Crónica de un espectador

Sorpresivo Sydney Lumet

ROLANDO PÉREZ BETANCOURT
rolando.pb@granma.cip.cu

http://www.granma.cubaweb.cu/2008/04/22/cultura/artic01.html

Grata sorpresa encontrarse con el último Sydney Lumet en la segunda película del sábado, pero qué lástima que algunos no se hayan enterado del acontecimiento en la medida que este lo merecía y que otros lo hayan enfrentado sin referencias acerca de un artista que, a los 84 años de edad --exactamente al cumplirse el medio siglo de su Doce hombres en pugnas—, demuestra seguir siendo el gran hacedor de películas policíacas con profundas y reveladoras miradas hacia el interior de la sociedad norteamericana.

El rescate de un espectador cinematográfico múltiple y participativo, alguien que sepa apreciar calidades dentro del caudal de filmes exhibidos en cines, salas de video y en especial la televisión, cuyas proposiciones pueden ser vistas por millones de personas, fue ampliamente tratado en el VII Congreso de la UNEAC.

En ese resaltar lo que vale más por encima de lo que vale menos, vieja y perdurable fórmula en aras de la justicia, el papel de la crítica resulta indispensable. Pero también el de la divulgación, principalmente si se tiene en cuenta la cantidad de filmes semanales que transmiten los canales, imposibles de abarcar por la crítica, ya sea televisual o escrita, y en parte también porque algunos títulos insustanciales, lógicos en cualquier programación, no merecen el menor miramiento.

La televisión, sin embargo, tiene en sus manos (y hace un tiempo lo hizo en parte, pero lo abandonó) lo que otros no poseen: poder anunciar lo mejor, ya sea por el tema, el tratamiento artístico de la historia, o la envergadura de su director o actuaciones. De la efectividad del método no hay duda y bastaría con recordar aquellos "avances" de hace cincuenta años en las matinés de lo cines de barrio y que desde una perspectiva de publicidad comercial, muy diferente a la que ahora se expone, a veces promoviendo verdadera carroña, era capaz de ponernos a sufrir si a la semana siguiente no conseguíamos la peseta salvadora que garantizara una luneta, aunque fuera en lo último del gallinero.

Algunos spot referentes a otras temáticas, y reiterados a veces en exceso, pudieran espaciarse para darle cabida a esa necesaria promoción fílmica que sustentada en el principio de lo que vale más debe prevalecer por encima de lo que vale menos, puede redondear un interés, y hasta una expectativa ante buenas películas; vía iniciática para el tránsito de un espectador hacia una madurez de apreciación que, como todo crecimiento intelectual, él terminará agradeciendo.

De haberse hecho con Antes que el diablo sepa que has muerto (2007) muchos más hubieran disfrutado este último Sydney Lumet, creador también, entre otros, de filmes tan memorables como El prestamista, Sérpico y Tarde de perros. Un Sydney Lumet que al tiempo que narra el atraco de una joyería por dos hermanos, hijos de los propietarios, va calando en la personalidad de los personajes encarnados de manera brillante por actores de la talla de Philip Seymour Hoffman, Albert Finney y Ethan Hawke.

Sydney Lumet demostrando a los 84 años de edad que puede insertar su narración en los tonos más modernos de las fracturas temporales, impregnar al conflicto de un hálito de tragedia griega y al mismo tiempo sacar a relucir, desde el retrato descarnado de una familia, entresijos de una sociedad enferma, en buena medida a causa de la escala de valores (¡siempre el dinero perfilando conductas!) que se le impone.

Mucho más por decir acerca del último Sydney Lumet, pero, sin rehuir también responsabilidades en cuanto a la divulgación, he preferido dedicarle el mayor espacio a la necesidad de futuras advertencias.