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Paid sex runs free by La Boqueria market in Barcelona
Storekeepers and neighbors complain about widespread prostitution in the area.

A CubaNews translation. Edited by Walter Lippmann.

BERTRAN CAZORLA - Barcelona - 01/09/2009

           A prostitute and her client, among the arches.- E. B.

The owner of the bag store, who wishes to remain anonymous, points to a used condom lying on the floor by the front door of her business in La Boqueria market, the most famous in Barcelona and one of the city’s most popular draws. Her first chore every early morning when she opens is to clean up the remains of the previous hectic night, the time of day when, according to Manel Ripoll, president of the local storekeepers, this food market becomes a "brothel” where prostitutes sell their body openly for a mere 20 euros, barely hidden behind the nearby columns of Las Ramblas, always awash with tourists.

Dirty and degrading, the sight of young women kneeling or bending forward to offer their services reveals the failure of a civic ordinance that the City Hall –jointly ruled by PSC e IC– passed four years ago to curb street prostitution. The said standard and its subsequent addenda decreed fines ranging from 120 to 3,000 euros for in-the-open solicitation and sex acts.


Despite 2,937 of such fines paid in 2007 (less than a third of them by clients) little has changed around and within La Boqueria colonnade, which those working girls with neither an apartment of their own nor enough charm to do Camp Nou –another major red-light district in the city– share with sleeping pickpockets and bumps. On the southern side of the old Chinatown, there are countless dark, secluded corners teeming with young African women brought by vice rings and Latin American cross-dressers.


"I often have to look away from the screen in disgust", grumbles a security guard in charge of controlling the surveillance video cameras at night. "It’s outrageous, seeing girls doing no matter what between the columns and delivery trucks", the owner of a cheese stand says. At mid-morning you still see one or two syringes lying around among hung-over tourists, hustling sellers and locals chilling outside the cafés. Even at closing time in the evening you see condom wrappers scattered around. "As the president of the Storekeepers, it makes me feel desperate", Ripoll moans.

A spokesman of the local Police admits they’re powerless. “It’s like playing cat and mouse. The prostitutes are chased off Las Ramblas and then return after they’re expelled from someplace else, and on and on. The Mossos d'Esquadra, in turn, remark that prostitution is not a crime they can prosecute regardless of the ban.

"You can’t just tackle this problem through policing", holds Barcelona Citizens Association president Eva Fernández. "As long as the trade is not legalized, there’s no way we can have any effective influence", she explains.

Her recipe: allow these women to organize themselves in "cooperatives" so they can count on “self-managed spaces” and avoid the insecurity and risks that working in the streets entails. "The problem is, the municipal rule makes it very difficult to open up a place like that in El Raval", she adds.

Only that they’ve had them before, recalls Maria Casas, president of the Taula del Raval neighbors association. "There used to be meublés and bars with private rooms where those women did their thing", she holds. You can still see some of the old prostitutes walking down Robadors street, but most have long been replaced by younger and more troublesome émigrés.

Casas is also in favor of giving these women their own place to work away from the streets. Until that happens, the local merchants will keep spraying water and bleach on their storefronts every morning.


http://www.elpais.com/articulo/espana/Sexo/pago/plena/calle/junto/
mercado/Boqueria/Barcelona/elpepusoc/20090901elpepinac_12/Tes

   
   

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Sexo de pago en plena calle junto
al mercado de La Boqueria de Barcelona


Comerciantes y vecinos protestan ante el ejercicio de la prostitución en la zona

BERTRAN CAZORLA - Barcelona - 01/09/2009

           Una prostituta y su cliente, en los soportales.- E. B.

La dueña señala un condón usado junto a su tienda de bolsos. Esta vendedora, que opta por el anonimato, trabaja en La Boqueria, el mercado más célebre de Barcelona y uno de sus principales atractivos turísticos. Lo primero que tiene que hacer cada madrugada cuando abre es deshacerse de los restos que han dejado noches muy movidas: el mercado de comestibles se convierte cuando se hace oscuro en "una casa de citas" según el presidente de los tenderos, Manel Ripoll.

