Havana,
Wednesday, March 31, 2010.
Year 14 / Number 90
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La Habana, miércoles 31 de marzo de 2010. Año 14 /
Número 90 Un debate muy útil Muchas y variadas han sido las opiniones enviadas y publicadas en Granma, sobre la necesidad de buscar fórmulas que contribuyan a mejorar los servicios que se prestan a la población. Pienso que ha sido muy útil el debate porque ha corroborado que no siempre es posible la unanimidad aun persiguiendo un mismo objetivo. Estoy en el grupo de los lectores que consideran que no debemos privatizar lo que es propiedad del Estado, sino buscar mecanismos de estimulación para que esos trabajadores que laboran en pequeños centros y sin haber llegado a tener la conciencia del hombre nuevo que preconizó el Che, tengan sentido de pertenencia, cuiden y se preocupen por prestar un servicio de calidad y sean eficientes. Hay quienes han expresado preocupaciones referente a que los estímulos materiales los pueden convertir en capitalistas, a estos que así se manifiestan debemos recordarles que antes del 59, ningún barbero, peluquera, taxista, reparador de calzado, vendedor de fritas, de guarapo, bodeguero u otro oficio por cuenta propia, se volvió rico con su trabajo, es más, generalmente eran explotados por los grandes comerciantes. En mi adolescencia trabajé en una pequeña tienda de víveres que era propiedad de la sociedad Hernández y Martínez S A., dueños del establecimiento, pero solo venían una vez al año a la tienda a recoger las utilidades pactadas con el administrador que si no cumplía dejaba de serlo. Tanto él como los tres empleados restantes que conformábamos el colectivo recibíamos un salario mensual y al final del año un pequeño porcentaje de las utilidades, en dependencia de las ventas que individualmente habíamos hecho. No había jefes comerciales, ni de supervisión, ni de personal, ni ninguno de los cargos que hoy existen, solo un hombre llamado "tenedor de libros", que por una tarifa mensual llevaba la contabilidad de esa y otras tiendas. Nuestro administrador tenía facultades para comprar, pagar, dar crédito, vender incluso por debajo del precio establecido, nunca por encima porque había un listado oficial que no se podía violar. En fin, nuestros jefes tenían atribuciones y nosotros defendíamos la tienda como nuestra, porque de ella dependía el salario y el aguinaldo de fin de año, además de que si no lo hacíamos bien quedábamos cesantes. ¿No pudiera ser una variante con la diferencia de que en vez de sociedad privada fuera dueño el Estado? Finalmente estoy convencido que la dirección de la Revolución conoce las insuficiencias de nuestra economía y los problemas que tenemos con la calidad de los servicios que se prestan a la población. Por tanto, tenemos que respaldar y confiar en ella, sabiendo que ninguna medida que se adopte sería para destruir el socialismo sino para perfeccionarlo. A. Arteaga Pérez El fantasma del capitalismo Leyendo algunas cartas publicadas recientemente en la ya convertida en palestra popular: Cartas a la Dirección, veo aseveraciones tremendistas, como esta que proclama: "¿es la solución de estos y otros problemas, iniciar un proceso de privatización?", o aquella que advierte sobre un regreso al capitalismo por igual causa, u otra, mucho más incongruente, como la de plantear que hablar de privatización, es como proclamar la incapacidad del socialismo para resolver los problemas... Cuán lejos de la verdad y desprovistas de fundamento teórico están todas estas conclusiones alarmistas. No puede haber un regreso al capitalismo, mientras exista un Estado de obreros y campesinos en el poder que defienda a la mayoría del pueblo. Él, es el encargado de proteger, con sus leyes, decretos y medidas los intereses de la clase a la que representa, poniendo a su servicio toda la superestructura creada para ello. En primer lugar no se trata de "un proceso general de privatización", sino de liberar al Estado proletario de una carga que nunca debió asumir, la pequeña empresa, para que dedique toda su energía e inteligencia a desarrollar lo que sí le pertenece por definición y esencia socialista: los medios fundamentales de producción y el desarrollo económico y social de la nación, lo que significa en otras palabras, la satisfacción de las necesidades crecientes de la población; ley fundamental del socialismo. Quiero que alguien me diga, ¿cuántos pequeños comerciantes se convirtieron en acaudalados capitalistas, cuando ellos mismos eran víctimas, muchas veces, de la competencia despiadada por parte de los poderosos del comercio? No fueron pocos los pequeños propietarios que se unieron a las filas revolucionarias para combatir al capitalismo por su comunión de intereses con el proletariado. Además, para la administración de establecimientos de mayor envergadura, que pudieran exceder las