March 22, 2008
 

Bread or a Volvo?

Luis Luque ÁlvarezBy: Luis Luque Álvarez
Email:
luque@jrebelde.cip.cu
March 22, 2008 00:32:01 GMT

A CubaNews translation by Ana Portela.
Edited by Walter Lippmann. Original:
http://www.juventudrebelde.cu/opinion/2008-03-22/un-pan-o-un-volvo/

What is more important for you:  the preservation of the environment or an unstoppable rise of the economy and profits?

If this question were put to one of the world manufacturers of luxury cars he would say: “Money above all!” although his avarice would cause all the coastal highways in the planet were flooded and New York become an aquarium with sharks surprised by the long lines of cars stopped for ever in an underwater Fifth Avenue.

Luckily not everyone gives the lethal answer. A survey of the Euro barometer published on March 13 revealed that 64 percent of the Europeans consider protecting the environment a priority above economic competitiveness.

The point was at the core of the debates of the European Union last week in which EU leaders committed themselves to decree, before the end of 2008, several measures to reduce contaminating gasses, boost renewable energy and (this is the great intent) prevent large companies to march along European highways spreading contamination where they find the situation cheaper.

With this set of measures 27 countries of the bloc try to achieve their “20-20-20” plan so that be the year 2020 the EU will issue 20 percent less carbon dioxide into the atmosphere and use 20 percent cleaner energies (10 percent that could come from biofuels).

I will stop here in two points: according to opinions expressed in Brussels the companies responsible of greater pollution would have to be coddled to prevent them from moving companies where less importance is given to how many tons are liberated to the atmosphere. Those possibly affected are the steel, cement and chemicals producers. “We don’t want our industries to go elsewhere,” confessed the European Commission president, José Manuel Durao Barroso.

Consequently greater incentives will have to be considered for certain companies so that they don’t pack up and leave and cause more unemployment in the countries they leave. The industry commissioner, German Gunter Verheugen, summarized it saying: “I agree that we should be an example for the world (on issues of saving the environment) but not in favor of economic suicide”, and his compatriot, chancellor Angela Merkel, who seems to hear bells toll, expressed her intention of “specially defending the jobs of German companies in the automotive sector.”

So we are left with good intentions when coddling the companies (something like saying “don’t go away, we will reward you”) does not imply greater impoverishment of social conquests by European workers. In the long run, in a time of truth, the Eolic energy sector has tripled jobs there! So that those lost on the one side are recovered on the other. What would be the need to grant contaminators a bundle of juicy concessions?

The second point, a quick look at biofuels that the EU is intent on developing “a sustainable opinion”. It seems that the warnings come from within: in January, European commissioner for the Environment, Stavros Dimas, admitted that Brussels does not see the serious consequences of relying on 10 percent of biofuels.

“We have seen the environmental problems caused by biofuels and social problems that cause more harm than what we thought. Consequently we will be more cautious” Dimas told the BBC. On March 7, the principal scientific advisor of the British government, John Beddington hammered on the same issue. Considering that to obtain a ton of wheat 50 are required of water and the world population is growing to such an extent that by 2030, it will eat 50 percent more. Beddington shrugged his shoulders: “It is difficult to imagine how the world will produce sufficient harvests to generate renewable energy and at the same time satisfy the enormous need for food.” This is a Shakespearian paradox: “eat bread or drive a Volvo: that is the question.”

In truth it is hard to imagine. By the end of the year we will see what Brussels “imagined” as a viable solution.

 

   
   

¿Un pan o un Volvo?

Luis Luque Álvarez
Por: Luis Luque Álvarez

Correo: luque@jrebelde.cip.cu

22 de marzo de 2008 00:32:01 GMT
¿Qué es más importante para usted: la preservación del medio natural o el ascenso imparable de la economía y las ganancias?

