Año VII
La Habana

2009

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Obama in his labyrinth
José Vicente Rangel • Aporrea
Wednesday, 16 de September de 2009

A CubaNews translation. Edited by Walter Lippmann.

Whether he has his head in the clouds or lost in the labyrinth makes no difference.  What’s certain and beyond question is that president Barak Obama is in a tight spot. And to make things worse, he won’t accept any help. There must be a reason to explain why such a clever person, who managed to form such a great bond with the widespread feelings of change that prevailed across the U.S., dashed the hopes he raised in vast sectors of his country so soon –a mere 8 months– after he took office. Not many American presidents have seen their popularity ratings fall as quickly.

Why would any one who became President and got off to a promising start amid great enthusiasm collapse in such a way and raise so much doubt about his true ability to lead?

Getting to the bottom of this won’t be any easier than getting inside the complicated labyrinth where president Obama is trapped. Nevertheless, I’ll try to sort it out:

A) Let me start with the most kind-hearted possibility: Obama underestimated the forces he would have to confront in order to make good his promise of democracy, social justice and foreign policy. Small surprise, if we bear in mind the usual gap existing between an electoral campaign and real governance.

B) The president has had to make concessions to the conservative right –even in detriment of his own platform– while trying to avoid a face-off with those who stood behind George W. Bush’s management. In other words, Obama’s attitude is due to a plan of the moment designed to strengthen his power throughout the tricky stage of transition. Once he gains a foothold, he will rev up his original project.


C) That the U.S. President’s power is relative and there are forces underlying the presidential institution which makes decisions in a reasonably autonomous manner, often with more liberty than the White House itself, may be thus confirmed. Say, the military-industrial complex about which ex-president Dwight Eisenhower spoke with a certain undertone of resentment, is a deciding factor. They plot the route to be followed and work on the basis of faits accomplis. Clashing with this blurry macro-power could mean chaos and even death to whoever makes a move against them.

D) Another possible reason, maybe the most disturbing: Obama is fully aware of his situation and chooses on purpose to do nothing about it. After all, as a man trained in and acquainted with American politics, he’s absorbed by pragmatism and acts accordingly. That would explain why after winning the presidential race with his anti-war message he still embarked on his own war adventure in Afghanistan despite its well-known disastrous outcome. It also explains why, after starting with such a good note in the Trinidad and Tobago Summit –where his fresh, anti-interference and friendly discourse differed in so many ways from Bush’s– he allowed the U.S. army to monitor from its base in Palmerola, Honduras, the coup against Zelaya’s constitutional government.

Obama still sits on the fence about the whole thing, much as he said nothing about the installation of seven U.S. military bases in Colombia. This is a further step toward the internationalization of that country’s internal conflict and the escalation of regional hostilities. We should ask ourselves whether he made this call and plans to do it in other nations, like the Peruvian foreign affairs minister implied in reference to his country. Meanwhile, his domestic health care policy is bogged down while he’s hounded by Republicans and Democrats alike, bent on keeping him on a leash. All of the above indicates that the ill-defined positions his Administration has adopted so far are certainly doomed to failure and not finding a way out of his labyrinth.



http://www.lajiribilla.cubaweb.cu/noticias/noticia.asp?Id=14120

   
   

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Obama en su laberinto
José Vicente Rangel • Aporrea
 
En las nebulosas o en el laberinto: es lo mismo. Lo cierto, lo que no admite discusión porque la realidad lo confirma, es que el presidente Barak Obama está en una situación complicada. Y lo peor es que no se deja ayudar. Que una persona tan hábil, que supo conectar maravillosamente con el vasto sentimiento de cambio que anida en los Estados Unidos, poco tiempo después de arribar a la Casa Blanca -apenas 8 meses- convierta en frustración la esperanza que despertó en amplios sectores, es por algo. Pocos mandatarios de esa nación han visto caer con tanta rapidez su popularidad.

¿Cuál es el motivo para que alguien que accedió a la presidencia bajo los mejores auspicios y en medio de un delirante entusiasmo, se desplome de tal manera y siembre fuertes sentimientos de duda sobre su verdadera capacidad de conducción?
No es fácil desentrañar lo que ocurre. Entrar en el complicado laberinto en que está metido el presidente Obama constituye un desafío. Pero intentaré algunas explicaciones:

A) Comienzo con la más piadosa: que Obama no evaluó bien el poder que iba a enfrentar para adelantar las promesas democratizadoras, sociales, y en materia de política exterior que hacía. Lo cual no tiene nada de extraño por el contraste que suele darse entre oferta electoral y ejercicio del gobierno.

B) Que el presidente de los Estados Unidos ha tenido que hacerle concesiones -que incluso afectan la ejecución de su programa- a la derecha norteamericana, y que evita confrontar con los sectores que apoyaron la gestión de George W.

Bush. En otras palabras, que la actitud de Obama obedece a un plan del momento, orientado a fortalecer sus poderes en la delicada etapa de la transición, y luego, una vez consolidado, reivindicará su proyecto original.

C) Que se confirma que el poder del presidente de los Estados Unidos es relativo. Que por debajo de la institución presidencial funcionan poderes compartimentados que deciden con relativa autonomía, en múltiples ocasiones, más que la Casa Blanca. El complejo militar-industrial, por ejemplo, al cual se refirió con cierto dejo crítico el expresidente Dwight Eisenhower, es determinante. Traza líneas de acción y trabaja con hechos cumplidos. Reaccionar frente a este macro y difuso poder puede significar el caos o la propia muerte de quien lo intente.

D) Otra explicación, quizá la más inquietante. Que Obama está consciente de la situación y, deliberadamente, opta por no enfrentarla. Al fin y al cabo es un hombre formado en lo que es la política norteamericana. El pragmatismo lo absorbe y actúa en consecuencia. Es lo que explica que habiendo ganado la presidencia con un mensaje antibélico, emprenda la aventura de su propia guerra en Afganistán con los desoladores resultados que se conocen. Que habiendo debutado con buen pie ante los países latinoamericanos en la cumbre de Trinidad-Tobago, con un discurso fresco, opuesto al de Bush, anti ingerencista y solidario, tolere que los militares de su país monitoreen desde la Base Militar de Palmerola, Honduras, el golpe contra el gobierno constitucional de Zelaya, y que durante este proceso asuma una actitud ambigua. De igual manera, que su gobierno adhiera, en silencio, la instalación de 7 Bases Militares norteamericanas en Colombia, con lo cual facilita internacionalizar el conflicto interno de esta nación, y que la región entre en una peligrosa escalada bélica. Cabe preguntar, ¿es suya esa política de montar Bases Militares en Colombia, iniciativa que puede extenderse a otras naciones como lo sugiere el Canciller peruano cuando declara que su país podría hacer lo mismo? Mientras tanto, al interior de Estados Unidos su política sobre salud está atascada. Republicanos y demócratas lo acosan y quieren manejarlo con la rienda bien corta. Por lo todo indica que el gatopardismo que hasta ahora caracteriza a su gobierno lo conduce al fracaso. A no encontrar la manera de salir del laberinto.
 
 
 

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