April 6, 2008


http://www.granma.cubaweb.cu/2008/04/06/nacional/artic05.html

En política y en ideología tiene tanto valor hablar como escuchar

Intervención de Esteban Lazo Hernández, Vicepresidente del Consejo de Estado, en el VII Congreso de la UNEAC, Palacio de las Convenciones, el 3 de abril de 2008, "Año 50 de la Revolución."

(Versiones Taquigráficas – Consejo de Estado)

(Dicen que viene una intervención especial de Lazo)
 

No, soy incapaz de hacer eso; yo he tenido una intervención especial permanente.

Acá estoy mirando a un compañero de las ciencias sociales, con quien he hablado mucho, y dice que en política y en ideología tiene tanto valor hablar como escuchar; pero siempre la prioridad para hablar la tiene la información que usted tenga de los interlocutores. Y llevo tres días no solo oyendo sino aprendiendo, pero aprendiendo en el sentido mucho más profundo, no solamente de la palabra sino también del contenido de la palabra, de la forma de la palabra, y de la palabra comprometida.

Les decía ayer a los compañeros que tenía una intervención de hora y media; pero no la hice, porque esa intervención de hora y media tenía que ver con algunas intervenciones que el compañero Fidel hizo en el VI Congreso que no fueron publicadas, y, sin embargo, tuve la posibilidad en estos días, antes de este congreso, de repasarlas.

Por ejemplo, repasé mucho aquella histórica intervención que él hizo cuando se discutió el tema del racismo. Esta intervención completa nunca se ha publicado, y pienso que es muy importante que en estos momentos se conozca más sobre esas reflexiones, de las cuales han pasado 10 años; muchos de los compañeros aquí presentes fueron delegados a aquel histórico congreso y otros no lo fueron.

Y digo aquel histórico congreso, porque los compañeros que llevan más tiempo en la UNEAC recordarán, y creo que es un mérito de la UNEAC y es un mérito de aquel congreso, que precisamente en los momentos en que se desarrollaba con una gran velocidad la globalización, se planteó salvar la cultura.

Sobre ese tema en aquella ocasión el compañero Fidel planteó, y cito:

"...ustedes no son capaces de imaginar cuánta satisfacción sentimos al escucharlos a ustedes hablar de la globalización y la defensa de la identidad y la cultura nacional, porque creo, como dije, que uno de los problemas más serios que tenemos es la invasión terrible de las mismas."
...

"Creo que hay muchas trincheras todavía donde defenderse, es un problema mundial; pero a mí me parece que entre las cosas más revolucionarias —lo digo de verdad— y más acordes con la realidad y los peligros del mundo actual, están esos planteamientos que han hecho con relación a la necesidad de defender la cultura."

Fin de la cita.

De aquel análisis profundo, de aquel análisis revolucionario de los compañeros artistas y escritores presentes en aquel congreso, surgió un grupo importante de los llamados programas de la Batalla de Ideas. Ese fue un mérito del análisis y la discusión en el VI Congreso.

Es bueno que un día como hoy, cuando hemos estado discutiendo durante tres días y hemos oído planteamientos de diferentes temas, recordemos este hecho; porque al recordar este hecho, y al leer la carta que el compañero Fidel les envió a los delegados al congreso —fue leída ayer—, creo que todo el que meditó sobre esa carta sabe que Fidel está viendo el congreso. En esa carta del compañero Fidel se hace un llamado a un grupo importante de tareas del momento.

Pienso que si aquella discusión, aquel análisis profundo, aquellas reuniones, que muchas veces duraron hasta la madrugada, dejaron un saldo muy importante para el trabajo revolucionario, para el trabajo político, para la defensa de la cultura revolucionaria, hoy, tal como decía el compañero Lage, estamos viviendo momentos diferentes a aquellos, pero que también requieren del esfuerzo y del trabajo de los artistas, de los escritores, desarrollado durante todo ese período.

Repasemos la carta de ayer y veremos que casi hay un programa, un llamado a lo que nosotros necesitamos, y no son cosas que hayan quedado en el aire.

Aquí se ha hablado de varias cosas, y ahorita el compañero Rafael tocó tres temas que para mí tienen una importancia estratégica: uno es la memoria histórica; es decir, no se puede hablar de futuro si no se tiene en cuenta la memoria histórica. Pero pienso que hay que hablar también de un tema que para nosotros tiene una extraordinaria importancia, y es que también en todas esas reuniones y en todas esas discusiones, y yo diría que en algunas también aquí, se demuestra que nos falta mucha, mucha, mucha cultura económica.

