Tabaquismo
Morir de
humo
Apenas un
tercio de la
población
cubana fuma
activamente,
mas, muchos
otros
conviven
también con
el humo;
incluso, a
veces, hasta
en las
guaguas
abarrotadas
y hospitales
maternos.
Los adictos
a la
nicotina,
aunque en su
gran mayoría
lo desean,
no acaban de
hallar el
camino a las
insuficientes
consultas de
deshabituación
y siguen
engrosando
las filas de
los más de
mil millones
de personas
que en el
mundo rinden
vasallaje a
ese dañino
vicio
Por:
GILDA
FARIÑAS
y TANIA
CHAPPI
Prácticamente
ningún
cubano
desconoce
que tabaco y
salud no
hacen buenas
migas. Sin
embargo,
todavía
fumamos en
demasía,
acunados por
tradiciones
centenarias
y
vulnerables
estrategias
preventivas
Carlos
José
Villamil es
un hombre
popular y no
por agradar
a mucha
gente, más
bien porque
resulta
imposible
olvidar su
imagen
siempre
envuelta en
ese humillo
"angelical"
del cigarro.
Muchos
aseguran
haberle
visto
encender uno
tras otro
durante una
noche.
Quinientos
años atrás,
de
sobrevivir a
tamaña
adicción en
una época
donde la
medicina
estaba en
pañales, de
seguro
hubiera
acabado
haciendo
compañía a
Rodrigo de
Xerez -compañero
de Colón-
quien de
regreso a
España fue
acusado de
estar
poseído por
el demonio y
enviado a
las cárceles
de la
Inquisición.
Todo por la
exótica
costumbre de
echar humo
por la boca.
Los que
permanecieron
en la Isla
continuaron
fumando;
primero
improvisados
tabaquitos,
luego puros
habanos y
finalmente
los
cigarrillos
que allá por
la segunda
mitad del
siglo XIX
fabricaban
numerosos
talleres,
entre cuyos
operarios se
hallaban,
inclusive,
reclusos y
soldados.
Tanto va el
cántaro a la
fuente...
Sí, pero no
vino a
romperse
hasta 1970
más o menos.
Para
entonces más
del 60 por
ciento de la
población
cubana era
adicta al
tabaco. Y
aunque desde
una década
atrás ya la
publicidad
no incitaba
al consumo y
se
convertían
en certezas
las
aseveraciones
de
investigadores
británicos
sobre la
relación
tabaco-cáncer,
los
fumadores se
negaban a
darse por
enterados.
Se le añadió
a las
cajetillas
de cigarros
la
advertencia
sanitaria
Fumar daña
la salud
y los
médicos
empezaron a
informar
sobre las
consecuencias
negativas
del hábito.
Sin embargo,
solo a fines
de esa
década se
inicia el
descenso en
el número de
adictos y en
el consumo.
Disminución
que gracias
a campañas
de
desestimulación
y al
Programa
Nacional de
Prevención y
Control del
Tabaquismo –iniciado
en 1988 por
el Instituto
Cubano de la
Demanda
Interna y
reformulado
luego por el
Ministerio
de Salud
Pública- se
mantuvo con
alguna que
otra
fluctuación
hasta el año
2001.
Los
indígenas
cubanos
usaban el
tabaco con
fines
medicinales
y vinculado
a las
ceremonias
mágico-religiosas
Los
resultados
de la II
Encuesta
Nacional de
Factores de
Riesgo y
Actividades
Preventivas
de las
Enfermedades
Crónicas no
Transmisibles,
que
aplicara el
Instituto de
Higiene y
Epidemiología
entre 2000 y
2001
descalificaron
cualquier
posible duda:
En relación
con 1995,
descendió la
cantidad de
fumadores de
36,8 por
ciento a
31,9. Aun
así, las
cifras
continuaban
altas
comparadas
con otros
países. Y ¡alerta!,
el grupo de
adolescentes
consumidores
se había
incrementado.
