Por una sociedad equitativa:
miradas a la realidad de negros y mestizos
Esteban Morales • La Habana
Ilustración: Gustavo
La llamada “acción afirmativa” surgió con particular
fuerza en los EE.UU., con posterioridad a la lucha por
los derechos civiles en los años 60.
Cuando hablamos de acción afirmativa, nos referimos a
un conjunto de políticas sociales, que, observando las
diferencias “raciales”, étnicas o de color, las tome en
cuenta y promueva acciones para borrarlas o al menos
equilibrarlas. El colonialismo y el neocolonialismo
engendraron tantas desventajas estructurales entre las
personas de razas, etnias y colores diferentes, que
resulta ahora imposible eliminarlas en el plazo de la
vida de una persona, incluso en Cuba, donde el promedio
de vida es muy alto. De no aplicarse este tipo de
políticas mencionadas, muchos morirían antes que
pudieran ver eliminadas o siquiera equilibradas las
desventajas que arrastran y que tienden a reproducirse.
En Cuba, tenemos personas que por su color de la piel, o
independientemente del color, recibieron históricamente
un trato discriminatorio dentro de la vida social
cubana. No había que ser negro o mestizo en la Cuba
anterior a 1959 para recibir un trato discriminatorio.
Los denominados blancos también eran discriminados por
pertenecer fundamentalmente a las llamadas clases bajas,
pobres, obreros y campesinos pobres. La mujer negra, en
tal caso, sufría una doble y hasta triple
discriminación: la del hombre, la del sexo y la del
color.
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De acuerdo con el devenir histórico, la acción
afirmativa debe ser reconceptualizada. No considero se
deba entender ni aplicar esta, como la elevación del
color, la raza o la etnia a la categoría de privilegio,
para otorgar ventajas por el hecho de no ser blancos.
Ello, dentro de la propia experiencia norteamericana,
expresado por muchos con toda razón, ha tendido a
comportarse como una especie de “racismo a la inversa”
siendo una manipulación del real objetivo con que surgió
la iniciativa.
Es decir, al pasar los años, después de su implantación,
junto con la Ley por los Derechos Civiles de 1964, sobre
todo luego de la administración de R. Reagan, la acción
afirmativa fue muy atacada y se diluyó dentro de un gran
debate, que la fue modificando y eliminando
paulatinamente.
Muchos
blancos en EE.UU. se quejan de que no tienen el
privilegio que la raza, el color o la etnia, otorga a
otros. Entonces surgen varias contradicciones:
1-Los
blancos, que siempre han ostentado el poder y la
hegemonía social, sienten que la van perdiendo por no
pertenecer a los grupos raciales preteridos.
2- Se
incrementa el odio racial, bajo la forma de los llamados
“grupos extremistas, fascistoides”, como resultado de
que aquellos que siempre fueron privilegiados por el
color, ahora sienten que esos privilegios son otorgados
a los que nunca los tuvieron.
3- La
clase media negra en los EE.UU., en alta proporción, se
opone a la acción afirmativa, a partir de considerar que
esta los rebaja ante los blancos, a pesar de que muchos
negros, por sus propios esfuerzos, han logrado
equiparárseles, sintiendo esa situación como un lastre
moral, como algo que conlleva el considerar inferiores a
aquellos que históricamente los explotaron.
Esta
última posición implica también cierto grado de
acomodamiento al olvidar a una masa importante de
negros, la mayoría de esa población, que aún vive por
debajo de la línea de pobreza en los EE.UU.
Esta última posición implica también cierto grado de
acomodamiento, al olvidar a una masa importante de
negros, la mayoría de esa población, que aún vive por
debajo de la línea de pobreza en los EE.UU.
Lo que más se ataca de la acción afirmativa es la
preferencia. Es decir, su modo inicial de aplicación,
que consistía en dar privilegios a negros, hispanos y
demás minorías, por la raza, sobre la base de un sistema
de cuotas. Después de 1964 se implementó un mecanismo de
cuotas para empleos, ingreso en las universidades, etc.,
lo cual trajo como consecuencia que la raza deviniera
criterio para otorgar ventajas.
Es
cierto que no se justifica desde ninguna perspectiva que
el trato preferencial basado en la raza, la etnia o el
color llegue a institucionalizarse; pero tampoco es
posible dejar de reconocer que hay personas que debido a
su procedencia, padecen un conjunto de desventajas
estructurales heredadas y reproducidas por el sistema
capitalista norteamericano, que hay que tratar de ayudar
a enmendar, si es que se desea crear una sociedad
equitativa, en la que todos sus miembros marchen hacia
adelante con igualdad de oportunidades y posibilidades.