Es muy importante cuando uno se va a proyectar hacia el futuro, cuando se va a proyectar hacia la política, cuando se va a proyectar hacia la ideología, cuando se va a proyectar hacia la sociedad en su conjunto, cuando se va a proyectar hacia el futuro que queremos y necesitamos, saber de dónde parte la solución de los problemas, y fundamentalmente parte de conocer de dónde salen los recursos y de la situación de la economía.

Todo el mundo muchas veces dice: "Falta esto y falta lo otro"; sin embargo, no siempre existe la pregunta de dónde salen los recursos para poder resolver esos problemas, en un mundo donde el petróleo está a más de 100 dólares el barril y donde una tonelada de arroz la comprábamos hace tres años en 180 dólares y hoy, la última compra, hubo que pagarla a 700 dólares la tonelada.

Por eso es tan importante lo que aquí se discutió del campo, de la cultura agropecuaria, de la necesidad de producir más y la necesidad de sustituir más importaciones. Por eso a veces decimos lo de la cultura económica.

Cuando tú, José Luis, eras profesor, y allá está el doctor Fernández Heredia, siempre en las clases de filosofía, economía, etcétera, enseñaban que la ley económica fundamental del socialismo era la satisfacción de las necesidades materiales y espirituales, siempre crecientes, de la población. ¿No era así, Heredia? Sin embargo, había un punto y seguido, había que virar la hoja, y esa hoja muy pocos la aprendieron, es decir, no la viraban; porque toda ley social dice qué objetivos lograr y cómo lograrlos, y la hoja, cuando tú la virabas, decía: "Mediante el aumento constante de la producción, la productividad, la disminución de los costos", etcétera. Esa segunda parte nos la aprendimos poco. Y para satisfacer necesidades tiene que haber producción de los valores de uso que satisfacen esas necesidades.

Esa es la importancia que tiene también el problema de ganar esa cultura económica.

Pero les decía que aquí tengo —Abel, quedaste conmigo en que, para que yo no gastara tiempo, tú vas a decir algo de esto mañana—, compañeros, todos los programas que surgieron para la cultura cubana después de aquel congreso. Es decir, en la Batalla de Ideas, después de aquel congreso para acá, se invirtieron —siempre discutimos que no basta con tener una inversión o una escuela, necesitamos también la calidad de lo que se hace en esa escuela, que siempre parte del papel del ser humano, es decir, siempre parte del hombre— casi 1 000 millones de dólares, en siete años, de los cuales una parte importantísima —es todo este libro, figúrense, si yo me pongo a leer obra por obra aquí, me matan, a esta hora—, fue con una huella en cada provincia.

Ustedes pudieron ver las Escuelas de Arte Cubanacán, lo que se está haciendo allí. Cada provincia tiene un ejemplo, y la propia Habana tiene un ejemplo.

Cuando Zenaidita hablaba del "Amadeo", recuerdo —cuando eso yo era primer secretario de Ciudad de La Habana, Abel Prieto— que ustedes siempre me llamaban para que fuera todas las semanas a hacer un chequeo allí, y salimos del congreso y después vinieron los delegados a inaugurar ese teatro. Pero está el Museo de Bellas Artes, solamente allí la inversión fue de alrededor de 14 millones de dólares —me rectificas si me equivoco—, y cuántas escuelas se hicieron, de ballet, entre otras.

Pero para poner un ejemplo, porque aquí se habló hoy del grupo de Color Cubano, las cosas siempre hay que verlas con perspectivas. Recuerdo que siendo primer secretario del Partido en La Habana, por indicación de Fidel, los estudiantes universitarios visitaron más de 500 000 viviendas en La Habana, se hizo una encuesta casa por casa, hubo una agenda para que la gente dijera todo lo que quería. Ahí surgieron muchos conceptos, muchos criterios. Surgieron muchas quejas sobre la recreación, por ejemplo, además de otros factores; pero solamente para decirles dos datos, aunque no deben llevarnos a la conformidad: surgieron los trabajadores sociales, como parte de todo lo que se discutió aquí de la marginalidad. Eso fue fruto de esa discusión, pero también ayudó a resolver otro gran problema: hoy tenemos 40 000 trabajadores sociales; pero es que el 41% de esos trabajadores sociales son negros y mestizos y el 40% son hijos de obreros. Eso fue una respuesta a aquel congreso, a todo aquello que se discutió del racismo, etcétera. Eso no se puede resolver con una palabra o con una orden, tiene que ser con una estrategia, que fue lo que se desarrolló.