Paralela a
esta
investigación,
una encuesta
mundial
sobre
tabaquismo
en jóvenes,
que en Cuba
se aplicó en
secundarias
básicas de
Ciudad de La
Habana,
resaltó lo
preocupante
de la
incidencia
en
adolescentes:
casi un
tercio de
los
estudiantes
refirió
haber fumado
alguna vez
en su vida y
una parte no
pequeña de
los no
fumadores
dijo que lo
haría si les
cayera un
cigarro en
la mano.
Bolsillos
desfondados
Para 2002
volvió a
ascender el
consumo: 8,4
por ciento
de
cigarrillos
más y un 5,9
por ciento
de tabacos
por encima
del año
anterior.
Que si el
estrés de la
vida
cotidiana,
afirman unos.
Que si la
tensa
situación
internacional
con peligro
de una
guerra,
especulan
los
sociólogos.
Que si un
mayor poder
adquisitivo
en ciertos
sectores de
la población...
Lo cierto es
que de las
232
personas,
provenientes
de todas las
regiones del
país, recién
encuestadas
periodísticamente
por
BOHEMIA,
el 46,5
por ciento
fuma.
Recaudaciones
por encima
de los mil
pesos
obtiene cada
día el
estanquillo
ubicado
frente al
matancero
Parque de la
Libertad por
el expendio
de cigarros.
A pocas
cuadras, en
la sodería
Palmares,
más del 15
por ciento
de las
ventas
diarias
corresponden
a cigarros
que cuestan
entre 50
centavos y
un dólar.
|
Foto:
YAMIL
LAGE |
El humo
que
desprende la
porción
final del
tabaco posee
mayor
concentración
de
cancerígenos
que el
inhalado
directamente
al fumar
Nuestros
entrevistados
se quejan,
unánimemente,
de cuánto se
ven
afectados
sus
bolsillos, y
su salud,
pero
continúan
exponiéndose
a lo que ya
el monarca
inglés
Jacobo I
describiera
hacia 1603:
"Ciertamente
el humo
(...)
convierte en
una cocina
las partes
interiores
de un
hombre,
ensuciándolas
e
infectándolas
con una
especie de
hollín
untuoso y
grasiento
como el que
ha sido
hallado en
los cuerpos
de algunos
grandes
fumadores
después de
muertos. Una
costumbre
(...) dañina
al cerebro,
peligrosa
para los
pulmones..."
Entre dos
aguas
Cuba vive la
paradoja de
ser a la vez
uno de los
mayores
productores
de tabaco
del mundo y
un país
interesado
en preservar
la salud de
sus
habitantes.
¿Se
encuentra la
sociedad
cubana en
condiciones
de enfrentar
con éxito el
tabaquismo?
La
investigadora
y profesora
titular Nery
Suárez Lugo,
quien ha
dedicado
veinte años
a diseñar
estrategias
de
prevención,
opina que no
del todo.
|
Foto:
RAÚL
CASTILLO |
Entre los
países de
América
Latina y el
Caribe nos
encontramos
entre los de
más alto
consumo de
cigarrillos,
conjuntamente
con
Argentina,
Brasil y
Chile
"Se trata
-dice la
especialista-,
de una
conducta
altamente
arraigada en
la población.
El tabaco se
encuentra
muy
vinculado a
esas
tradiciones
nacionales.
"La
publicidad,
que
reaparece en
1996 -agrega
la doctora
Nery-,
resulta
creciente y
con
estrategias
de marketing
cada vez más
agresivas e
indirectas
como
distribución
de muestras
gratuitas y
patrocinio
de eventos;
e incide
sobre todo
en la
población
joven."
En años
recientes se
han visto
cajetillas
de cigarros
diseñadas
con
refrescantes
imágenes
juveniles y
paradisíacos
entornos
naturales en
franca
contradicción
con lo que
implica el
tabaquismo.
La
comercialización
al menudeo
también
incentiva el
consumo. Al
igual que la
venta de
cigarrillos
a
trabajadores
de
organismos e
instituciones
sociales.
