Havana, Wednesday, August 20, 2008. Year 12 / Number 232
Georgia-South Ossetia Conflict Analysis

 

ELSON CONCEPCIÓN PÉREZ

elson.cp@granma.cip.cu

 

Georgia, a republic of the former Soviet Union, underwent a sudden anti-Russian and pro-Western change from the moment the former USSR collapsed and after declaring itself an independent state in the early 1990s.

 

SAAKASHVILI WAS EUPHORIC
DURING BUSH’S VISIT TO GEORGIA

 

Its leaders, then and now, have never concealed that objective, evident when the Tbilisi Parliament approved the declaration on its entry to NATO in 2007.

 

The United States has had in the Georgian authorities a true host, contributing to the Bush administration’s aim to encircle Russia militarily taking NATO to its borders, and with the antimissile shield aiming at it from neighboring Poland and radar in the Czech Republic.
 

 

Georgia is the third country —only surpassed by the US and Great Britain— in terms of the number of soldiers sent to Iraq with 2,000.

 

With Russia in eyeshot, the Bush administration has spared no support towards the government of Georgian president Mikheil Saakashvili. In fact, Washington has publicly expressed that it will “guarantee” its ambition to join NATO and has already carried out joint military maneuvers, totally financed by the Pentagon.

 

Therefore, it’s hardly surprising that the US Secretary of State Condoleezza Rice, while manipulating the events, threatened Russia openly on Monday, with the argument that “Moscow is conducting a very dangerous game with the United States and its allies,” and that “NATO won’t allow Moscow to stay in Georgia.”

 

Due to the ethnic composition of their inhabitants and their historical, economic, cultural, and family bonds with Russia, both South Ossetia and Abjasia don’t accept being under Georgia’s tutelage.

 

Ossetians are a different ethnic group than the Georgians. They come from the Russian plains by the Don River, from where they were expelled in the 13th century by the Mongol invaders in the Caucasus Mountains. They ended up establishing themselves along the Russian border with Georgia. Now, they hope to join North Ossetia, presently an autonomous republic within the Russian Federation. In fact, almost 90 percent have Russian citizenship.

 

CURRENT TENSIONS

 

In 2004, after Mikheil Saakashvili assumed Georgia’s presidency, the radical change that had already taken place in that republic, to the detriment of relations with Russia and rapprochement with the US, reached a greater magnitude. Many analysts consider its yearning for NATO is a dangerous step that could lead to a greater conflict.

 

It appears that the use of foreign military forces to impose control over Ossetia is an option, an initiative that can and should involve Russia —which so far was the guarantor of peace in the area— in a conflict of unprecedented dimensions.

 

These are the true causes of the conflict in Caucasus region into which external factors, and the involvement of the US and NATO are adding more fuel to a fire that should be avoided.

 

Russian Prime Minister Vladimir Putin, who immediately traveled to the conflict area, warned that “Georgia’s aspiration to join NATO (…) is motivated by its attempt to drag other nations and peoples into its bloody adventures.”

 

Another element —not only economical but of strategic importance— is that crossing Georgia is the 1,170 kilometer BTC (Baku, Tbilisi and Ceyhan) oil pipeline, capable of supplying a million barrels a day to the West.

 

The project, valued at 3.2 billion Euros, has a special significance in the energy map of the Caucasus. It will make it possible to put the oil distribution centers of the Caspian Sea in contact with those of the Mediterranean.

 

Its construction was supervised by US groups, interpreted by analysts as a way to reduce Russia’s influence on the ex-Soviet republic of the south. To date, a large amount of the Caspian Sea’s oil exports passed through Russian pipelines.

 

It’s obvious that the internal ethnic causes, aggravated by US geopolitical interests and especially the interest in controlling the region’s oil resources and limiting Russia, are more than enough reason to explain what is happening today in South Ossetia.

 

 

 

 


 

La Habana, miércoles 20 de agosto de 2008. Año 12 / Número 232
 

Las causas del conflicto Georgia-Osetia del Sur
 

ELSON CONCEPCIÓN PÉREZ

elson.cp@granma.cip.cu
http://www.granma.cubaweb.cu/2008/08/20/interna/artic02.html

 

Georgia, república de la ex Unión Soviética, ha tenido un vertiginoso cambio anti ruso y pro occidental, desde el momento mismo de la de-sintegración de la URSS y de haberse declarado independiente, a inicios de la década de los años noventa.

