una vegetación de pinos en las montañas y preciosos jardines que adornan las más importantes avenidas.

Islamabad es para los cubanos ahora sólo un tránsito; un breve tiempo para continuar el largo viaje por otros parajes paquistaníes, donde la medicina cubana, y en especial la Brigada Henry Reeve, tiene mucho por hacer, vidas por salvar e historias que contar.