March 7, 2008
http://www.granma.cubaweb.cu/2008/03/07/nacional/artic04.html
   
    Más que una caricia, 50 bofetadas

ALFONSO NACIANCENO
alfonso.gng@granma.cip.cu

A los pies de aquel NO FUMAR, estampado como un grito en ardiente tono rojo sobre la columna principal de la oficina, yacía imperturbable su burladora, una taza de café sin asa convertida en cenicero.

Y aunque los no fumadores reclaman con insistencia su derecho a convivir en un ambiente sin humo, el área es frecuentada a diario por quienes la toman como "zona de tolerancia". Se refugian allí porque en sus respectivos departamentos, los jefes no les permiten enrarecer la atmósfera, a pesar de que, en reiteradas incursiones al ya habitual sitio, ellos mismos lanzan al aire sus bocanadas junto a sus subordinados.

Así, mientras unos "desconectan" un rato del rigor laboral e inundan el ambiente de nicotina, otros reclaman su derecho a no integrar el ejército de fumadores pasivos, conscientes de que cada inhalación del humo es, como dijera alguien, una caricia seguida por 50 bofetadas.

Para ilustrar las nefastas consecuencias de este pernicioso hábito, ahora viene a la mente la anécdota relatada por un amigo. El hombre, asmático desde niño, hace más de 20 años trabaja en un local poco ventilado de una empresa donde a su alrededor fuman varios de sus compañeros. En un momento de fuerte crisis fue asistido por un neumólogo, quien le recomendó dejar el cigarrillo de inmediato, porque padecía de un enfisema pulmonar. Cuál no fue la sorpresa del galeno cuando el paciente le dijo que nunca en su vida había tenido ese vicio¼

Para restaurar la disciplina y el respeto al derecho ajeno no basta con recordar que está en vigor en Cuba una Resolución —lamentablemente violada en muchas ocasiones— que prohíbe fumar en lugares públicos, oficinas, salones de reuniones, teatros, cines, salas de video, escuelas y hospitales, y entre cuyos objetivos principales está desestimular el consumo. Tampoco parece suficiente argumentar que la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que en un año mueren alrededor de cinco millones de personas por enfermedades vinculadas al tabaquismo; ni añadir que un fumador intenso (más de 20 cigarrillos diarios) en esos 365 días hace alrededor de 70 000 inhalaciones de varios centímetros cúbicos de aire, cada una cargada de pequeñas cantidades de 200 sustancias diferentes perjudiciales a la salud.

Las razones anteriores, de seguro, son muy conocidas por los transgresores, pues han sido divulgadas una y otra vez. Entonces ¿cómo llamar a la cordura sin caer en extremismos, abuso de autoridad o injusticia?

Es imprescindible apelar a la conciencia colectiva, donde primen, además del consabido daño a la salud de todos, normas elementales de higiene, educación formal y respeto por los que nos rodean.