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La Habana

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El ejercicio de pensar:
una urgencia para la Revolución socialista*

Diosnara Ortega González • La Habana
Fotos: Kaloian ( La Jiribilla)


Fernando Martínez Heredia vuelve con el ímpetu de la primera batalla a interpelar el proyecto socialista cubano. Como en otras ocasiones la pertinencia de su obra está ―además de en los contenidos mismos que expone― en el contexto en que se presenta.

El ejercicio de pensar es el título del último libro de Fernando Martínez Heredia.  Publicado  por el Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello y por Ruth Casa Editorial, este compendio recoge un grupo de ensayos, conferencias, entrevistas y ponencias realizadas por el autor en distintos momentos desde 1966 hasta el 2007. Todos estos trabajos están seguidos por un mismo espíritu político y teórico: la necesidad de un pensamiento crítico que indague en las posibilidades del socialismo cubano y los modos de superar esas posibilidades.

Una revolución socialista en el poder debe tener como principal fin la transformación constante en busca de un ser humano más consciente de su realidad y de sus acciones dentro de esa realidad, un ser humano sobre todas las cosas más humano. Sin embargo, no siempre la revolución ha logrado transitar de las transformaciones institucionales a las transformaciones culturales.

Es la cultura el espacio principal desde el cual, según Martínez Heredia, se deben revolucionar las relaciones entre los hombres y mujeres.  El pensar esos modos tradicionales de relacionarnos, esos modos de ser y de hacer en el mundo, contribuye a la formación de una conciencia humanística de las personas.

Los cambios avizorados, esperados, y hasta anunciados para Cuba, urgen más que nunca de un ejercicio de conciencia social y política, de pensamiento social crítico y revolucionario. La inmediatez de los problemas y sus soluciones, a la que en esta obra hace referencia Martínez Heredia, necesita estar acompañada de un ejercicio minucioso, profundo y abierto del pensar. Renunciar a la necesidad de cuestionar nuestra realidad, los conflictos y posibles soluciones desde un estudio profundo del pasado y del futuro, es decir de la historia, bajo pretextos de inmediatez o de cualquier otro tipo, solo contribuirá a, primero: aumentar las posibilidades de repetir o ensayar errores posibles de evitar; y, segundo: a conseguir que esas soluciones respondan a las necesidades de una parte de la sociedad y no a toda la sociedad. Con lo cual esas soluciones serán apoyadas únicamente por aquel sector al que favorece y no tendrá el apoyo de todos los grupos sociales o al menos de sus mayorías,  vital para el poder socialista.

Esta coyuntura de la realidad cubana es en la que aparece El ejercicio de pensar, provocador y certero. Como un surtidor de interrogantes, su autor demuestra la trascendencia de preguntas que no deben abandonar nunca el proyecto revolucionario cubano mientras las condiciones que las producen no sean transformadas. El arte en que Fernando genera estas preguntas tiene dos espacios: el del propio libro, es decir, las preguntas aparecen en el texto mismo como sentencias hacia el futuro; y el de la subjetividad de sus lectores. Esta pudiera parecer una característica de toda obra humana, pero en el caso del libro que nos convoca, se teje una fina red de provocaciones en la que el lector es llevado todo el tiempo a un intenso ejercicio de pensamiento. Ese ejercicio de pensamiento motivado por las problemáticas que el autor presenta, estará enriquecido por las vivencias, expectativas, y sobre todo por las propias interrogantes de cada una de las personas que se acerquen a sus páginas.

El marxismo desde el que se levanta la obra de Martínez Heredia es un marxismo que aspira sobre todas las cosas a la liberación humana con justicia social, un marxismo que problematiza su realidad desde las contradicciones propias que la sustentan. No responde a un cuerpo teórico con leyes y categorías predeterminadas en un ejercicio de colonización ideológica como lo fue el marxismo soviético, es decir su vertiente determinista y dogmática. Estas contradicciones entre las distintas vertientes del marxismo europeo y latinoamericano, son analizadas por el autor a fin de comprender los contextos que han impedido o frenado un pensamiento crítico comprometido con los intereses de las mayorías anónimas y no con elites de poder.