Para que se entienda mejor lo que estoy planteando, permítanme dar lectura a lo expresado por nuestro Comandante en Jefe en torno al racismo en el anterior Congreso, y cito:

"Entonces, ¿qué ocurre? Y esto viene muy bien, ya que ustedes han estado abordando el problema. No lo estoy diciendo para la calle, pero creo que en la cuestión relacionada con el racismo hay que hacer un análisis verdaderamente profundo." (Aplausos.)

"Parecía que dándoles oportunidad a todos, abriendo los clubes aristocráticos a toda la población, el acceso a las playas, el acceso a las escuelas, el acceso a las universidades y a todo, era el camino por el cual comenzaría a desaparecer la discriminación. Pero el problema es mucho más serio. Creíamos que, incluso, desapareciendo las clases privilegiadas, los explotadores y los ricos, iba a desaparecer la discriminación racial y se iba a crear la igualdad de oportunidades, la verdadera igualdad de oportunidades para todos."

"Después se vieron otros fenómenos, que en la discriminación hay un aspecto social y cultural. Tú les das igualdad de condiciones a todos y resulta que hay sectores sociales que tienen mucho más nivel de cultura, de preparación, y entonces ellos educan a los hijos, tienen mejores viviendas, mejores condiciones para todo."

"Esos sectores sociales, revolucionarios, incluso, y no ricos, ni terratenientes, ni dueños de industrias ni nada parecido, influyen mucho en el desarrollo, en la preparación, en la formación, en el acceso, porque después tú dices: ‘Por examen para ingresar en tal escuela’. ¡Ah!, los hijos de los profesionales ingresan, los hijos de los vecinos aquellos de La Habana Vieja no ingresan, porque los de los profesionales tienen a los padres profesionales —hay muchos—, los repasan o les buscan un repasador. Entonces creemos que es muy justo que sea por expediente. Pero aquel núcleo familiar tiene todas las condiciones para hacerlo y el otro núcleo no lo tiene; nosotros observamos entonces, entre los que tuvieron acceso a determinadas instituciones, que la proporción de personas con el color blanco —y sin racismo— es mucho más alta que la proporción de personas con el color negro."

"Si vamos más lejos, a uno le duele terriblemente también, si observa imágenes fílmicas sobre delitos y cosas negativas, ver una proporción más alta de personas negras. Y yo sí que no creo en absoluto que eso sea un fenómeno genético ni mucho menos, porque pienso todo lo contrario." (Aplausos prolongados.)

"Reflexionaba aquí en voz alta con ustedes, y estimulado precisamente por los temas que se están tratando en este congreso". Fin de la cita.

Como pueden ver compañeros, para enfrentar todo aquello se ha trabajado cumpliendo una estrategia trazada por Fidel. Les voy a dar entonces más datos; si vemos la universalización de la Educación Superior, que fue otro tema, donde hay hoy alrededor de 700 000 estudiantes, el 41,6% son negros y mestizos y el 64% son mujeres.

Son respuestas concretas y estratégicas. Ahí verán cómo empezaremos a conseguir locutores afines a los colores que hay en nuestra nacionalidad. A mí tú no me mires, Miguelito, porque tú sabes que yo tengo varias cosas cruzadas; pero, sobre todo, son cruzadas por problemas socioeconómicos, porque yo nací en un lugar donde hubo muchos esclavos de África y después muchos chinos culíes, y si te das cuenta, no obstante mi colorcito, verás que tengo un chino medio atravesado y es, precisamente, por un problema socioeconómico, porque allí en toda esa zona primero estaban los esclavos —estoy hablando de Jovellanos, de las llanuras de Colón, de esos dos lugares—, y después fueron los chinos y, por lo tanto, ahí existía una cierta mezcla.

Y lo mismo se puede decir, con relación a los cursos de superación integral para jóvenes, fue una respuesta concreta, diseñada por el compañero Fidel a través de un tema tan complicado y tan complejo como aquel que se discutió en el congreso de 1998.

Yo quiero, por último, dar una opinión. Zenaida dijo que si los congresos se daban cada cinco años... Guanche, estoy dispuesto a esa discusión que tú quieres, porque soy un convencido de la cultura del diálogo y soy un convencido de la cultura de la memoria histórica.

Yo les he preguntado a muchos jóvenes, ¿qué cosa fue la Operación Mangosta? No saben, y quizás muchos de los que están sentados aquí, no se acuerden tampoco de lo que fue la Operación Mangosta. Y a veces cuando hablamos del bloqueo, bloqueo que es de verdad; aquí se podrían poner ejemplos, a veces la gente dice que hay dos bloqueos: el de afuera y el de la mente de nosotros. Bueno, puede ser que haya un poquito de ese bloqueo también; pero el otro está ahí.

