La Habana, lunes 1 de diciembre de 2008. Año 12 / Número 334

La conquista del siglo

Anneris Ivette Leyva y Yaimí Ravelo (fotos)

Enriqueta, Ignacio, Arcadio y Hortensia, acompañados de todos nuestros centenarios, bebieron el cáliz de lo eterno en copa de madera. Quizás sus longevidades sean la prueba definitiva de que consumo desmedido es antónimo de salud y entonces demos razón a la simpleza de los ascetas, de los seguidores de Diógenes y de los estoicos.

¿Cuántos denostadores de la clásica sopa se arrepentirán al ver la firmeza con que, a sus 104 años, la sorbe Hortensia Cueto?

Quienes hoy en Cuba rebasan la centuria vieron acontecer la historia: en el ámbito universal, las dos guerras mundiales y el crack de 1929. En lo nacional, la primera mitad de sus años transcurrió en medio de una república coja, resultado de la primera guerra imperialista.

Luego sobrevino el triunfo de la Revolución, empresa de gigantes que puso en sus brazos de adultos mayores el imperativo de refundar una nación. Y aun después de tantas fechas impactantes, para ellos la vida ha sido más sencilla que la nuestra...

Según la psicogeriatra Josefa González Picos, de la Dirección Nacional de Atención al Adulto Mayor, nuestros centenarios no han vivido angustiados por patrones consumistas que les indiquen cómo debe ser una existencia digna, a juzgar por los últimos dictámenes del mercado. Para ellos alimentarse es no tener el estómago rugiendo, da lo mismo si el vacío lo llena un mendrugo de pan o un plato de garbanzos.

Con la experiencia que acumulan 108 años de vida, ¿quién podrá derrotar en el dominó a Ignacio Cubilla?

"Siempre han sido muy optimistas, realistas y objetivos. Valoran los problemas en su justa medida y tienen fe en que existe solución para todo. La tendencia a padecer tensión o estrés, tan usuales en nuestros tiempos, en ellos es muy baja", explicó.

Cuando se consultan estas y otras conclusiones del estudio cubano dedicado a las supervivencias excepcionales, primero de su tipo en el mundo en ofrecer cobertura nacional, pocas dudas restan de cómo influyen los estilos y la percepción de la vida en cuánto y cómo vivimos.

El quid de los que llegaron

Los múltiples investigadores que llevaron a cabo el proyecto de las longevidades excepcionales en nuestro país, detectaron un total de 1 488 personas con 100 años o más, la mayoría naturales de Cuba. En relación con la densidad poblacional, las provincias con más centenarios resultaron ser Ciudad de La Habana, Villa Clara y Santiago de Cuba.

No por fortuna la placidez desborda la mirada de Enriqueta Herrera, con 106 veranos cumplidos. La serenidad ha sido acompañante y artífice de su longevidad.

La pesquisa reveló que en la Isla, por cada 1 200 adultos mayores aproximadamente, existe un longevo excepcional. De ellos, alrededor de un centenar y medio están en el rango de 105 y 109 años, y 6 pasan los 110.

En la muestra predominaron las mujeres, constatándose que efectivamente, en contra de toda aspiración machista, este es el sexo más fuerte.

Para los fanáticos del determinismo genético se concluyó que, aunque la mayor parte de los centenarios tuvo padres longevos, los cromosomas solo influyeron en un 35%; el resto estuvo a cargo de los estilos de vida desarrollados.

Arcadio Radillo aún conserva la expresión incrédula de quien conquista un siglo de vida.

Si bien esto pudiera parecer contradictorio, los investigadores afirman que el factor genético solo fue capaz de protegerlos hasta el nivel señalado y que el cumplimiento de otras variables fue más determinante en el alcance de sus longevidades extremas. Dicho de forma explícita, no hay herencia que soporte el vicio, la negatividad o la vagancia.

El estudio determinó, además, que en los centenarios de Cuba no hay predominancia de hábitos tóxicos, como alcohol o tabaco. Su dieta alimenticia, sin pretensiones de grandeza, fue tan balanceada como sus posibilidades les permitieron, y la mayoría siempre se manifestó satisfecha con su existencia, aseguró la doctora Mirta de los Ángeles, también participante de esta investigación.

Aunque por lo general no practicaron deportes sistemáticamente, estas personas siempre se mantuvieron activas y motivadas con algún proyecto durante su ciclo vital. Ello les permitió salir airosos del maratón transecular y no llegar a las cumbres de sus edades incapacitados: más de la mitad conserva la movilidad y puede asumir tareas cotidianas, así como la mayoría ha conquistado la novena década sin deterioro cognitivo.

Las enfermedades crónicas que padecen, como diabetes e hipertensión, no son transmisibles y los limitan poco. Más del 90% no se automedica y de los que ingieren medicamentos por estricta necesidad, consumen menos de cuatro.

Contrariamente a la tendencia mundial, donde por lo general estos se encuentran en instituciones especializadas para su cuidado, en Cuba casi todos los centenarios viven acompañados. La familia les brinda apoyo, afecto y permanece atenta a sus necesidades. La comunidad, por su parte, los dignifica.

http://www.granma.cubaweb.cu/2008/12/01/nacional/artic01.html