Glamour
ROLANDO PÉREZ BETANCOURT
rolando.pb@granma.cip.cu
Los muchos estrenos
cinematográficos que por estos días ofrecen la
televisión y el cine permiten hablar del glamour, un
concepto que puede ser tan resbaladizo como un pez en la
mano. ¿Por qué pierde Brad Pitt su glamour en una
película como Babel?
Gloria
Swanson, el glamour
de otra época.
Pues por la inteligencia del
director, capaz de limpiar al buen actor de huellas
fílmicas no exentas de estereotipos. Lo envejece, le
maltrata el rostro, lo reinventa a partir de las
exigencias del personaje.
El concepto del glamour
tradicional proviene de la cultura anglosajona y
presenta certificado de nacimiento junto con el boom
económico de los años veinte del siglo pasado. A nuestra
lengua se traduce como encanto o atractivo, y el verbo
To glam abarca definiciones relacionados con el "embellecer,
adornar y mejorar el aspecto".
Pero hay quienes insisten en que
un "toque" de misterio le hace mucho bien al glamour (de
niño, viviendo en casa de unas tías que lo comentaban
todo en voz alta, oía conversaciones vinculadas con los
cuatro intentos de suicidio que en sus buenos tiempos
había tenido una prima pizpireta, tras conocer la
prematura muerte de Rodolfo Valentino. Sin duda, la
prima —que viviría casi cien años— había sucumbido al
glamour misterioso del actor, capaz él de llevarse a
la tumba a unas cuantas descerebradas).
Glamour y poder, magnificados
internacionalmente por los medios de comunicación,
tienen un vínculo estrecho. Procesos que pueden meter en
un mismo saco a ideologías y maneras de pensar extremas.
Un cantante que vista una chaqueta de piel de león
reafirmará para algunas admiradoras un glamour felino y
por lo tanto desgarrador, mientras que otras verán en él
a un miembro más de esa pandilla internacional —políticos
incluidos— que atenta contra el miedo ambiente y los
recursos naturales.
Hablamos de cine, pero el concepto
del glamour encierra realidades tan diversas que
definirlo como algo único es imposible: moda,
arquitectura, fotografía, estética, estilo de vida... De
lo que si no cabe duda es que el individuo, o grupo que
posea el "don" del glamour, necesita de otro grupo
social que lo considere un referente, por lo tanto es
una estrategia de poder hegemónico que trata de hacer
atractiva la estructura social imperante.
Y la hacen fluir de manera
natural, casi invisible (los de abajo deben copiar a los
de arriba), pero detectada y gritada por el francés
Roland Barthes hace décadas: "La sociedad burguesa
produce signos que no parezcan signos".
El glamour en el cine tiene
algunas características muy particulares y cambiantes,
pero hay una, fundamental, que se repite en todo su
abanico de posibilidades: el paso del tiempo y las
transformaciones que con él tienen lugar. Hoy a Gloria
Swanson ("sigo siendo grande, son las películas las que
me quedan pequeñas") la vemos como una reliquia
interesante, pero incapaz de acelerarnos el ritmo
cardiaco.
Y de vivir en estos días, es muy
posible que la prima pizpireta de mis tías ni siquiera
gire el eje del cuello al ver pasar a Rodolfo Valentino. |