posibilidades de una administración familiar del negocio, existe la propiedad cooperativa, para nada ajena al socialismo y de probados resultados en nuestro país. Pero vuelvo a insistir, que para garantizar el éxito de esta gestión, deben acometerse otros cambios no menos importantes, como la descentralización del poder estatal y de los mecanismos burocráticos actuales, la modificación de los sistemas de pagos por otros que incentiven la productividad del trabajo, la creación de un sistema impositivo racional, la eliminación de subsidios innecesarios y gratuidades absurdas, la reestructuración de las plantillas infladas, la racionalidad en la formación profesional y técnica y la recuperación de la pirámide laboral, la agilización de la gestión comercial y los suministros de bienes de consumo... Muy diversas e inaplazables son las tareas que tenemos por delante para lograr llevar a nuestro socialismo a planos superiores. Entiéndase de una vez por todas: PERFECCIONAR EL SOCIALISMO no equivale a un regreso al capitalismo, eso es crear fantasmas donde no los hay. No se trata de violar sus principios, sino de adaptarlos a los momentos actuales, aplicando las leyes de la dialéctica marxista, transformando lo que ayer fue revolucionario y hoy se ha convertido en un freno o un impedimento al desarrollo. Se trata, en definitiva, de llevar a vías de hecho, el principio socialista de distribución: "de cada cual según su capacidad y a cada cual según su trabajo", acabar con el paternalismo y devolverle al trabajo su condición de único medio para lograr el bienestar colectivo e individual. Es necesario que el apotegma leninista, "quien no trabaja, no come", deje de ser una consigna vacía y se convierta en una ineludible realidad vital. N. Páez del Amo Perfeccionemos nuestra obra A partir de la comunidad primitiva y las diferentes formaciones económicas sociales, la historia de la humanidad ha conocido y practicado variadas formas de propiedad, que independientemente del predominio de unas sobre otras han convivido dentro del mismo espectro económico. No podemos decir que cada una en su momento no haya desempeñado su papel en el desarrollo que ha alcanzado la humanidad, tanto desde el punto de vista económico, tecnológico y social. Pero la gran concentración y centralización que ha alcanzado la propiedad capitalista, tal y como lo descubrieron Carlos Marx y Federico Engels en su estudio de este sistema, ha hecho que la pequeña propiedad privada pierda todo tipo de participación e influencia en el quehacer económico y social de cualquier tipo de formación económica-social. La propiedad privada como solución, en cualquier magnitud, e incluso en pequeña escala, como sostienen algunos colegas que han escrito a esta sección, es enajenante, crea diferencias sociales insalvables y dificulta la planificación del desarrollo, para que este pueda ser un atributo de todos los seres humanos. Parafraseando a ese gran pensador que fue Mahatma Gandhi, quien dijo que la humanidad podía producir para satisfacer las necesidades de todo el mundo, pero no las ambiciones de todo el mundo, y esto es lo que genera la propiedad privada, la ambición. Por una causa u otra, poner la propiedad privada en manos del pueblo fue uno de los grandes logros de la Revolución cubana y en mi apreciación el más importante, que a la postre hizo posible la institucionalización del poder del pueblo. Es verdad que la propiedad pública puede tener diferentes formas, pero cualesquiera de ellas bien organizadas, estructuradas sobre bases de racionalidad, con salarios estimulantes que le permitan captar trabajadores aptos, con cuadros ejemplos y exigentes que sean capaces de lograr un ambiente de disciplina y eficiencia en el trabajo, puede dar los resultados que se necesitan tanto en la producción como en los servicios. En este sentido se puede resaltar lo que ha aportado el perfeccionamiento empresarial a la eficiencia y productividad del trabajo. Por su esencia la propiedad estatal socialista genera en sus administradores y trabajadores un sentido de pertenencia más grande que la propiedad privada, pues los resultados del trabajo benefician a todos por igual. O es que alguien pudiera imaginarse que los que administran o trabajan en una pequeña o gran propiedad privada son los propios dueños que con su dedicación y esfuerzo obtienen los resultados y con su presencia y control sistemático no permiten que alguien les robe o engañe. De casos totalmente opuestos a estos, está lleno hoy el mundo y en gran medida son los responsables de la crisis económica que nos azota. La propiedad pública, bajo otro tipo de relaciones socialistas de producción y/o servicio tanto con el Estado como entre sí, con un nivel de autonomía, que les permita a sus directivos y trabajadores sentirse los únicos responsables de lo que ahí pasa o hay que hacer; con