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La Habana, miércoles 22 de diciembre de 2010. Año 14 / Número 357


Sobre el sector informal en la economía

Dos realidades como caras de una moneda

Consideraciones realizadas a este diario por especialistas de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) y el Instituto Nacional de Investigaciones Económicas (INIE) nos acercan a su comportamiento tanto en Cuba como en otros países de Latinoamérica

YAIMA PUIG MENESES Y ALBERTO NÚÑEZ BETANCOURT

Cuando Patricia tenía cinco años soñaba con graduarse de abogada y tener una mejor vida. Sin embargo, treinta y cinco años después, ha tenido que conformarse con ser una de las tantas miles de personas que en América Latina apenas pueden conseguir empleo en el llamado sector informal de la economía.

Foto: Yordanka AlmaguerLa realidad en Latinoamérica revela que los infantes son un eslabón vulnerable, al ser utilizados en abusivos y peligrosos empleos del sector informal.

A pesar de que las interpretaciones sobre el tema son diversas, los estudiosos coinciden en señalar que su fin principal es el de generar ingresos mediante empleos, y se caracteriza por funcionar con un bajo nivel de organización y un alto grado de precariedad en las condiciones de trabajo, ya sea en la producción de bienes o en los servicios, explica Caridad Noa, directora de Cuentas Nacionales de la ONE.

Y agrega: Dada la variedad de criterios que se han emitido al respecto, en Cuba muchos asocian la informalidad laboral con aquellos trabajadores que realizan actividades ilegales o que evaden constantemente el fisco sin pagar ningún tipo de impuestos; no obstante, la informalidad no es sinónimo de ilegalidad.

Ocho de cada 10 empleos que se crean en Latinoamérica corresponden al sector informal, aseguran investigaciones realizadas por especialistas, quienes consideran además, que desde la década de los 90 la informalidad en el mercado de trabajo ha sido una constante en los países de la región.

Foto: Otmaro RodríguezLos trabajadores por cuenta propia en Cuba, al igual que cualquier ciudadano, reciben gratuitamente importantes servicios como la educación y la salud.

En Cuba son los trabajadores por cuenta propia los que mayoritariamente conforman este sector; sin embargo, sus condiciones y garantías de trabajo difieren casi 180 grados de las que ostentan sus similares en otras naciones latinoamericanas. Por ejemplo, solo en cuestiones monetarias, generalmente en nuestro país ellos obtienen ingresos superiores al salario medio nacional que se devenga en el resto de la economía.

Mientras en otros países resulta preocupante la baja cobertura de protección social y el limitado acceso a jubilaciones, en Cuba los "cuentapropistas" tienen —como cualquier ciudadano—, derecho a recibir gratuitamente un grupo de servicios como la educación, la salud, la cultura, el deporte¼

Incluso en las circunstancias actuales, en las que se prevé un incremento de estos trabajadores, el Estado cubano ha legislado con mayor detalle un conjunto de regulaciones encaminadas a protegerlos aun cuando no estén sujetos a un contrato laboral con ninguna institución estatal.

DISYUNTIVAS LABORALES Y DE GÉNERO

Al margen de los divergentes puntos de vista que existen sobre el tema, las especialistas coinciden en que, tanto para Cuba como para el resto del mundo, el sector informal actúa como una variante de ajuste en cuanto a empleos e ingresos, y permite satisfacer demandas de la población de bienes y servicios.

"En la publicación Panorama Social 2009, la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) plantea que en el año 2009, el 49% de los ocupados en América Latina practicaban alguna actividad dentro del sector informal. Sin embargo, solo el 37% de ellos estaba afiliado a la Seguridad Social", señala Victoria Pérez, investigadora del INIE.

Millones de trabajadores en este sector no pueden preocuparse por ahorrar desde su etapa laboral para respaldar luego sus necesidades durante la vejez. Sus bajos niveles de ingreso les impiden acogerse a las ventajas de seguros privados o a fondos de pensiones: la realidad inmediata los obliga a incurrir constantemente en gastos de salud y educación; las mujeres deben incluir, además, los gastos de maternidad y atención a los niños.

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), entre estos empleados el grupo con mayores niveles de exclusión lo conforman los trabajadores independientes —entiéndase trabajador por cuenta propia— y familiares auxiliares de los cuales, aproximadamente un 72%, no cuenta con estos beneficios, precisa Caridad Noa.

Los trabajadores por cuenta propia en Cuba no corren igual suerte. Quienes practiquen cualquiera de las 178 actividades aprobadas, necesariamente forman parte de algún régimen de contribución a la Seguridad Social. Contrario a lo que algunos malintencionados dicen, este requisito no pretende extraer más dinero al trabajador por cuenta propia, sino ofrecer protección a este ante la vejez, la invalidez total, temporal o permanente y, en caso de muerte para amparar a su familia. También brinda beneficios a la trabajadora durante la maternidad.

