Cuban Businesses: Are the socialist (Bohemia, September 12, 2007)    
   

ECONOMIA

Cuentas Claras

Empresas cubanas, ¿socialistas?

Por: ARIEL TERRERO
nacionales@bohemia.co.cu

(12 de septiembre de 2007)

http://www.bohemia.cubaweb.cu/2007/09/12/economia/1-cuentas-claras.html

En Cuba las empresas estatales dominan el escenario. ¿Quién lo duda? Pero muchas no merecen el cartel de socialistas. A tal conclusión llego cuando analizo una idea que a Carlos Lage le gusta repetir: "Lo que no es eficiente, no es socialista". El secretario del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros la reiteró el 29 de agosto pasado, en la clausura de un seminario con directores de centros que aplican el perfeccionamiento empresarial.

¿Y acaso escasea la eficiencia? Así parece. Todavía son minoría las empresas que han logrado saltar la varilla para adentrarse en ese proceso, vital para la economía cubana. Algunas no han podido por carecer de mercados o sostén financiero para sus producciones y servicios. Otras, por incapacidad para hacerlo a un costo racional y con el debido control contable.

En cualquier caso, bogan lejos de las condiciones de eficiencia exigidas para cruzar la puerta del perfeccionamiento empresarial. Solo 797 empresas lo han conseguido a diez años de abierta la entrada: el 28 por ciento de las 2 mil 732 con que cuenta el país.

Aún siendo minoría, ese selecto grupo defiende un crecimiento económico sostenido y concentra los indicadores empresariales más saludables de la nación. Entre otras cifras ofrecidas por Lage en el seminario, a cuenta de las empresas en perfeccionamiento corre el 51 por ciento de las utilidades totales del país y el 72 por ciento del aporte en divisas. Además -y quizás sea el dato que más contraste revela en materia de eficiencia-, redondean una productividad un 50 por ciento superior a la del resto de las empresas.

Para ser socialistas, sin embargo, no basta con dejar una estela eficiente. Otra condición resulta esencial: la participación de los trabajadores en la toma de decisiones. Mas la vida no suele ser espléndida en este punto.

Las asambleas de trabajadores ofrecen una oportunidad de oro para hacer de la democracia obrera algo más que un eslogan político. Ocasión para que todo el personal de una entidad sume inteligencias, trace metas y decida el destino colectivo, se hunde bajo el formalismo cuando las manos se levantan para aprobar un plan concebido por un estrecho grupo de dirección, muchas veces difícil de entender por la mayoría.

La empresa le tiende la zancadilla, de paso, a otra condición de la economía socialista, la planificación, si los objetivos asumidos no tienen la mirilla en la realidad del mercado ni sostén en el potencial real de su fuerza laboral.

El mal asoma con persistencia incómoda, incluso en centros laborales metidos en el perfeccionamiento. La participación de los trabajadores, activa en la etapa de diagnóstico y construcción del nuevo ideal de la empresa, a veces se enfría con el paso del tiempo. Después de asumida la nueva estructura, algunas direcciones tienden a mirar hacia arriba más que hacia abajo, en parte presionados por la centralización económica iniciada en el año 2004.

Las reglas para controlar centralmente los ingresos de la nación pusieron fin al desorden de algunas entidades y oxigenaron las finanzas del país mediante una mejor administración gubernamental.

Entendida tradicionalmente como sinónimo de socialismo, la centralización ha garantizado el sostén a programas sociales fundamentales. Pero el control central del gasto y la inversión de las empresas, en algunos organismos con más rigidez que en otros, puede desalentar la iniciativa y la participación de los trabajadores en la toma de decisiones, uno de los sueños dorados del socialismo. Difícil contradicción.

En mi opinión, las empresas, sobre todo las que están en perfeccionamiento, merecerían más flexibilidad para decidir sobre su plan y sus finanzas, incluso en divisas, siempre en la medida que demuestren solidez bajo el nuevo perfil económico.

La participación de los trabajadores en la definición de metas y nuevos senderos ya mostró su virtud revolucionaria en aquel proceso de rectificación de errores y tendencias negativas de los años 80. Bien conducidos, el debate y la búsqueda colectiva de soluciones reflejaron su eficacia y la madurez política de un pueblo, en el camino hacia ese esquivo ideal de socialismo del que hoy en el mundo se habla mucho más de lo que se hace.