La crítica, la amistad y otras presiones

ROLANDO PÉREZ BETANCOURT
rolando.pb@granma.cip.cu

http://www.granma.cubaweb.cu/2007/01/23/cultura/artic02.html

A cualquier crítico le ha sucedido a la hora de leer el comentario de algún colega sobre un filme conocido —¿habremos visto la misma película?—, o escuchar elogios acerca de la obra de un cineasta —¿será fulano o alguien con el mismo nombre?— a quien se le remonta en alfombras de ditirambos, cuando en realidad apenas ha podido despegar unos metros del piso.

La relación crítico-amistad con el creador es una larga contaminación de la que no parece escapar el mundo del cine, pero que se torna más patente allí donde los afanes de comercialización son capaces de ponerle precio al alma de los santos.

Resulta el cine un negocio demasiado caro como para dejar que unas cuantas opiniones atenten contra la criatura de celuloide desde su mismo nacimiento. De ahí que casas productoras, agencias de publicidad y sesudos del marketing acosen tanto a las publicaciones escritas como a los programas de televisión y desplieguen invitaciones a viajes, fiestas y cenas, de las que quedarían excluidos aquellos "contratados" que no entren por el aro, o se empeñen en "ponerla difícil".

Un libro escrito recientemente por la crítica española Nuria Vidal revela las relaciones entre colegas de la profesión en su país y entre esos mismos críticos con los cineastas. Lo expuesto ha dado lugar a arduas polémicas y comentarios, en los que se mezclan por igual seriedad, humor y hasta cinismo. Y aunque cada entorno cinematográfico tiene sus características y matices, hay asuntos de carácter general que pueden relacionarse con cualquier latitud.

Los implicados en el tema coinciden en que hay dos grandes retos para los críticos de cine: tener que dar siempre una opinión por contrato, por sueldo, por la agenda de un jefe, y saber distanciarse de los autores de películas, de manera que los juicios no se vean condicionados por la amistad.

Mediante numerosos ejemplos, la Vidal pone de manifiesto la cohabitación entre los criticados y la crítica, disfrazada esta, por supuesto, de las más variadas artimañas, algo que convierte el digno trabajo de la opinión periodística en un timo para los lectores. No faltan ejemplos de críticos que siempre hablan bien de los mismos directores, "hagan lo que hagan", y de otros demasiados "fundidos" en sus puntos de vista con los postulados creativos de amigos realizadores, productores y distribuidores.

En su sitio de cine, Iván Reguera reproduce consejos del crítico Diego Galán en torno a los problemas que entraña decir la verdad, principalmente en proyecciones privadas en las que se encuentran los ejecutantes de lo que se está viendo. Recomienda el crítico no asistir a las proyecciones de las distribuidoras, donde los acosos son incesantes. Mejor resultan los pases para la prensa. Pero allí también pueden colarse directores y promotores. ¿Qué hacer a la salida de la sala? El mejor recurso es escapar por la puerta que no da al vestíbulo, ganar directamente la calle y, si es posible, ¡correr! Salir antes de finalizar la proyección también es conveniente, "pero sin que se note". Si afuera espera el director o algún otro del "equipo", sería necesario hacerse el entretenido, y si no queda más remedio y hay que enfrentarlos, pues mentir descaradamente.

Otra opinión de alguien que come y alimenta a su familia gracias al cine resulta cínica, pero sincera. El crítico se reconoce como corruptible y presionado por las grandes campañas publicitarias. Y cuenta lo sucedido luego del pase de un filme: "Al acabar la película, el dicharachero jefe de marketing se acercó al grupo en el que estaba y nos preguntó, a quemarropa, qué tal. ‘¿Os ha gustado?’. ‘Sí’, le contestamos. ‘El final un poco ñoño, pero bien’, rematé. ¿Mentimos? Sí. ¿Hubiese servido de algo decir la verdad? No, hubiese sido un suicidio. Ahí no estábamos para una tertulia intelectual, sino para hablar de publicidad".

El crítico de marras aplaude a los que se pueden mantener comprometidos con la honestidad del oficio, pero da recomendaciones a los que por necesidad son como él, de manera que ofrezcan respuestas "de manual" a los realizadores incapaces de hacer buenos filmes y sin embargo acosan al término de las proyecciones.

Algo así como mentir, pero con elegancia.

He aquí tres consejos útiles, dichos mirando siempre a los ojos del demandante: 1) "Tu película es tal como me esperaba". 2) "Solo tú podías haber rodado algo así". 3) "Después de esto, ¿cuándo nos emborrachamos?".