!ora. Algunas meditaciones condujeron a las siguientes razones:

1. La transmisión de la ideología revolucionaria implica su diferenciación con el proceso ideológico a es--cala de la sociedad toda. De ahí sus relaciones conceptuales, tomando en cuenta a los sujetos o fuerzas

. s que engendran o sustentan las ideologías.

2. La reproducción de la ideología revolucionaria lilt' es una repetición en sí misma, ni tampoco una reproducción simple de las funciones institucionales, sino que constituye básicamente un proceso inin terrumpido de unidad y renovación creadora de ele mentos ideológicos precedentes frente a la persis tencia de formas ideológicas caducas y nuev ,s tendencias regresivas.

3. El proceso de unidad y de renovación creado! . implica la necesaria comunicación y eficac~.~ ideológica desde las instituciones del sistema politi( yla legitimación sostenida del unipartidismo polis ú por el pluralismo creador. La legitimidad de quc Partido Comunista de Cuba constituye la fuel motora y dirigente del Estado y la sociedad, impi también continuar pensando a fondo y realistamc I I I , . pues es un terreno que teóricamente demanda ela boración.

La lógica. cubanológica versus la lógica real:
Un balance crítico de las tesis predominantes

La asunción crítica de las propuestas cubanológie sentadas en el capítulo 1 incuestionablemente hae

sentado una alternativa a las demandas de la producción científico-social cubana sobre la lógica real de la ideología de la Revolución.

En consecuencia con el análisis crítico diferenciado de las interpretaciones devenidas en la periodización que ha resultado, se evidenció el predominio del enfoque restrictivo de la ideología de la revolución y las tesis enarboladas por sus autores.

Independientemente de las limitaciones e inconsistencias, también críticamente develadas, de las interpretaciones basadas en el enfoque inclusivo, consideramos que no se han estructurado tesis hacia extremas posiciones académicas, sino que tienden hacia posiciones más equilibradas y balanceadas, sobre todo porque transpiran consideraciones más apegadas al realismo histórico. Nos referimos a la producción de los autores Nelson P. Valdés, Max Azicri y Antoni Kapcia.

Un resultado importante a tener en cuenta es que si bien es cierto que las tesis del oportunismo y del pragmatismo ideológico, engendradas en el período formativo de la cubanología, no gozan del reconocimiento actual o no n difundidas como tales, no significa que los presuuestos metodológicos hayan desaparecido. Todo lo con-ario, pues el individualismo metodológico" se ha preervado y maximizado en las posteriores dinámicas terpretativas que transcurren desde los años 70 hasta s 90, legitimando la función ideológica de tales interetaciones «teóricas» y, por consiguiente, restándole obvidad a estos estudios.

Es precisamente a partir de los años 70, que el individualismo metodológico adquiere nueva sustentación teórica
a y metodológica con las concepciones funcionalistas de la desideologización de Daniel Bell, de la socia>!. del conocimiento de Karl Mannheim y de la metod( ciencitista de Max Weber, resultando dominante, la Sión por Irving Louis Horowitz —fiel discípulo (1, paradigmas antes mencionados— de la tesis de la i'/ cionaliración impuesta de la ideología del castrismo. Aquí vamente aparece el individualismo metodológico enfatizar el sentido negativo de la «ideología» y sus tos de disfunción o ilegitimidad respecto a la soci, cubana.

No es casual que la tesis del pragmatismo institucional, sustentada por Mesa-Lago, coincide con la de Hoo en lo concerniente al carácter disfuncional de la id,_ gía institucionalizada respecto al desarrollo econórni, político. Es por ello que Mesa-Lago, teóricamente

ma <da liberación de los dogmas ideológicos y mr>>,I que funcionan ilusoriamente y se enajenan de los oi,: vos económicos».

Por su parte, las dicotomías de los términos «ide, , I gía» y «pragmatismo», «ideología» y «política», «ortod('. y «reformistas» o «duros» y «pragmáticos», funciona ) los estudios realizados hasta los años 90, como refu, del individualismo metodológico, pero para revelen necesaria liberalización del mercado como caaalizado, ! proceso de la «transición democrática», y por end, desideologizar la política económica.

Mesa-Lago desdeña que una concepción adee del desarrollo integral de la sociedad, presupone 1.1 lación ideología y teoría. Otra cosa es que desd, ángulo de la relatividad gnoseológica, uno u on ambos polos de la correlación ideología-teoría la autonomía relativa que poseen— puedan desfas; I

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adelantándose o retrasándose mutuamente, como ha tenido lugar en determinados períodos, aunque no en todas las etapas tal correlación haya presentado el mismo grado de correspondencia con los requerimientos de la realidad social.

