March 19, 2009
El Salvador: The Tables Have Turned

ORLANDO ORAMAS LEON 

Roque Dalton’s exciting and ominous verses come true. His desires, and those of thousands of his fellow countrymen who lost their lives in the revolutionary struggles, have stopped being utopias. 

In June, the Farabundo Martí National Liberation Front (FMLN) will govern in El Salvador, which radiated so much heroism against the dirty or "low intensity" war that the United States implemented from that land to all of Central America. 

In El Salvador alone, that policy encouraged with weapons, advisors and funding from Washington, resulted in 75,000 deaths, thousands of disabled war veterans and people disappeared, including entire communities massacred as in El Mozote. 

In that remote hamlet, the Salvadoran army massacred people for three days in December 1981. The soldiers arrived looking for guerrillas and only found defenseless farmers. The criminal operation extended to adjacent communities and over a thousand people died in that killing. 

Twenty eight years later, and sixteen after signing the peace accords that put an end to war, the FMLN will govern under the leadership of Mauricio Funes, its president elect, who will have Salvador Sanchez —an ex-guerrilla leader and revolutionary fighter of the like of Schafik Handal— in the vice-presidency. 

The Front had won the municipal and legislative on January 18, when it obtained many important city halls. In the Legislative Assembly, it won 35 of the 84 seats, the largest single group, but 43 votes are necessary to have the majority. 

June marks the inauguration of the FMLN president. Left behind, are 20 years in which El Salvador was governed by the Nationalist Republican Alliance (ARENA), the party founded by ex major Roberto D´ Aubuisson, born during the days of the onslaught of local oligarchy and the United States against progressive forces, and splashed with the blood shed by the death squads at their service. 

No wonder Funes, 49, a journalist and a strong critic of the outrages of the ARENA people in the exercise of his profession, dedicated his electoral victory on Sunday to Monsignor Arnulfo Romero, assassinated at his pulpit by assassins hired by the extreme right. 

The campaign of falsehoods successfully used by ARENA in the three previous elections was useless this time. The anti-communist rhetoric, outright lies, and control over the mass media, couldn’t prevent the maturing of popular awareness and the FMLN victory. 

To achieve this goal the Salvadoran people had to suffer the neoliberal wave that privatized the main public services, but above all the consequences of a situation of poverty that, together with the high rates of crime and violence, have become the main challenges of the next government. 

Data gathered in 2004 by the Economic Commission for Latin America and the Caribbean (ECLAC) revealed that 47.5% of the population lives in absolute poverty, and 19% in abject poverty, while thousands of people survive in the informal economy or are underemployed. The health situation is the reflection of the abandonment and the privatization promulgated by ARENA: every eight days a child dies from diarrhea, a scene of mortality that nurtures itself on the affects of other preventable diseases. 

El Salvador, of barely 21,000 square kilometers, occupies first place on the list of assassinations in the continent, with a rate of 67.8 homicides per every 100,000 inhabitants. 

This social panorama was hiding behind what one day former US president George W. Bush described as “a puff of fresh air” in El Salvador, precisely when the airs of change were beginning to blow in Latin America.   

El Salvador was the only country in the region to send troops for the occupation of Iraq and a holdover supporting Bush administration’s positions in Central America. Now it joins others in the region where the defense of sovereignty, social justice, and continental integration, are a priority.  

TRANSLATION: Granma


http://www.granma.cubaweb.cu/2009/03/19/interna/artic01.html

   
    El Salvador: el turno del ofendido

ORLANDO ORAMAS LEÓN

Los versos trepidantes y agoreros de Roque Dalton se hacen realidad. Sus anhelos y el de miles de sus compatriotas que perdieron la vida en el paritorio de las luchas revolucionarias dejan de ser utopías.

En junio próximo el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) será gobierno en El Salvador, el llamado Pulgarcito de América que tanto heroísmo derrochó contra la guerra sucia o "de baja intensidad" que Estados Unidos implementó desde esa tierra hacia toda América Central.

Solo en El Salvador esa política, alentada con armas, asesores y dólares desde Washington, dejó saldo de 75 000 muertes, miles de mutilados de guerra y otros miles de desaparecidos, amén de prácticas de tierra arrasada como la matanza de El Mozote.

En esa remota aldea el ejército salvadoreño estuvo masacrando durante tres días de diciembre de 1981. Llegaron buscando guerrilleros y solo encontraron indefensos campesinos. El criminal operativo se extendió a los caseríos adyacentes. Más de un millar de personas murieron en la matanza.

Veintiocho años después, y 16 de firmados los acuerdos de paz que pusieron fin a la guerra, el FMLN será gobierno de la mano de Mauricio Funes, su presidente electo, quien tendrá en la vicepresidencia a Salvador Sánchez Cerén, ex miembro de la Comandancia General de la guerrilla y consecuente luchador revolucionario de la estirpe de Schafik Handal.

Antes el Frente había ganado las elecciones municipales y legislativas del pasado 18 de enero, cuando alcanzó numerosas e importantes alcaldías. En la Asamblea Legislativa ocupó 35 de los 84 curules, la mayor bancada, pero se precisan 43 votos para imponer la mayoría.

Junio marcará la toma de posesión del FMLN y detrás quedarán 20 años en los que El Salvador fue gobernado por la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), el partido fundado por el ex mayor Roberto D´ Aubuisson, nacido al calor de la arremetida de la oligarquía local y EE.UU. contra las fuerzas progresistas, y salpicado con la sangre derramada por los escuadrones de la muerte a su servicio.

No en balde Funes, 49 años, periodista y fuerte crítico de los desmanes "areneros" en el ejercicio de su profesión, dedicó su victoria electoral del pasado domingo a monseñor Arnulfo Romero, asesinado en el púlpito por los sicarios de la ultraderecha.

De poco sirvieron esta vez las campañas de mentiras que ARENA implementó con éxito en los tres comicios anteriores. Su retórica anticomunista, sus infamias y el control sobre los medios de comunicación no pudieron impedir la victoria del FMLN ni la maduración de la conciencia popular.

Para llegar a ello el pueblo salvadoreño debió sufrir la ola neoliberal que privatizó los principales servicios públicos, pero sobre todo una secuela de pobreza que se convierte, junto a la alta criminalidad y violencia, en los principales retos del próximo gobierno.

Datos del 2004 de la CEPAL revelan que el 47,5% de la población vive en pobreza total y el 19% en extrema pobreza, mientras miles de personas sobreviven en la economía informal y el subempleo. El cuadro sanitario es reflejo del abandono y la privatización promulgadas por ARENA: cada ocho días muere un niño víctima de la diarrea, un cuadro de mortalidad que se nutre con el azote de otras enfermedades prevenibles.

El Salvador, con apenas 21 000 kilómetros cuadrados, ocupa el primer puesto en el ranking de asesinatos en el continente, con una tasa de 67,8 homicidios por cada 100 000 habitantes.

Tal panorama social se escondía detrás de lo que un día el ex presidente norteamericano George W. Bush calificara a El Salvador como "un soplo de aire fresco", precisamente cuando en Latinoamérica asomaban los aires del cambio de época.

El país que fue el único de la región en enviar tropas para la ocupación de Iraq, y el reducto para las posiciones de la administración Bush en América Central, se une a otros donde se privilegia la defensa de la soberanía, la justicia social y la integración continental.