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Publicadas el 11 de julio de 2008

 Comentario de la Dirección de Granma

Epidemia del maltrato

En las Cartas a la dirección abundan los malos ejemplos de los empleados de tiendas, cafeterías y otros centros comerciales, gastronómicos y de servicios, personal de recepción e información de una gama de instituciones y entidades¼ , reflejados con "pelos y señales" (lugar, horario y hasta nombres de quienes incurren en negativas actitudes), pero donde resulta más lamentable es cuando suceden con los trabajadores e, incluso, funcionarios, de áreas u oficinas de "Atención a la población".

Pareciera que unos y otros olvidan que su razón de ser, misión, contenido de trabajo¼ es, precisamente, atender personas¼ y bien. Como también que ellos mismos pueden sufrir de esta "epidemia" del maltrato cuando requieran de una información, orientación, trámite o servicio.

Llenaríamos nuestras dos páginas si transcribiéramos el extenso anecdotario que los lectores nos trasladan. A veces, y no pocas, el usuario, cliente, público en general que solicita algo¼ choca con dos primeros problemas: que se cumplan los horarios de apertura, meriendas, almuerzos y que se percaten de que está ahí y no se molesten porque le interrumpieron una conversación o una llamada telefónica, no exactamente de trabajo.

Después, si logra —casi nunca— obviar su molestia por la interrupción y no espetó algún "no ve que estoy ocupado-a, tiene que esperar", habría que ver si puede responder sin negativas o "peloteos" la pregunta o solicitud¼ , si hay lo que pide o no recaba de un cambio (cuando se trata de la compra de un artículo) o si está en el día, el horario o el término del servicio, trámite o información que pide o reclama, aun cuando en algunas oficinas la información colocada en un mural indique que sí; si el funcionario que busca se encuentra, y si es así, si atiende diligentemente al que le "toca" o tiene "clientes" por otras vías¼ En fin, que habría muchos más "si" condicionantes, avalados por cientos de anécdotas.

De lo que se trata es de admitir que nos falta esa imprescindible cultura de la atención a la gente, que décadas atrás se resumía en la sencilla y loable frase "mi trabajo es usted", hoy casi excepcionalmente aplicada por los trabajadores de estos puestos. Y más que todo, comprender lo imperioso que resulta revertir estas inapropiadas conductas de los servidores públicos.