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Communist Party
of
Investigation into Socialism of the 21st Century
Heinz Dieterich
Rebelión
July 7, 2007
Translation by PG.
original:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=53240
Recently, the Central Committee of the Communist Party of Cuba (PCC) decided that among its research priorities in the social sciences and humanities for the period 2007-2010 would be included “Socialism of the 21st Century.” This is good news – since its becoming a reality would reinsert the Cuban Revolution into one of the most important theoretical debates concerning humanity’s future.
Six years ago, when I spoke with
the friends within
The position of revolutionaries who said there was a “single socialism”, and that it is not necessary to speak of “socialism of the 21st century”, seemed untenable to me, they seemed to represent the position of the Catholic bishops in the light of the new scientific cosmology of Galileo Galilei: denying the obvious and undeniable.
I remember a conversation with a
very dear friend of the (Cuban) Revolution who was in
These discussions were held four
years before President Chávez adopted the concept of “Socialism of the 21st
Century” as the political banner of the Bolivarian, Christian and nationalist
revolution that he heads. He raised this concept openly at the fifth World
Social Forum in
The theoretical advance and practical impact of the works from the “Scottish School”—those by Paul Cockshott and Allin Cotttrell, originating from Robert Owen and computer science; and those from the “Bremen School”, emerging from the inventor of computer, Konrad Zuse, and from the universal genius of Arno Peters— constituted a second factor that made unreal the attempt to conceptualize socialism as a phenomenon that does not evolve.
We have just translated Cockshott
and Cotttrell’s work (“Towards a New Socialism”) into Spanish and published it
in
It turns out then —paradoxically— we have a situation in which the theory of socialism of the 21st century has been published in Chinese, Russian, German, Turkish, English, Spanish, Czech and Catalan, and in practically all of the countries of Latin America — except Cuba, only nation of “Our America” that is defined as socialist.
In November 2005, at the
International Book Fair in
In November 2006, I again went to
book fair in
The last macro-theoretical debate
about the socialist economy was held in
The proposal by Che, inspired by the organizational model of large transnational corporations, was idealistic in light of the objective conditions of the Cuban Revolution, and, for this reason, impossible. The position of Bettelheim et. al., closer to the Soviet pattern, in turn could not transcend the limits of a non-pecuniary state economy – one based on the computerization as a mechanism for price formation on the world market. With Che’s leaving for other lands that required his revolutionary zeal, in 1965 the “great debate” concluded, yet in the air remained the heroic guerrilla fighter’s question: “Must we look to frozen forms of socialist realism as the only valid recipe?”
Starting in 1986, Raúl Castro rescued economic rationality of the Soviet pattern for the companies of the Armed Forces (perfeccionamiento empresarial) ; in the fifth Congress of the PCC in 1997 the party accepted that experience and generalized it in 1998 through Law No. 187. Nonetheless, the theoretical debate never returned to the height required by the problems of the Cuban system and those of world socialism. This reached the point that, three years later, the great scientist and head of the Ministry of Science and Technology, Rosa Elena Simeone, expressed concern over the lack of rigor in social science in Cuba, noting that it was necessary to recover “the scientific method” and theoretical research in those sciences.
However, when there appeared new theoretical focuses on “Socialism of the 21st Century”, the directing power of the State did not mobilize or orchestrate the necessary openness in relation to these. Consequently, the “intelligentsia” adhered to its inherent dynamics of not moving without a green light from the political vanguard.
With the above-mentioned resolution, the Central Committee of the party has taken a very cautious step toward reinitiating macro-theoretical debate. It will have to be seen whether this step can shake free of the bureaucratic structures of the academic apparatus in the social sciences and rescue the scientific method.
The central question is this: Will the Cuban intellectual vanguard have the capacity to renovate and the bravery to transition “historic socialism” toward “socialism of the 21st century”, or will it allow the paradigm of the past to destroy its great revolutionary work?
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El Partido Comunista de Cuba aprueba investigación sobre el Socialismo del Siglo XXI
Heinz Dieterich
Rebelión
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=53240
Recientemente, el Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC)
decidió que entre las prioridades de investigación en las Ciencias
Sociales y Humanidades para el periodo 2007/2010 se integrara el "Socialismo
del Siglo XXI". Esta es una noticia de alegría ya que, de convertirse en
realidad, reintegraría la Revolución Cubana a uno de los debates
teóricos más importantes para el futuro de la humanidad.
Cuando hablé hace seis años con los amigos de la vanguardia cubana sobre
la teoría científica del socialismo del siglo XXI, las reacciones fueron
mixtas. Algunos decían que el socialismo era "uno solo" y que no era
necesario ni conveniente usar la categoría del socialismo del siglo XXI.
Otros tuvieron una posición más abierta y convocaron a sus trabajadores
para debatir la nueva teoría. En una de estas ocasiones, reunido con
setenta directivos de la institución, esperabamos al Comandante Fidel
Castro, pero en el último momento no pudo asistir.
La posición de los revolucionarios que decían, "hay un solo socialismo"
y que no hay que hablar del "socialismo del siglo XXI", me parecía
insostenible, porque representaba la posición de los obispos católicos
ante la nueva cosmovisión científica de Galileo Galileí: negar lo obvio
e innegable. Recuerdo una conversación con un muy querido amigo de la
Revolución, quien estuvo en Africa con el Ché, a quién expresé mi
convicción de la siguiente manera: "Cuba tiene dos alternativas: o se
integra al naciente debate mundial sobre el Socialismo del Siglo XXI o
se quedará aislado de esta torrente mundial, con un alto costo teórico y
político para la Revolución. Y la idea, de poder impedir el debate, es
ilusoria."
