Para que vuelva el plátano

Juan Varela Pérez

El plátano es una de las viandas favoritas de los cubanos. La ausencia de este "tapón" agrícola deja en la cocina un vacío difícil de llenar. Los habaneros, al igual que en otros territorios, han tenido que enfrentar no pocas veces esa situación.

La siembra escalonada permitirá disponer de plátanos de edades diferentes, lo cual disminuirá las pérdidas ante el azote de huracanes.

La Empresa de Cultivos Varios de Artemisa, de bien ganada fama en ese cultivo, padeció en el 2008 las embestidas, casi pegadas, de dos huracanes. Tal azote prácticamente aniquiló, en plena producción, la totalidad de las casi 1 000 hectáreas dedicadas a esa vianda.

Partir de cero en una plantación de ciclo largo (son las que requieren cerca de un año entre siembra y cosecha), explicó a Granma el ingeniero Carlos Pérez López, director de la entidad, es una tarea que necesita de la voluntad y actitud de los trabajadores, la aplicación consecuente de la técnica —el riego eléctrico, por ejemplo— y una sistemática atención fitosanitaria.

Josvany Romero muestra satisfecho el plátano de esta finca de la Cooperativa de Créditos y Servicio Tomás Álvarez, uno de los campos arrasados por los huracanes. Fotos: Jorge Luis González

Hoy las empresas, a partir de una correcta estrategia, dejan atrás el monocultivo y consolidan la diversificación. Por eso la recuperación del plátano, que comenzó tan pronto los ciclones lo permitió, exigía el máximo de disciplina y organización.

Altos dirigentes del país recorrieron de inmediato los campos azotados y en pleno surco, en diálogo con los colectivos se establecieron compromisos: aprovechar todo lo que pudiera llegar a la población, el resto destinado al alimento animal e iniciar de inmediato las labores de saneamiento y clasificación de los daños.

Nada cayó del aire

Las orientaciones se hicieron realidad y hoy puede asegurarse —afirma Carlos Pérez— que los platanales de Artemisa están a punto de vestirse otra vez de gala. Los tallos muestran buena aparición y solo aguardan un poco más de sol y de lluvia para completar su obra.

En mayo, opinan especialistas y veteranos en el oficio como Josvany Romero, comenzará el despegue definitivo, el cual se espera que llegue a promediar las 1 200 toneladas mensuales.

Ni en tamaño ni en oferta cubren la demanda, pero por estos días se comercializan algunas cantidades en mercados capitalinos que, como es lógico, desaparecen en pocas horas.

La agricultura es así. El comportamiento del clima, seco y frío a partir del pasado noviembre, es ideal para la papa — en una gran campaña—, otras viandas y hortalizas. En cambio, retarda el desarrollo del plátano y el tiempo óptimo para la cosecha.

Tras el dramático y desolador panorama que dejan los huracanes, la agricultura se concentra en cubrir el bache con otros cultivos.

El plátano es un verdadero mártir en sufrir el atropello de los vientos. Todas las provincias, en mayor o menor escala, los padecen, La Habana es un cercano ejemplo. La casi totalidad de las más de 500 caballerías (una equivale a 13,41 hectáreas) dedicadas al plátano, alcanzaba un favorable ritmo productivo, cuando fueron virtualmente arrasadas.

El pésimo estado de 268 hectáreas impidió el empleo de la experiencia y la técnica disponibles. A veces los especialistas creen más oportuno y económico la política de borrón y cuenta nueva, o sea, partir de cero.

Organización y técnica

En Artemisa, al igual que en Güira de Melena, Melena del Sur y Nueva Paz, territorios punteros en el plátano, se estimula la siembra escalonada para tener siempre plantíos con edades diferentes. Este sistema evita la pérdida de todo lo sembrado ante el paso de huracanes. La sustitución, en las áreas de fomento, de los macizos por bloques, es otra de las medidas que reducen los daños ante adversidades climáticas.

Este trabajo no pretende revivir una historia conocida, esa que en el segundo semestre del 2008 le "robó" al plátano (macho o vianda) el traje de gala que ya vestía.

Después de un largo periodo en que su presencia era muy limitada y apenas llegaba a la tarima de los mercados, se puso en marcha en La Habana el Programa de Desarrollo Agropecuario. Para su ejecución el Estado invirtió y defendió con mucho celo y rigor los cuantiosos recursos que respaldan una transformación sustancial técnico-productiva y en la atención al hombre.

Los especialistas, entre ellos José Manuel Martínez, subdirector de Cultivos Varios de La Habana, reconocen que en organización y disciplina técnica falta mucho por lograr, pero valoran el apoyo del Estado, la influencia productiva de las modernas máquinas con riego eléctrico, la importancia de las fincas y la estabilidad que se alcanza con la vinculación del hombre al área.

Cubrir el vacío que deja el plátano, sin abandonar el resto de los cultivos, es un reto. Los agricultores saben que el pueblo aguarda por esta vianda y sus bondades. Ya sea como vianda o fruta, la familia se alegra de su presencia.

Por eso no se escatimaron esfuerzos ni recursos para retornar a los niveles de abastecimiento de agosto y septiembre pasados. El desarrollo del plátano, a diferencia de otras producciones, demora casi un año en dar frutos. Por eso se le incluye junto a la malanga y la yuca, entre los de cultivo de ciclo largo.

Ahora que Josvany Romero disfruta, en la Cooperativa de Créditos y Servicio Tomás Álvarez Brito, la belleza y el estado físico de su platanal, poco tiempo después de haber quedado en cero, se comprende el porqué no hablaban de lo que hacían. Recuperar el cetro que habían perdido era el compromiso. Y en nombre del colectivo subraya que "ya no son palabras, sino hechos, llegó el momento de mostrar el fruto de nuestro esfuerzo".

El trabajo ha sido tenaz, persistente, de muchos organismos, organizaciones e instituciones, pero podemos afirmar con satisfacción que el plátano volverá.