En definitiva el individualismo metodológico es inconsistente para comprender la lógica real de la ideología de la Revolución, pues la ideología no puede reducirse al pensamiento ni a la lógica de la personalidad, esto sería aceptar una pre-determinación e imposición voluntarista. Este enfoque metodológico individualista es ilegítimo, pues, otra cosa es cuando los móviles ideológicos de la personalidad alcanzan un consenso continuado y creciente en la conciencia socioclasista cotidiana.

El hecho de que el proceso de la ideología revolucionaria cubana encuentre su expresión cimera en el pensamiento de Fidel Castro, no significa plena identidad entre ideología y pensamiento, pues son conceptos no solo afines, sino también diferentes y necesariamente distinguibles. Más bien deben precisarse a qué intereses clasistas corresponden los procesos que subyacen en los pensamientos, ideales o doctrinas de las personalidades.

En lo concerniente a las reinterpretaciones de finales de los años 80 y en los 90, lo más significativo es el cambio aparente del individualismo por el colectivismo metodológico,70 a través de la tesis de que el nacionalismo radical es realmente la ideología de la Revolución Cubana, de Marifeli Pérez-Stable ampliamente difundida y reconocida en la literatura cubanológica actual, tal como hemos analizado en el capítulo 1.

Hoy es muy sintomático en la metodología del conocimiento social occidental la utilización del nacionalismo, para denigrar y negar el ideal socialista corno proyecto social, a través del rechazo aparente del individualismo metodológico, cuando en realidad se rechaza todo lo socialmente alcanzado en la formación de los procesos históricos de las otroras naciones socialistas y obviamente la experiencia cubana.

En tal sentido se inscribe la tentativa reduccionista de la tesis de Marifeli Pérez-Stable, cuando intenta socavar los intereses clasistas de la nación cubana actual, articulados crecientemente por el proceso revolucionario, mediante el pseudo argumento de la ruptura de la lógica de la revolución con la lógica del socialismo, que impera, según ella, institucionalmente desde los años 70 a contrapelo del fracaso del socialismo. Según su criterio, el rescate del nacionalismo con la rectificación, no ha sido viable, pues solamente es posible, castrándolo del ideal del so cialismo. No es casual que en general, los cubanólogoc caracterizan el proceso de rectificación como el regreso a prácticas idealistas y la reedición de formas de centrali zación en el estilo de los años 60.

Es por ello, que Marifeli Pérez-Stable junto a Jorge I. Domínguez y otros autores declaran que los cambio politicos operados tienen motivaciones exclusivamente ideológicas, y, reducidas sicológicamente al temor por ':1 dirigencia a la posible pérdida del poder; es decir, la lódi ca aquí es simple: «la dirigencia cubana gobierna con 1 sicología de la revolución y la sociedad se desenvuelve con la lógica del socialismo».

Las pretensiones científicas que en esta lógica subva cen, son realmente irracionales, con las injurias al socia lismo basadas en la permeabilidad de la soberanía y 1, justificación del capitalismo como único proyecto vial )1, para la Cuba del siglo xxi. Teniendo en cuenta el debate actual entre especialistas cubanos,' coincido con el criterio de que el propio proceso histórico ha contribuido a eliminar contaminaciones en la trayectoria del nacionalismo cubano, ocupando un ui ae en la síntesis de intereses progresistas que comprende la lógica real por la que transita la reproducción de la ideología revolucionaria cubana.72 Es decir, en la actualidad, nacionalista es afín a ser revolucionario, cuando se ideníi fica con la nación de manera responsable y no solo representa la ideología internacionalista, como ingrediente ético-politico, sino también, la ideología de todos los que defienden la patria y la nación.