El primero de los trabajos[1] que abre el libro nos introduce en un recorrido histórico por el pensamiento social durante la revolución que en ocasiones necesita dar saltos a momentos anteriores a 1959. No solamente se trata del trabajo más reciente incluido dentro de este compendio, sino del más completo y maduro en cuanto al análisis de los contextos en que se ha producido el pensamiento social y sus expresiones en ideologías antagónicas.

Aquí el autor problematiza —no apunta, no describe—  el estado del pensamiento social en la Revolución, sus saltos y retrocesos en los tres períodos de la revolución en el poder. Para este ejercicio se vale de un análisis marxista de la historia del pensamiento en el que emerge una tradición de pensamiento revolucionario anterior a 1959, y cómo esa tradición ha sido invisibilizada u olvidada, a tal punto de parecer ausente.

En esta historia del pensamiento toma un espacio importante las apropiaciones de los distintos marxismos, así como sus aportes y usos. El intenso análisis de Martínez Heredia presenta los cuerpos en lucha de un marxismo autoritario frente a otro liberador. Y todo ello relacionado con las prácticas políticas dogmáticas, fomentadoras de una interpretación ahistórica de la realidad, que cobraron poder a partir de los años 70.

El autor estudia la influencia del socialismo y del marxismo soviéticos en la revolución, es decir, no solo la copia de un cuerpo teórico, sino de una práctica científica y política específica del socialismo soviético. En este ejercicio se llama la atención sobre cómo este proceso estuvo aparejado con una pérdida del marxismo revolucionario y nacional, problematizador de las luchas propias de nuestra sociedad.
 

La sucesión de los trabajos recogidos en este libro, aparecen como una sucesión de batallas contra el dogmatismo, contra el positivismo, contra la colonización mental y cultural. Aparecen como una sucesión de batallas liberadoras del ser humano y del proyecto socialista cubano. Explica cómo funciona el dogma y el determinismo en las revoluciones, o al menos cómo nos ha sido tan funcional en una revolución que intenta ser socialista.

La obsesión por la organización, la planificación determinista, la seguridad de los pronósticos, todo ello son necesidades culturales contradictorias al socialismo como modo de vida creativo, libre y liberador. La herramienta tanto para luchar contra ese afán por la programación ilusoria y risible, así como para alcanzar una conciencia mayor sobre los porqués, las consecuencias, los pasados, los futuros, está en un pensamiento crítico, complejo, de inclusión, de compromiso político con los otros.

Resulta interesante apreciar como a través de trabajos escritos en diferentes etapas (2007, 2006, 2005, 2002, 2000, 1994,1966) el autor mantiene una misma lucha y un mismo interés en utilizar el pensamiento como base de todo cambio y de toda esperanza de cambio.  En este recorrido también se vislumbra una profundización en las problemáticas una y otra vez presentadas con mayores niveles de complejidad en su análisis y en el método de su exposición.

A pesar de que los trabajos no aparecen organizados en orden cronológico, se valora en el ir y venir del tiempo mediante sus páginas, una problematización que en ocasiones se apoya en análisis coyunturales, pero en su mayoría se vale de explicaciones generales: de los procesos que trascienden coyunturas específicas. Es apreciable cómo hay una radicalización del marxismo en su pensamiento a pesar, o quizás por ello, que hay menos utilización en su lenguaje de categorías  acuñadas dentro de la teoría marxista, aunque no exclusivas de ella en todos los casos, tales como: falsa conciencia, ideología del proletariado, comunismo, entre otras. 

Este libro no es solo una panorámica del pensamiento social en la revolución, sus usos, contribuciones, luchas, condicionamientos, sino un recorrido por los últimos 50 años de Revolución en el poder y también una esperanza liberadora sobre el poder de las revoluciones, el poder para construir y para romper, para rescatar y para olvidar, el poder de las paradojas que cuando se separan de la producción analítica, de las problematización de sus naturalezas, se vuelve un poder al servicio del azar, de causas  sobrenaturales,  del sentido común, o de cualquier otra máscara tras la cual se esconde el verdadero poder.