Y ni qué
decir de la
tele, ese
indiscutible
moldeador de
actitudes,
que nos
bombardea
con mensajes
contradictorios:
vemos un
anuncio que
insta a
dejar de
fumar y poco
después
seriales y
telenovelas
donde héroes
y heroínas
no se quitan
el cigarro
de los
labios.
Algunos
especialistas
opinan que
los niveles
de nicotina
y de otras
sustancias,
que posee el
cigarro
cubano,
incide en un
mayor índice
de
dependencia.
Los adictos,
generalmente,
ni se
enteran de
qué tipo de
tabaco están
consumiendo
ni cuáles
son sus
ingredientes,
pues esto no
suele
consignarse
en los
envases. No
solo sucede
con los de
producción
nacional,
sino también
con las
marcas de
importación,
que en
muchas
ocasiones o
no las
tienen, o
están en
otro idioma.
|
Foto:
LUIS
TOCA
|
Durante
el Maratón
de la
Esperanza
Terry Fox y
como parte
del Programa
Nacional de
Educación en
Cáncer, se
difunden
mensajes
preventivos
sobre el
tabaquismo
Aunque el
Centro
Nacional de
Promoción y
Educación
para la
Salud (del
MINSAP) se
esfuerza
porque se
regulen los
contenidos
de nicotina,
alquitrán,
monóxido de
carbono y se
sustituyan
las actuales
advertencias
sanitarias
de las
cajetillas,
a las que
nadie les
presta el
menor caso,
por otras
más
atractivas y
eficaces, el
cumplimiento
de sus
anhelos
todavía se
halla en el
futuro.
En el año
2000, el
Comité
Ejecutivo
del Consejo
de Ministros
adoptó el
acuerdo
3790. Entre
las medidas
encaminadas
a mejorar la
salud y
calidad de
vida de los
cubanos se
encuentran
las de
luchar
contra el
tabaquismo.
Sin embargo,
las
resoluciones
de los
ministerios
de Educación,
Salud
Pública y
Comercio
Interior,
que
establecen
cuáles son
los lugares
donde se
permite o no
fumar, se
violan
cotidianamente.
Las
inspecciones
han mostrado
venta de
cigarros a
menores,
personas
fumando en
locales
cerrados,
áreas de
elaboración
y de
servicio,
instituciones
de salud,
centros
educacionales
y transporte
público;
asimismo, no
se señalan
las áreas
para
fumadores ni
se informa
al público
sobre estas,
entre otras.
Haz lo que
yo digo y no
lo que hago
Acciones
preventivas
abundan. En
las escuelas,
desde el
círculo
infantil
hasta el
preuniversitario,
los
estudiantes
reciben
información
sobre las
negativas
consecuencias
de fumar.
Pero estos
mensajes
resultan
insuficientes,
pues según
ha
reconocido
el propio
Ministerio
de Educación,
a pesar del
trabajo
desarrollado
para evitar
el hábito de
fumar, no se
ha logrado
que todos
los cuadros,
docentes y
trabajadores,
desde el
nivel
nacional
hasta la
base, hagan
conciencia
de la
necesidad e
importancia
de eliminar
esa tóxica
adicción.
Tampoco
consigue el
impacto
deseado el
Programa
Nacional de
Educación en
Cáncer, a
pesar de sus
múltiples
acciones,
entre ellas
la
capacitación
de
metodólogos
y personal
del
Ministerio
de Educación
(MINED) para
que puedan
prevenir el
tabaquismo.
El que
por su humo
muere....
Según
analiza la
doctora Nery
Suárez, los
programas
preventivos
no están
siendo
efectivos
porque se
vuelven
únicamente
educativos.
Para que
funcionen
deben ser
coherentes,
organizados,
constantes,
con un
sistema
publicitario
bien
ejecutado y
eficiente.
La clave
está en
reducir
comercialización
y poner
barreras. No
se puede
decir haz lo
que yo digo
y no lo que
yo hago.
Otro talón
de Aquiles
del Programa
Nacional de
Prevención y
Control del
Tabaquismo
se encuentra
precisamente
donde debía
estar su
mayor
fortaleza,
en algunos
médicos.
|
Foto:
RAÚL
CASTILLO |
¿Reproducirá
este niño en
el futuro el
comportamiento
de los
adultos?
