Padrenuestro que estás en Miami
By ALEJANDRO ARMENGOL

Durante las próximas semanas, se celebrará un juicio singular en una corte de familia de Miami. Una jueza deberá decidir lo que resulta más beneficioso para una niña: si vivir con su padre natural, que permitió que ella abandonara Cuba junto a su madre, ahora incapacitada para tenerla, o permanecer con el matrimonio que la ha albergado durante 19 meses. Tanto el padre natural como la familia que desea adoptarla han dado muestras de una cautela ejemplar. Y sin embargo, la posibilidad de que crezca la carga emotiva, y las posibilidades de confrontación que representa este juicio, crecen por día.

La jueza de circuito Jeri B. Cohen determinó que el estado no pudo probar que Rafael Izquierdo desatendió o abandonó a su hija. Pero al mismo tiempo, decidió no devolverle la pequeña en ese momento. En su lugar, se celebrará una audiencia para determinar si la niña se vería perjudicada si la sacan de la casa de Joe y María Cubas. Esta dilación no se justifica tras el fallo que estableció que el padre estaba apto para cumplir su función.

En vez de actuar de acuerdo con el pronunciamiento de que Izquierdo no abusó de su hija ni la abandonó, la jueza Cohen ha entrado en un terreno que no sólo tiene pocos precedentes en Estados Unidos, sino también el potencial de perjudicar la imagen del exilio cubano, mostrándolo como politizado en exceso y capaz de subordinar principios fundamentales debido a una actitud irracional.

Si Izquierdo está capacitado y quiere criar a su hija, la conclusión lógica es que se le hubiera entregado el jueves pasado. En este país, existe el derecho constitucional de un padre a criar a sus hijos libre de interferencia gubernamental, salvo que exista un serio problema de incapacidad. Ya se ha demostrado que eso no ocurre.

Hijos y padres no se eligen mutuamente. Con todas las ''ventajas y desventajas'' que implica este hecho, hasta el momento no hay un procedimiento mejor, capaz de imponerse como sustituto. Muchos responderán que prefieren un padre rico a uno pobre. Otros no estarán tan seguros. Ninguno podrá garantizar que la abundancia de recursos de los progenitores garantiza la felicidad. Pongo el ejemplo de la riqueza porque resulta hipócrita negar que éste es un factor que figura en el caso. No es el único. No creo tampoco que la opulencia de la familia Cubas influirá en medida alguna sobre la decisión de la jueza Cohen.

El mencionar el factor económico sirve para ejemplificar el terreno movedizo en que ha entrado el caso. Se puede afirmar igualmente que aunque Izquierdo tiene recursos moderados, tampoco es una persona que vive en la miseria. Pero aquí no tiene tanta importancia destacar cuál familia tiene más o menos dinero, sino analizar los parámetros a tomar en cuenta para decidir el futuro de una niña.

De acuerdo a las leyes de la Florida, un juez ''debe colocar'' a un niño con un buen padre que previamente no haya tenido custodia ''a no ser que el tribunal considere que esto pondría en peligro la seguridad, bienestar o la salud física, mental o emocional del niño''. El Departamento de Niños y Familias de la Florida (DCF), y el guardián ad litem nombrado por la corte para la niña, le han pedido a la jueza Cohen que le quite la custodia de la niña a Izquierdo, y se la conceda a los Cubas, porque ésta tiene una relación emocional muy estrecha, tanto con los padres guardianes como con su medio hermano, y llevársela ahora le causaría mucho daño.

Lo ideal sería que los Cubas e Izquierdo llegaran a un acuerdo. Pero en la mayoría de los pleitos de custodia esto resulta imposible. Aquí además hay factores políticos, los cuales contribuyen a que cualquier decisión que se tome resultará, en alguna medida, más dolorosa y traumática.

¿Qué argumentos emplear para convencer de que una niña que ha estado viviendo contenta con otra familia podría sufrir considerable daño si la obligaran a mudarse? ¿Cómo poder afirmar que transformar en permanente una situación temporal no implica también grandes riesgos? ¿Quién cuenta con la sabiduría y el poder para definir lazos familiares futuros, por encima de tradiciones, normas sociales e incluso creencias y valores religiosos?

Una de las cosas que llama la atención en este caso es que un sector de la comunidad exiliada, que se caracteriza por sus valores conservadores y su rechazo a la interferencia del Estado en la vida familiar, se defina en favor de la separación de una hija de su padre, tras despojar a éste de sus derechos paternales. Curioso que esto ocurra en una ciudad que regularmente recuerda la ''Operación Pedro Pan'', que trajo a miles de niños a Estados Unidos porque sus padres temieron en un momento que el régimen cubano les retiraría la patria potestad. Entonces los padres prefirieron mandar solos a su hijos, frente al riesgo de quedar despojados de sus facultades.

Esta discrepancia entre como actuó entonces ese sector del exilio, y como piensa ahora, no es ajena a la tendencia a considerar todo lo que proviene de la isla como contaminado por el régimen. Tampoco a la actitud que favorece las restricciones a las visitas familiares y envíos de remesas, bajo el supuesto de que estas medidas contribuyen al derrocamiento de Castro, lo que ha contribuido a la separación de la familia cubana en los últimos años.

Tan inadmisible es que un gobierno imponga restricciones de viajes y trate de administrar el dinero de sus ciudadanos, como que una entidad estatal trate de despojar de sus derechos a un padre, luego de fracasar en el intento de probar que éste no reúne los requisitos necesarios para criar a sus hijos. En buena medida, muchos de los que apoyan las medidas injustas e inútiles puestas en vigor por la administración republicana son los mismos que quisieran que Izquierdo regresara a Cuba sin su hija. Dos muestras de un fanatismo político ajeno por completo al espíritu democrático.

 

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