La Habana, viernes 18 de julio de 2008. Año 12 / Número 199

Crónica de un espectador

Personal belongings

ROLANDO PÉREZ BETANCOURT
rolando.pb@granma.cip.cu

http://www.granma.cubaweb.cu/2008/07/18/cultura/artic04.html

Personal belongings insiste, con dignos aportes para una ópera prima, en lo que ya se ha convertido en un tema imprescindible de la cinematografía cubana, "los que se van y los que se quedan".

Arduo ha sido el recorrido de su director, Alejandro Brugués y del productor, Inti Herrera, para llevar a la meta este proyecto de cine en construcción: un premio aportando unos cuantos pesos por aquí, otro lauro por allá, y la cinta crece y mejora en sus soportes técnicos, mientras los que le siguen el rastro recuerdan aquella Película del rey, argentina y ganadora de un Coral en La Habana, que hablaba de las vicisitudes materiales y de los 20 inventos para cristalizar un proyecto cinematográfico, cuando el bolsillo no responde a los requerimientos de la producción.

Desde su mismo comienzo, Personal belongings teje sobre los personajes el misterio de lo indefinido. Son conductas obsesionadas con un fin, dejar atrás la Isla, sin que por el medio se subrayen las causas sociales, políticas o económicas que pudieran estar implicadas en el asunto. Patético y a la vez hilarante resulta el personaje de Osvaldo Doimeadiós montando posta bajo la lluvia a las puertas de una embajada. Lo mismo sucede con su amigo y protagonista de la historia, Caleb Casas, dispuesto a contar una vez tras otra su cuento impactante y transfigurado (la madre muerta y ligada de alguna manera al país representado por el diplomático de turno, que pudiera expedir el ansiado documento que lo coloque en un avión).

El caso del simpático joven que por el momento "planta y no vuela" (Roly Peña), porque la vida ha comenzado a sonreírle en lo material y en lo amoroso, es diferente: dejará de pensar en futuros promisorios, mientras sea capaz de vivir intensamente lo que tiene.

Aunque la película esquiva los factores sociológicos, se centra en un grupo de jóvenes pertenecientes a una última generación de cubanos, no interesados ellos —-porque así lo estipula el guión, del mismo director— en analizar las causas de sus incertidumbres existenciales, sino en quitárselas de encima abriendo océanos de por medio. A la espera de que le llegue "su momento", el protagonista vive en su auto frente al mar solo con aquellos objetos íntimos con los que deberá partir. El muchacho derrocha a ratos un aire de observador intelectual, mientras "lucha" su salida espoleado por la convicción de que por nada del mundo debe relacionarse con personas que lo aten sentimentalmente al país. Un cuadro perfecto para que aparezca ella, la muchacha.

Personal belongings, a diferencia de otros filmes que tratan el asunto de la emigración desde situaciones más definidas, lo hace desde un lirismo amoroso concretado a partir del pacto que establece la pareja de jóvenes tras darse cuenta de que podrán quedar flechados: no saber nada el uno del otro, no enamorarse de ninguna manera, un poco al estilo evasivo, aunque cambiante en el plano de patente sensualismo que tuvo aquel El último tango en París, de Bertolucci.

A diferencia de él, la muchacha (Heidi García) se queda porque sus padres la abandonaron y quiere demostrarles "que aquí se puede vivir". Causas sentimentales de otro tipo no le faltan al joven, pero no pueden revelarse en estas líneas porque solo quedarán explícitas al final de la trama, dentro de las incertidumbres que hasta entonces han ido perfilándose en aras de que el espectador se pregunte si no obstante la determinación de él, podrá el amor unir a los amantes bajo un mismo cielo, sin que se imponga, otra vez, el sufrimiento que motivan las separaciones.

Dicho así, pudiera parecer algo esquemático el planteo de la decisión final, pero si algo queda claro desde el comienzo es que estamos ante un guión de matices y no pocos símbolos. Una película que no pretende decirlo todo, pero sí hacer que los espectadores, desde las sugerencias parciales de la trama, se sientan motivados a analizar "el todo" vinculado con el conflicto. Y en tal sentido, los diálogos de los dos enamorados resultan apreciables pistas para hurgar en lo hasta ese momento no revelado en pelos y señales.

Sin embargo, y lo señalé durante la visión apresurada del filme en el último Festival de Cine de La Habana, en las postrimerías, Brugués cae inesperadamente en un melodrama de telenovela que desconcierta como recurso asumido no a manera de juego postmoderno ---ese vacilar lo lloroso manido-- sino de forma muy seria. El giro resulta demasiado brusco y recurrente como para que no se resienta la eficaz estructura del guión fragmentado y el drama, mantenido a raya hasta entonces. A ello hay que unirle el tour de force de connotación risueña y bastante inverosímil que involucra al protagonista con una extranjera que promete resolverle la partida por la vía matrimonial. Hay risas, pero desentonan dentro del tono general asumido.

Personal belongings es una seria aproximación de jóvenes artistas a un asunto muy serio que, por serlo, no carecerá seguramente de próximos acercamientos.

http://www.granma.cubaweb.cu/2008/07/18/cultura/artic04.html