 

                                                         Bush visitó Georgia. Saakashvili eufórico.

 

Sus líderes de entonces y de ahora no han ocultado ese objetivo y así se percibió cuando el Parlamento de Tbilisi aprobó el 13 de marzo del 2007 la declaración sobre su ingreso a la OTAN.

 

Estados Unidos ha tenido en las autoridades georgianas verdaderas anfitrionas que contribuyen al proceso militarista de la administración Bush de querer cercar a Rusia con la llegada de la organización belicista hasta sus mismas fronteras, y el escudo antimisiles apuntando desde la vecina Polonia y con radares en la República Checa.

 

No puede obviarse que Georgia es el tercer país —solo superado por EE.UU. y Gran Bretaña— en cantidad de militares enviados a Iraq, con 2 000.

 

Con Rusia en la mirilla, la administración Bush no ha escatimado apoyo hacia el gobierno del presidente georgiano Mijail Saakashvili, e, incluso, Washington ha expresado públicamente que "garantizará" su adhesión a la alianza atlántica y ha realizado maniobras militares conjuntas, financiadas totalmente por el Pentágono.

 

Por eso no es de extrañar que la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, al manipular los acontecimientos amenazara abiertamente a Rusia este lunes, con el argumento de que "Moscú está realizando un juego muy peligroso con Estados Unidos y sus aliados", y que "la OTAN no permitirá que Moscú se quede en Georgia¼ "

 

Tanto Osetia del Sur como Abjasia, por la composición étnica de sus habitantes y por los vínculos históricos, económicos, culturales y familiares con Rusia, no aceptan mantenerse bajo la tutela de Georgia.

 

Los osetios constituyen un grupo étnico diferente a los georgianos, proveniente de las llanuras rusas al sur del río Don, de donde habían sido expulsados en el siglo XIII por los invasores mongoles en las montañas del Cáucaso, por lo que llegaron a establecerse a lo largo de la frontera rusa con Georgia. Ahora, aspiran a unirse a los de Osetia del Norte, una actual república autónoma perteneciente a la Federación Rusa. De hecho, casi el 90% tiene ciudadanía rusa.

 

LA TENSIÓN ACTUAL

 

En el año 2004, al asumir la presidencia de Georgia Mijail Saakashvili, el vuelco que ya se había producido en esa república en detrimento de las relaciones con Rusia y de acercamiento a Estados Unidos, tomó dimensiones extremas, y su añoranza por la OTAN no pocos analistas la consideran un paso peligroso que podría conducir a un conflicto mayor.

 

Parece que se está pensando en el uso de las fuerzas bélicas foráneas para imponer el dominio de Osetia, una iniciativa que puede y debe involucrar a Rusia en un conflicto de impredecibles dimensiones, quien hasta ahora era el garante de la paz en la zona.

 

Esas son las verdaderas causas de la situación de guerra que hoy vive esa región del Cáucaso, y en la que factores externos —Estados Unidos y la OTAN— están metiendo las narices, algo así como echar más leña a un fuego que debe evitarse.

 

El premier ruso, Vladimir Putin, quien viajó de inmediato hacia la zona de conflicto, advirtió que "la aspiración de Georgia de unirse a la OTAN (...) está motivada por su intento de arrastrar a otras naciones y pueblos en sus aventuras sangrientas".

 

Otro elemento no solo económico, sino de una importancia estratégica fundamental es el que por Georgia pase el oleoducto BTC (Bakú, Tbilisi y Ceyhan), de 1 170 kilómetros y capaz de suministrar a Occidente un millón de barriles de petróleo al día.

 

El proyecto, valorado en 3 200 millones de euros, tiene una especial trascendencia en el mapa energético del Cáucaso, ya que permitirá poner en contacto los centros de distribución petrolíferos del Caspio con los del Mediterráneo.

 

Su construcción contó con la supervisión de grupos estadounidenses, lo que ha sido interpretado por los analistas como una forma de reducir la influencia de Rusia sobre las ex repúblicas soviéticas del sur. Hasta el momento, buena parte de las exportaciones de crudo del Caspio pasaban por oleoductos rusos.

 

Es obvio entonces, que causas internas de orden étnico, exacerbadas por intereses geopolíticos norteamericanos, y en especial el interés de dominar los recursos petrolíferos de la región y limitar a Rusia en ese y otros aspectos, son razones más que suficientes para explicar lo que hoy ocurre en Osetia del Sur.