El escritor cubano Senel Paz
recibió recientemente el Premio Puertas de Espejo
por su libro En el cielo con diamantes, en la
categoría ficción, y es considerado uno de los más
leídos en la isla antillana y en otros países
iberoamericanos. El autor del guión de la película
Fresa y Chocolate está en Venezuela a
propósito del II Simposio Internacional de Estética
y Cine que se celebra en Mérida. Vía correo
electrónico habla de literatura, cine, arte y
revolución.
"Estoy cerrando
un libro de relatos... Me preparo para una nueva
novela y retomaré un guión", contó (Cortesía)
-¿Son las mismas claves para escribir una novela
que para hacer un guión cinematográfico?
-Hay claves de la novela que siguen siendo válidas
para el guión y, por supuesto, hay mucha diferencia...
La literatura alcanza una libertad de expresión que
estimula al cine, y el cineasta puede encontrar en
los recursos propios de este lenguaje caminos para
alcanzar igual plenitud en la escritura del otro,
porque en el cine generalmente todo comienza en una
escritura. En mi opinión, detrás de toda buena
película hay o debe haber una novela que no se ha
escrito, pero sí se ha imaginado y vivido.
-Probablemente lo conocen más por ser el autor de
que por haber ganado el Juan Rulfo en 1990 u otro
mérito. ¿Qué ha significado esa historia en su
carrera? Fresa y Chocolate
-Es un punto importante en mi carrera, que recuerdo
tanto como cineasta como literato porque no se puede
olvidar que mi participación en la película es
únicamente como escritor, primero con el texto
literario que le da origen y luego escribiendo el
guión, lo que está en la pantalla, es la misma
historia reescrita y vuelta a vivir por mí para esa
circunstancia. El cine siempre es un acontecimiento
cultural más popular que la literatura, y a mí esto
me pasaba, en el contexto cubano, desde mi primera
película, Una novia para David, de 1985, y
que también se basa en mi obra.
-Ha dicho que "los mismos criterios de política
cultural que primaron (en la Cuba Revolucionaria)
terminaron demostrando su carácter erróneo, en
cuanto a la relación entre el arte y la revolución".
¿Cuál debería ser la relación entre arte y
revolución?
-Siempre hemos supuesto que en la revolución, en el
socialismo, es donde el arte y los artistas debían
encontrar toda la libertad y posibilidades del mundo,
donde la imaginación encontraría un cauce sin
fronteras de ningún tipo para expresarse, y que esto,
además, sería válido para todos, estaría al alcance
de todos sin más límite que el talento y la voluntad
y disciplina para el trabajo. Y esa es la relación
que yo creo que debe haber entre arte y revolución.
Sólo agregaría que la libertad es también un
ejercicio de responsabilidad. Hacer lo que me da la
gana no es exactamente ser libre, también puede
representar ser tonto. La libertad mal entendida es
el reino de los pillos y los mercaderes.
-Para algunos, la única forma de que un artista
sobreviva en un sistema como el cubano es haciéndose
complaciente con el poder. ¿Siente que eso es así?
-El arte se alimenta de los conflictos, de la no
complacencia y, de hecho, el arte producido en Cuba
-su cine, su literatura, sus artes plásticas, su
teatro- es uno de los más críticos con su realidad
de los que se producen en América Látina; el arte
cubano es ferozmente autocrítico. Esto ha creado
conflictos internos porque al sistema, como tú
dices, le cuesta trabajo entender la crítica como
parte de su propia dinámica, como parte y necesidad
del movimiento social. Esto quizás explica la no
exhibición de Fresa y Chocolate y otras
películas en la televisión. Ahora bien, muchas
contiendas políticas, con frecuencia de bajo nivel,
invaden el terreno del arte. Criticar es analizar,
reflexionar, y algunos lo confunden con lanzar
improperios contra los contrarios, ya sean los de
derecha o los de izquierda. El escándalo y el
insulto, como la alabanza y el fanatismo, no son
crítica, no son actos intelectuales ni artísticos.
-Todo el que publica ya no es anónimo. ¿Cómo
maneja su necesidad de estar a la zaga, alejado de
los bombos y platillos... con la literatura, que
hace trascender a los escritores más allá del
teclado de una computadora?
-Trato de promover mi obra, no mi persona. En Cuba,
evito salir en televisión... Trato de no meterme es
en discusiones políticas. Si no eres político, si no
aspiras a un puesto político, no tiene sentido. Yo
acepto de muy buen grado, más por mi naturaleza que
por espíritu democrático, que cada cual piense como
desee. Y por otro lado, mi poder de persuasión
tiende a cero. No puedo ser un proselitista, tampoco
me dejo convencer, me llevo por mis propios impulsos,
no por mi inteligencia sino por mis instintos y
sentimientos.