En estos tiempos de crisis económica
global las ansias por la aparición de un suceso generador de
dinero mantienen en vilo a todo el aparato de la industria
cultural.Así, la muerte
del cantante estadounidense Michael Jackson provocó una «fiesta»
noticiosa en los grandes medios de comunicación, aunque no
fueron los únicos.
También se frotaron las manos los
dueños de sus canciones y todos aquellos que tenían en sus
reservas productos relacionados con el artista, quienes los
pusieron a la venta inmediatamente por todo Internet. Lo más
llamativo, es que la venta del nombre de sitios web dedicados al
artista se disparó hasta nada menos que diez millones de dólares
en el portal cibernético Ebay, como en el caso de
www.michaeljacksonthekingofpop.com.
Por otra parte, la muerte del Rey
del Pop hizo a varias decenas de personas —en especial sus
mayores acreedores—, halarse los pelos, como fanáticos en medio
de uno de sus conciertos, por los millones de dólares en deudas
que el astro nunca pagará.
La llamada de emergencia que se
generó en la vivienda del artista mientras se encontraba en
medio del paro cardíaco que acabó con su vida; sus deudas y
escándalos sexuales, sus récords de ventas y su hacer musical,
quedaron al descubierto en unos pocos instantes.
Televisoras como CNN «olvidaron»
súbitamente sus campañas contra líderes progresistas —en
especial la sostenida en detrimento del presidente iraní Mahmud
Ahmadineyad—, para dedicarse a cuanto chisme apareciera en torno
a Jackson.
Sí, porque la manera escogida
para «homenajear» al hombre que más discos vendió en la historia
de la música por el autoproclamado «líder mundial de noticias»,
fue la búsqueda de todos los trapos sucios del ex integrante de
los Jackson Five.
La razón de la especial cobertura
seguramente responde al interés de cobrar un poco más a sus
anunciantes, pues el aumento de los ratings de audiencia está de
sobra comprobado en estos casos.
Y pensar que hasta el miércoles
nadie se acordaba de Michael. No es que quiera resaltar sus
comprobadas dotes musicales ni justificar algunos de sus
agravios, pero, en cualquier caso, debe primar el respeto al
dolor ajeno.
Una vez más las grandes
sociedades de consumo probaron con sus actitudes que solo les
importa el dinero, no la obra de los hombres.
¿Y el dolor de su familia? ¿Alguien
se preguntó cómo se sentían sus niños? «Devastados», dijeron las
grandes agencias. «El mundo llora al Rey», titularon otras,
mientras debajo de ese mismo encabezado se leía «Jackson debía
300 millones de dólares y gastaba 30 millones más de los que
ingresaba». Luces y sombras, éxitos y fracasos de un mundo que
aplaude y repudia al mejor consumidor.
Es posible que en una semana la
histeria mercachiflista haya pasado y la mirada hacia el glamour
de otras grandes estrellas opaque lo que hoy no para de dar
vueltas alrededor del mundo. Lo cierto es que la felicidad más
pura no cabe dentro del cheque más jugoso del mundo, uno que
Michael Jackson nunca firmó.