Recordarán los compañeros que nosotros teníamos una variedad de caña que se llamaba Barbados 4362 que, prácticamente, era una caña de madurez temprana que daba mucho rendimiento en azúcar y que la mayoría de las cañas de nuestro país eran de esa variedad. ¿Alguien se olvidó que esa variedad de caña nos la enfermaron los norteamericanos, y que tuvimos que en tres años reponer, prácticamente, todas las cepas de esa caña? ¿Cuánto dejó de recibir el país?, y yo no estoy hablando ya del bloqueo. Se recordarán que hubo que matar más de 500 000 puercos, porque nos los enfermaron con la fiebre porcina, aquello atrasó al país. Nadie se olvidará de todos los sabotajes: El Encanto, el moho azul en el tabaco, la roya en el café, y lo más doloroso, aquel famoso dengue que nos costó la vida de ciento y tantos muchachos.

Usted salía para las calles, para los cañaverales y era una candela sola, permanente, porque siempre se la jugaron a acabar económicamente con este país, desde que el día 7 de abril de 1960 se dieron cuenta de que con la Operación Cuba no podían, y plantearon que había que virarle el pueblo a la naciente Revolución, haciendo que a Cuba no entraran ni dinero, ni alimentos, ni medicinas, para que el pueblo se desesperara, perdiera las esperanzas. Eso lo desclasificaron 39 años después de haberlo dicho en una reunión presidida por el Presidente norteamericano.

Entonces, cuando nosotros vamos a hacer un análisis integral de nuestra patria, de cómo hemos podido salvar la cultura, de cómo estamos aquí, etcétera, tenemos que tener en cuenta todo eso, para que podamos ser más objetivos en todas las decisiones que realmente tenemos que tomar.

Se podría hablar sobre todas esas cosas, y, muchas cosas más, la vagancia, los problemas que se tocan ahí en la Resolución de indisciplinas sociales, y otras.

Pero, en las tareas que tenemos en estos momentos, nosotros necesitamos más que nunca, como siempre han sido aquí nuestros intelectuales, nuestros artistas y nuestros escritores. Los necesitamos hoy más que nunca en la lucha por seguir salvando para siempre la Revolución y el socialismo, y acompañarnos en toda esta lucha que llevamos, por ser cada vez mejores; cambiando lo que deba ser cambiado. No todo es tan fácil, se necesita una base económica fuerte para tomar algunas de las medidas que realmente nosotros necesitamos.

Pero Zenaida decía que demora mucho tiempo de un congreso a otro. No, de un congreso a otro es mucho tiempo si se toma el congreso como la reunión de cuatro días, donde todo el mundo da sus opiniones, todo el mundo se va y no hay compromisos. Entonces, no es congreso, el congreso empieza ahora, porque ahora es que deben empezar a dar sus frutos los acuerdos que aquí se tomaron, y para que esos acuerdos que aquí se tomaron den frutos, lo primero que hay que garantizar es que la organización, como tal, funcione, ¡que la organización funcione, trabaje!, que trabaje el Ejecutivo, que trabaje el Consejo Nacional, que trabajen las comisiones, que trabajen en forma sistemática, con amor, con cariño, con responsabilidad, conscientes de que están contribuyendo a una obra justa.

Nosotros necesitamos de la crítica para avanzar, como necesitamos del aire para la vida. El día que nos falte el aire, se nos acaba la vida; el día que nos falte la crítica, nos estancamos; pero la crítica justa y comprometida, ¡la crítica justa y comprometida!, no la crítica por la crítica, porque esa sí no resuelve nada.

Pienso que si algo se podría decir, al final de esta larga y profunda jornada de hoy —yo tuve la posibilidad de participar en varias comisiones—, es precisamente ese pedido: No habrá materialización de nada de lo que se ha discutido, si no hay materialización de esto.

Hace un año y medio, buscando medidas prácticas, tengo un problema, José Luis, Lage (Risas) —no, ese golpe no fue por la hora (Risas)—, yo tengo un problema, que es que a mí me toca atender cultura y atender el ICRT, ¡figúrate qué clase de problema! (Risas).

Hace un tiempo le planteé al compañero, en un consejo de dirección de cultura al que fui con el compañero Abel y empezamos a discutir, y yo dándole vueltas a esto; porque la televisión tiene dos cosas fundamentales: una es informativa, pero tiene otra parte también ideológica que es la cultura y la recreación, que es todo lo que se les enseña a las personas.

