En un hecho inédito, el
jueves 20 de mayo Raúl Castro se reunió con la máxima
jerarquía católica cubana. En una reunión de cuatro
horas conversaron sobre la situación de los “presos
políticos” con problemas de salud y la huelga de hambre
del opositor Guillermo Fariñas.
Se espera que en breve el
gobierno comience a trasladar presos con problemas de
salud a centros de detención cercanos a sus domicilios o
bien a hospitales, como gesto de distensión y buena
voluntad. Las autoridades eclesiásticas y líderes y
referentes de la oposición derechista como Laura Pollán
de las Damas de Blanco o el propio Fariñas, manifestaron
su esperanza de que esto continúe más tarde en la
liberación directa de presos.
No sería la primera vez
que el gobierno cubano libera “presos políticos”.
Durante el gobierno de Fidel Castro se dieron casos de
liberaciones masivas en 1978 y 1998 donde el gobierno se
ubicaba mostrando autoridad, desde una posición de
fuerza. A su vez, de los famosos 75 presos arrestados en
2003 ya han sido liberados más de 20 por razones de
salud.
La reaccionaria
Iglesia católica como interlocutor
Pero en el caso actual lo
novedoso es que es la primera vez que públicamente se
abre una negociación directa con instituciones cubanas
independientes del gobierno. Aunque el tema central
abordado fue la situación de los presos y el ayuno de
Fariñas, el hecho es que el gobierno está reconociendo a
la Iglesia como interlocutor en temas políticos de
trascendencia nacional. En este sentido es el giro
político más fuerte que realiza Raúl desde que reemplazó
a Fidel en el gobierno en junio de 2006. Además, el
gesto del gobierno se da en vísperas de la visita
oficial del Vaticano el 15 de junio.
El carácter reaccionario
de este giro salta a la vista por el propio interlocutor
elegido.
La Iglesia católica es
una de las instituciones más reaccionarias del planeta y
un firme agente del imperialismo. Fue el principal
agente del desvío del proceso de revolución política en
Polonia en 1980-81 (a través de su influencia en la
dirección de los sindicatos de Solidaridad) y de la
posterior restauración capitalista en ese país, bendijo
la dictadura genocida en Argentina, hace campaña contra
el derecho al aborto y se niega al uso de preservativos
hasta en países donde el SIDA es pandemia como en el
continente africano (sin nombrar incontables abusos
sexuales y pedofilia).
En Cuba hoy actúa al
servicio de la política imperialista de imponer una
democracia burguesa para acelerar la vuelta al
capitalismo y la recolonización norteamericana, con sus
secuelas de opresión, hambre y miseria para millones.
Signos de
debilidad en el gobierno
El tema tratado con la
Iglesia venía siendo un dolor de cabeza para el gobierno
desde el 24 de febrero cuando falleció el preso Orlando
Zapata Tamayo a causa de una huelga de hambre de más de
80 días exigiendo mejores tratos carcelarios. Las
marchas de las Damas de Blanco recrudecieron y, aunque
no tienen casi peso a nivel nacional y movilizan apenas
unas decenas de personas, junto a la huelga de hambre de
Fariñas (reconocido opositor al régimen) que ya cumplió
90 días, se transformaron en un serio problema
internacional. Las relaciones con EE.UU. y sobre todo
con la Unión Europea se resintieron enormemente
aprovechando éstos a lanzar una hipócrita campaña a
favor de los Derechos Humanos que ellos violan
descaradamente día a día.
Por esto, la actual
movida del gobierno cubano es a la vez un mensaje a las
potencias imperialistas de su disposición a “discutirlo
todo” que viene repitiendo Raúl desde hace años. De
hecho, ya se ven los primeros resultados: Miguel Angel
Moratinos, ministro de Exteriores español, declaró que
en Cuba “a través del diálogo se consiguen cosas, no a
través del aislamiento, la confrontación y la elevación
de la tensión”.
En este contexto la
reunión también es una muestra de cierta debilidad.
Apretado por la crisis económica y en el marco de estar
encarando una difícil “actualización, ya en marcha, de
nuestro modelo económico”, y sin la figura carismática
de Fidel al frente del gobierno, la burocracia necesita
encontrar interlocutores “serios”, buscando avalar su
plan de reformas económicas pero preservando su poder
político y sin riesgo de que las masas intervengan por
su propia cuenta ante medidas dirigidas directamente
contra lo que queda de sus conquistas.