Desde esta relación entre pensamiento y poder,  Martínez Heredia denuncia  cómo “el pensamiento social solo  puede existir, desarrollarse y servir de algo a la sociedad y sus tareas principales si tiene autonomía, mantiene sus normas e identidad específicas, goza de libertad de investigación y sabe ir más allá de lo que piden la reproducción de la vida social y las necesidades visibles.”[2] El libro no es un ejercicio teórico, sino una lucha política por rescatar una tradición de pensamiento social revolucionario que contribuya al proyecto, aun cuando ello implique desafiar el poder.

Con esta obra se rescata la necesidad y el sentido de ser un militante al servicio de la revolución. Un militante que necesariamente tendrá que velar por el ejercicio pleno del pensamiento crítico. Un ejercicio que no puede ser reducido siquiera a un grupo determinado como los intelectuales, sino que debe de ser una actitud de todos los militantes revolucionarios. “Pensar por ser un militante y no a pesar de serlo”[3], afirma en una ocasión.

Fernando lleva al lector a tomar conciencia sobre la importancia de recuperar la historia desde una historiografía de los procesos y no solo de los hechos, que contribuya a la cultura política de los cubanos. Una cultura política que necesita alejarse de ese “liberalismo oral inocuo”[4], que no piensa los problemas fundamentales, ni produce un análisis que trascienda la emotividad del orador como protagonista omnipotente de la historia.

Cuando el lector termine la lectura de este libro algunas preguntas y aseveraciones quedarán resonando en su conciencia largamente, por ejemplo: “¿Cómo equipararse con el mundo sin servilismo, sin nuevas colonizaciones?”[5].  “Habrá que ser creativos y no solo resistentes”[6]. “La lucha por reformas económicas, necesarias por la situación precaria de la mayoría de los proletarios, engendra actitudes políticas reformistas, forma de adecuación práctica a la hegemonía de los explotadores”[7].

El ejercicio de pensar puede ser para algunos además de un libro incómodo, una actitud molesta. Allí donde las páginas de este libro suenen puntillosas, acusadoras, será un lugar donde el dogmatismo, el autoritarismo, la homogeneidad, dominan. Es allí donde "el ejercicio de pensar" puede ser más útil. ¿Quiénes temen al ejercicio abierto, democrático, pleno y diverso del pensar? ¿Quiénes posponen el debate para momentos "más pertinentes"? Como si también los conflictos aguardaran a momentos más idóneos, como si el propio pensamiento se rigiera por voluntades políticas dogmáticas y no por una necesidad cultural de buscar explicaciones a nuestros  problemas.

No me gustan los adjetivos, a su autor tampoco, pero este es un libro osado, como corresponde a los verdaderos revolucionarios. Es imprescindible este libro en el contexto cubano actual, un contexto que presupone cambios. Nunca antes los cambios en la revolución meritaron tanto rigor en sus análisis, tanto debate real y no puesta en escena.  Estudiar, analizar, pensar nuestra realidad hacia el pasado y hacia el futuro, hacia dentro y hacia fuera, sin obviar sus contradicciones, sin simular sus errores y luchas, es imprescindible para empezar otra etapa dentro de la revolución. Esta nueva etapa tendrá que ser más revolucionaria, más inclusiva, más sincera, más liberadora, más participativa y más profunda. El ejercicio de pensar nos evoca  toda la complejidad de estos retos y su urgencia.

 


[1] Se refiere a la conferencia Pensamiento social y política de la revolución, pronunciada el 3 de julio de 2007 en el Instituto Superior de Arte como parte del ciclo La política cultural del período revolucionario: memoria y reflexión, organizado por el Centro Teórico-Cultural Criterios.

[2] Martínez Heredia, Fernando. El ejercicio de pensar. Ed ICIC Juan Marinello & Ruth Casa Editorial. La Habana, 2008, p.28

[3] Ibídem. p 35

[4] Ibídem. p 94

[5] Ibídem. p 104

[6] Ibídem. p 105

[7] Ibídem. p 141

 

 

 

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