Pero, como una resultante del debate, aunque no existe
consenso al respecto, se reconoce ahora que la acción
afirmativa puede ser enfocada desde una perspectiva
diferente.
Pensamos que la forma de solución del problema no es la
cuota. Eso ya fue aplicado, incluso en Cuba en el
entorno de la segunda mitad de los años 80, y no dio
resultado. Luego, parece no ser la preferencia,
otorgada de manera directa y sobre la base del color, lo
que nos va a solucionar el dilema, sino otro tipo de
acción afirmativa, que, sin dejar de reconocer las
desventajas, vengan de donde provengan, no eleve estas
últimas a criterio de preferencia. Mucho menos,
tratándose de la raza.
A este, que pudiera considerarse nuevo tipo de acción
afirmativa, se le conoce con el nombre de Acción
Afirmativa de Desarrollo, por contraposición a la
llamada Acción Afirmativa de Preferencia.
Mientras la Acción Afirmativa de Preferencia, que hasta
no hace mucho se aplicaba, reconocía la diferencia
racial o étnica y la tomaba como parámetro para otorgar
la cuota; la Acción Afirmativa de Desarrollo no elude la
necesidad de la acción afirmativa ni la diferencia, pero
tomando a esta última entonces para realizar un tipo de
política que trabaja sobre la desventaja en el
desempeño, para mejorarlo y así ofrecer al objeto de su
acción (obrero, estudiante, etc.) la posibilidad de
adquirir las capacidades que les facilitan ser evaluados
por los parámetros comunes para todos los grupos. Se
trata entonces de una acción afirmativa que trabajaría
para reducir las desventajas a cero, con tal de evaluar
el desempeño según los parámetros comunes establecidos.
Luego, partiendo de la
necesidad de la acción afirmativa, como instrumento que
nos permite eliminar las diferencias heredadas y
encontrar la equidad, su aplicación puede lograrse si en
vez de elevar las diferencias raciales a la categoría de
principio para asignar la preferencia, la asumimos como
principio para trabajar por la eliminación de la
desventaja, antes que esta tenga que ser evaluada. Es
decir, se trata de ayudar a los que tienen que ser
evaluados, para que no lleguen a ese momento con las
desventajas a cuestas.
Pienso que vale la pena analizar si este tipo de acción
afirmativa se adapta a las condiciones de Cuba tomando
en consideración que la experiencia de los llamados
Trabajadores Sociales aportó ideas que hoy se aplican
dentro de la labor de solidaridad realizada por Cuba
fuera de la Isla.
Pero
¿por qué entonces en la sociedad cubana actual es
necesario poner en práctica algo similar a una acción
afirmativa, a más de 50 años de una política social que
ha luchado contra la injusticia y la desigualdad hasta
los mismos bordes del igualitarismo?
En
Cuba, la esclavitud duró mucho (oficialmente hasta 1886)
y en la lucha por la independencia no triunfaron
aquellos que querían una república “con todos y para el
bien de todos”. A ello se sumó la intervención de
EE.UU., período durante el cual la pobreza fue
masivamente blanca, aunque la riqueza nunca llegara a
ser negra. Respecto a la discriminación de raza, algo se
avanzó durante la neocolonia, comparado con la etapa
colonial esclavista.
En la
masa de los pobres, los negros y mestizos compartían la
pobreza con los blancos, pero dentro de un contexto
social en el que los propios blancos pobres ejercían la
discriminación racial y el racismo contra aquellos que,
en última instancia, desde el punto de vista económico,
eran sus compañeros de infortunio. Es decir, el blanco,
aunque pobre, tendía a sentirse superior al negro y lo
discriminaba. Lo cual obedecía a que, a pesar de ser
pobre, se desenvolvía dentro de una dinámica social que
le permitía salir de la pobreza con menores dificultades
que al negro. Todo ello por un conjunto de razones que
sería muy largo explicar, debido a las cuales el blanco
poseía una movilidad social muy superior a la del negro,
que, por lo general, nacía y moría en el solar.
La
República no engendró el racismo, pero lo aprovechó muy
bien para explotar al negro, hacerle creer al blanco que
era superior, e inculcar las divisiones dentro de la
clase obrera, basadas en el color de la piel.
Los
negros y mestizos en Cuba, por su color, situación
social y desventajas heredadas de todo tipo —que tenían
su trasfondo más lejano en la esclavitud— sufrían
doblemente por ser pobres y por ser negros o mestizos,
lo que los convertía en víctimas de una dual
discriminación. Los negros, que vinieron como esclavos,
eran todos pobres al cesar la esclavitud y así
permanecieron durante la república y aun no han podido,
en su inmensa mayoría, salir de esa situación. En ello,
la explotación colonial y capitalista, pero también el
racismo y la discriminación por el color, han tenido una
gran responsabilidad.