Por tanto, en tal sentido la ideología de la Revolución presupone el componente nacionalista revolucionario en la misma medida que transita hacia una coherencia más articulada con el componente socialista, en la reasunción de su protagonismo histórico. De ahí, que la reproducción del ideal socialista y comunista requiere de los aparatos ideológicos del sistema politico, la realización de esfuerzos interrelacionados en representación de los intereses progresistas «de toda la nación en la construcción del socialismo, sobre la base de los principios revolucionarios y con un sentido cabal de lo auténticamente cubano». Por tales razones, la cohesión entre lo cubano y el socialismo, constituye un reto actual para el mantenimiento de «una labor sistemática y tenaz por el desarrollo y consolidación en nuestra sociedad de la ideología de la Revolución Cubana».73

El concepto de ideología de la Revolución Cubana como modelación contiene al ideal socialista y comunista, en tanto, valor jerárquico deseable y volitivo. Esto significa la existencia de una dialéctica entre el ideal socialista y la ideología revolucionaria, por cuanto, ambos

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implican idealidad en modo y nivel diferente. Categ, rialmente la ideología como construcción de model es más inmediata, sistematizada y organizada por en f ques teóricos con arreglo a estrategias sociales de p, der politico.74

Es por ello que, ideología de la Revolución Cubana con ceptualmente formaliza lo permanente o estable, mien tras que ideología revolucionaria cubana, determina 1:1 relatividad, lo procesal y la exigencia de subvertirse a -„ misma, en tanto las circunstancias demanden coherenci.n y veracidad respecto a la resolución de las contradiccio nes sociales.

En otras palabras, designa la síntesis progresiva de las tradiciones y de la construcción de la identidad hegemónica como un cuerpo de prácticas y expectativas en relación con la totalidad social y como un vívido sistema de significados y valores; no es más que expre Sión de un proyecto social en función del cual debemos modelar la realidad y transformarla y, además, es la energía volitiva de la cultura en que debemos permanente- mente reconocernos, ya que en definitiva, las ideologías son esa otra realidad, que está contenida en nuestras utopías.

Se deriva de lo antes expuesto, la necesidad de reiterar que el concepto en cuanto tal, no significa que l> síntesis e identidad ideológica esté plenamente conformada, pues de esto resulta una importante diferencia entre el análisis histórico y el sociológico.

Si es mucho más lo que resta por transitar que lo ya transitado, es atinado reiterar que el socialismo es también un camino ignoto. Por tanto, aunque hemos alcanzado un grado de pluralismo creador, aún tendremos que proseguir profundizando en las potencialidades que per-

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mitan seguir adentrándonos por senderos siempre inéditos, y, hallar las fórmulas prácticas para enfrentar los retos y desafíos que impone la transición socialista en un contexto internacional en el cual la correlación de fuerzas favorece al capitalismo.

La dimensión de tal obra implica, reasumir sostenidamente el rescate de las raíces, los principios y los genuinos y sólidos valores humanos, ideológicos y éticos que dieron aliento y vida con sus características propias al socialismo en nuestra patria.

Esta transición hacia una sostenida eficacia del protagonismo ideológico revolucionario, es decir, al reencuentro con la autoconciencia nacional y sus reservas ideológicas, comprenden justamente un nacionalismo patriótico, antiimperialista e internacionalista, diametralmente opuesto al nacionalismo burdo, exacerbado o estrecho. El nacionalismo auténticamente revolucionario, implica ser adecuadamente renovado en su integridad e interdependencia y sin reduccionismos.75

La legitimidad histórica del concepto ideología de la Revolución Cubana, está dada, en primer lugar, por sintetizar el devenir y la realización de ideales y valores progresistas que se han objetivado en grado predominante de la identidad cultural e ideológica cubana; es decir, un nivel constitutivo de fuerza material en la consolidación de los intereses de la nación cubana.

El concepto de ideología revolucionaria cubana, implica proseguir la elaboración de nuevas ideas, de nuevos objetivos y de nuevos principios, sobre la base de lo eficazmente socializado y la prefiguración más inmediata del ideal del socialismo.

Tales exigencias presuponen la modelación compleja y desafiante de la contradicción entre lo material y lo espiritual, de manera tal que garantice ritmos y secuencias que favorezcan la reproducción material y espiritual hacia el afianzamiento del socialismo, y, desde luego, el reconocimiento de la subjetividad implicada en el trabaj(; teórico y en la acción política.

Por tanto, el carácter revolucionario de la ideología cubana actual implica la articulación contradictoria, dinámica y flexible, entre dos dimensiones básicas: lo ideal que trasciende y proyecta utópicamente más allá de lo real existente, y la elaboración ininterrumpida de un discurso racional de identificación con las relaciones socia les dominantes. La simetría y la complicidad revolucionaria del trabajo teórico y la acción politica, son exigencias actuales para proseguir los esfuerzos por hacer a nuestro pueblo más señor soberano de su ideología y de su conciencia revolucionaria.