En los últimos años, el
gobierno de Raúl viene avanzando en duras medidas contra
las masas trabajadoras para reducir los gastos del
Estado como aumentar la edad jubilatoria, eliminar los
comedores obreros y el subsidio a los desocupados,
reducir la libreta de racionamiento, etc. Al mismo
tiempo, se avanza en ligar el salario a la productividad
y se impulsa el negocio privado para los sectores con
acceso a la moneda convertible, generando más sectores
procapitalistas.
Para esto encuentra en la
Iglesia un gran socio potencial que puede hacer “buenos
oficios” frente a las potencias extranjeras y de ser
necesario jugar un pérfido rol de contención social como
ha hecho en otros países o bien, llegado el caso, ser un
actor clave en cualquier plan de “transición” negociada
con el régimen. Esta “vieja zorra” trata de presentarse
como una variante “neutral”, por arriba de todos los
actores (gobiernos imperialistas, burocracia castrista,
exilio de Miami, opositores internos y externos) para
jugar mejor a favor de los intereses imperialistas.
Negociaciones
contra los trabajadores
Lo que estamos viendo
entre la cúpula de la burocracia y de la Iglesia es una
negociación contra los intereses del pueblo trabajador.
Las masas no tienen
ninguna participación en la discusión (y mucho menos
decisión) sobre los cambios que se están realizando en
la isla. Los “debates” y “consultas” en las
“organizaciones de masas” como sindicatos y asociaciones
o en las asambleas y comités barriales, son digitadas
por el Partido Comunista a través del propio aparato
militante, de un extendido clientelismo apoyado en las
grandes carencias materiales y de la asfixia de toda
vida política independiente. La cínica propaganda de la
burocracia gobernante que en nombre del socialismo exige
más y más esfuerzos y sacrificios a las masas mientras
ellos se enriquecen y gozan de grandes privilegios
políticos y materiales, cala en ciertos sectores que
tienen expectativas de poder progresar a través de su
esfuerzo individual y de las reformas que se llevan
adelante, mientras lleva a la desmoralización, el
descontento y la apatía en otros sectores, como la
juventud.
El reconocimiento de la
Iglesia como factor político para discutir el futuro del
país (aunque empiece por el problema puntual de los
presos) está al servicio del desarrollo de estos planes
contra los trabajadores y por terminar de destruir las
conquistas que quedan, aunque degradadas, de la
revolución.
Por una salida
obrera revolucionaria
De esta manera, todo
elemento de “apertura” política o económica comandado
por la burocracia no es a favor del pueblo cubano, de la
“revolución” o del “socialismo”, como repite
incansablemente la propaganda oficial, sino de la propia
burocracia y demás agentes de la restauración.
Los trabajadores y
campesinos pobres son los únicos realmente interesados
en defender las conquistas de la revolución y
desarrollarlas en un sentido socialista. Deben emprender
un camino de lucha independiente, que junto a sus
hermanos latinoamericanos enfrente al imperialismo
yanqui y su salvaje bloqueo económico y a todas las
variantes políticas que lleven a la restauración
capitalista. En primer lugar, frente a la burocracia
gobernante que teniendo en sus manos el control del
estado y cada vez más del aparato productivo a través de
las FAR (que controlan el 60% del comercio exterior y
cientos de las empresas más productivas del país) es el
principal enemigo interno de la revolución que intentará
convertirse en una futura clase capitalista.
Los revolucionarios no
podemos dejar que el imperialismo, los gusanos y la
disidencia pro capitalista como las Damas de Blanco y la
Iglesia usurpen demagógicamente las banderas de los
derechos humanos y de las libertades democráticas para
sus fines reaccionarios. Por eso, hay que levantar un
programa que, defendiendo el pleno derecho de reunión,
expresión y organización sindical y política para los
trabajadores, plantee el fin del régimen de partido
único y de los privilegios de la burocracia, así como la
libertad de acción para los partidos que defiendan las
conquistas de la revolución.
Frente a los abusos del
régimen, nos pronunciamos por la libertad de los presos
políticos que no estén vinculados con actos de
terrorismo o apadrinados por la CIA, sin ningún tipo de
solidaridad con sus posiciones políticas y por la
conformación de comisiones obreras y campesinas
independientes que revisen las denuncias y
arbitrariedades en cada caso.
La única salida de fondo
es echar a la burocracia gobernante e imponer un
gobierno de consejos obreros, de campesinos y soldados
que revise todas las reformas procapitalistas que se han
impuesto desde el Periodo Especial, implante la
planificación democrática de la economía al servicio de
los obreros y campesinos pobres y se convierta en un
puntal de la lucha continental contra el imperialismo y
los capitalistas y por una federación de repúblicas
socialistas de América latina.