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Friday, October 30, 2009


Yoani Sánchez: from cyber-lowlife to cyber-clown

Soon! Videotape series on cyberclowning

By M. H. Lagarde

A CubaNews translation. Edited by Walter Lippmann.


No better idea could have got into the mercenary Yoani Sánchez’s head than show up disguised –as a German?– in a debate about the role of the Internet in Cuban culture, organized by the magazine Temas.

Her strange cross-dressing describes and defines this character perfectly. Not only her deportment, but everything about her is forged, make-believe, manipulative and deceiving.

Much like her blog, of course: another fraud from beginning to end. It’s neither citizen journalism nor independent press, not to mention that nowhere in her pages does it say anything worth calling “sound analysis”. Based in a foreign country (Germany), its articles are nothing but a poor, run-of-the-mill copy –posted in the Internet– of the lines followed by the editorial policies that the U.S. intelligence services have designed for and used in their smear campaigns against Cuba for 50 years.

The above is the best answer to the question this mercenary asked in the debate, held at the Cuban Film Institute’s Fresa y Chocolate Cultural Center.

That’s likely to be the reason why her blog –which is not censored, as she falsely claims– is not more visible in Cuba: because our nation, as any other in the world, has the right to defend itself from the media wars, regardless of their technological vehicle.

Out of force of habit, Cuba can easily recognize a mercenary, never mind that they dress up as Poles or Germans. Their goals and intentions –brown-nose to the Northern power– are always one and the same.

No less fake were the theatrical –and hysterical– gestures of this cyber-lowlife turned cyber-clown when she thought she had fooled everyone in her disguise of an undercover agent at the service of a foreign country and showed surprise –no one really knows why– when the moderator instructed her to use the microphone calling her by her name (obviously, the mercenary had requested the floor under a phony name:

“Ah, thank goodness you called me by my name,” she said.

“We all knew you where there,” replied the officer with a smile.

I myself had taped the German-looking yuma[1] for almost half an hour before the debate started. There she was, the super secret agent, wearing a blonde wig, a sparkling two-colored stole, a black dress, strapped shoes and a yellow purse. On her well-lit stage, however, the false actress would deliver anyway the spiel she had prepared in advance.

Yoani Sánchez (taking off her wig with motions typical of a Brazilian soap opera): I had to come dressed like this (and showed the unkempt wig) so I could get around the police cordon around my house.

Unfortunate dramatics, as bogus and feeble as her costume, performed by this odd victim of harassment who tends to her blog from peaceful five-star hotel lobbies, comes in and out of embassies out of hours, brainwashes churchgoing children, films military personnel on the sly right there in their institutions and without their consent, runs a blogger academy in her own place and –unlike other mercenaries–is allowed in the premises and, on top of that, given the chance to speak so she can blurt whatever nonsense she feels like saying out to the cameras.

If anything can be said in favor of this woman who was born in Cayo Hueso –not in Key West– is not a cyber-lowlife. No siree, she’s not. She’s a cyber-clown.

It only remains for us to wait for the announcement in countless mass media that the Cirque du Soleil has given her the Award for best clown of the year.

 

[1] Cuban slang for ‘foreigner’ (T.N.).


http://cambiosencuba.blogspot.com/2009/10/yoani-sanchez-del-ciberchancleteo-al.html

   
   

viernes 30 de octubre de 2009
Yoani Sánchez: del ciberchancleteo al ciberpayaseo



¡Muy Pronto! Serie de video sobre el ciberpayaseo

Por M. H. Lagarde


Mejor idea no se le pudo ocurrir a la mercenaria Yoani Sánchez, que aparecerse disfrazada -¿de alemana?- en un debate, convocado por la revista Temas, sobre el papel de internet en la cultura cubana.

Su trasvetismo foráneo describe y define muy bien al personaje. Enfundada en su disfraz, todo en ella es falsa apariencia, simulación, manipulación y mentira.

Algo similar, por supuesto, sucede con su blog. Otro fraude de cabo a rabo. Ni es periodismo ciudadano, ni independiente, ni hay un sus páginas ningún “sólido análisis” de nada; está hospedado en el extranjero (Alemania) y sus post no pasan de ser un vulgar remedo –la traspolación a internet- del contenido de la política editorial que los servicios de inteligencia del gobierno de los Estados Unidos, han diseñado y usado, durante 50 años, en la guerra mediática contra Cuba.

Lo antes dicho es la mejor respuesta para la pregunta que la mercenaria lanzó en el debate que tuvo lugar en la sala del Centro Cultural Fresa y Chocolate, en el ICAIC.

Si su blog –que no está censurado, otro cuento- no tiene la mejor visibilidad en Cuba es probablemente por eso. Porque Cuba, como cualquier otro país del mundo, tiene derecho a defenderse de la agresión mediática cualquiera sea el soporte tecnológico en que se sustente.

A fuerza de costumbre, en esta Isla el mercenarismo es algo que, disfrácese de lo que se disfrace, ya sea de polaco, alemán, o cualquiera otra nacionalidad, es fácil de reconocer. Sus intenciones y fines -servir de lacayos a la poderosa potencia del Norte-, siempre son los mismos, nunca cambian.

Igualmente falso resultaron los ademanes histriónicos -e histéricos- de la ciberchancletera, devenida ciberpayasa, cuando creyó que había engañado a alguien con su disfraz de agente encubierto de una nación extranjera.

Nadie sabe por qué el hecho de que la moderadora del debate la llamara por su nombre, (evidentemente pidio la palabra bajo nombre falso) para que usara el micrófono, sorprendió a la mercenaria:

-“Ah, menos mal que me llamaron por mi nombre”, -dijo.

-Todos sabíamos que estabas ahí –le respondió sonriente la encargada de ceder la palabra.

Yo mismo, antes de que comenzara la función, filmé durante casi media hora a la “yuma” de aire germano. La agente ultrasecreta, con peluca rubia, estola de brillos de dos colores, vestido y zapatos negros de correas, más bolsa amarilla. No obstante, la falsa actriz, encendidas las luces del escenario, interpretaría, de todas formas, el guión que tenía previsto de antemano.

Yoani Sánchez: (Se quita la peluca con ademán al estilo de telenovela brasileña) ¿Es por eso que yo tengo que venir de esta manera? (muestra la peluca despeluzada) para poder burlar el cerco policiaco alrededor de mi casa.

Desacertado dramatismo, tan falso y endeble cual su disfraz. Extraña perseguida esa que bloguea desde apacibles vestíbulos de hoteles cinco estrellas, entra y sale de embajadas a deshoras, manipula niños en iglesias, filma a hurtadillas a personal militar, en instituciones militares, sin su consentimiento; crea academias de blogueros en su casa y -a diferencia de otros mercenarios-, se le permite la entrada, y además se le da la palabra, para que sobreactúe ante las cámaras la sandez que se le antoje.

Si algo se puede decir a su favor es que ella, que nació en Cayo Hueso –¿en la Florida?- no es una ciberchancletera. No, no lo es. Es una ciberpayasa.

Ahora solo queda esperar el anuncio, replicado en infinidad de medios, de que Cirque du Soleil acaba de concederle otro Premio por la mejor payasada del año.

M. H. Lagarde