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Sexo sentido
Vaginosis por gardenella
La gardenella es causa del 25 por ciento de las vulvovaginitis.
Automedicarse o ignorar sus síntomas trae consecuencias para la salud
sexual y reproductiva
Por: Mileyda Menéndez y Víctor Manuel
Velásquez, estudiante de Psicología
Correo:
sxsentido@jrebelde.cip.cu
18 de julio de 2009 00:59:27 GMT
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Una
vulvovaginitis no tratada puede afectar la vida sexual y
reproductiva de la mujer a largo plazo. |
Toda mujer pasa alguna vez en su vida por un
episodio de vulvovaginitis, enfermedad caracterizada por dolores
pélvicos, secreción vaginal y molestias durante el coito.
Para algunos expertos esta es una Infección de Transmisión Sexual. Otras
fuentes afirman que no es exactamente una ITS, pero reconocen que es más
frecuente en mujeres sexualmente activas, y que la pareja desempeña
algún papel en la duración o repetición de las crisis.
En esencia, el malestar responde a una alteración del ph (equilibrio
ácido básico) de la vagina y una baja respuesta inmunológica del
organismo asociada a eventos naturales como el embarazo o a factores
externos como el consumo de antibióticos (desestabilizan la flora
microbiana) y la mala manipulación a la hora de asearse, entre otras
causas.
Tal desequilibrio privilegia la proliferación de unos microorganismos a
expensas de la disminución de otros. Según el «ganador» será la textura,
olor y grado de molestias de la secreción o flujo vaginal resultante.
En el 25 por ciento de los casos la vulvovaginitis es producida por la
Gardenella vaginalis o Hemophilus vaginalis, una bacteria inmóvil,
anaerobia facultativa (puede no usar oxígeno en su metabolismo) que no
forma esporas (medio de trasladarse frecuente en los microorganismos) y
cuyo hábitat natural es la vagina humana por lo que no crea grandes
problemas a la mujer mientras su población se mantiene controlada por la
acción de otros microorganismos como el lactobacillus ssp.
Cuando la gardenella se sale de control hablamos de una vaginitis
inespecífica o vaginosis bacteriana. A diferencia de otros
microorganismos oportunistas, esta bacteria no produce signos de
inflamación en la mucosa vaginal. Se presume su acción dañina cuando la
secreción es grisácea, homogénea, poco viscosa, con cierta fetidez (en
las pruebas resalta por su olor a pescado podrido) y casi siempre más
abundante después del coito.
El diagnóstico debe ser clínico (por observación médica) y mediante
pruebas de laboratorio a partir de un exudado vaginal a la paciente, en
las que se detecta, entre otras cosas, un alza moderada del ph de la
vagina, cuyo valor normal es bastante ácido (entre 4,0 y 4,5) y con esta
vaginosis sube al menos un punto (de 5,0 a 5,5).
Si el alza del ph es mucho mayor y el ambiente de la vagina pasa a ser
básico las bacterias quedan en desventaja y se aprovechan los hongos
como el Cándida albicans, responsable de la moniliasis. Entonces la
picazón es mayor y el tratamiento difiere del utilizado para atender una
infección de tipo bacteriana, por lo que la mujer no debe automedicarse
arbitrariamente.
Ni desdeñar, ni improvisar
Según se ha comprobado en estudios epidemiológicos de varios países,
muchas mujeres pueden transitar por una vulvovaginitis bacteriana sin
percatarse de ello.
De ahí la importancia de chequearse sistemáticamente, conocer el
comportamiento natural de nuestro cuerpo y prestar atención al más
mínimo cambio para atajar las consecuencias negativas a tiempo.
Ante cualquier malestar pélvico es importante ir a consulta para
descartar correctamente de qué germen se trata y qué medidas se precisan
para evitar futuras reinfecciones, ya sea por una mala manipulación de
los genitales al lavarse o por prácticas sexuales de riesgo.
Obviamente, el tratamiento que recibe la mujer infectada debe seguirlo
también su compañero sexual, casi siempre por vía oral. De lo contrario
estaría actuando como reservorio de la bacteria (muchas veces
asintomático), lo que además de prolongar las crisis genera dudas sobre
la fidelidad mutua y afecta la comunicación de la pareja.
Lo ideal es usar anticonceptivos de barrera como el condón y chequearse
sistemáticamente para tomar medidas antes de que la infección alcance un
grado tal que afecte al útero u otros órganos reproductivos de la mujer,
lo cual compromete su fecundidad y dificulta el placer sexual de ambos.
El sexo oral está contraindicado mientras persista la infección, y debe
tenerse un cuidado permanente con el sexo anal, pues esta práctica
muchas veces traslada bacterias del ano hacia la vagina si se alternan
orificios durante el coito, sin protección o usando el mismo condón.
