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“Obama es
solo el Presidente”
Autor:
Esteban Morales
CEHSEU. Universidad de La Habana.
Enero 30
del 2010.
Sin dudas, el Obama que ahora vemos no es el que se nos aparecía, o al
menos, se podía presagiar durante la campaña presidencial del 2008. No
parece ser el Obama por el que mucha gente votó, esperando un “cambio”
en la política de Estados Unidos, tanto interna como externa. Ya no
parece ser el Obama de la esperanza.
¿Cuánto más avanzará Obama en el camino de no parecerse al que conocimos
a punto de ser elegido como presidente de los Estados Unidos? No lo
sabemos, aunque pudiéramos tratar de saberlo, pues con lo observado en
Obama, al concluir su primer año de mandato, existen varias alternativas
para tratar de explicarnos que ha ocurrido.
¿Es Obama un cínico? ¿A Obama el miedo lo ha hecho desembocar en el
cinismo? ¿Era la imagen de Obama no más que un traje con el que se
vistió para alcanzar la presidencia? ¿Tiene en realidad Obama ideas
propias sobre como debe ser la política de Estados Unidos? ¿Negociaría
Obama con los sectores que lo apoyaron dentro del partido demócrata, el
ropaje de la campaña presidencial? ¿Será Obama una víctima, porque fue
aceptado con su imagen muy poco ortodoxa y discurso casi subversivo,
pero después se le obligó a girar hacia la derecha?
Debe haber sido muy difícil para las elites del partido demócrata
aceptar a un candidato como Obama, con un currículo tan poco ortodoxo y
un discurso casi subversivo, que miraba preferiblemente hacia los de
abajo, siendo además un candidato negro. Aunque para Estados Unidos,
haber elegido como presidente a un negro era algo que devenía en una
ventaja.
¿A quienes benefician las dificultades que pueda tener Obama en el
ejercicio de la presidencia?
¿Puede aun Obama recuperarse de las dificultades de su primer año de
mandato?
Para nosotros es evidente que Obama no esta ahora dirigiendo el país.
¿Quien lo está dirigiendo entonces?
Obama nos presenta más de una cara. Es difícil saber que dirección
tomará frente a una serie de asuntos internacionales e internos. En
otros, sin dudas, ya se ha decidido por la continuidad respecto a la
política del anterior mandatario.
Es más, pudiéramos decir, sin miedo a exagerar, que en algunos asuntos,
como la llamada guerra contra el terrorismo (ahora llamadas operaciones
de contingencia en ultramar) sus decisiones han agravado los conflictos,
respecto al estado en que los dejo la presidencia de Bush.
Estos son los casos de Afganistán, la extensión de la querrá a
Pakistán; la incorporación de Yemen y el “dejar hacer a Israel” ante la
agudización del conflicto en Gasa.
Respecto a la actitud de Obama en el hemisferio, es larga y profunda la
distancia que media entre las declaraciones del presidente en la
reunión de campaña en Miami, sobre todo, en la última cumbre de las
Américas y la posición asumida con posterioridad al Golpe Militar en
Honduras.
La tendencia que marca la actuación de Obama, con posterioridad al
acontecimiento de Honduras, ha sido la de su apoyo para dar marcha
atrás a los procesos democráticos en la región y en particular la de los
ataques a Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, creando un ambiente
de tensión regional, marcada adicionalmente por varios acontecimientos:
el activismo de la IV flota, la instalación de las bases militares en
Colombia, la restauración de las bases militares en Panamá y la
agresividad hacia los países ya mencionados, que pueden ser
caracterizados como los mas radicales; junto a los ataques a las ya
históricas posiciones de la Revolución Cubana. Chile Argentina y
Brasil asumen actitudes menos radicales, aunque se trata de gobiernos
con los que de todos modos, Estados Unidos también guarda ciertas
reservas .Recientemente Chile esta retornando a la derecha.
Cuba, por su parte, enfrenta un momento especial frente a la política de
Estados Unidos, con la administración de Obama (que al estilo del Golum,
del señor de los anillos) ha terminado, a pesar de algunos gestos,
inspirando más desconfianza que otra cosa.