Estos diálogos se dieron cuatro años antes de que el Presidente Chávez
adoptara el concepto del Socialismo del Siglo XXI, como bandera política
de la Revolución bolivariana, cristiana y nacionalista que encabezaba, y
lo lanzara públicamente en el V Foro Social Mundial en Porto Alegre. Con
la continua promulgación del concepto por el líder bolivariano, todo
intento de los intelectuales orgánicos estatales de frenar el progreso
del debate estaba condenado al fracaso.
El avance teórico y el impacto práctico de los trabajos de la Escuela
de Escocia, con Paul Cockshott y Allin Cotttrell, proveniente de
Robert Owen y de la informática; y de la Escuela de Bremen,
emergente del inventor de la computadora, Konrad Zuse y del genio
universal Arno Peters, fueron un segundo factor que hicieron irreal el
intento de conceptualizar al socialismo como un fenómeno sin evolución.
Acabamos de traducir al castellano y publicar en Venezuela la obra de
Paul y Allin, y la bautizamos junto con Paul Cockshott y con nuestra
edición ampliada de Hugo Chávez y el Socialismo del Siglo XXI y
el Breviario del Socialismo del Siglo XXI, en Caracas y
Barquisimeto, con el apoyo del Bloque Regional de Poder Popular (BRPP),
Sección Venezuela. Una semana antes presentamos mi obra en el Teatro
Teresa Carreño, en Caracas con el Ministro de Defensa, General en Jefe
Raúl Isaías Baduel; el Presidente alterno del Parlamento Latinoamericano,
Amilkar Figueroa y el Presidente de la Comisión Permanente de Política
Exterior de la Asamblea Nacional, Carlos Escarrá. Este año todavía
saldrá publicado en la India el libro de Paul y Allin, y el mío, en
Turquía. La nueva teoría se abre paso y su avance es imparable.
Se presenta, entonces, la paradójica situación de que la teoría del
socialismo del siglo XXI ha sido publicada en chino, en ruso, en alemán,
en turco, en inglés, en castellano, en checo y en catalán, y
prácticamente en todos los países de América Latina, pero no en Cuba,
única nación de la Patria Grande que se define como socialista.
En noviembre de 2005, en la Feria Internacional del Libro de
Guadalajara, el Director General de la Editora Política y Agencia
Literaria del Comité Central del Partido Communista de Cuba, el amigo
Santiago Dórquez, me pidió un libro para la publicación en la isla.
Habiéndose publicado diez obras mías en Cuba, posiblemente la mayor
cantidad de obras de un autor externo en el genero de no-ficción en la
isla, le di El Socialismo del Siglo XXI. Y le advertí con
escepticismo que no creía que iba a lograr la publicación.
En noviembre del 2006 nos encontramos de nuevo en la FIL de Guadalajara
y, efectivamente, no había publicado el libro. Las razones que me dio
fueron varias, que no había papel, que se tenía que imprimir para
terceros países, etc., pero que no se trataba de un problema político. ¿Qué
me dirá en noviembre de este año, cuando lo veré otra vez en
Guadalajara?
La última discusión macroteórica sobre la economía socialista se dio en
Cuba a inicios de los años sesenta, personificado en Che Guevara y
Charles Bettelheim, y recordado a veces como el "Gran Debate". Los
argumentos de ambos campos muestran las limitaciones características de
su tiempo que impedían enfocar el socialismo del siglo XXI como un
problema cibernético ---la sustitución del precio de mercado por una
institución cibernética socialista--- que es la única forma de
solucionarlo.
La propuesta del Che, inspirada en el paradigma organizativo de las
grandes empresas transnacionales, era idealista a la luz de las
condiciones objetivas de la Revolución cubana y, por lo mismo,
irrealizable. La posición de Bettelheim et al, cercana al modelo
soviético, a su vez no podía trascender los límites de una economía
estatal no-crematística, basada en el mecanismo informático de los
precios del mercado mundial. Con la salida del Ché a otros mundos que
requerían su empeño revolucionario, en 1965, el "gran debate" terminó y
la pregunta del guerrillero heroico, "¿Por qué pretender buscar en las
formas congeladas del realismo socialista la única receta válida?",
quedó en el aire.
A partir de 1986, Raúl Castro rescata gradualmente para las empresas de
las Fuerzas Armadas la racionalidad económica del modelo soviético; en
el V Congreso del PCC en 1997 el partido acepta esa experiencia y la
generaliza en 1998 por la Ley No. 187; pero el debate teórico nunca
volvió a la altura que requerían los problemas del sistema cubano y del
socialismo mundial. A tal grado, que tres años después, la gran
científica y Directora del Ministerio de Ciencia y Tecnología, Rosa
Elena Simeone, expresaba con preocupación que faltaba rigor en los
trabajos de las ciencias sociales en Cuba y que era necesario recuperar
"el método científico" y la investigación teórica en esas ciencias (sic).
Sin embargo, cuando aparecieron los nuevos enfoques teóricos del
Socialismo del Siglo XXI, el poder dirigente del Estado no instrumentó
la apertura necesaria hacia ellos. En consecuencia, la intelligentsia
siguió su dinámica inherente, de no moverse sin luz verde de la
vanguardia política.
Con la resolución mencionada el Comité Central del Partido ha dado un
muy cauteloso paso hacia la recuperación del debate macroteórico. Si
este paso logrará sacudir las estructuras burocráticas del aparato
académico en las ciencias sociales y el rescate del método científico,
queda por verse.
La pregunta central es esta: ¿Tendrá la vanguardia intelectual cubana la
capacidad renovadora y el valor de evolucionar el socialismo histórico
hacia el Socialismo del Siglo XXI o permitirá que el paradigma del
pasado liquide a su gran obra revolucionaria?