Amor de hierro

La verdadera historia de una de las canciones cubanas más famosas: La última noche que pasé contigo. La cuenta Orlando Rodríguez Fierro, autor de su letra, quien hoy cumple 85 años

Luis Hernández Serrano

El compositor y cantante Orlando Leopoldo Rodríguez Fierro, coautor de una de las canciones románticas cubanas que más se ha escuchado en el mundo, La última noche que pasé contigo, ha vuelto a la escena, tras 20 años de ausencia.  

Su nombre artístico es mucho más breve: Orlando Fierro, y ahora nos cuenta la verdadera historia de ese número musical.

 “Yo escribí la letra. La música, en 1946, se la puso el pianista Bobby Collazo, pero todo el mundo piensa que él es el único autor. En verdad me dijo que iba a inscribirla a nombre de los dos, como era justo, pero no lo hizo así y la registró completa como de su autoría, lo que no me molestó nunca, porque éramos muy amigos y yo lo quería mucho”.

INSPIRADA EN UNA HABANERA

“Para redactar esa letra me inspiré en una joven habanera llamada Manuela. La conocí cuando yo realizaba el primer trabajo de mi vida, como portero del cine Renacimiento, situado en 15 y 14, en el Vedado, hace muchos años demolido. Podría decir, valga la redundancia, que ella fue como un renacer para mí.

“Tenía 18 años y era muy linda. Siempre iba a ese cine y desde que nos vimos nos enamoramos y nos hicimos novios. Sus padres tenían una florería en Zapata y 2.

“Al cerrar la taquilla yo entraba a ver la película. Manuela era amiga de la novia de Mario, uno de los ‘acomodadores’ del cine, que era un buen amigo mío.

“La chispa de esa letra tuvo un escenario campestre. Fuimos una noche al Bosque de La Habana y figúrese, éramos muy jóvenes y... ¡Pasamos un rato inolvidable! El tema se completó con lo que ocurrió después.

“Noviamos un buen tiempo y en una ocasión quedamos citados para ese mismo lugar, pero, inexplicablemente, no acudió a la cita. Ella sabía que yo viajaría tres días después a México. Recuerdo que partí de la bahía de La Habana en el barco Emancipación, que navegaba desde la capital cubana hasta Veracruz. La busqué con la vista y vi cómo me decía adiós desde el muro del Malecón acompañada de Pepe, otro muchacho, amigo común“.

Orlando Fierro vivía en 15 y 20, en el Vedado, cuando dio el primer beso de amor, precisamente a su novia Manuela, en el cine Renacimiento.

“Fue mi primera novia y ante el embarque que me dio y los celos que sentí al verla con Pepe cuando me dijo adiós, escribí ese pequeño poema que a Bobby Collazo gustó tanto y enseguida le puso música. Yo, a estas alturas de mis 85 años, le agradezco que haya inmortalizado ese amor mío, y hasta le perdono que no haya dado crédito a mi letra, pero no puedo callar la verdadera historia, incluso por respeto a la noble Manuela.

“Ella vivía en Zapata y 12, también en el Vedado, exactamente frente al cementerio de Colón. Era delgadita, muy graciosa. Más tarde se enfermó de tuberculosis y murió antes de 1959.

“Al regreso de mi viaje a México me buscó, hablé con ella nuevamente y me explicó que había faltado a la cita no por haberme traicionado, sino porque no se le había podido escapar a sus padres. Le enseñé el poema y también le gustó mucho”.

A Fierro le tranquiliza pensar que ella conoció el poema, pero cree que nunca llegó a oír esa letra como un bolero famoso cantado por el mundo entero.

GRAN INTÉRPRETE DE AGUSTÍN LARA

“El bolero recorrió el mundo primero en las voces de Toña la Negra y de Pedro Vargas. Este último lo cantó con mucho éxito, por ejemplo, en Argentina, en 1947. Luego lo interpretaron otros y en estos tiempos lo hacen el puertorriqueño Feliciano y el mexicano Luis Miguel.

“Yo mismo ni pensé que esos versos tan sencillos se convertirían en un número musical representativo de la idiosincrasia romántica del latinoamericano y en particular del cubano, y mucho menos que figuraría en el pentagrama internacional”.

Orlando nació en Regla, La Habana, el 15 de noviembre de 1920, hijo de Ana Manuela Fierro Garriz y de José Rodríguez Viera Malvel, los dos también reglanos. Eran seis hermanos, entre ellos una hembra. “A todos los he enterrado y el único artista de la familia fui yo, que canto desde niño y tuve la suerte de compartir escenarios con figuras grandes de Cuba y del extranjero como Rosita Fornés, Esther Borja, Luis Carbonell, Benny Moré, Elena Burque, Nat King Cole, Pedro Vargas, y muchas otros artistas de renombre”.

En 1942 Orlando fue aprobado como “Estrella Naciente” del programa selectivo La Corte Suprema del Arte, que se hacía en el estudio habanero de Monte y Prado. En 1944 trabajó en México en Radio XCW y en el Teatro Tívoli, con Bobby Collazo y Juan Bruno Tarraza. Dos años más tarde regresó a Cuba y volvió a tierra azteca en 1948.