Estudios realizados por la OIT muestran que durante el año 2009 la tasa de desempleo femenino fue como promedio 1,6 veces mayor que la masculina, refiere una compilación realizada por la ONE.

En Latinoamérica, como en muchas otras partes del mundo, las mujeres son discriminadas también laboralmente. Tal realidad las obliga a desplazarse hacia empleos informales, por lo que resulta elevada la proporción de ellas en este sector donde también se encuentran en total desventaja con respecto a los hombres, pues aunque realicen la misma actividad, reciben menor remuneración económica y tienen peores condiciones laborales. Y ejemplifica Victoria Pérez: las mujeres empleadas en el sector informal pueden llegar a recibir hasta un 20% menos por hora trabajada que los hombres, aun cuando tengan similar nivel de educación y la misma edad.

Tristemente, los niños son también uno de los eslabones más vulnerables de esta realidad en Latinoamérica. La existencia del trabajo infantil es real y los infantes frecuentemente son utilizados en peligrosos y abusivos empleos entre los que se destacan el trabajo forzoso y la esclavitud.

Victoria Pérez refiere que estimados de la OIT demuestran, que de los 211 millones de niños que entre cinco y 14 años trabajan en el mundo, al menos 110 millones realizan trabajos peligrosos, gran parte de los cuales viven en la región latinoamericana. "Una de las formas más visibles de trabajo infantil en la economía informal se desarrolla en las calles, especialmente en las grandes ciudades. Otras son el trabajo familiar o en el hogar, la producción de ladrillos, la talla de piedra, la fabricación de tejidos, la recogida de basura, la construcción, la agricultura e incluso la prostitución y el tráfico de drogas", puntualiza.

En nuestra Cuba el contraste es radical. Una cláusula establecida en las regulaciones del trabajo por cuenta propia prohíbe la utilización de menores en este tipo de actividad; para ellos se reservan los derechos de reír y aprender, a la vez que se preparan para asumir con responsabilidad una vida adulta.

¿INTEGRACIÓN SOCIAL?

La falta de instrucción que caracteriza a los latinoamericanos con empleos informales es también una grave problemática. Al no tener las posibilidades de formación que suelen ser reconocidas en el sector formal, constituyen generalmente mano de obra poco calificada con muy escasas posibilidades de progreso profesional. Los trabajadores informales integran así un círculo vicioso, en el cual están confinados a empleos de baja instrucción, con muy poca productividad e ingresos mínimos.

En Cuba las características educacionales de los trabajadores por cuenta propia son otras, responden al principio social de que el Estado garantiza educación gratuita a cada ciudadano y asegura la superación profesional sin distinciones. Un trabajador con empleo informal lo mismo puede ser obrero calificado que ingeniero en telecomunicaciones u otra especialidad.

"Datos de encuestas realizadas hasta la fecha por nuestra institución a los trabajadores por cuenta propia que tributan, muestran que gozan de elevada calificación: más del 80% tiene enseñanza básica o media superior terminada y un 4,5% son universitarios", apunta la directora de Cuentas Nacionales de la ONE.

Ni siquiera el actual proceso de reducción de plantillas infladas, con el cual se prevé que aumente la cifra de trabajadores por cuenta propia, limitará su desarrollo profesional. Como ya se ha informado, aquellos que sean declarados disponibles y estén matriculados en la Educación Superior, podrán continuar esos estudios. Incluso, según precisiones realizadas por el Ministerio de Educación Superior, se analizan las vías por las cuales los "cuentapropistas" podrán tener acceso a esa enseñanza. Eso sí, las ofertas se realizarán siempre de acuerdo a las demandas y posibilidades reales de la economía, y los interesados deberán participar, al igual que todos los aspirantes, en los exámenes de ingreso a la Universidad.

La ampliación del universo de actividades a desempeñar por los trabajadores por cuenta propia en nuestro país no implica un deterioro en sus condiciones de vida.

Quienes practican algún tipo de actividad en este sector tienen, además, la posibilidad de vivir un proceso de sindicalización sin precedentes, el cual parte de la voluntariedad y les permite integrarse al sindicato afín con su actividad.

Incluso, desde el ámbito gubernamental se estudian alternativas para facilitar el funcionamiento de este segmento del mercado. El trabajo por cuenta propia en Cuba no solo representa una fuente más de empleo, sino que contribuye a satisfacer demandas de bienes y servicios a la población. Así el Estado puede concentrarse en actividades económicas estratégicas de mayor escala, y asumir, por supuesto, su papel regulador de este sector mediante instrumentos de política fiscal, monetaria y otros.

No olvidemos que la carga tributaria exigida a cada contribuyente en Cuba se diseña bajo un principio de equidad según el cual quien más gane sea quien más aporte. Son justamente estos ingresos los que mayoritariamente el Estado redistribuye para respaldar las decisiones de gastos sociales en que incurre y garantizar, además, un equilibrio financiero y monetario de su economía. En ello radica también el punto esencial que diferencia nuestra cara de la informalidad.