Obama parece haber seccionado en dos partes el bloqueo: mientras
presiona al gobierno cubano con las clásicas medidas punitivas , aparece
liberando las remesas y los viajes a la sociedad civil cubana, buscando
enfrentar pueblo y gobierno y tratando de presentar ante el “cubano de a
pie” una imagen aceptable; pues parten de que la gente al recibir los
beneficios de las liberaciones, pueda olvidar el carácter
desestabilizador de la política que mas ha agredido la independencia
y la soberanía del país.No
se trata de medidas tontas, sino de dar en los puntos donde el ciudadano
común en Cuba, de manera más directa, siente las medidas del bloqueo y
la agresividad de las políticas norteamericanas. Buscando con ello
reiterar, de manera práctica, el cínico criterio de que la política no
es contra el pueblo, sino contra el gobierno.Como si ello fuera
posible, tratándose en realidad no más que de un subterfugio ideológico.
Por su parte, la oficina de Intereses en la Habana, asume una actitud a
imagen y semejanza de su presidente. Quita el agresivo cartel
electrónico de su fachada, pero apoya sin contemplaciones las
actividades de los llamados grupos disidentes, al colmo de haber enviado
a Cuba un “contratista” que repartía, a la llamada disidencia,
teléfonos celulares y otros medios electrónicos, como si se tratase de
un verdadero “rey mago”.
La oficina de Washington en La Habana convoca a recepciones a las que
no invitan a los “disidentes”, pero se reúne con ellos con el portafolio
cargado de suministros y orientaciones subversivas.
Entonces, Obama, respecto a Cuba, maneja “garrote y zanahoria” de manera
selectiva. Buscando avanzar dentro de un proceso de subversión, vieja
aspiración de los sectores de derecha en la política hacia Cuba.
Tratando, al mismo tiempo, de diferenciar un poco su política hacia la
Isla, de la que practica con los aliados de Cuba en el hemisferio,
buscando separar a la Isla de sus más fieles y solidarios amigos.
Pero el contexto en que Obama despliega esa política hacia Cuba es
bastante complejo y contradictorio. Porque el presidente enfrenta una
gama de problemas que han puesto a prueba su capacidad durante el
primer año de mandato. Entre ellos: una crisis económica que,
internacionalmente, se manifiesta en la incapacidad de Estados Unidos
para desempeñar, como antes, el papel de locomotora de la economía
mundial, e internamente, en la imposibilidad de sacar a la economía
norteamericana de la recesion.
-Las guerras de Irak y Afganistán, ahora extendidas a Pakistán y Yemen,
sin soluciones previsibles; todas llamadas a desempeñar un papel
importante dentro de la denominada estrategia de lucha contra el
terrorismo, que no es mas que un diseño imperial norteamericano para
tratar de equilibrar sus debilidades económicas, por la vía del uso
del aparato militar en gran escala.
-La conflictiva región del Oriente Medio, que abarca el enfrentamiento
árabe-israelí y la confrontación con Irán.
-Lo que parecía podría convertirse en una adaptación de la política
norteamericana a los cambios que vienen ocurriendo en América Latina, ha
devenido en un paulatino proceso de rediseño imperial del ya clásico
esquema de seguridad regional. Estados Unidos hace más agresiva su
política hacia los procesos de cambio en Venezuela, Ecuador, Bolivia y
Nicaragua; pasea por el hemisferio a su IV Flota; instala bases en
Colombia; reinstala bases en Panamá y mas recientemente, ha
aprovechando los tristes acontecimientos del terremoto en Haití, para
convertir a ese país en una base militar de ocupación.
-La situación del prestigio internacional de Estados Unidos es muy
complicada, abarcando un conjunto de ingredientes políticos que la
diferencian bastante de momentos anteriores, tanto en términos de su
dinámica como del tratamiento que Estados Unidos le esta dando.
¿Cuales son los componentes de esa situación?
-G.Bush dejo el prestigio de Estados Unidos en el nivel mas bajo
conocido de la historia americana.
-La elección de Obama como presidente tuvo un impacto positivo para
levantar la confianza hacia el país.
-La actitud asumida por Obama en sus discursos de campaña primero y en
los del inicio de la presidencia después, contribuyeron a reforzar la
opinión internacional de que con el nuevo Presidente habría cambios
positivos en la política exterior de los Estados Unidos.
-El premio Nobel de la Paz otorgado a Obama representó un crédito de
confianza hacia el presidente.
Hoy el prestigio de Estados Unidos se complica aun más, cuando mas allá
de discursos y promesas, las políticas de Obama no están dando
respuestas a las expectativas que se crearon acerca de una nueva
política exterior de Estados Unidos. Al mismo tiempo que las acciones
diseñadas hasta ahora no sirven precisamente para incrementar el
prestigio del país.