Claro, en cultura hay artistas, y en la televisión también hay artistas. Si queremos resolver todos estos problemas, la primera conciencia que hay que tomar es que hay que resolver lo estratégico y dejar a un lado lo individual, si es que queremos resolver las cosas.

Allí le planteé a Abel: "Vamos a hacer una comisión que se llame Cultura-ICRT, que hasta yo voy a ir a muchas de esas reuniones" (Aplausos), con el objetivo de que se discutan de conjunto los problemas, y que no fuera que este tiene la culpa y el otro tiene la culpa. ¡No señor! Si estamos mucho tiempo echándonos culpas, viene la bala y nos coge; vamos a dejarnos de echar culpas para acortar el tiempo de la solución de los problemas. Y planteamos, precisamente, hacer ese grupo y les pedimos a todos los compañeros que dejaran las casitas aparte, a un lado, y vamos a hacer nuestra gran casa, que es la que necesita la Revolución, la que se necesita para salvar la Revolución.

Empezamos a hacer algunas cosas, y cuando estábamos empezando llegó aquel problema de enero (debate entre intelectuales en el año 2007), que ojalá nunca más se repita; porque, entre otras cosas, aquellas cosas no se pueden repetir, si estas cosas se trabajan bien. Y yo fui haciendo una notica de algunos compañeros que dijeron: "Hay que arreglar la televisión", y yo los anoté. A algunos ya los fui a ver y les dije: "Cuento contigo", porque no basta solo con decir lo que hay que resolver, sino estar dispuestos a ayudar a resolver los problemas que son de la Revolución" (Aplausos). Ese es el sentido del trabajo de todos nosotros.

No fue que durante 17 años —como a veces se dice— el Departamento de Cultura no existía, lo que pasa es que era un departamento que atendía cultura, deportes, ¡ra, ra, ra!, y, por lo tanto, atendía tantas cosas, que ustedes saben lo que pasa cuando se atienden tantas cosas.

Entonces tomamos la decisión, por la prioridad de la cultura en las nuevas estructuras que se crearon en el Partido, de crear un Departamento de Cultura y además proponer que ese Departamento lo dirigiera un compañero que también fuera un intelectual, para que nos ayudara más en esa unión necesaria en ese trabajo.

Cuando se circuló al Buró Político la propuesta de Eliades, ustedes recordarán, de puño y letra, el compañero Raúl escribió: "Pon ahí que una de las funciones principales que debe tener el nuevo Departamento de Cultura, es que conjuntamente con el Departamento Ideológico puedan aunar esfuerzos para que mejore la televisión." Está puesto así en la argumentación de la propuesta; así que tenemos mecanismos, lo que se trata es de que trabajemos.

Aquí se han aprobado cosas, en mi opinión, trascendentales, ¡trascendentales!, de lo que se trata ahora es que todos trabajemos porque ellas se hagan.

Entonces, Zenaida, tendremos congreso permanente, no cada cinco años, ni cada tres años, ni cada dos años, sino que tendremos congreso, en el sentido que lo estoy diciendo, todos los días; porque todos los días debemos trabajar, y lo digo con toda honestidad, independientemente de lo que decía Lage que estoy de acuerdo, a veces planteamientos más optimistas, menos optimistas, etcétera; pero estoy seguro, seguro, seguro de que el espíritu que ha primado en este congreso, si este espíritu es con el que nosotros influimos en el trabajo diario de esos acuerdos, el salto que daremos en los próximos años será grande en todas estas cosas que hemos discutido, y que Kcho dijo ayer que por qué todos los días o cada cinco años teníamos que discutir lo mismo. No, tenemos que discutir quizás lo mismo; pero cualitativamente en una necesidad superior.

Por lo tanto, con esto —yo no iba a hablar, tú fuiste el que me dijiste que hablara (Risas)— quiero decir que nosotros, por lo menos lo que hemos oído —algunas cositas no nos han gustado mucho— pero, bueno, es mejor oírlas; pero la inmensa mayoría de las cosas que se han dicho aquí, se han dicho de corazón y se han dicho para ayudar a resolver los problemas que tenemos en un momento crucial de la Revolución, y yo quiero, realmente, en ese sentido, felicitarlos y expresarles la plena confianza de que estamos seguros de que podemos contar con la colaboración, desde Guantánamo hasta Pinar del Río, de cada uno de ustedes, y que ustedes podrán contar con el apoyo de la dirección del Partido y el Gobierno en el cumplimiento de las misiones a las que ustedes se han comprometido y han acordado en el día de hoy.

Me perdonan que a esta hora haya dicho esto; pero yo no había hablado, ¿verdad? (Risas); pero oí bastante.

Un abrazo a todos (Aplausos