Las parejas lesbianas también se exponen al contagio por vía oral, por
frotamiento o al compartir juguetes sexuales o dildos si no toman la
precaución de usar condones para cada una.
Ignorar los síntomas o abusar de los óvulos u otros medios antibióticos
sin asesoramiento médico puede traer malas consecuencias a largo plazo.
Esta infección mal tratada genera complicaciones importantes para la
salud sexual y reproductiva, como la enfermedad inflamatoria pélvica o
la endometritis (inflamación del endometrio, tejido interno del útero)
lo cual facilita el ingreso del VIH u otras ITS. Si la mujer está
embarazada el riesgo obstétrico es mayor, pues puede presentarse una
ruptura prematura de membranas o una corioamnionitis y por tanto amenaza
de parto pretérmino y nacimiento pretérmino de la criatura.
Sabías que...
Besar es todo un arte, pero también tiene su propia ciencia. Se
llama filematología, y las últimas investigaciones en esta
disciplina revelan que intercambiar saliva nos ayuda a escoger
la pareja más adecuada.
Según explica la neurocientífica Wendy Hill, las sustancias
químicas que contiene la saliva nos ayudan a evaluar a una
posible pareja para decidir si es la más idónea. Además,
besarnos reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés,
y aumenta los niveles de oxitocina, siempre y cuando besemos a
la persona adecuada.
Helen Fisher, profesora de antropología en la Universidad Rutger
y experta mundial en la biología del amor, también ha analizado
el papel del beso, y asegura que «besar es un poderoso mecanismo
de adaptación» presente en más del 90 por ciento de las
sociedades humanas.
En los humanos, el beso es fundamentalmente una cuestión química,
según Fisher. La saliva masculina tiene testosterona y los
hombres prefieren los besos húmedos porque «inconscientemente
intentan transferir testosterona para provocar el apetito sexual
en las mujeres», según la experta. Además, este tipo de besos
podría ayudarles a «medir los niveles de estrógenos femeninos de
su pareja, para hacerse una idea de su grado de fertilidad».
En cuanto a las mujeres, el beso les sirve para detectar el
estado del sistema inmune de su posible pareja y saber «cuánto
se cuida».
Por otra parte, la antropóloga sostiene que existen tres
sistemas cerebrales diferentes que evolucionaron en el Homo
sapiens para permitir el aparejamiento y la reproducción. El
primero es el deseo sexual alimentado por la testosterona, tanto
en hombres como en mujeres. El segundo regula el amor pasional u
obsesivo y parece estar vinculado a una actividad elevada de la
dopamina, un estimulante natural. El tercero, que controla el
apego y permite a una pareja permanecer unida suficiente tiempo
como para criar hijos, está ligado a un nivel mayor de oxitocina.
El beso, probablemente, permite que se estimulen esos tres
sistemas, concluye Fisher. Fuente: Muy
interesante |
Pregunte sin Pena
F.F.: No tengo ningún
defecto físico o psicológico. Comencé mi vida sexual a los 20
años y siempre he tenido sexo en la posición tradicional (hombre
arriba /mujer abajo). Con mi actual pareja me siento de lo mejor.
La chica me gusta y nos entendemos, pero no puedo llegar al
orgasmo de la manera tradicional. Solo lo logro con ella doblada
de espaldas a mí (por favor, busquen un modo menos grotesco de
expresarlo). ¿Es esto normal? ¿Tendré algún problema que no
llego al orgasmo en la posición tradicional? Tengo 33 años.
Ni anormal, ni problemático.
Sobre todo si ustedes lo disfrutan de ese modo. En verdad son
múltiples las posiciones para llegar al orgasmo. Cada quien
tiene sus preferencias. Siempre que la pareja funcione sin
mayores dificultades, no hay razón para cuestionamientos.
Lo interesante es que para ti es
curioso que esta preferencia aparezca especialmente con ella.
Hasta ahora habías seguido con lo tradicional para ti. Es decir,
lo que entendías como la norma. Sin embargo, con esta muchacha
te es difícil acogerte a tu tradición. Rompes con tu propio
canon. Prefieres una posición que también te resulta algo
grotesca.
No es anormal, ni tiene que ser
problemático. Pero sí resultaría productivo para ti que retomes
tu pregunta en busca del porqué con esta muchacha, en este
momento de tu vida, disfrutas de un modo diferente.
Cada persona, cada relación,
cada cuerpo, cada alma evoca partes diferentes de nuestra
subjetividad. ¿Qué te evoca esta muchacha, su cuerpo, la
relación con ella? ¿Qué sientes cuando la amas de frente? ¿Qué
sucede cuando te da la espalda? Tal vez este sea un buen
comienzo para entender la particularidad que este nuevo amor
tiene para ti, hasta llevarte a romper con la que ha sido para
ti «la posición tradicional».
Mariela Rodríguez Méndez, Máster
en Psicología Clínica, consejera en ITS y VIH/sida,
psicoanalista |
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