-Estados unidos enfrenta un record bastante negativo ante ciertos
problemas globales:
Medio ambiente
Migración
Guerra.
Crisis Energética y Alimentaría.
Crisis económica y Financiera.
En particular, el reciente fracaso de la Cumbre Mundial del Medio
Ambiente en Copenhague, no solo puso de manifiesto la indisposición de
Estados Unidos para asumir una actitud negociadora global, sino que
también, como mayor contaminador, esa situación lo enfrenta al mundo en
un momento en que su prestigio, como potencia mundial, se encuentra en
franca decadencia.
-Todos los enclaves estratégicos globales y hemisféricos, que en otros
momentos apoyaron a Estados Unidos para mantener su hegemonía están
fracturados. Solo la OTAN se mantiene en pie, fuertemente vinculada a
la estrategia militar norteamericana de la llamada guerra contra el
terrorismo, que pretende utilizarla para sus propósitos de dominio
militar a nivel mundial. Manifestándose que Obama no ha despojado a la
política exterior norteamericana del doble estándar que siempre la ha
caracterizado. Ejemplificándose ello, entre otros, en los casos de la
política hacia Irán y Palestina. Por lo que estamos ante un accionar
internacional de Estados Unidos que no se diferencia de lo acontecido
con la administración precedente.
- Estados Unidos enfrenta un inédito incremento de la hostilidad
internacional. Además, como nunca antes los asuntos mundiales impactan
dentro de la nación.
Podría decirse, que a nivel global, todos los retos que enfrenta la
presidencia de Obama pueden sintetizarse en las corrientes que están
empujando hacia la aparición de un mundo multipolar. Tendencia que
incluso se manifiestan también en el histórico “traspatio” de Estados
Unidos.
Obama tuvo a su favor el haber sido elegido con un nivel de esperanzas y
expectativas como no se recuerdan para ningún otro presidente
norteamericano, en la historia de las elecciones presidenciales en los
Estados Unidos.
Al ser elegido, contaba casi con un 70% de popularidad, el máximo
posible de alcanzar para un candidato demócrata; el otro 30% eran los
votos de Bush para McCain, que Obama nunca lograría alcanzar.
Sin embargo, hoy la popularidad de Obama, a un año de su mandato, apenas
alcanza un 50%, (48 o 49 %) lo cual significa que muchos de los que
apoyaron hoy están desencantados del presidente.
¿Qué ha hecho Obama, o que no ha hecho, para merecer un nivel de
popularidad tan bajo?
Obama personificó un acontecimiento inédito y muy impresionante en
la historia americana. Por eso muchos aun confían en él, otorgándole,
al menos, el beneficio de la duda.
Otros, mas superficiales, creen que por el solo hecho de ser negro,
tener una biografía poco ortodoxa, un discurso elaborado, no haber
nacido en cuna de oro y no ser un clásico político de Washington, ya
tenía que ser el mejor presidente para su país y para el mundo.
Sin duda, Obama tuvo una meta de arrancada muy ventajosa. No solo ganó
la presidencia, sino que lo hizo con 340 votos electorales (70 más de
los necesarios para ser presidente) y 6 millones de votos populares por
encima de su contrincante republicano (J.McCain). Por lo que podemos
afirmar, sin temor a equivocarnos, que recibió un mandato político de
parte del pueblo norteamericano. Como si fuera poco, solo hasta hace
unos días,( con la derrota de la Aspirante demócrata al puesto de Edward
Kennedy en el Senado ) su partido tuvo la mayoría en ambas cámaras del
Congreso.Lo cual, a veces no representa mucho, pero es un buen dato.
¿Qué hizo Obama con todo ese reconocimiento político que recibió? ¿Qué
han hecho los que llevaron a Obama a la presidencia con todo el crédito
que recibieron? Porque no es posible imaginar que Obama sea el único
responsable de lo que ahora está ocurriendo. Es cierto que un presidente
siempre es el resultado de un diseño político. Pero el diseño debe
contar con la materia prima necesaria y Obama la tiene.
Como ya decíamos en un artículo publicado en diciembre del 2008; no
podíamos predecir que haría Obama con el crédito recibido, porque su
imagen, si bien se presta para levantar expectativas y las más altas
simpatías, al mismo tiempo, le brinda la oportunidad para actuar como el
presidente más cínico y engañoso de la historia americana, sin que sea
fácil descubrirlo.
