Eliminarlo,
compleja lucha
Cuba: sexismo y
lenguaje de los medios
Por Sonnia
Moro
La
Habana, Cuba, 7 abril 08 (CIMAC/SEMlac).-
Los medios de comunicación no inventaron
el sexismo. Lo incorporaron a su
lenguaje por estar integrado a la
cultura patriarcal de nuestras
sociedades. Por lo tanto, eliminarlo es
parte de la compleja lucha por lograr
una imagen equilibrada y sin
estereotipos de hombres y mujeres en los
productos comunicativos.
Cuba, tras
45 años de un proceso revolucionario que
legisló a favor de la igualdad y la
promoción de la mujer, no está ajena a
esta contienda.
El país
logró la incorporación femenina a los
espacios públicos --44.7 por ciento de
trabajadores del sector estatal civil
son mujeres-- y se enorgullece de que 67
por ciento de todos los técnicos y
profesionales universitarios y 36 por
ciento de sus parlamentarios también lo
sean, cifras representativas de un real
progreso.
Pero el
sexismo, en particular el que se expresa
en los diferentes lenguajes de la
comunicación, sigue ahí, en mayor o
menor grado, como una de las fortalezas
a tomar para lograr espacios, imágenes y
tratamientos más equitativos para todos,
especialmente para las cubanas.
Y sin dudas,
conmocionó las calles cubanas, que se
debatieron entre la aceptación y un
rechazo fanático.
Amén de la
polémica, otra pauta sentó esta serie
que ha quedado como herencia para
momentos posteriores: abrió un espacio
de debate especializado ante las cámaras
que, de alguna manera, sirvió para poner
los parches que pudieran escaparse al
guión.
Para el
historiador Julio César González Pagés,
coordinador de la Red Iberoamericana de
Masculinidades y uno de los expertos
invitados a esos debates entre
especialistas, sobre todo la telenovela
Oh, La Habana --anterior a la que
actualmente está en pantalla-- “tuvo la
osadía de poner perfiles de hombres y
mujeres diferentes. Personajes con
matices. No se trató, como casi siempre
pasa, de presentar personas
excepcionales, sino comunes; no en
blanco y negro”.
Pero, parte
de la crítica especializada no coincidió
con estos abordajes e, incluso,
arremetió contra los programas de
análisis posteriores a la telenovela.
VALOR
ARTÍSTICO Y PAPEL EDUCATIVO
Y es que el
conflicto entre el valor artístico del
producto televisivo y su papel educativo
complejiza cualquier análisis.
Según el
crítico Rufo Caballero, “tras el ropaje
del análisis sociológico, es evidente el
espaldarazo de la televisión a la
televisión” que, al parecer, busca
priorizar el impacto social por encima
de la calidad artística.
González
Pagés, en cambio, aplaude más el hecho
de que “últimamente, la televisión está
mucho más metida en temas complicados” y
de que “más allá de sus valores
artísticos y aunque las telenovelas no
cumplen por sí mismas una función
educativa, últimamente sí están
sirviendo para ayudar a reflexionar
sobre las relaciones de hombres y
mujeres en Cuba”.
Inconformidades de la crítica al margen,
hay que reconocer que la televisión
cubana está empezando a cambiar.
Si se asume
la máxima de que en materia de
problemáticas sociales acuciantes “el
silencio es ilegítimo”, entonces habría
que reconocer a la televisión, en primer
lugar, por sacar esos asuntos del
mutismo en los medios audiovisuales.
Probablemente, aún no existen los spots,
aventuras, seriales y telenovelas
ideales, pero estos últimos intentos han
tenido, tienen, el valor de despertar
polémicas durante muchos años ausentes
del medio.
Y está
probado, por investigaciones sociales
diversas, que los debates públicos en
los medios de difusión masiva resultan
imprescindibles para que una sociedad se
reconozca y pueda comprender cuáles son
sus problemas. Para que pueda mirarse
por dentro.
08/SM/GG/CV
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