un sistema de planificación que puedan preveer y proyectar su propio de-sarrollo, tanto en función de la producción y los servicios, como en el bienestar de sus trabajadores y con un sistema de normas y reglas para el funcionamiento, es la única fórmula capaz de impulsar nuestro desarrollo a planos superiores. Como ha sostenido el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Raúl Castro, es necesario avanzar en la institucionalización del país. Los cambios que se están pidiendo, a partir del concepto de Revolución de nuestro Comandante en Jefe no pueden ser para que el Estado socialista se desentienda o se quite la carga que lleva encima por un conjunto de servicios vitales para la población; esto es una cosa muy distinta a gratuidades, subsidios y otros gastos que pudieran ser eliminados cuando las condiciones lo permitan. La propiedad pública es la única que puede hacer posible, mediante sus variadas formas, de aportar el nivel de bienestar que necesitan los seres humanos. La obra de la Revolución en buena medida lo ha demostrado. Perfeccionemos nuestra obra, que es creación pura y pongámosla al nivel de los conocimientos adquiridos, de la cultura acumulada y de la voluntad de triunfar que hemos demostrado. I. Guzmán López Nadie tiene que esperar para salirle al paso a lo mal hecho He leído algunas de las opiniones publicadas en esta sección del periódico. Al igual que otros compañeros, no estoy de acuerdo con resolver nuestros problemas con la privatización. Todo el mundo conoce los problemas, los plantea y espera soluciones urgentes y definitivas "desde arriba", o sea, desde el nivel central. Yo me pregunto: ¿y los de abajo, qué hacemos? Contemplar los fenómenos, quejarnos y pedir soluciones rápidas y que benefician a todos, ¡como si nuestros dirigentes fueran magos! ¿Por qué cuando pasa alguien por el barrio vendiendo espejuelos graduados, tubos de luz fría u otros artículos y productos de dudosa procedencia, nadie le sale al paso? ¿Por qué no lo llama el Presidente del Comité o el de Vigilancia o un simple cederista o federada, el juez lego, el inspector estatal, el jubilado, el del Consejo Popular, el de la Asociación de Combatientes, el militante del Partido, el de la UJC, el policía, el abogado, el fiscal, el funcionario, en fin, los revolucionarios? ¡Fíjense cuánta fuerza revolucionaria hay en los barrios! Así como en este país nadie tiene que esperar la orden para combatir al enemigo en cualquier circunstancia, nadie tiene que esperar para salirle al paso a lo mal hecho, a lo que afecta a la Revolución. Soy jubilada y estoy segura de que si esto sucede y primeramente llaman al infractor y le dicen que si vuelve a venir por ese barrio se tomarán las medidas, al menos, por esa zona no volverá más. Y si en todos los barrios eso se hace estaríamos ayudando en algo "desde abajo". Otro aspecto al que quiero referirme es que hay que ser revolucionarios en todo momento y no es correcto que un inspector o agente policial actúe solo cuando está de servicio, cuando está en su zona o territorio, cuando está de uniforme o cuando hay operativos y después se hacen de la vista gorda cuando no es el caso. Lo mal hecho debemos combatirlo todos y en todo momento, en cualquier circunstancia. Con eso también ayudamos a resolver muchos problemas. Por último, quiero expresar mi criterio de que cuando en un centro de trabajo el Partido, la UJC y el sindicato funcionan cohesionadamente, con la necesaria combatividad y ejemplaridad, así como un estimulante sistema emulativo, no hay despilfarro, ausentismo, violaciones de horario, maltrato, corrupción, desvío de recursos, ni otros males que nos afectan. Muchas soluciones a los problemas están al alcance de nuestras manos. Lo que hay es que "agarrar al toro por los cuernos" y utilizar todas las armas que nos ha dado la Revolución. E. Prats Biosca Nuestro Socialismo debe cambiar para mejor Los que escriben lo hacen para criticar o manifestarse en contra de la tal privatización con más o menos argumentos, lo cual demuestra que la mayoría no quiere saber nada del capitalismo y su esencia: la propiedad privada, pero quieren que cambie el modelo actual. No se trata de la defensa del socialismo per sé ni ponderar todo lo que la Revolución le ha dado al pueblo cubano y lo que ha hecho por el país en estos 50 años. La Revolución somos nosotros, somos el pueblo, somos los humildes, somos la mayoría. No hay que olvidar que somos un pueblo instruido y que esa cualidad nos permite pensar por cabeza propia con más o menos certeza en lo que hacemos y reflexionamos sobre cualquier tema que afecte a nuestra sociedad. Con los viejos esquemas, conceptos y métodos que los engendraron, no se puede cambiar lo hecho, debe hacerse con cosas nuevas. Creo que 50 años son suficientes para darnos cuenta que los servicios gastronómicos y otras cosas que el Estado