Decíamos también entonces, que no debemos olvidar que el primer
compromiso de Barack Obama es cumplir con las elites políticas que lo
impulsaron al poder. Porque ningún candidato presidencial, sea del
partido que sea, o tenga el color que tenga, puede llegar hasta donde
Obama llegó si poderosas fuerzas políticas no lo identifican como
depositario de sus intereses.
Pero Obama se extralimitó cuando dejó en sus puestos a tantas personas
de la administración Bush. Por ejemplo, haber puesto a Rahn Enmanuel,
llamado por muchos Rambo, en una posición, que dentro de la estructura
gubernamental norteamericana equivale prácticamente al rango de un
primer ministro, fue un verdadero error de cálculo, a no ser que desde
entonces hayan ya comenzado las concesiones de Obama.
La confianza que hoy Obama hecha por tierra, nunca tantas personas la
habían puesto en manos de un candidato presidencial. Ello se expresa
claramente en una encuesta realizada en 17 países, con más de 17 000
personas, con un promedio de 2 de cada 3 y mayoría en 15 de las
naciones, en que todas esperaban que las relaciones de Estados Unidos
con el resto del mundo mejorarían.
En una encuesta de New York Times y CBS News, de cada 5 personas
consultadas, un 80% dijeron que eran optimistas sobre los próximos
cuatro años de administración norteamericana. Obama hacia el final de
su campaña, era identificado poco menos que como “El Salvador”. Sus
discursos coherentes, inteligentes, acorralando los problemas y
ofreciendo soluciones interesantes, atraían a la mayoría de los
votantes. Sobre todo, si tomamos en consideración, que en medio de la
crisis económica, la gente necesitaba escuchar discursos que le dijeran
como saldrían de los problemas tan serios que estaban enfrentando: la
crisis hipotecaria, la crisis económica y financiera y el creciente
desempleo, para entonces. Además, aunque Obama siempre planteo cambiar
las prioridades de la guerra de Irak por la de Afganistán, también había
prometido traer las tropas de Irak a casa y su actitud ante el tema de
la guerra parecía mas aceptable.
En medio de tal situación, la masa fundamental del pueblo norteamericano
reaccionó, mostrando que en situaciones difíciles y ante promesas tan
bien manejadas, el pragmatismo es capaz de superponerse al racismo.
Pero Obama no demoró mucho en mostrar la realidad de que el no había
sido elegido para beneficiar a los que masivamente le habían dado su
voto, sino para hacer valer los intereses de las elites de poder que lo
habían llevado a la presidencia. Nada diferente a lo que siempre ha
ocurrido, solo que ahora mejor disfrazado.
Ni aun en el fuerte reto de atacar a la crisis económica Obama ha sido
consecuente con la política de que hablo al principio: darle tanto a
Wall Street como a Main Street.
Salvo en la batalla por llevar adelante el plan de salud, en que Obama
ha defendido más sus posiciones, en todo lo demás ha mostrado un gran
sentido de maniobra, para simplemente desdecirse, cambiar el rumbo, o
voltear el rostro ante acciones que no se corresponden con los
compromisos contraídos.
Hay de todo en la ejecutoría de Obama durante su primer año de mandato.
Pero donde con más claridad se manifiesta su cinismo o la incapacidad
para llevar adelante sus promesas de cambio, es en el caso de la
política exterior, particularmente, hacia América Latina.
Ante la evidencia de una América Latina que ya se desmarcaba fuertemente
de la política estadounidense para el hemisferio, Obama adoptó desde la
campaña y a principio del 2009, un discurso conciliador, con fuertes
matices negociadores. Obama había dicho desde su campaña presidencial
“que se sentaría a conversar con amigos y enemigos”, no excluyendo a
nadie de la lista, ni siquiera a Irán, Cuba, Venezuela y Bolivia, los
que representan un verdadero dolor de cabeza para la política
norteamericana. Su actitud en la más reciente “Cumbre de las Américas”,
no dejaba lugar a dudas, en cuanto su intención respecto a las
diferencias de Estados Unidos con sus vecinos inmediatos.
Pero el golpe de estado militar en Honduras, de principios del 2009,
impactó de manera casi inesperada las promesas de Obama. Es a partir de
entonces que Obama adopta (no sabemos si por voluntad propia) un giro
negativo en sus anteriores intenciones. Pensamos que los acontecimientos
que marcaron esa diferencia, fueron, primero, la actitud asumida
respecto a Honduras a su regreso de Rusia, y su interés de instalar las
bases militares en Colombia. Aunque en realidad, no parece ser Obama
el que dio el primer paso, sino su secretaria de Estado, Hilary Clinton,
cuando maniobró invitando a Manuel Zelaya para hablar acerca del golpe,
y situó a Oscar Arias para mediar en la situación entre Zelaya y los
golpistas. A partir de aquí, Obama cedió la conducción del conflicto a
su Secretaria de Estado y esta última puso las cosas en una vía que en
nada se parece a las promesas que Obama había hecho acerca de un
supuesto cambio de actitud hacia América Latina.
