Juventud Rebelde
July 31, 2005
Militants of hate
By Lázaro L. Fariñas

A CubaNews translation by Ana Portela. Edited by Walter Lippmann
http://www.jrebelde.cu/2005/julio-septiembre/jul-31/opinion.html 

It is not easy to write a column from Miami to publish it in Havana. The effort is twice as hard because the purpose of the column is to give the Cuban people a more or less objective view about the reality we live in this city. If one wants to keep his sanity, one must stop listening to the Spanish radio transmissions; but to write on the subject we have to listen once in a while.

The craziness of Miami radio creates an insane state in listeners. Alienation, mixed with malice, is shared between listeners and program narrators and directors. The radio spaces are open to those who think like them; those who do not are cut from the air. A kind of alienated symbiosis is created between those who call and the alienated people in the studios. These are known by name, they have friendly relations, ask about the family, their health problems. A provincial environment of conversation is created where the main theme is to talk poorly of Cuba, criticize everything done there and, in general, disparage the Cuban who lives in the island. The issues border on hysteria when an extraordinary event occurs in Cuba. Hate hits a home run and human misery reaches almost incredible heights.

Two events have recently occurred, regarding our homeland, and placed this element in effervescence. One occurred in Cuba with the terrible hurricane Dennis that hit the Island from east to west and the other occurred in Miami with the firing from The Miami Herald of a well-known journalist who has been a constant critic of the fanatical Cuban-American extreme right.

The hurricane brought out the worst in this breed which calls the programs with open microphone. The reason for so much hatred was the idea behind the request to George W. Bush's administration, by some moderate groups in Miami, to temporarily set aside measures decreed against Cuba last summer. The moderates want to send aid to the island. The militants of hate, amidst hysterical cries, called the radio programs to shout that the infamous sanctions should not be lifted, that what had to happen was to tighten the screws to influence the people to rise up against the government, allowing Bush to send his marines to invade the island. It is a real shame to see people who were born in that land talking with so much contempt about the Cuban people.

The Miami Herald columnist, Jim DeFede, was fired from the newspaper. The Herald alleged that DeFede had taped a conversation with a commissioner accused of corruption minutes before he shot himself. The paper's editor alleged the journalist taped the conversation without the consent of the politician and that action was illegal. Of course, it is obvious that the editor took advantage of the illegality committed by the journalist to fire him. Recently Defede was in Cuba researching the blowing up of the Cubana de Aviacion plane in Barbados in 1976 and the bombs placed in Havana during the 90s.

Aside from the criticism he has leveled for years against the Cuban-American extreme right, for some time he had been writing articles on the links of Posada Carriles to those terrorist acts. It all seems to indicate that they had their sites on him and when he made the first mistake, they threw him out of the paper. The editor called him to the office and fired him, while the body of the suicide politician was still warm in the morgue. What a coincidence that the editor of the Herald is a Cuban-American!

The DeFede case opened a wave of hate by the “patriotic” Miami radio. Just when the effect of the hurricane that hit Cuba lessened, this wave of insults against him began. Radio broadcasters and listeners have expressed pleasure for his expulsion. They are happy. They have used all sorts of insults, publicly enjoying that a truly independent journalist has been removed from their midst.

That is the Miami radio. Over is the hurricane and the journalist’s case, but hurricane winds are blowing on other subjects to prevent hate from lowering its guard and continue to shout militantly in Spanish in that Miami where we live through quirks of fate.

Juventud Rebelde

Militantes del odio

Lázaro L. Fariñas

http://www.jrebelde.cu/2005/julio-septiembre/jul-31/opinion.html 

No es nada fácil escribir una columna desde Miami para que esta sea publicada en La Habana. El esfuerzo es doble, si la intención de escribir la columna es la de dar al pueblo de Cuba una visión más o menos objetiva sobre la realidad en la que uno vive en esta ciudad. Si aquí uno quiere mantener la sanidad mental, definitivamente tiene que dejar de oír la radio que transmite en español, pero para escribir sobre el tema, de vez en cuando tiene que sintonizarla.

