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Obama en su laberinto
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José
Vicente Rangel •
Aporrea |
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En
las nebulosas o en el
laberinto: es lo mismo.
Lo cierto, lo que no
admite discusión porque
la realidad lo confirma,
es que el presidente
Barak Obama está en una
situación complicada. Y
lo peor es que no se
deja ayudar. Que una
persona tan hábil, que
supo conectar
maravillosamente con el
vasto sentimiento de
cambio que anida en los
Estados Unidos, poco
tiempo después de
arribar a la Casa Blanca
-apenas 8 meses-
convierta en frustración
la esperanza que
despertó en amplios
sectores, es por algo.
Pocos mandatarios de esa
nación han visto caer
con tanta rapidez su
popularidad.
¿Cuál es el motivo para
que alguien que accedió
a la presidencia bajo
los mejores auspicios y
en medio de un delirante
entusiasmo, se desplome
de tal manera y siembre
fuertes sentimientos de
duda sobre su verdadera
capacidad de conducción?
No es fácil desentrañar
lo que ocurre. Entrar en
el complicado laberinto
en que está metido el
presidente Obama
constituye un desafío.
Pero intentaré algunas
explicaciones:
A) Comienzo con la más
piadosa: que Obama no
evaluó bien el poder que
iba a enfrentar para
adelantar las promesas
democratizadoras,
sociales, y en materia
de política exterior que
hacía. Lo cual no tiene
nada de extraño por el
contraste que suele
darse entre oferta
electoral y ejercicio
del gobierno.
B) Que el presidente de
los Estados Unidos ha
tenido que hacerle
concesiones -que incluso
afectan la ejecución de
su programa- a la
derecha norteamericana,
y que evita confrontar
con los sectores que
apoyaron la gestión de
George W.
Bush. En otras palabras,
que la actitud de Obama
obedece a un plan del
momento, orientado a
fortalecer sus poderes
en la delicada etapa de
la transición, y luego,
una vez consolidado,
reivindicará su proyecto
original.
C) Que se confirma que
el poder del presidente
de los Estados Unidos es
relativo. Que por debajo
de la institución
presidencial funcionan
poderes compartimentados
que deciden con relativa
autonomía, en múltiples
ocasiones, más que la
Casa Blanca. El complejo
militar-industrial, por
ejemplo, al cual se
refirió con cierto dejo
crítico el expresidente
Dwight Eisenhower, es
determinante. Traza
líneas de acción y
trabaja con hechos
cumplidos. Reaccionar
frente a este macro y
difuso poder puede
significar el caos o la
propia muerte de quien
lo intente.
D) Otra explicación,
quizá la más inquietante.
Que Obama está
consciente de la
situación y,
deliberadamente, opta
por no enfrentarla. Al
fin y al cabo es un
hombre formado en lo que
es la política
norteamericana. El
pragmatismo lo absorbe y
actúa en consecuencia.
Es lo que explica que
habiendo ganado la
presidencia con un
mensaje antibélico,
emprenda la aventura de
su propia guerra en
Afganistán con los
desoladores resultados
que se conocen. Que
habiendo debutado con
buen pie ante los países
latinoamericanos en la
cumbre de
Trinidad-Tobago, con un
discurso fresco, opuesto
al de Bush, anti
ingerencista y solidario,
tolere que los militares
de su país monitoreen
desde la Base Militar de
Palmerola, Honduras, el
golpe contra el gobierno
constitucional de Zelaya,
y que durante este
proceso asuma una
actitud ambigua. De
igual manera, que su
gobierno adhiera, en
silencio, la instalación
de 7 Bases Militares
norteamericanas en
Colombia, con lo cual
facilita
internacionalizar el
conflicto interno de
esta nación, y que la
región entre en una
peligrosa escalada
bélica. Cabe preguntar,
¿es suya esa política de
montar Bases Militares
en Colombia, iniciativa
que puede extenderse a
otras naciones como lo
sugiere el Canciller
peruano cuando declara
que su país podría hacer
lo mismo? Mientras tanto,
al interior de Estados
Unidos su política sobre
salud está atascada.
Republicanos y
demócratas lo acosan y
quieren manejarlo con la
rienda bien corta. Por
lo todo indica que el
gatopardismo que hasta
ahora caracteriza a su
gobierno lo conduce al
fracaso. A no encontrar
la manera de salir del
laberinto. |
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