Situación en la que sin dudas Manuel Zelaya resultó engañado por la
representante de la administración norteamericana.
Cabe la posibilidad de que la maniobra del golpe, desde su diseño, no
haya sido de conocimiento de Obama, pero a su retorno de Rusia se sumó
al carro puesto en movimiento por Hilary Clinton. Por lo que Obama
terminó negando su intervención para solucionar lo de Honduras,
mostrando una actitud, que de manera inmediata levantó la desconfianza
de la mayoría de los líderes latinoamericanos y caribeños, liquidando
así las esperanzas de una nueva política hacia América Latina. A partir
de entonces, Obama comenzó a adoptar una actitud que lo descalifica
para ser un interlocutor confiable en toda negociación política de las
que debe realizar, cualquiera de ellas sumamente complicada para el
prestigio de los Estados Unidos.
¿Puede Obama, con sus giros actuales hacia la derecha, que lo aproximan
fuertemente a la política de Bush, ser un interlocutor confiable para
las complejas negociaciones militares con Rusia, solucionar el conflicto
árabe-israelí, conducir exitosamente las guerras en que ya está
involucrado (que incluyen ahora Pakistán y Yemen); negociar los asuntos
de la contaminación ambiental, del narcotráfico y mejorar su posición
ante América Latina?
Obama, durante su primer año de mandato, ha venido perdiendo la
capacidad que exhibía durante la campaña, para recuperar el prestigio
global de los Estados Unidos. Ni siquiera siendo Estados Unidos la
economía más poderosa y transnacionalizada del mundo ha podido liderar,
como en otras ocasiones, una salida de la crisis económica. Obama
necesita recomponer el prestigio internacional de Estados Unidos, pero
cada día que pasa exhibe menos capacidad para lograrlo. Estando más
atado que nunca a las decisiones de la llamada guerra contra el
terrorismo.
El 2009 parece haber sido un año muy difícil para Obama. Esa diferencia
tan abismal entre las promesas de campaña y lo que va siendo su práctica
política, le ha estado desarticulando la administración desde el
principio.
Todo presidente norteamericano, durante su mandato, se aparta de la
línea desplegada durante la campaña, pero el caso de Obama, ya en su
primer año, amerita un análisis más complejo.
Obama, en realidad, pienso ha sobrepasado los límites en que las
promesas de campaña pueden ser incumplidas. El costo moral y de
confianza que hay que pagar por un giro tan brusco, como el que Obama ha
dado, es demasiado alto. Obama, habiéndose presentado como un político
distinto, como el tipo “de un pedriguí no habitual habitual y que no
hizo su carrera en los pasillos de Washington”, como el mismo ha
dicho, sin embargo, ha resultado ser tan cínico y manipulador como un
político cualquiera.
Haber hecho todas las promesas que hizo durante la campaña y haber
pronunciado los discursos que hizo, para, a tan poco tiempo de haber
comenzado su ejercicio presidencial, ya haber tomado un rumbo
político, que prácticamente nadie esperaba, puede parecer rentable
para su persona individualmente considerada, pero como presidente está
resultando más peligroso y menos confiable que G. Bush. Este ultimo se
sabia siempre por donde venia y nunca pretendió dárselas de buena gente.
Entonces desde una perspectiva moral, Obama ha quedado en un escalón
inferior al de Bush. Al mentir descaradamente y haberse presentado
durante la campaña como un político, que difiere mucho del que ha
ejecutado la presidencia en su primer año.
De continuar, por los caminos que transita, Obama resultará ser
definitivamente un fraude, perderá la mayoría en ambas cámaras del
Congreso durante las elecciones del 2010 y ya auto preforma como no
presidenciable para el 2012. Desearíamos que no se cumplieran tales
predicciones; porque a pesar de todo lo negativo que Obama resultase
ser, el que viene detrás posiblemente será peor.
Obama llegó a la presidencia en forma inédita y pudiera salir de ella de
forma más inédita aún. Porque el grado en que Obama, hasta ahora, ha
engañado al pueblo norteamericano y al mundo, le cobrará un precio
extraordinario a el como presidente y a Estados Unidos como nación.