Ciertos
galenos,
igual que en
las cortes
europeas del
siglo XVII,
incentivan
el consumo.
No ya
atribuyéndoles
propiedades
medicinales,
como también
hacía aquel
licenciado
Osorio,
personaje
novelesco
que quiso
enfrentar
del modo más
peregrino
una epidemia
de cólera en
La Habana.
Pero sí
fumando sin
recato en
cualquier
lugar, pese
a la
Resolución
130/2002 del
MINSAP que
lo prohíbe
en las
dependencias
del
Ministerio
de Salud
Pública (MINSAP)
así como en
áreas
aledañas,
desde
hospitales
hasta
farmacias u
oficinas,
tanto para
el personal
médico como
no médico.
Mas tal
hecho no es
lo único
preocupante.
"En diversas
encuestas
hemos
preguntado a
médicos y
enfermeras
si el tabaco
es una droga,
si la
nicotina
establece
niveles de
drogadicción
y han
respondido
NO –revela
la doctora
Patricia
Varona, del
Instituto de
Higiene y
Epidemiología-.
Si
primariamente
no se conoce
ni eso, los
mensajes que
trasmitan no
surtirán
efecto."
Aroma de
tabaco… y
algo más
Hospital
Provincial
de Pinar del
Río. Dos de
la tarde.
Delante de
los
custodios,
que no se
inmutan,
pacientes y
visitantes
fuman.
Según la
doctora
Dania Véliz,
responsable
en la
provincia
del Programa
de
Enfermedades
Crónicas No
Transmisibles,
ha
disminuido
el dañino
hábito en
las
instalaciones
médicas,
pero "trabajar
aquí es muy
difícil,
pues desde
que nacemos
convivimos
con el
tabaco.
Pinar del
Río posee el
mayor índice
de consumo
en el país,
aunque no el
de fumadores,
sin embargo,
quienes
fuman sí lo
hacen más
que los del
resto de la
Isla".
Las
enfermedades
respiratorias
son muy
frecuentes
en la
provincia y
se hallan
entre las
diez
primeras
causas de
muerte allí.
Buen
número de
fumadores
desea dejar
de hacerlo,
pero
desconoce a
dónde
dirigirse o
qué terapia
seguir
Que el
personal
vinculado a
los
programas
preventivos
se esfuerza
por revertir
tales
realidades,
nadie puede
negarlo.
Incluso en
2000 durante
el concurso
internacional
Deje de
fumar y gane,
que auspicia
la
Organización
Mundial de
la Salud, la
provincia
obtuvo el
primer lugar
en el país,
al lograr
que más del
dos por
ciento de la
población
fumadora
permaneciera
un mes sin
humo.
Suicidio a
largo plazo
Su nombre no
quedó
registrado
en la
encuesta,
pero sí su
testimonio:
"Soy
estudiante
de Medicina,
vivo en
provincia La
Habana y
trabajo en
el Hospital
Salvador
Allende (Covadonga).
Dejé el
cigarro
cuando
empecé a ver
la cantidad
de gente que
se muere por
eso."
No solo en
la región
más
occidental
de Cuba, las
cifras
alertan
sobre el
callado y
letal rastro
del tabaco.
Enfermedades
cardiovasculares,
tumores
malignos –en
especial
cáncer de
pulmón- y
trastornos
cerebrovasculares,
que tienen
como factor
de riesgo
común el
tabaquismo,
ocupan las
primeras
causas de
muerte en
Cuba.
De los 77
mil
fallecimientos
que ocurren
cada año, el
17 por
ciento -más
de 13 mil
personas-
pueden ser
atribuibles
al
tabaquismo y
por ende
perfectamente
evitables.
La
epidemióloga
Teresa
Romero
Pérez,
presidenta
de la
Comisión
Técnica del
Programa
Nacional de
Educación en
Cáncer,
considera
que la
prevención
tradicional
(solo
informar
sobre los
daños)
resulta
ineficaz. Y
aboga por
métodos que
compulsen a
las personas
a modificar,
por etapas,
su
comportamiento.