La locura de esa radio miamense crea un estado demencial en sus oyentes. La enajenación, mezclada con la mezquindad, es compartida entre los oyentes y los locutores y directores de programas. En los espacios que abren sus micrófonos para oír la opinión de los radioescuchas que piensan como ellos, los que no piensan como ellos inmediatamente son cortados del aire. Se crea una especie de simbiosis alienante entre los que llaman y los enajenados que están en los estudios. De llamar siempre los mismos, se conocen con nombre y apellido, se tutean entre ellos y hasta se preguntan por sus familiares y sus achaques de salud. Se crea un ambiente provinciano de conversación en el cual el tema principal es hablar mal de Cuba, criticar todo lo que allí se hace y en general, desprestigiar al cubano que vive en la Isla. La cosa se pone al borde de la histeria cuando algo extraordinario sucede en relación con Cuba. El odio batea de jonrón y la miseria humana alcanza niveles casi inalcanzables.

Dos hechos en estos días han ocurrido, relacionados con nuestra patria, que han puesto a este elemento en estado efervescente. Uno ocurrió en Cuba y fue el terrible ciclón Dennis que azotó la Isla desde oriente hasta occidente, y el otro ocurrió en Miami, y fue la expulsión del periódico local The Miami Herald, de un famoso periodista norteamericano que ha sido un constante crítico de la extrema derecha fanática cubanoamericana.

Lo del ciclón sacó lo peor de esa ralea que llama a los programas de micrófono abierto. La razón para tanto odio fue la idea de algunos grupos moderados de Miami de pedirle al gobierno de George W. Bush la suspensión temporal de las medidas tomadas en contra de Cuba el verano pasado. Los moderados querían hacer llegar ayuda a la Isla. Los militantes del odio, con gritos histéricos, llamaban a las emisoras de radio para decir que no se podían levantar las infames sanciones, que lo que había que hacer era apretar para que el pueblo se alzara en contra del gobierno y así Bush mandara los marines a invadir la Isla. Pena ajena da ver a personas que un día nacieron en aquella tierra hablar con tanto desprecio del pueblo de Cuba.

El columnista de The Miami Herald, Jim Defede, fue botado del periódico. El The Miami Herald alegó que Defede había grabado una conversación que sostuvo con un comisionado, al que se le imputaban cargos de corrupción, minutos antes de que el hombre se diera un tiro en la cabeza en la sala de espera del edificio del diario. La empresa alegó que el periodista hizo la grabación sin el consentimiento del político y que eso era ilegal. Claro, se sabe que el editor aprovechó la supuesta ilegalidad cometida por el periodista para expulsarlo. Defede había estado recientemente en Cuba investigando sobre la voladura del avión de Cubana de Aviación en Barbados en 1976 y las bombas que estallaron en La Habana en los años 90. Aparte de las críticas que por años le ha hecho a la ultraderecha cubanoamericana, desde hacía algún tiempo estaba escribiendo artículos de opinión sobre las vinculaciones de Posada Carriles y estos actos terroristas. Todo parece indicar que estaban velando a Defede para que, al primer error que cometiera, sacarlo del periódico. El editor lo llamó a su oficina y lo puso de paticas en la calle, cuando aún el cadáver del político suicida yacía tibio en la morgue de la ciudad. ¡Qué casualidad!, el editor del Herald es cubanoamericano.

El caso de Defede destapó otra oleada de odio en la radio patriotera de Miami. Apenas se había comenzado a aplacar lo del ciclón en Cuba, cuando empezó la andanada de insultos contra él. Tanto locutores como oyentes se han dado gusto en estos días por su expulsión. Están contentos. Al hombre le han dicho hasta botija verde, alegrándose públicamente de que un verdadero periodista independiente haya sido arrancado de su medio.

Esa es la radio de Miami. Ya pasó lo del ciclón y lo del periodista, pero como ráfagas huracanadas vendrán otros temas para que el odio no baje su guardia y siga oyéndose estridente y militantemente en español, en este Miami en que, por causas del destino, nos ha tocado vivir.