Havana, Saturday 30 January 2010. Year 14 / Number 30 The deaths of J. D. Salinger PEDRO DE LA HOZ pedro.hg@granma.cip.cu A CubaNews translation. Edited by Walter Lippmann. Some thought he had already died. He was so allergic to media rackets that he gave his last interview in 1980 and never showed up in public again until 1987 when he had to make a court appearance to assert his right to disavow a biography that included letters he had destroyed long before. Others said he had first died in 1963 when he said goodbye to writing with his novel Raise High the Roof Beam, Carpenter, definitely a minor work. In 1974, during one of his rare meetings with the press, he stated: "I live for writing, but I write for myself and my own pleasure. Not publishing brings me a wonderful sensation of peace. Publishing is a terrible invasion of my privacy”. What no one argued was the fact that Jerome David Salinger had become immortal –unless the readers of some future season think otherwise– with his masterpiece The Catcher in the Rye, published in 1951 It all happened when news of the death of the American author at 91 in Cornish, New Hampshire, came out Thursday. Generations on end, both in the United States and elsewhere, have been through the same experiences as Holden Caulfield, the 6-feet-tall character born to a rich family who forays into New York’s dark side after he was expelled from school, an embittered, sarcastic young man disappointed with the Establishment who yearns for the innocence of his gone-for-good childhood. Never did he imagine, however, that his most memorable character would one day fuel a criminal obsession. On December 8, 1980, Mark David Chapman pulled the trigger of his gun several times to kill John Lennon. To the court that gave him a life sentence he said that his intention –“to drive the last nail into the 60s’ coffin"– had been inspired by Salinger’s character. "Like Holden Caulfield, I’m caught up in a crusade against hypocrisy”. Salinger said nothing about the event. Or if he did, no one ever found out. http://www.granma.cubaweb.cu/2010/01/30/cultura/artic02.html
		La Habana, sábado 30 de enero de 2010. Año 14 / Número 30 Las muertes de J.D. Salinger PEDRO DE LA HOZ pedro.hg@granma.cip.cu Algunos pensaron que ya había muerto. Tan alérgico era al bullicio mediático que concedió su última entrevista en 1980, y solo volvió a comparecer en público cuando en 1987 ante un tribunal hizo valer el derecho a cancelar una biografía que utilizaba cartas que había destruido tiempo atrás. Otros afirmaron que en realidad había tenido una primera muerte cuando en 1963 se despidió de la actividad literaria con la novela Levanten, carpinteros, la viga del tejado, a todas luces una obra menor. En 1974 durante una de sus escasas comparecencias ante la prensa, manifestó: "Vivo para escribir, pero escribo para mí mismo y mi propia satisfacción. No publicar me reporta una maravillosa sensación de paz. Publicar es una terrible invasión de mi privacidad". Lo que nadie discutió fue el hecho de que Jerome David Salinger había ganado el pasaporte a la inmortalidad —a menos que los lectores de alguna estación futura decidan lo contrario— al dar a conocer en 1951 The catcher in the rye, novela conocida entre nosotros como El guardián en el trigal y en otros países castellanohablantes como El guardián en el centeno. Todo esto aconteció a partir de que se difundiera el último jueves la noticia del deceso a los 91 años de edad, en Cornish, estado de New Hampshire, del escritor norteamericano. Ya son varias las generaciones que en Estados Unidos y otras partes del mundo han sentido en carne propia los avatares de Holden Caulfield, el protagonista de la narración, un adolescente de seis pies, de familia adinerada, que luego de ser expulsado del colegio, incursiona en los ambientes sórdidos de Nueva York. Un joven sarcástico, amargo, desilusionado ante las convenciones del establishment, que anticipa la nostalgia de la inocencia de una infancia que nunca volverá. Lejos estaba de imaginar, sin embargo, que su personaje más memorable alimentaría una obsesión criminal. El 8 de diciembre de 1980 Mark David Chapman apretó varias veces un gatillo para matar a John Lennon. En el juicio que lo condenó a cadena perpetua dijo que pretendía poner "el último clavo al ataúd de los sesenta" y que su acto había sido inspirado por el protagonista de la novela de Salinger. "Como Holden Caulfield estoy envuelto en una cruzada contra la hipocresía", declaró. Nada dijo Salinger ante el suceso. O si lo dijo, nadie se enteró. http://www.granma.cubaweb.cu/2010/01/30/cultura/artic02.html