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La Habana, miércoles 16 de septiembre de 2009. Año 13 / Número 260 Socialismo con swing (III y final) FÉLIX LÓPEZ Llegamos hoy a la tercera y más compleja paradoja del joven Alejandro: "Y si no es el socialismo, ¿qué otra opción nos queda?". Pareciera que nuestro interlocutor buscaba una salida express. Pero no, ya Alejandro nos dijo claramente que él apuesta por el socialismo con swing. ¿Entonces? Nada, entiendo que quiere y necesita saber qué es lo que nos ofrece la opción no socialista. Y para responderle no voy a usar el manido argumento del lobo capitalista que se devora a la caperucita proletaria. Lo que está en juego es mucho más que el remake de un cuento infantil. Es la historia y la vida misma; es la ecología y el futuro; es la felicidad y la existencia. Todo eso y más es el socialismo, enemigo jurado del egoísmo y la desigualdad, del consumo desmedido y de la violencia, de la guerra y el expansionismo, de la droga y la pornografía, de la tontería y el glamour como estado mental, todo lo cual y más es sinónimo de capitalismo, generador de una sociedad donde, contrario al precepto martiano, vale más el que lleva mucho afuera; donde no importa cómo piensas, sino cómo te vistes y cuál teléfono móvil usas; donde la gente vale según su fortuna, y los sin fortunas no son gente, porque las cédulas de identidad han sido sustituidas por las tarjetas de créditos; donde los centros comerciales son más venerados que las universidades; donde —según Eduardo Galeano— para elogiar una flor, se exclama: "¡Qué bonita, parece de plástico!". Si no es el socialismo, Alejandro, nos quedaría la opción de la barbarie. Estoy seguro, como ya pasó en la antigua URSS, que en un abrir y cerrar de ojos, el capitalismo crearía un oasis de pulcras vitrinas y las míticas franquicias de comida chatarra se disputarían los sitios más céntricos, creando un espejismo de luces y abundancia¼ Mientras, en la periferia de esa burbuja artificial, en otro abrir y cerrar de ojos, se extendería un cinturón de miseria: sin escuelas, pero con pandillas; sin empleo, pero con prostitución; sin sueños, pero con drogas para olvidar; sin calidad de vida, pero con una televisión que te vendería toda clase de comodidades, y fíjate que no hablo de los peligros terroríficos que se ciernen por el odio visceral. Hay otra manera más sencilla y terrenal de responder a la pregunta de Alejandro: o asumes que eres un optimista emprendedor y trabajas duro para construir un socialismo con más swing (que te garantice seguir siendo libre y al mismo tiempo vivir mejor y más feliz), o te juegas la libertad en la ruleta rusa de un casino, para terminar descubriendo que en el reino del sálvese quien pueda se hipoteca hasta la sonrisa. No es casual que Silvio Rodríguez, que se ha paseado por el mundo y tiene en su canción un calidoscopio de la vida, apostara desde su escaño de Diputado, cuando integró la Asamblea Nacional del Poder Popular, por un socialismo perfectible. Asumía en ese concepto que el nuestro puede ser mejor y lograrlo es una tarea que no podemos delegar en nadie. Recientemente, el presidente Raúl Castro advirtió que él no había sido elegido para restaurar el capitalismo en Cuba. Y en el mismo discurso invitó a los cubanos a debatir sobre el socialismo que queremos. El día que se pierda ese don de la participación se habrá extraviado también la brújula de la revolución. Por eso es tan importante que nuestros padres, nosotros y nuestros hijos: tres y más generaciones de cubanos, entre los que ya se encuentra Alejandro, acepten ese convite a una reflexión colectiva, pero despojada de esquemas, poses y consignas. El resultado, sin temor a equivocarnos, será la revitalización de los valores socialistas. Hace poco tiempo, cuando se cumplió el medio siglo de revolución cubana, jóvenes intelectuales fueron invitados a discurrir sobre ese hecho y las realizaciones de su proyecto socialista. Cito aquí solo unos breves fragmentos de sus palabras, suficientes para entender cuán necesario e intenso es el debate que nos espera. Julio César Guanche: "En 1959, la Revolución cubana trajo al mundo un bello ejemplar de socialismo utópico. El proyecto de 1959 realizó en la tierra cubana gran parte del enorme ideal de Rousseau: ciudadanía universal, soberanía popular y justicia social. Cincuenta años después redescubre que una revolución no es una meta en sí misma, que todo lo conquistado ha de ser reconquistado, que renovarse es la única manera de continuar". Ariel Dacal: "Tenemos que discutir públicamente qué entendemos por socialismo y cómo lograr que este sea más efectivo en la búsqueda de una alternativa anticapitalista, lo que significa toda la justicia social posible. El acumulado de instrucción, cultura, capacidad técnica, sentidos y conocimientos sobre la política creado en el pueblo está subutilizado y en algunos casos desperdiciado. Para revertir esa situación se hace necesario cambiar cualitativamente las formas de la participación de la gente en la gestión y control de su vida cotidiana, individual y pública, laboral y comunitaria". José A. Fernández: "Nuestro Socialismo ha luchado contra la pobreza, contra el capitalismo, contra el imperialismo y sus peores modales —guerra y terrorismo—, contra el inmovilismo de la burocracia estatal, contra la incultura política, contra el oportunismo de los supuestos extremistas, contra la mínima oposición interna y la gran oposición externa, contra los fantasmas de la ‘plaza sitiada’, que no nos permiten creer en nuestras fuerzas para ser más libres. Hemos aportado la belleza de un pueblo entero, de mujeres y hombres hechos a sangre y fuego, a bloqueo y milicia, a escasez de cosas y abundancia de prudencia y fe en la justicia ganada". Espero que el joven Alejandro y quienes siguieron estos comentarios, encontrarán en ellos temas de debate, nuevas interrogantes y algunas respuestas. Debatir sobre el socialismo, como asunto de presente y futuro, es para muchos un tema espinoso. Les aseguro que deja de ser un terreno árido, cuando lo hacemos de manera pública, pero no solo en clave de inventario de problemas, sino en clave propositiva. De francotiradores está lleno el bosque. Para avanzar y ser mejores hay que seguir creando y aprendiendo. En la sabia del pueblo y en el pensamiento siempre creador de Fidel, hemos asentado lo que parecía imposible: salvar el socialismo. Socialismo con swing (I) Socialismo con swing (II) |