Comportamiento
harto
arraigado.
Durante
centurias
desde Pepe
el bodeguero
hasta
pintores,
músicos,
novelistas y
poetas
cubanos han
ensalzado el
tabaco. Y
pagado, ¡tantos
de ellos!,
con sus
propias
vidas, tal
adoración.
Guillermo
Cabrera,
periodista y
director del
Instituto
Internacional
de
Periodismo
José Martí
Por un amigo
de trinchera,
en Playa
Girón,
inhaló los
primeros
golpes de
nicotina.
Treinta y
nueve años
después y
por respeto
a muchos
amigos que
le
acompañaron
en otra
guerra por
la vida, le
dio el tiro
de gracia al
agresor de
su salud.
Era el 25 de
julio de
2000, en
vísperas de
una
complicada
operación a
pecho
abierto.
"Lo dejé por
ellos,
aunque yo
sigo
queriendo
fumar. Me
impuse un
método que
aplicaba
cada día:
‘hoy lograré
24 horas sin
humo’. No he
vuelto a
probar ni
siquiera un
cigarro,
porque mi
pelea no es
contra una
cajetilla,
sino contra
un cigarro:
el primero.
¿Resultados?
Ya puedo
subir a
pisos altos
sin perder
el aliento y
hasta logré
escalar, en
Bolivia el
pasado año,
el pico
Chacaltaya,
a cinco mil
320 metros
sobre el
nivel del
mar."
Luis
Valerio
Acosta,
cosechero de
tabaco,
Pinar del
Río
Tiene 55
años de edad
y fuma desde
los 18;
según él, su
cuerpo se lo
pide. Desde
que abrió
los ojos
allá en el
entronque de
Piloto, en
Pinar del
Río, su vida
y sus manos
trasiegan
entre hojas
y humo de
tabaco.
"Soy
campesino y
trabajo duro
la tierra –afirma,
mientras
saborea su
mocho de
tabaco-. Me
gusta fumar.
Puede que
sea pa’
entretener
mi vida, o
por
necesidad,
no sé. Solo
fumo dos o
tres tabacos
al día,
después de
las comidas,
porque
cuando estoy
trabajando
no puedo, no
hay tiempo
pa' eso.
Además, a mí
fumar no me
hace na', yo
solo padezco
de úlcera."
Jesús
Nogueiras
Santiago,
Gran Maestro
de Ajedrez
Desde su
casa en
Santa Clara
nos cuenta
que en su
adolescencia,
y por imitar
a algunas
personas,
fumó
esporádicamente.
El hecho de
tener un
entorno
familiar
libre de
humo y algún
que otro
consejo bien
escuchado le
ayudaron a
darle jaque
mate al "nocivo".
"En los
salones
donde se
juega
ajedrez está
prohibido
fumar.
Incluso de
los grandes
ajedrecistas
jóvenes,
hasta donde
sé, ninguno
fuma. La
energía y la
concentración
son muy
importantes
en este
juego y son
atributos
naturales;
no los da el
cigarro.
Antes de una
competencia
echo mano a
otros
recursos:
una vez
jugando con
Kasparov el
Gran Prix,
yo me
levantaba,
caminaba un
poco..."
Al final de
un ensayo
con su nueva
agrupación,
Izquierdo
Reservado,
se declara
en contra
del humo del
cigarro.
Reconoce
haber fumado
un poco en
su
adolescencia
"porque
creía que
era más
hombrecito e
importante.
Pero cuando
empecé a
cantar en
serio, lo
dejé, porque
irrita mucho
las cuerdas
vocales. Por
suerte en mi
actual grupo
somos siete
y ninguno
fuma".
El conocido
cantante
evita las
discotecas "por
el humo que
tienen
siempre; es
imposible
salir de
ellas sin
oler a
nicotina.
Son lugares
‘especiales’
para los
fumadores
pasivos. He
tocado en
ellas,
apenas se
puede
cantar, uno
se siente
muy
molesto".
