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    Brazo de Maceo y semilla de Martí

PEDRO DE LA HOZ
pedro.hg@granma.cip.cu

En diciembre de 1991, frente al cuartel Moncada escuché al trovador cantar un tema que haría época: El necio. Debo confesar que tanto la canción como el escenario y la circunstancia en que la escuché me conmovieron profundamente, a tal punto que 18 años después, al entrevistarlo para un libro con motivo del primer medio siglo de la Revolución, evoqué aquel momento y le pedí a Silvio Rodríguez un comentario desde la perspectiva del plazo transcurrido desde entonces. Esta fue su respuesta: "En aquellos días apocalípticos hubo quien entendió que se acababa todo, incluso la Historia. El necio fue como decir: bien, puede que se haya terminado La Historia con mayúsculas, pero esta mía, aunque sea mínima, todavía respira y me da la gana de defenderla".

Al presentarse en la Casa de las Américas Segunda cita, pensé más en El necio que en Cita con ángeles, disco que constituye la precedencia de este de ahora. Un hermoso y agudo texto de Víctor Casaus, escrito para la ocasión, recorre las coordenadas de la nueva entrega. Un poeta y amigo del cantautor, Guillermo Rodríguez Rivera, prometió, para nuestros lectores, otro texto sobre las interioridades y "exterioridades" del fonograma. Ambos poseen la ventaja de la cercanía generacional, intelectual y humana con el trovador que yo no poseo. Pero no podía dejar de compartir en esta página la experiencia de escuchar la canción Sea señora, por lo que representa en términos de proposición y que me causó tanta impresión como la de El necio en su momento.

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Alberto BorregoReproduzco el texto de la canción: Sea señora la que fue doncella. / hágase libre lo que fue deber. / Profundícese el surco de la huella; / reverdézcanse sol, luna y estrellas / en esa tierra que me vio nacer. //

A desencanto, opóngase deseo. / Superen la erre de revolución. / Restauren lo decrépito que veo, / pero déjenme el brazo de Maceo / y, para conducirlo, su razón. // Seguimos aspirantes de lo mismo / que todo niño quiere atesorar: / una mano apretada en el abismo, / la vida como único extremismo / y una pequeña luz para soñar. // Las fronteras son ansias sin coraje /. Quiero que conste de una vez aquí. / Cuando las alas se vuelven herrajes, / es hora de volver a hacer el viaje / a la semilla de José Martí.

Dichos estos versos en un empaque musical que nos remite a las siempre jugosas esencias de la tradición trovadoresca que él mismo ha contribuido a ensanchar, Silvio nos hace sentir la transparente complejidad de su poética. Mientras unos extreman tonos vergonzantes, y al lado otros aspiran a desmontar el sentido mismo de la Patria; y por acá van los escépticos, y por allá los lunáticos; y de una parte halan reticentes y por otra francotiradores, el trovador —lo dijo en la conferencia de prensa: "Son ideas que como siempre un cantor lanza para participar de esa manera en el debate"— expresa su compromiso con la resistencia y la originalidad, en una dialéctica en la que se anudan continuidad y renovación, memoria y posibilidad, responsabilidad y libertad. Y todo a partir de las raíces de la nación en pleno vuelo hacia el futuro. Y desde una posición inequívocamente revolucionaria, a la que aquellos que quieran sacar lasca, saldrán con cuchillos mellados.

El necio y Sea señora responden a una actitud coherente, que muchos compartimos en ese afán de ser un tilín —y ojalá mucho—mejores.

Memoria chilena, 20 años después

El aniversario 20 de una presentación, considerada histórica, del cantautor cubano Silvio Rodríguez en el Estadio Nacional de Chile, fue recordada este miércoles por medios culturales de ese país, según reportó PL. El recital de 1990 ante 80 000 personas marcó el reencuentro del artista con Chile, tras 17 años de la dictadura de Augusto Pinochet . En ese recital, que cerró con el clásico Unicornio, cantó junto a la destacada banda Irakere y el estelar pianista Chucho Valdés, acompañado también de la artista chilena Isabel Parra. El concierto, que dio pie a un disco doble, Silvio Rodríguez en Chile, fue realizado poco después de la asunción del presidente Patricio Aylwin y tuvo un gran impacto entre los chilenos, que circulaban clandestinamente sus canciones en casettes durante el régimen militar.