A Wave of the
Watch List, and Speech Disappears
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Escandalosa censura de EE.UU. contra sitios cubanos
06 de marzo de 2008
00:31:32 GMT
Publicamos un artículo que apareció este martes
en The New York Times que revela cómo Estados Unidos ha
bloqueado sitios en Internet con el dominio .com de una empresa
inglesa, aplicando extraterritorialmente la legislación
norteamericana.
Juventud
Rebelde añade algunas
preguntas y respuestas que no hace el diario norteamericano
De un plumazo en la lista de vigilancia, y desaparece la vozpor ADAM LIPTAK Steve Marshall es un agente de viajes inglés. Vive en España, y vende opciones de viajes a europeos que desean ir a lugares soleados, incluyendo a Cuba. En octubre, cerca de 80 de sus sitios web dejaron de funcionar, gracias al gobierno de Estados Unidos. Los sitios, en inglés, francés y español, llevaban funcionando desde 1998. Algunos como www.cuba-hemingway.com, eran literarios. Otros como www.cuba-havanacity.com, trataban temas de historia y cultura de Cuba. Y otros como www.ciaocuba.com y www.bonjourcuba.com eran puros sitios comerciales dirigidos a turistas italianos y franceses. «Vine por la mañana al trabajo y no teníamos ni una sola reservación», dijo el Sr. Marshall por teléfono desde las Islas Canarias. «Pensamos que era un desperfecto técnico».
Sea como sea, lo que no se disputa es que eNom canceló los sitios de Marshall sin notificación previa y se ha negado a entregarle los nombres de los dominios. De hecho, el Sr. Marshall nos dijo que eNom le ha quitado su propiedad y ha interferido en sus negocios. Él ha tenido que rearmar su negocio por Internet en estos últimos meses y ahora muchos de los sitios mantienen el mismo nombre pero operan con el sufijo .net en vez de .com, a través de un registro europeo. Sus servidores, asegura, siempre han estado en las Bahamas. El Sr. Marshall ha dicho no entender «cómo es que sitios web pertenecientes a un nacional británico y operando a través de una agencia española de viajes puedan verse afectados por las leyes de Estados Unidos». Y lo que es peor aun, «en estos tiempos ni siquiera hace falta un juez para que el gobierno de Estados Unidos censure materiales en línea». Un vocero del Departamento del Tesoro, John Rankin, se refirió por teléfono a una información de prensa emitida en diciembre de 2004, casi tres años antes de que eNom actuara como lo hizo. Dijo que la compañía del Sr. Marshall había ayudado a que norteamericanos evadieran las restricciones de viajes hacia Cuba y que era «generadora de recursos empleados por el régimen cubano para oprimir al pueblo». Dicho texto añadía que las compañías norteamericanas no solo tenían que dejar de hacer negocios con esa compañía sino que también tenían que congelar los bienes de la misma, de tal manera que eNom hizo exactamente lo que le era requerido por ley. El Sr. Marshall afirmó que no le interesan los turistas norteamericanos. «De todas maneras no pueden ir», dijo. Peter L. Fitzgerald, profesor de leyes de la Universidad de Stetson, en la Florida, que ha estudiado la lista negra —la cual el Tesoro llama una lista para «nacionales especialmente designados»— consideró que el negocio resultaba muy misterioso. «No hay realmente explicación ni lógica», expresó, «tras la razón que lleva a alguien a aparecer en dicha lista». Susan Crawford, una profesora de la Universidad de Yale y una de las voces más autorizadas en leyes sobre la Internet, aseguró que el hecho de que muchos de los principales registros de dominios están en Estados Unidos le da a la OFAC (Oficina de Control de Bienes Extranjeros), control «sobre una gran cantidad de voces —muchas de las cuales puede que ni siquiera estén en Estados Unidos, ni se refieran a Estados Unidos o entren en conflicto con las leyes de Estados Unidos. «La OFAC al parecer tiene poder para hacer que tales voces desaparezcan», dijo la profesora Crawford. La ley bajo la cual está actuando el Departamento del Tesoro tiene una exención, la enmienda Berman, cuyo objetivo es proteger «la información y los materiales informativos». Los sitios del Sr. Marshall, aunque eran al fin y al cabo sitios comerciales, podrían caer dentro de la enmienda Berman, y no queda claro el porqué es que aparecen en la lista. A diferencia de los norteamericanos, quienes se enfrentan a restricciones significativas respecto a viajar hacia Cuba, los europeos son libres de ir adonde les dé la gana, y muchos así lo hacen. Charles S. Sims, abogado de la firma Proskauer Rose, de New York, dijo que es posible que con el caso del Sr. Marshall, al Departamento del Tesoro se le haya ido la mano. «Estados Unidos puede penalizar el gasto de dinero en Cuba por parte de ciudadanos norteamericanos», arguyó el Sr. Sims, «pero no tiene jurisdicción propiamente dicha sobre sitios extranjeros que no se dirigen hacia Estados Unidos y que son legales bajo las leyes extranjeras». El Sr. Rankin, vocero del Departamento del Tesoro, afirmó que el Sr. Marshall era libre de solicitar que se revisara su caso. «Si es que desea que lo quiten de la lista», indicó el Sr. Rankin, «debe contactarnos y presentar su apelación». Eso es algo problemático, señaló el profesor Fitzgerald. «La manera en la que uno intenta que lo quiten de la lista», dijo, «es volver al mismo burócrata que te puso en ella». El pasado mes de marzo, el Comité de Abogados por los Derechos Civiles emitió un informe preocupante respecto a la lista de la OFAC. El subtítulo de dicho informe era: «Cómo una lista de vigilancia respecto a terroristas del Departamento de Estado atrapa al consumidor común y corriente». El informe, hecho por Shirin Sinnar, plantea que existen 6 400 nombres en la lista y que por ejemplo aquella que impide a una persona viajar en avión, estaba dando pie a un sinfín de problemas serios debido a errores de identidad. «Instituciones financieras, oficinas de crédito, entidades filantrópicas, negocios de vehículos, aseguradores médicos, empleadores y hasta propietarios de viviendas», exponía el informe, «ahora están revisando los nombres contra la lista antes de abrir una cuenta bancaria, cerrar un negocio de compra-venta, alquilar un apartamento o incluso ofrecer un empleo». Pero el caso del Sr. Marshall no parece ser uno de confusión de identidad. El gobierno de manera muy específica buscó interferir en sus negocios. Según la profesora Crawford eso es escandaloso. «La manera en que uno se comunica hoy en día es a través de los nombres de dominios y el Departamento del Tesoro no debe estarse entrometiendo con los nombres de los dominios de la misma manera en que no debe entrometerse con las líneas telefónicas». Curiosamente, el Departamento no ha cerrado todos los sitios .com del Sr. Marshall. Aún se puede acceder, por ahora, a www.cuba-guantanamo.com. (Tomado de The New York Times, 4 de marzo de 2008. Traducido por Margarita Alarcón, del equipo de traductores de Cubadebate)
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