El debate interno en Estados Unidos acerca de hacia donde debe ir el
país y porque vías tiene que terminar en un consenso dentro del que
sean aceptados los límites que el mundo actual y la sociedad
norteamericana misma están tratando de imponer al ejercicio imperial.
De lo contrario, tanto al mundo como a la nación norteamericana le será
impuesto un nivel de tensiones que dará al traste con la tranquilidad
y la seguridad de todos.
Obama no llegó a la presidencia de Estados Unidos en un momento
cualquiera de la historia americana, sino en medio de una
“encrucijada” en la que la nación debe decidir que caminos tomar.
Son muchos los problemas acumulados, que Estados Unidos debe enfrentar,
tanto internos como externos.En muchos casos no puede repetir
soluciones anteriormente dadas, ni en la economía interna ni en su
proyección exterior. Los escenarios han cambiado mucho, tanto los
internos como los externos; los instrumentos y políticas utilizadas
para salir de las crisis económicas anteriores se han agotado; los
mecanismos de dominación externa ya no funcionan como antes, el dollar
atraviesa una situación muy difícil; emergen potencias que reclaman un
mayor espacio dentro de la economía mundial, las fuerzas políticas
contestatarias tratan de organizarse, el poder a nivel mundial está
cada vez más repartido y Estados Unidos tiene ahora menos poder.
Estados Unidos, además, ha dejado de ser esa sociedad que impactaba
mucho hacia afuera y que asimilaba y subsumía, con relativa facilidad,
los pocos impactos que le llegaban del exterior. Es decir, han
aumentado los niveles de vulnerabilidad de una sociedad que antes
parecía asimilarlo todo e integrarlo a su modo de vida: las comidas de
todas partes, las religiones, los grupos políticos, los descontentos de
sus países de origen, las migraciones, los conflictos, etc.
Estados Unidos, externamente esta perdiendo fuerza como imperio e
internamente ha acumulado problemas que van convirtiendo a la sociedad
norteamericana en algo que va resultando diferente respecto al grado
de coherencia social y de cohesión política que antes exhibía.
Las elites políticas están preocupadas, en algunos casos asustadas y
están generando una situación ideológica que las divide en tres
grandes sectores: los que consideran que la sociedad debe cambiar para
adaptarse a las nuevas condiciones de supervivencia; los que se resisten
y consideran que de lo que se trata es de restaurar el imperio que se
les va de las manos; los últimos, son aquellos que aun fluctúan entre
una posición y otra.
Obama, querámoslo o no, ha asumido la administración en medio de esa
situación, cuando preconizando el cambio, llegó a la presidencia, pero
en un momento en que los que piensan que de lo que se trata es de
restaurar el imperio y no cambiar nada, tienen aun la supremacía.
Siendo esa correlación de fuerzas, tan a favor de estos últimos, que a
Obama no le ha quedado más remedio que asumir las posiciones que hoy
tiene. Es decir, el cambio aparece como una necesidad, muchos lo
reconocen, pero la correlación de fuerzas políticas, aun está a favor de
los que se oponen al cambio, o al cambio como Obama lo presento al
principio.
Las cosas podrían comenzar a cambiar, solo si las fuerzas progresistas
que subyacen dentro de sociedad norteamericana pasaran a tener un papel
más activo. Pero el grado de coherencia ideológica y de organización de
esas fuerzas, así como su visión de la urgencia, es aún muy débil .La
sociedad norteamericana no se caracteriza, por lanzarse a las calles,
aunque se acumulase mucho descontento. Tendría que sufrir un golpe
traumático que la sacara de su adormecimiento.
Exceptuando a las elites políticas de ambos partidos, las fuerzas que
votaron por Obama constituyen una gama, integrada por personas, que
principalmente presionadas por la crisis económica vieron en Obama una
“tabla salvadora”, puesto que mas allá de toda otra consideración,
Obama, presentaba un discurso claro, al parecer sincero, con
soluciones que parecían coherentes, bien fundamentadas y al parecer
viables de poner en práctica. Muchos de ellos, pasado ya un primer año
sin soluciones, han comenzado masivamente a abandonar el bando del
presidente y se encaminan hacia el de aquellos que mas les puedan
ofrecer. Entre estos últimos tienen prioridad aquellos, que echando a un
lado sus creencias, prejuicios y tabúes, votaron más por conveniencia
que por ideología. Otros, aún se mantienen firmes, pero dependiendo
fuertemente de que pueda hacer el presidente hacia el futuro inmediato.
