Oh Watergate, How Many Secrets in Your Name!


Juana Carrasco Martín • juana@juventudrebelde.cu
4 August, 2011 19:42:47 CDT

A CubaNews translation. Edited by Walter Lippmannn.

Some may say it’s ancient history and nothing to be concerned about when the United States is more than indebted, when Democrats and Republicans have left the country and those in the world who depend on the dollar practically breathless in a tug-of-war that had more to do with electoral schemes than with a seriously wounded economy, but you might say that those dusts brought this mud..

District Judge Royce Lamberth has ruled that after 36 years of absolute secrecy and 17 since the passing of the main protagonist, the time has come for the 297 pages of transcript statements by Richard Nixon – the only US president subject to an impeachment process and who had to resign from office- must be made available to historians and the public in general. They are perhaps now more interested in finding answers to their daily problems without putting aside the need to know the truth about, for instance, who or how many assassinated John F. Kennedy? What were the real intentions behind the Watergate scandal, when Republicans spied on Democrats on Nixon’s orders? These are but two sordid chapters in a history full of such events.

However, and though it might seem strange, even if taken lightly, it so happens that not a single sentence of those documents will be made known because none other than the administration of president Barack Obama has stepped forward as “gatekeeper”. It's a Democratic administration, but just as war-mongering as Nixon’s, Reagan’s or Bush’s, to mention a few. And it has a number of skeletons in the closet, despite belonging to a supposedly different political denomination.

For two days in June 1975, in his home in California, Nixon gave exactly eleven hours of private depositions before two members of a grand jury who later read them to the rest of the members of the legal panel.  What Nixon did or did not confess was irrelevant because he had already been pardoned of all his sins by president Gerald Ford and barely a few days later the third grand jury on Watergate was dissolved without a finding… What took place in the Watergate complex, venue of the Democratic Party’s national committee, the conspiracy behind the deed and those who covered it up were already safe, including Richard Nixon himself.


And Nixon had acted under the pretense which he expressed on May 17, 1977 in an interview with BBC's David Frost: “When a President does something, it means it is not illegal”.

The comment seems like a first advice in Machiavellian style because of the decision by the current Oval Office of the White House which intends to “protect the privacy of other living persons”. This is an argument that would be laughable were it not for the serious surveillance over e-mails, social networks, telephone calls, medical records, insurance contracts and others that under the Patriot Act – a Cheney-Bush invention that Obama maintains in place – it is possible to scrutinize the life of each US citizen and even of foreigners.

Privacy and impunity are meant only for the privileged who commit crimes from their positions in power and also for those who are the actual perpetrators. Among those saved from Watergate prosecution were the “plumbers”, CIA mercenaries who were caught red-handed (Bernard Barker, Virgilio Gonzalez, Eugenio Martinez and Frank Sturgis under the command of Howard Hunt). They were are essential elements of the umbilical cord that ties US administrations, since the time of Eisenhower, to the Cuban-American mafia, which has provided many more terrorist soldiers for the empire.

From the position of mercenaries, those of anti-Cuban origin have moved up the ladder to key positions in the House and the Senate and as counselors or high officials in the White House and the State Department to shore up an unrelenting policy in spite of its failure to bring about its chief objective: the destruction of the Cuban Revolution at any cost.

No wonder the Obama administration refuses to let the truth come forward. There are too many sins of lesa humanita committed against Cuba and against the forces that in the US at some point tried to promote a review of the anti-Cuban policy. Just now, when the haggling between the executive and the legislators over the US debt had a “happy” ending, there were no qualms about assigning 20 million dollars more to the already millionaire counter-revolutionary programs designed to “favor a change of government in Cuba”.

That is why they keep “air-brushing” Tricky Dick Nixon, Eisenhower’s vice-president, the one who “happened” to be in Dallas when Kennedy was murdered and denied it, the friend of the mafia and the Cuban-American mafiosi, etc., etc. How many secrets lie hidden behind Watergate!



 

 

   
   
¡Oh, Watergate, cuántos secretos en tu nombre!


Juana Carrasco Martín • juana@juventudrebelde.cu
4 de Agosto del 2011 19:42:47 CDT

Habrá quien piense que es historia antigua, y nada importante de lo que ocuparse, cuando Estados Unidos está más que endeudado, y demócratas y republicanos dejaron sin aliento a su país y a los dependientes del dólar en el mundo, en un forcejeo que ha tenido más que ver con proyecciones electorales que con la realidad de una economía gravemente herida, pero podría decirse que aquellos polvos contribuyeron también a estos lodos.