Actuó en diferentes pistas y centros nocturnos cubanos como Tropicana, El Gato Tuerto, el hotel Capri y Sherezada. Una noche fue al cabaret El Aloy, en la calle habanera de Fábrica. Estaba anunciado el Benny, pero no pudo ir y le pidieron que él cantara para compensar un tanto su ausencia.

“Canté 15 números y el Bárbaro del Ritmo no se puso bravo. Al saberlo, expresó: ‘Hizo muy bien y, además, ¡se ganó mi lugar!’

“En 1949, por ejemplo, yo cantaba en el teatro América con Esther Borja y realicé viajes de trabajo a varios países latinoamericanos y a Estados Unidos. Interpretaba, siempre emocionado, las canciones de uno de los más célebres y aplaudidos compositores de boleros de la historia, el mexicano Agustín Lara, quien visitó Cuba”.

A Fierro la prensa internacional lo consideró en su época de esplendor como el mejor intérprete de la cancionística del famoso Agustín Lara, autor de Farolito, Revancha, Noche de Ronda, Granada, María Bonita, Solamente una vez, Amor de mis amores y Arráncame la vida, entre muchos números antológicos.

Orlando ha compuesto muchas canciones, pero solo ha inscrito unas 20 a su nombre en Cuba, recientemente. Otras las grabó en los años 50 en la RCA Víctor, en Nueva York, entre estas algunas que él evoca con cariño como Si sientes llover, Si tú te vas y Así la quiero, esta última registrada por la Peer Music, también norteamericana.

“Mi primera canción, a la que puse por título Solo, no la he cantado nunca en público, ni la he grabado, pero la recuerdo siempre con cariño”.

La vida de Fierro, quien ahora vive en San José de Las Lajas, en la provincia de La Habana, daría un libro curiosísimo, no solo por sus canciones y sus viajes como cantante. Es viudo dos veces. Su primera esposa fue una rusa hebrea rica: Eva Flitermann, dueña de hoteles y de casinos de juego, quien murió en San Francisco, California, en 1952, donde está enterrada.

Él, nos cuenta, durmió en el piso en su niñez, durante el Machadato. Con el tiempo conoció a esa mujer y pudo ser huésped de hoteles como el Waldorf Astoria, por ejemplo, el más antiguo y uno de los más caros de Nueva York.

“Ella no quiso que yo fuera artista. Una vez respondió negativamente por teléfono a un contrato para mí por 150 dólares a la semana. Dijo que yo gastaba cien diarios, que ella me los daba y no me hacía ninguna falta”.

Después Orlando se casó con una española residente en Cuba, Amelia García Perdomo, canaria, una mujer que lo quiso mucho y que falleció hace dos años.

Se jubiló en 1980 y en 2002 reapareció  micrófono en mano, con el mismo espíritu de joven cantante aficionado con que conversó en la CMQ de Monte y Prado, en La Habana, con Agustín Lara, y lo felicitó por sus aportes trascendentales al bolero.

Ahora experimenta una nueva vida: integra la UNEAC, canta boleros, tangos y canciones españolas.  Desde hace cinco años para acá retorna a su fama. Asiste a Boleros de Oro, lo aplauden, actúa en el Cabaret Las Vegas, en las Tardes bohemias de Olga Navarro, lo invitan al programa televisivo El Expreso y el otro día Omara Portuondo lo elogió por su retorno al escenario.

Fierro fue invitado a Guanajuato, México, el año pasado por el Centro Libre de Experimentación Teatral y Artística, (CLETA) y participó en su Festival Cervantino Callejero, un encuentro internacional de arte popular.

“Me acompañó un gran pianista holguinero: el maestro Joel Rodríguez Milord, quien le da más vida a mi repertorio, por su experiencia y virtuosidad. Allá me encontré con Dorinda Moreno, a quien conocí en San Francisco, California, hace 50 años”.

Orlando quiere dar dos noticias: que departió en tierra azteca con Lilli, la viuda de Agustín Lara, y que ha compuesto una canción respuesta o continuación de La última noche... Se llama Aquella noche.

En el cabaret Las Vegas, el viernes 18, a las cinco de la tarde, celebrarán su cumpleaños 85 en la Peña de Olga Navarro. Asistirá, entre otros, Gilberto Aldanás, el cantante del antiguo cuarteto de Carlos Faxas.

“Allí espero cantar también La última noche... inspirada en aquella joven Manuela, que nunca imaginó cómo yo la quise y cuyo romance
—teniendo en cuenta mi apellido y la intensidad de aquel cariño juvenil— ha sido calificado como ‘un amor de hierro’”.
 

La última noche que pasé contigo

La última noche que pasé contigo / la llevo grabada como fiel testigo; / y aquellos momentos en que fuiste mía / tengo que olvidarlos por mi bien. / La última noche que pasé contigo / quisiera olvidarla, pero no he podido. / La última noche que pasé contigo tengo que olvidarla por mi bien. / ¿Por qué te fuiste aquella noche? / ¿Por qué te fuiste sin regresar / y me dejaste aquella noche / como recuerdo de tu traición?

 http://www.juventudrebelde.cu/2005/octubre-diciembre/nov-15/cultura_amorhierro.html