La dueña señala un condón usado junto a su tienda de bolsos. Esta vendedora, que opta por el anonimato, trabaja en La Boqueria, el mercado más célebre de Barcelona y uno de sus principales atractivos turísticos. Lo primero que tiene que hacer cada madrugada cuando abre es deshacerse de los restos que han dejado noches muy movidas: el mercado de comestibles se convierte cuando se hace oscuro en "una casa de citas" según el presidente de los tenderos, Manel Ripoll. Las prostitutas prestan sus servicios, por escasos 20 euros, en plena calle entre las columnas que rodean a la Boqueria, precario escondite de las Ramblas adyacentes y siempre abarrotadas de turistas.

La sórdida y degradante imagen de jóvenes arrodilladas o agachándose de espaldas ante sus clientes muestra el fracaso de la controvertida ordenanza cívica aprobada hace cuatro años por el Ayuntamiento de Barcelona (gobernado por PSC e IC) para poner coto a la prostitución callejera. La norma y sus posteriores desarrollos imponían multas de 120 a 3.000 euros para prostitutas y clientes por ocupar la vía pública y mantener relaciones sexuales en la calle.

Las 2.937 impuestas en 2007 (menos de un tercio a los clientes) han tenido un efecto nulo sobre lo que ocurre en los soportales de la Boqueria. Allí se refugian, entre carteristas y vagabundos que duermen, las prostitutas que no disponen de un piso para trabajar o que no pueden competir en las inmediaciones del Camp Nou, otro foco clásico de prostitución en Barcelona. Jóvenes africanas víctimas de las mafias y travestidos latinoamericanos aprovechan los muchos recovecos oscuros y escondidos de la zona sur del viejo Barrio Chino.

"Muchas veces tengo que apartar la cara de la pantalla por el asco", se lamenta un vigilante de seguridad que controla de noche las cámaras de videovigilancia. "Es vergonzoso. Las niñas hacen de todo entre las columnas y los camiones de mercancías", dice la dueña de un puesto de quesos. A media mañana, entre turistas despistados, comerciantes ajetreados y barceloneses relajados en la terraza de algún bar aún se ve alguna jeringuilla. Y cuando los puestos cierran por la tarde, todavía quedan embalajes de preservativos por los rincones. "Es mi desesperación como presidente" de la Asociación de Comerciantes, se lamenta Ripoll.

Un portavoz de la Policía Local se muestra impotente: "Es jugar al gato y al ratón". Cuenta que las prostitutas se van a otras zonas del barrio cuando las persiguen en las Ramblas. Y vuelven a esa vía cuando las van a buscar allí. Así indefinidamente. Y los Mossos d'Esquadra recuerdan que, aunque la oferta y demanda de sexo en la calle está prohibida en la ordenanza cívica de la ciudad, la prostitución no es un delito que puedan perseguir ellos.

"No se puede atacar el fenómeno con presión policial", opina Eva Fernández, presidenta de la Asociación de Vecinos de Barcelona: "Hasta que no se regularice la prostitución no vemos ninguna posibilidad de influir de forma efectiva en el fenómeno", explica.

Y añade una receta: hacer posible que las prostitutas puedan constituir "cooperativas" para habilitar "espacios autogestionados" y escapar así de la precariedad y el riesgo que supone tener que trabajar en la calle. "El problema es que la normativa municipal hace muy difícil abrir un local de este tipo en El Raval", añade.

Y eso que en el barrio los ha habido. Lo recuerda Maria Casas, presidenta de la asociación de vecinos Taula del Raval. "Antes había meublés y bares con un reservado, y esas mujeres convivían con los vecinos", narra. Aún se ve alguna de esas viejas trabajadoras por la calle Robadors, pero ya hace tiempo que la mayoría ha sido sustituida por las jóvenes inmigradas, más problemáticas.

Casas también reclama espacios para que estas trabajadoras puedan abandonar la calle. Mientras, los comerciantes siguen rociando con agua y lejía el suelo cada mañana.




 

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