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G-Spot TV, sexuality and humor... A unique Cuban TV program which has improved its strategy but still lacks stability.
By: Sahily Tabares Love, like a work of art, must be a personal accomplishment. Everyone has different emotions, wishes and passions. Poets, writers, painters, musicians and exponents of other artistic expressions make constant references to sexuality, already a subject of scientific study on the threshold of the 20th century. Until then, some researchers had shown an interest in the topic, mainly during the process of industrialization, when the working class was gradually developing and women were joining its ranks. As a hallmark of our personality, sexuality is no doubt a complex and multiform phenomenon which every human being expresses in his or her own way, a topic as controversial as it is oversimplified because of the insufficient education people have received about it. That's the reason G-Spot has become such a singular program. As far as I can remember, there never was a similar sitcom in our TV. We used to have a live phone-in consultation program specializing in divorce, where the late writer Enrique Núñez Rodríguez gave free rein to his wit as he went over the most dissimilar conflicts between the couples involved, to such an extent that he usually got around to making them think twice before separating. The current project is the brainchild of Carlos Torrens. He's also one of the four scriptwriters who set their sights on that sort of "forbidden zone", a barely known area incumbent on all of us, taking into account that as today's society evolves, new challenges arise concerning sexuality and the information thereon. Through a usual combination, the producers deal with the complicated relationship between fiction and reality, not without making it clear they have no intention to mirror a sexology session. Playful situations are common in G-Spot, its frolicsome approach centered on eroticism and double-entendre, at times resorting to absurdity and other times to a parodic discourse that probes into things human, namely people's problems and differences. The program's semantics, what it's said, is not always on target. Some jokes have a forced, sidetracked ring about them, not to mention other simply bad ones, put paid to a basic bond: the cause and effect relationship. Nonetheless, the choice of guest actors and actresses who star as couples succeeds in making the plots sound true-to-life in a nonstandard atmosphere where the lines can progress fluently and a structure is achieved that is anything but predictable. In some episodes speech prevails over image, to the detriment of the television language. Form is what an image is about, a hierarchy to be made the most of as a function of production. G-Spot has improved its strategic approach to terms and concepts hardly ever addressed by our media from an amusing viewpoint. That such a wise move can flow so smoothly we owe it to the way the cast has internalized each character. However, for a number of reasons, these three professionals of great worth: Jorge Alí (Beto), Heydy González (Hidroelia) and Paula Alí (Doctor Matrix) sometimes fall short of their expected effectiveness. The first two often go to excesses, whereas Paula should work harder to learn her lines. Some programs are still lacking in stability, but G-Spot is far from exhausted. Humor can lost its funny touch whenever it becomes too thoughtful. No wonder [Spanish philosopher and writer Miguel de] Unamuno used to say that, when reading Don Quixote, we start laughing but we end up skeptical and serious. (October 28, 2005)
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Punto G TV, sexualidad y humor… Un espacio sui géneris de la televisión cubana que ha perfeccionado su estrategia, aún cuando falta estabilidad en algunas de sus emisiones
Por: SAHILY TABARES El amor debe ser una construcción personal, como una obra de arte. Nadie es igual a otro en emociones, deseos o pasiones. Poetas, novelistas, pintores, músicos y cultores de otras manifestaciones artísticas, hacen continuas referencias a la sexualidad, que se incorpora al objeto de estudio de los científicos en los umbrales del siglo XX. Con anterioridad, algunos investigadores se interesan por el tema, sobre todo durante el proceso de industrialización, desarrollo del movimiento obrero y la incorporación de la mujer al trabajo. Sin dudas la sexualidad, manifestación de la personalidad, es un fenómeno complejo y variado. Por lo tanto, su forma de expresión depende de cada ser humano. Entre polémicas y esquemáticos estereotipos se debate el asunto, porque ha sido descuidado en el proceso de educación del individuo. Tales razones hacen de Punto G, un espacio sui géneris. No recuerdo otro programa humorístico con sus características; existió una consulta especializada en divorcios, en la cual el escritor Enrique Núñez Rodríguez daba rienda suelta a los más disímiles conflictos entre las parejas y, por lo general, lograba que reconsideraran su decisión de separarse.a Este proyecto reúne a cuatro guionistas, precedidos por la idea de uno de ellos, Carlos Torrens, con la intención de mirar hacia esa especie de "zona vedada", o poco conocida, que involucra a todos y a todas, sin perder de vista que el desarrollo de la sociedad contemporánea impone desafíos nuevos en relación con la sexualidad y su educación. A partir de una combinación habitual, los realizadores enfrentan la compleja relación entre ficción y realidad. Tras esclarecer que no pretenden cumplir la función de espejo respecto a una sesión de sexología. Son recurrentes el juego y la manifestación lúdica con énfasis en el erotismo y el doble sentido. En ocasiones, utilizan las lógicas del absurdo; otras acuden al discurso paródico para indagar en lo humano, los diversos conflictos y la diferencia. No siempre se logran aciertos en la estructura semántica, en lo que se dice. Chistes impostados, irrelevantes, incluso de mal gusto, han frustrado una conexión fundamental: el enlace de causa y efecto. Pero con frecuencia el relato logra cargarse de verosimilitud, por la selección de las parejas invitadas; la creación de ese ámbito, "otro", permite una progresión en el texto y rompe lo predecible de la estructura. El hecho de que prevalezca el signo lingüístico sobre la imagen, según ocurre en algunos capítulos, de ningún modo favorece el espectáculo televisual. La forma es el sentido de la imagen, jerarquía que puede aprovecharse más en función de la puesta en escena. Punto G ha perfeccionado su estrategia en cuanto al abordaje de términos y conceptos, poco tratados en los medios, desde el humor. En la continuidad de este acierto, influye la interiorización de los actores principales de sus respectivos personajes. Pero estos tres profesionales de reconocida valía: Jorge Alí (Beto), Heydy González (Hidroelia) y Paula Alí (Doctora Matriz), por diferentes motivos, no siempre alcanzan la eficacia requerida. Los primeros, se montan en recurrencias de excesos, y Paula debe velar por el dominio del texto. Aún falta estabilidad en el rigor de algunas emisiones. Como propuesta, Punto G no está agotado. Existe humor sin comicidad cuando domina lo reflexivo. Con razón decía Unamuno que al leer El Quijote, empezamos riéndonos y terminamos escépticos y serios. (28 de octubre de 2005) |
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