Obama también tuvo votantes doctrinarios, menos que si se hubiera
tratado de un republicano, pero que se mantendrán a su lado conservando
la esperanza de una recuperación del liderazgo de quien aun ven como
su presidente.
El resto esta constituido por las elites políticas. Estas últimas, ante
el poco activismo que aún caracteriza la situación política interna, son
las que están liderando el debate y trazan las pautas presionando
sobre las políticas.
En medio de tal situación, Obama, aunque lo deseara, no cuenta con el
apoyo necesario para promover el cambio. Ni tampoco está en condiciones
de apelar a una serie de sectores que solo funcionaron como coalición
para darle el voto, aunque no necesariamente para apoyarlo en sus
políticas, pues carecen de coherencia ideológica y organizativa para
hacerlo. Entonces, la reacción de Obama puede ser que se deba también a
que no cuenta con el apoyo necesario para llevar adelante las
políticas que prometió. Cuestión esta muy propia del sistema político
norteamericano, donde pertenecer a un partido no significa tener su
apoyo político y donde además los partidos no existen, siendo solo
coaliciones de poder que se forman y funcionan para el momento
electoral y no necesariamente para apoyar la ejecutoria presidencial.
Por lo que Obama puede estar pagando también esa peculiaridad del
sistema político norteamericano, donde todo presidente se ve obligado a
gobernar con coaliciones y consensos que se forman más bien alrededor de
políticas específicas, dentro de la sociedad, las estructuras del
congreso, las elites y no necesariamente dentro del partido del
presidente. Las masas y las opiniones individuales, por su parte,
cuentan muy poco dentro del mecanismo del sistema político
norteamericano.
Es decir, todo el sistema político norteamericano ha resultado diseñado
para que la política no sea lo dominante sino el poder del capital. Es
allí donde esta el capital donde se encuentra el verdadero poder y Obama
no es más que un peón del capital. Tendrá que ir a donde el capital lo
lleve y solo tendrá espacio para ejecutar sus propias ideas, cuando
estas coincidan con las del capital.
A su vez, Obama no es miembro de la elite de poder, ni pertenece a la
aristocracia de Washington; Obama no es más que el manager de la
compañía. No tiene conexiones orgánicas con las estructuras de poder. Es
a los efectos reales de cómo y donde se toman las decisiones, un
encargado de ejecutar y no un decisor de política. Las decisiones de
políticas que adopta no pueden sobrepasar ciertos límites. Sus
capacidades llegan solo hasta el punto en que le sea conveniente a los
que le diseñan el libreto. Su poder es más simbólico que real.
Ningún presidente norteamericano, durante el siglo pasado y lo que va
del que recién ha comenzado, ha tenido tan poco poder real como Obama.
Resultando así, porque Obama es un presidente que las elites de poder
están solo probando; sino da resultado, su tránsito por el “poder”
será tan fugaz e inédito como lo fue su elección para presidente. Las
elites del partido demócrata y tal vez algunas del republicano
también, funcionaron para llevarlo a la presidencia, pero eso no quiere
decir que ahora puedan garantizarle con quien gobernar y mucho menos
gobernar con políticas propias
Entonces lo más inédito, no es que Obama haya resultado elegido
presidente, sino que tuviese ahora la oportunidad de realmente ejercer
la presidencia. Por lo que, se puede decir que Obama ha sido un
presidente para pasar la difícil cota del período, pero no
necesariamente para dirigir el país, y mucho menos para tener la
posibilidad real de operar políticamente dentro de un momento en que no
se está decidiendo simplemente como salir de una crisis económica o como
superar los problemas del prestigio internacional de Estados Unidos,
sino de que rumbo dar al imperio. Para eso Obama, hasta ahora, parece,
no fue elegido y por tanto no podemos estar seguros que logre hacerlo;
mucho menos en medio de un fortalecimiento de la derecha, con
políticas poco ortodoxas y bajo un ropaje que tiende a negar la imagen
del político clásico que aún predomina en Washington.
Por eso el momento es tan peligroso y complejo. Es que al frente del
país no hay realmente un presidente con poder, sino un conjunto de
fuerzas en pugna, que desde las estructuras políticas y desde fuera de
ellas, están rigiendo los destinos del país. Siempre ha sido así,
recordemos el famoso “gobierno invisible”, solo que hasta la llegada de
Obama a la presidencia, aún con sus limitaciones, los presidentes
formaban parte de las estructuras del poder real. Obama, no es un poder
real, es la presidencia que hasta ahora menos poder ha tenido en la
historia americana. Luego, no hay razones para asombrarse. Obama es un
engendro del propio sistema, dentro de un momento especifico del
sistema, solo que un momento clave para el futuro del sistema.