Henry
Núñez
Méndez,
ganador
nacional en
2002 del
concurso
Deja de
fumar y Gana,
que
patrocina la
Organización
Mundial de
la Salud
Licenciado
en Cultura
Física,
lanzador por
varias
temporadas
del equipo
de béisbol
de Villa
Clara y hoy
instructor
de defensa
en una
agencia de
seguridad,
Henry quemó
su primer
popular a
los 15 años
de edad.
Solo cuando
estaba bajo
los rigores
del
entrenamiento
prescindía
del cigarro.
"Mi esposa
Mariana es
enfermera y
siempre
insistió
para que no
fumara.
Cuando
supimos lo
del
Concurso,
ella se
esforzó en
hacerme
comprender
que era una
oportunidad
muy especial
para dejar
el vicio."
Con 27 años
de edad,
Henry aceptó
el reto de
renunciar a
su cajetilla
diaria y
ganó, no
solo el
premio,
"también
recuperé mi
ventilación
pulmonar y
la fortaleza
de mi salud,
que
compruebo
durante el
fuerte
entrenamiento
que realizo
con mis
alumnos.
¡Ah, y, la
economía de
la casa
mejoró
muchísimo!"
Doctora
Teresa
Romero
Pérez,
especialista
en
Epidemiología
y presidenta
de la
Comisión
Técnica del
Programa
Nacional de
Educación en
Cáncer
"¿Dejar de
fumar de una
vez o poco a
poco?: Cada
quien debe
decidirlo.
Lo
importante
es buscar
los
‘gatillos’
personales
para
hacerlo, que
ese fumador
tenga apoyo
psicológico
y familiar",
explica la
doctora
Romero y
alerta sobre
el errado
criterio de
algunas
personas en
cuanto a
eliminar la
venta de
cigarros y
tabacos como
una vía de
acabar con
los
fumadores,
porque "las
medidas no
pueden ser
solo
coercitivas.
Vamos hacia
la salud, no
a neurotizar
a las
personas por
reprimirlas.
Lo que hay
es que
educarlas e
involucrarlas
en su propio
cambio.
"Cuando la
persona deja
de fumar,
paulatinamente
empieza a
recuperar
capacidades.
Aunque a
veces
parezca que
hay un
retroceso,
pues
aparecen
expectoraciones.
Lo que
sucede es
que se
decama toda
la capa que
recubre el
aparato
respiratorio
de los
fumadores y
se expulsa.
Esta etapa
es parte de
la
desintoxicación
y dura
meses."
Ni fumadores
ni pasivos
En el mundo
casi mil 250
millones de
personas no
solo fuman,
a la vez
afectan la
salud de
otros
cientos de
millones
Hasta puede
que la
memoria
primitiva
del mundo ni
registre al
primer
humano que
se le
ocurrió
acompañar
sus
soledades
con el humo
de la brea,
convirtiendo
a sus
convivientes
en los
primeros
fumadores
pasivos.
Aunque los
pasivos han
hecho
también la
historia del
tabaco, no
fue hasta
hace pocas
décadas que
surgió el
concepto,
tras
investigaciones
efectuadas
en Japón.
|
Foto:
GILBERTO
RABASSA |
Si lo
amas, ¿por
qué hacerle
correr tan
alto riesgo?
Este no es
más que una
persona que
no fuma,
pero
cohabita con
un fumador o
está cerca
de él en
diferentes
actividades
sociales.
"Del humo
que sale de
la boca del
fumador solo
el 15 por
ciento de
los
elementos
nocivos del
tabaco
llegan al no
fumador. El
85 por
ciento
restante se
adquiere del
humo del
cigarro que
está en el
cenicero o
en la mano y
que se quema
lentamente;
ese es más
dañino
porque no
pasa por los
filtros
biológicos
que son los
pulmones
del
fumador",
explica el
doctor
Alfredo
Aldama
Figueroa,
investigador
titular del
Instituto de
Angiología.