Si se le hiciera la pregunta a uno de esos fabricantes mundiales de autos de lujo, diría: «¡La plata por encima de todo!», aunque su avaricia provoque que todas las carreteras costeras del planeta quedaran anegadas, y Nueva York se convierta en un acuario, con tiburones examinando, extrañados, la extensa fila de automóviles detenidos para siempre en una submarina Quinta Avenida.

Por fortuna, no todos dan esta fatal respuesta. Un sondeo del Eurobarómetro, publicado el 13 de marzo, señalaba que el 64 por ciento de los europeos considera prioritaria la protección del medio ambiente por sobre la competitividad económica.

Precisamente este punto estuvo entre los debatidos en la Cumbre Europea la pasada semana, en la que los líderes de la UE se comprometieron a hacer ley, antes de finalizar 2008, varias medidas destinadas a reducir las emisiones de gases contaminantes, impulsar las energías renovables y (esta es la gran pretensión) evitar que las grandes empresas se marchen de suelo europeo a contaminar en sitios donde les salga más barato.

Con este paquete, los 27 países del bloque buscan hacer realidad su plan «20-20-20», a saber, que para el año 2020 la UE emita un 20 por ciento menos de dióxido de carbono y emplee un 20 por ciento de energías limpias (10 por ciento de la cual provendría de biocombustibles).

En dos aspectos me detengo: según los criterios expuestos en Bruselas, habría que «pasarles la mano» a las empresas responsables de la mayor polución, de modo que no se lleven las fábricas hacia países donde importe menos cuántas toneladas de gas suelten hacia la atmósfera. Las posibles «afectadas» serían las productoras de acero, cemento y productos químicos. «No queremos que nuestras industrias se vayan a otra parte», confesó el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso.

Es de prever, por tanto, que se gesten mayores incentivos para ciertas compañías, de manera que no hagan las maletas y ocasionen mayores cuotas de desempleo en los países que puedan eventualmente abandonar. El comisario de Industria, el alemán Gunter Verheugen, lo resumió diciendo: «Estoy de acuerdo en que seamos un ejemplo para el mundo (en materia de preservación ambiental), pero no en que nos suicidemos económicamente», y su compatriota, la canciller Ángela Merkel, como quien oye campanas, expresó su intención de «defender especialmente los empleos de las empresas germanas del sector del automóvil».

Solo cabe depositar los mejores deseos en que esa pasadita de mano a las empresas (algo así como «no te vayas, que te recompensaré») no signifique mayor depauperación de las conquistas sociales de los trabajadores europeos. En definitiva, a la hora de la verdad, ¡el sector de la energía eólica ha triplicado los puestos laborales allá! Así, los que se pierdan por un lado, podrían rescatarse por otro. ¿Qué necesidad habría de hacerles un manojo de jugosas concesiones a los contaminantes?

En segundo término, una ojeada a los biocombustibles, sobre los que la UE insiste en la necesidad de desarrollar «un criterio de sostenibilidad». Sucede que las alertas vienen desde adentro: en enero, el comisario europeo de Medio Ambiente, Stavros Dimas, admitió que Bruselas no vio en su justa medida las graves consecuencias que puede ocasionar la meta de contar con un 10 por ciento de agrocombustibles.

«Hemos visto que los problemas medioambientales causados por los biocombustibles y los problemas sociales que provocan son mayores de lo que creíamos, así que actuaremos con más cuidado», reveló Dimas entonces a la BBC. Y el 7 de marzo, el principal asesor científico del gobierno británico, John Beddington, martilló sobre lo mismo. Al tomar en cuenta que para obtener una tonelada de trigo se necesitan 50 de agua, y que la población mundial crecerá al punto de que, en 2030, comerá un 50 por ciento más, Beddington se encoge de hombros: «Es muy difícil imaginarse cómo el mundo va a poder producir suficientes cosechas para generar energía renovable y satisfacer al mismo tiempo la enorme necesidad de alimentos». En parodia shakespeariana: «comer pan o manejar un Volvo: esa es la cuestión».

En efecto, es inimaginable. A finales de año veremos qué pudo «imaginar» Bruselas como solución viable.