tiene sobre su responsabilidad ya dieron todo lo que tenían que dar y llegó el momento de readecuarlos a los nuevos tiempos, sin entrar en contradicción con los principios que sustentan nuestra Revolución. El Socialismo no puede ser solo salud, deporte, educación y solidaridad, es eso y lo que lo sustenta: economía, empezando por la gastronomía. Nuestro Socialismo debe cambiar, pero para mejor y debe empezar por aquellas cosas que más afectan a la sociedad; la gastronomía y los servicios son ejemplos de ese cambio que ya se necesita, después vendrán otros, pero siempre dentro del socialismo. Cualquier cambio en nuestro Socialismo debe ser con el consenso de nuestro pueblo, bajo la dirección del Partido. Los parlamentos obreros y cederistas pudieran servir para ello. Los especialistas y estudiosos buscarán los principios, fundamentación política, jurídica o económica, pero el pueblo necesita expresar cómo quiere su Socialismo. No hay marcha atrás en Cuba, pero la marcha hacia adelante tiene que ser necesariamente distinta a lo conseguido hasta ahora. Y no hay que ser revisionista. El Socialismo cubano no tiene que ser clásico ni parecerse a los demás, pero tiene que ser capaz de cumplir las expectativas del pueblo sin entrar en contubernios con los enemigos de adentro y de afuera. El próximo Congreso del Partido, debe enfrentar esta situación. F. Torres Moracén Vale reflexionar Hace unos meses, tuve la oportunidad que se publicara en esta sección una opinión personal sobre el tema que se viene debatiendo alrededor de los servicios, específicamente la gastronomía, que titulé No creo en la privatización. Como este es un tema tan peliagudo, ha suscitado opiniones a favor y en contra que van de extremo a extremo, por suerte todas con el interés de mejorar nuestro socialismo. Pero quisiera referirme a algunas que, cuando uno las lee, pudieran transmitir la impresión de que nuestro sistema económico es literalmente un desastre, y aunque no soy un especialista en economía, con la preparación que he recibido en nuestras escuelas, puedo ver un poco más allá de la cafetería de la esquina, la barbería, el centro de servicios, etc. Y considero que nunca está de más recordar, sin consignas, algunas realidades que demuestran lo acertado de nuestro sistema económico: 1.-¿Desde cuándo los cubanos no sufrimos las largas horas de apagón casi semanales por falta de capacidad de generación?, y eso es fruto de una millonaria inversión en la generación. 2.-¿Cuántos artículos electrodomésticos se vendieron a crédito en todo el país como parte de la revolución energética?, otra millonaria inversión que a casi todos nos ha llegado. 3.-¿Cuántos miles de viajes de ómnibus se han incrementado en el país hacia todos los destinos, incluidos los locales?, otra millonaria inversión. 4.- No quería referirme a la salud y la educación, pero no puedo dejar de mencionar que recientemente estuve 28 días ingresado en un hospital insignia de nuestro país (Ortopédico Frank País García), al que llegué como cualquier cubano, y quedé perplejo, al ver la cantidad de intervenciones quirúrgicas que se realizan diariamente en este hospital (más de 35), con todo el aseguramiento médico, logístico y farmacéutico que esto lleva, y absolutamente todo gratuito como en cientos de hospitales. Repito que no son consignas, pero estoy convencido que todo esto, junto a otro centenar de ejemplos que no hay espacio para enumerar, requiere de cantidades millonarias de dinero, que seguro no viene de las remesas en el exterior ni de regalos, sino del trabajo y una correcta distribución de nuestros ingresos que no fueron a bolsillos particulares. Tenemos miles de problemas, y una gran parte de ellos subjetivos, pero a veces debemos recordar que casi todas las soluciones llevan aparejados recursos materiales, y qué tarea más difícil la de quienes nos dirigen cuando tienen que decidir hacia dónde priorizar un recurso que no le llegará a todo el que puede pagarlo, sino al que más lo necesita. Por eso pienso, que si existe algún desastre, es en el mercado, que no es la prioridad en nuestro sistema, pero desgraciadamente es hoy en día lo que más llama la atención. Pienso, que queremos vivir con los servicios del primer mundo, sin tener en cuenta que antes hay que crear la infraestructura económica que lo sustente, y social que la soporte, lo que conlleva sacrificios, y aspiramos que en 50 años de Revolución debiéramos tener resueltos problemas que en las condiciones del mundo actual nos pueden llevar 70. En lo particular, confío en que la dirección de la Revolución conoce las problemáticas que nos preocupan a todos y, con cordura y a su tiempo, las cosas irán tomando su lugar. El que tenga dudas, que retroceda su memoria 15 años atrás y realmente valore si estamos tan mal. D. Borges Mujica
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