Durante una
década este
especialista
ha
investigado
la acción
del
tabaquismo
pasivo en
niños y los
resultados
no pueden
ser más
impresionantes:
los pequeños
más
expuestos
poseen
similar
concentración
de
tiocianato
en sangre
-sustancia
que se
inhala junto
con el humo
del cigarro-
que la de
adultos
altamente
fumadores.
Además
encontró, en
buen número
de los
infantes
afectados,
incipientes
lesiones
vasculares
que se
agravarán si
continúan
expuestos al
tóxico.
Entre los
fumadores
pasivos más
afectados
están los
niños, las
embarazadas
y las
mujeres en
general.
Existen
pruebas
sólidas de
que fumar
pasivamente
aumenta en
un 24 por
ciento el
riesgo de
cáncer de
pulmón en
quienes
viven con
fumadores.
La
exposición
en el lugar
de trabajo
incrementa
este riesgo
en otro 17
por ciento.
El peligro
asecha en la
ocurrencia
de
cardiopatías
isquémicas y
el síndrome
de muerte
súbita
infantil;
además, los
hijos de
fumadores
pueden
enfrentar
problemas
respiratorios
y otitis
media aguda
y crónica.
De ahí que
para quienes
no pueden o
no quieren
dejar de
llenar sus
pulmones de
humo, sería
bueno
establecerles
las llamadas
áreas de
fumadores,
tal como
está
legislado y
generalmente
no se
cumple.
"Nuestras
campañas
tienen que
estar bien
diferenciadas
sobre los
derechos de
uno y otro
grupo de
fumadores",
explica la
doctora
Patricia
Varona, e
insta a que
"sin
acorralar ni
hacer
cacerías de
brujas
contra los
adictos, se
exija
respeto para
las personas
no
fumadoras,
aun cuando
estos no
siempre
reclamen su
derecho a no
ser
afectadas".
Mientras los
centros de
lucha contra
esa epidemia
mundial se
ocupen de
educar solo
los hábitos
de los
fumadores
activos, muy
poco puede
hacer una
campaña. Hoy
apenas se
divulgan los
efectos
negativos de
estar
expuestos al
tabaco en el
ambiente. El
derecho de
un fumador
termina
cuando
comienza a
dañar el de
uno no
fumador.
Provincia |
Teléfono |
Provincia |
Teléfono |
P.
del
Río |
75
42
96 |
Camagüey |
29
65
45 |
C.
Habana |
260
97
70 |
La
Tunas |
4 47
73 |
La
Habana |
20
04
77 |
Holguín |
42
22
29
42
37
76 |
Matanzas |
24
45
91
26
01
42 |
Granma |
42
63
70 |
Cienfuegos |
51
61
80 |
S.
de
Cuba |
62
31
10 |
Villa
Clara |
20
28
26 |
Guantánamo |
32
74
67 |
S.
Spíritus |
2 35
20 |
I.
Juventud |
32
23
84 |
C.
de
Ávila |
2 22
12 |
|
|
Radiografía
del fumador
cubano
Según la
mencionada
II Encuesta
Nacional,
del
Instituto de
Higiene y
Epidemiología,
y el
reciente
sondeo
periodístico
de la
revista
BOHEMIA:
-
Mayor
cantidad
de
hombres
que
mujeres
fuman,
pero tal
diferencia
tiende a
ir
desapareciendo.
Los
hombres
consumen
como
promedio
14,3
cigarros
al día,
las
mujeres
unos 12.
-
El
número
de
fumadores
va
aumentando
según la
edad
hasta
los 49
años y a
partir
de los
50
empieza
a
descender.
-
A mayor
nivel
educacional
menor
cantidad
de
fumadores.
-
Los
divorciados
fuman
más que
los
casados
y estos
más que
los
solteros
y viudos.
-
El 70
por
ciento
se
inicia
antes de
los 20
años,
sobre
todo por
curiosidad,
embullo
de los
amigos y
ejemplo
de
familiares
fumadores.
-
La
mayoría
no tiene
noción,
o no
quiere
reconocer,
su
dependencia
al
tabaco.
-
Más del
64 por
ciento
de los
fumadores
encuestados
desea
dejar de
fumar.
|