Aunque se ha ejercido y deben continuar ejerciéndose
acciones encaminadas a ayudar a todos los pobres a
superar su situación, en el caso de los negros y
mestizos, deben desarrollarse acciones dirigidas
específicamente a eliminar las desventajas adicionales,
derivadas del color de la piel. Hoy en Cuba, cierta
acción afirmativa, se ha dirigido a todos los pobres,
con independencia del color de la piel, por medio de una
política social extraordinariamente humanista. Pero
resulta imposible olvidar que los negros y mestizos son
los más pobres, los que viven en peores condiciones, los
que menos probabilidades tienen de aprovechar las
ventajas de la política social humanitaria de la
Revolución. Son, además, los que menos remesas reciben y
a los que les resulta más difícil conseguir un empleo en
aquellos sectores de la economía más atractivos y mejor
remunerados.
Cualquier blanco pobre puede ser discriminado, pero
nunca lo será también por el color, lo cual aun es una
realidad para los negros y mestizos en Cuba. Aunque
también existan los llamados “blancos de orilla”,
aquellos que son discriminados dentro del propio grupo
racial blanco haciendo del racismo y la discriminación
no solo un asunto contra los negros, aunque sí
preferiblemente contra ellos, sino también ejercido
dentro de los propios negros y mestizos y entre los
blancos, lo que convierte al racismo y la discriminación
en una disfuncionalidad de toda la sociedad cubana.
Lamentablemente, son muchas las razones históricas y
contemporáneas por las cuales negros, blancos y mestizos
no son aún iguales dentro de nuestra realidad social.
Son muchos los lastres aún insuperados y muchas todavía
las imperfecciones de nuestra sociedad actual para poder
afirmar que hemos llegado a la igualdad, con
independencia del color de la piel. La igualdad de
derechos, sin duda, existe en Cuba, pero la igualdad
social es algo mucho más compleja y difícil de
alcanzar.
No se
trata de que en Cuba elevemos el color de la piel a
parámetro de privilegio, pues hay también una población
blanca que necesita de acciones concretas destinadas a
mejorar su situación.
Se trata, entonces, de que por ser negros o mestizos,
hay personas en Cuba a las cuales les costaría más
esfuerzo y más tiempo equilibrar las diferencias con el
resto de la población. La prueba más fehaciente de ello
la tuvimos durante la crisis económica de finales de los
80 y principios de los 90. Fueron negros y mestizos
entonces los que más se afectaron por esa crisis, debido
a que estaban más lejos de haberse consolidado un nivel
de vida.
Ello afectó incluso a sectores negros y mestizos de la
intelectualidad, que habían logrado hacerse de un
aceptable nivel de vida.
Considero que la única forma de ir mejorando la
situación antes apuntada, es tomarla en consideración
mediante la puesta en práctica de una política social,
que partiendo de las diferencias, ayude de manera
especial a negros y mestizos. No le llamemos a esa
política “Acción Afirmativa”, para evitar confusiones y
comparaciones no válidas en el caso de Cuba, pero
tendría que ser, sin duda, una política dirigida a
equilibrar las disparidades que el color de la piel
lleva implícito aún en nuestra sociedad.
Como dije en mi artículo “Acción
afirmativa: un asunto para el debate”, no
comparto, ni creo que la acción afirmativa, tal y como
se ha conceptualizado y aplicado en los EE.UU. por
muchos años, sea lo que se aviene a nuestras
necesidades; pero hacen falta acciones específicas, que
reconozcan que el color de la piel es una desventaja,
una variable de diferenciación social a tomar en
consideración para equilibrar la situación de una parte
importante de nuestra población. Es ese el único modo de
nivelar puntos de partida tan diferentes, de los que
sus ancestros llegaron como esclavos, prisioneros en
los barcos negreros, frente a los que vinieron, por
propia voluntad, buscando una fortuna, que no pocas
veces alcanzaron.
Junio 11 del 2011.
Notas:
3-
William Clinton, durante su mandato, trató de
evitar la eliminación de la Acción Afirmativa,
promoviendo su impulso. Incluso lanzó la iniciativa
llamada “Una sola América para el siglo XXI”, la cual
Bush hijo sepultó en el olvido.
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No es seguro y está más bien comprobado lo
contrario, que a las elites de poder en los EE.UU. les
preocupe este problema.
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