El juez de distrito Royce Lamberth ha determinado que luego de 36 años de secreto absoluto sobre el suceso, y 17 del fallecimiento del protagonista principal, es hora de que las 297 páginas transcriptas de las declaraciones de Richard Nixon, el único presidente de Estados Unidos sometido a impeachment y que tuvo que renunciar a su cargo, deben ser puestas a disposición de los historiadores y de la ciudadanía, que quizá ahora busca con mayor interés inmediato otras respuestas a sus problemas diarios, pero que no deja de lado su necesidad de saber verdades como por ejemplo ¿quién o quiénes asesinaron a John F. Kennedy? Y ¿cuáles eran las intenciones ciertas detrás del escándalo Watergate, en que republicanos espiaron a demócratas por orden nixoniana? Apenas dos entre otros muchos acontecimientos sórdidos de una historia llena de esos capítulos.

Sin embargo, y aunque pudiera parecer extraño desde una visión superficial, resulta que todavía no se conocerá ni una línea de aquellos documentos porque ha salido como cancerbera nada menos que la administración del presidente Barack Obama, por demás demócrata, pero en realidad tan guerrera del imperio y de su salvaguarda como Nixon, Reagan o Bush, por citar algunos con no poco que ocultar, aunque de signo político supuestamente contrario.

En junio de 1975, en dos días y exactamente durante 11 horas, Nixon rindió declaración, privadamente, en su casa de California, ante dos integrantes de un gran jurado, que luego se la leyeron al resto del panel legal. No importaba ya lo que confesara porque había sido perdonado de todos sus pecados por el presidente Gerald Ford, y apenas unos días después el tercer gran jurado sobre Watergate fue disuelto sin dictamen… Lo que sucedió en el complejo habitacional de Washington, donde estaba la sede nacional del Partido Demócrata, la conspiración detrás de ello, y quienes lo encubrieron estaban ya a salvo, incluido Richard Nixon.

Y Nixon había actuado bajo una premisa que le manifestó el 17 de mayo de 1977 a David Frost en entrevista para la cadena BBC: «Cuando un Presidente lo hace, eso significa que no es ilegal».

La aseveración parece un primer consejo al estilo maquiavélico, porque la decisión de la actual Oficina Oval de la Casa Blanca intenta «proteger la privacidad de otras personas que todavía viven», argumento hasta risible, si no fuera tan seria la vigilancia de correos electrónicos, redes sociales, llamadas telefónicas, registros médicos, de seguros y otros que gracias a la Ley Antipatriótica —engendro «cheney-bushiano» que el «obamiano» mantiene— se permite hurgar en la vida de cada ciudadano de Estados Unidos y hasta del extranjero.

La privacidad y la impunidad son solo para los privilegiados que cometen sus crímenes desde el poder, y así sigue siendo, y para sus brazos ejecutores. Y entre aquellos salvados del Watergate están los «plomeros», mercenarios de la CIA, que fueron agarrados in fraganti (Bernard Barker, Virgilio Gonzalez, Eugenio Martinez, y Frank Sturgis, bajo el mando de Howard Hunt), y que son parte esencial de un cordón umbilical que une a las administraciones estadounidenses, desde la época de Eisenhower, con la mafia cubano-estadounidense, donde son muchos más los terroristas-soldados del imperio.

Desde la posición de mercenarios, los de origen anticubano han escalado hasta puestos claves en la Cámara de Representantes y el Senado y como consejeros o altos funcionarios en la Casa Blanca y en el Departamento de Estado, para asegurar una política que persiste en el tiempo a pesar de su fracaso en el gran objetivo de destruir a la Revolución Cubana a cualquier costo.

Y con razón la administración obamiana está renuente a que la verdad salga a flote. Son demasiados los pecados de lesa humanidad cometidos contra Cuba y contra las fuerzas que en Estados Unidos intentaron en algún momento una revisión de la política anticubana. Ahora mismo, cuando el forcejeo entre el ejecutivo y los legisladores sobre la deuda estadounidense tuvo un final ¿feliz?, no hubo fricción alguna porque le dediquen 20 millones de dólares más a los millonarios programas contrarrevolucionarios que «favorezcan un cambio de Gobierno en Cuba».

Por eso siguen «limpiando» a Dirty Dick o Nixon el sucio, el vice de Eisenhower, el que estaba «casualmente» en Dallas cuando asesinaron a Kennedy y lo negó, el de la amistad con la mafia y con la mafia cubano-estadounidense, y etcétera, etcétera… ¡Cuántos secretos escondidos en el Watergate!