Ahora el Presidente, impactado, entre otras, por la pérdida en
Massachussets, parece estar dando un giro estratégico, parece que se
repliega, tratando de recuperar el liderazgo que ya ha perdido durante
su primer año.
Obama ha dicho recientemente, que “… este no es momento para las
transformaciones profundas”. Este, parece ser entonces un momento para
movimientos tácticos que eviten una debacle en las elecciones
legislativas de noviembre. Objetivo, que a pesar de su importancia, lo
consideramos muy corto, porque las elecciones congresionales del 2010,
son solo una parte de lo que Obama tiene que solucionar para llegar
presidenciable al 2012.
Obama, reunió a su equipo económico en pleno para pedirles, en publico,
que concentren sus esfuerzos en una atención urgente a la clase media,
que según dijo el propio Obama “…vive la década mas difícil que
nunca ha tenido…” Por lo que se ha propuesto adoptar, entre otras, las
medidas siguientes:
-Una rebaja fiscal a las familias con menos de 85,000 dólares de
ingreso anual.
- Un programa de créditos para estudiantes con menos recursos.
- Una ayuda a las personas que tengan a su cargo jubilados y enfermos.
-Facilitar a los jubilados sus planes de pensiones.
Obama insiste ahora nuevamente, pero con mayor fuerza, en las necesidad
de crear empleos buenos y sostenibles. Parece que recobra la idea de
darle a la economía real, rectificando la excesiva inclinación que ha
tenido hacia las finanzas.
En cuanto al plan de salud, parece recortar las ambiciones de una
cobertura para toda la población y se centra ahora en algunos
aspectos de más claro apoyo popular y menos torpedeables por los
republicanos que se oponen .Del seguro universal no se ha vuelto a
hablar. Centrándose Obama ahora en una reforma sanitaria que, según el
Presidente, “… prohíba las peores prácticas de la industria aseguradora
y restaure la tranquilidad a la clase media...”En realidad, lo a
anterior indica, que Obama se enfrenta al fracaso del plan de salud.
Al parecer, el Presidente, quiere ahora también, probar fuerzas con
la banca, obligándole a ser más disciplinada con la utilización de los
fondos y evitándole hacer inversiones, tomando como cobertura el
dinero de la gente. Por supuesto, evitando también, que tomen el dinero
del contribuyente y se vayan con los bolsillos llenos para sus casas,
como realmente han hecho hasta ahora, sin que el Presidente hiciese
nada por impedirlo.
Pero al mismo tiempo, que trata de buscar buenos empleos y disminuir
impuestos, en medio de la crítica situación, Obama ha propuesto recortar
los gastos sociales, pero sin hablar de quitarle un centavo a los
gastos militares.
Sus medidas son bastante contradictorias y no están tocando el fondo
de las verdaderas dificultades.
Al parecer, su aureola de hombre inteligente no le ha servido de nada,
pues Obama parece estar saltando en paracaídas en medio de una tormenta.
Ajustar el rumbo de ese modo, en medio del año electoral, después de
tantas promesas incumplidas, y con una popularidad en declive, ello
no puede ser más que resultado de la desesperación. Al parecer el
presidente espera que las medidas que ahora adopta tengan un resultado
lo suficientemente efectivo y rápido como para lograr recuperarse hacia
las elecciones congresionales de noviembre. Rueda por tierra toda la
inteligencia de Obama cuando piensa que eso será posible. Creo que es
demasiado tarde.
Obama, todo parece indicar, será un presidente de un solo mandato y de
triste recordación para los que pusieron en el sus esperanzas. Obama,
al parecer, no ha sido mas que un “chivo expiatorio” de los sectores de
poder, para pasar el ventarrón. Ojala me equivoque. No soy de los que
desean que a Obama le salgan mal las cosas, porque en definitiva, ello
seria como echar gasolina al horno encendido de la extrema derecha.
En realidad, creo que Obama solo podría continuar con posibilidades
hacia el 2012, si logra levantar la economía y recuperar, al menos,
parte del liderazgo que hasta ahora ha perdido. Aun le resta tiempo,
aunque no como para perderlo en “curitas de mercurio cromo”. .
Enero 30 del 2010.
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