Here is a series of speeches given at the National Assembly of People's Power,
Cuba's legislature, explaining the importance of the April 17 nation-wide elections
for local government offices.These were reproduced in a widely-distributed tabloid
newspaper so everyone can read and study the material.

Here's the cover of the tabloid:
http://www.jrebelde.cu/secciones/tabloides/tabloides-2005/tabloide-5-elecciones/Portadilla.pdf 

Palabras del diputado José Luis Toledo Santander,
presidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales
y Jurídicos de la Asamblea Nacional del Poder Popular

Compañeras y compañeros:

Para muchos países en el mundo, diría que para la gran mayoría, el ejercicio de la democracia se enuncia y agota en el acto electoral y aun allí ese acto es excluyente caracterizado por la demagogia, el oportunismo, la politiquería, la coacción, el fraude y la violencia. De ahí ese fenómeno de fractura entre pueblo y partidos políticos que se manifiesta por doquier pero con especial incidencia en esta región del mundo y que tiene su expresión en los altos niveles de abstencionismo que registran los procesos electorales; son también manifestación de sistemas políticos agotados, en franca decadencia.

Nuestro sistema político, exponente de la experiencia obtenida en el devenir histórico de la lucha del pueblo cubano por alcanzar su independencia y soberanía, además de asegurar un modelo social genuino y de continua búsqueda de la equidad, se consolida sobre la base del poder unitario del pueblo que se expresa en el consenso popular que lo sustenta, que se manifiesta entre otras formas por medio de nuestro sistema electoral, como integrante del sistema de la democracia socialista cubana.

Cuando el 15 de febrero de 1976 el pueblo cubano aprobaba en referéndum popular la vigente Constitución de la República mediante el voto afirmativo del 97,7% de los electores que acudieron a las urnas, quedaban consagrados en nuestra Ley Suprema los rasgos esenciales que distinguen el ejercicio de la democracia en la nación.

Especialmente puede destacarse:

—El primer párrafo del Artículo 3.

—El Artículo 68

—El artículo 131

Luego, las elecciones en Cuba, a las que una vez más ha convocado el Consejo de Estado, esta vez para elegir delegados a las Asambleas Municipales del Poder Popular a celebrarse el 17 de abril próximo, son una de las vías con que cuenta el pueblo para participar en la vida socio-política del país, pero en ellas no se agota el ejercicio democrático, los principios de revocación, rendición de cuenta, el control popular, el derecho de petición, etc., son entre otras las disímiles vías de acceso a una presencia y una activa participación en el ejercicio del poder.

Una importancia esencial reviste el proceso electoral visto como una expresión de la actividad política del pueblo en su participación en el efectivo ejercicio del poder de que está investido, elecciones, en las que podemos no solamente concurrir a depositar el voto. Son más los actos electorales, porque es el pueblo el que postula, escoge, selecciona y decide. Expresión genuina de lo que es la democracia, como la define Norberto Bobbio: un conjunto de reglas que permiten tomar decisiones colectivas que se refieren a toda una colectividad con el mayor consenso posible de las personas a las que estas decisiones se aplican.

Mediante el proceso electoral, que involucra a toda la nación, se manifiesta el consenso de apoyo a nuestra Revolución; es expresión de nuestro basamento ideológico, de la defensa de todo un pueblo a la obra de beneficio social que ha construido en estos años; es expresión de la defensa de nuestra independencia y soberanía frente a los desaforados esfuerzos del gobierno de Estados Unidos y sus acólitos por destruirla; es por último, la lucha por defender nuestra democracia, esa democracia tan cubana y criolla como las palmas de nuestra dignidad y las que describiera magistralmente el compañero Fidel cuando expresó:

“La democracia para mí significa que los gobiernos, primero, estén íntimamente vinculados con el pueblo, surjan del pueblo, tengan el apoyo del pueblo y se consagren enteramente a trabajar y a luchar por el pueblo y por los intereses del pueblo”.

Palabras de Jorge Lezcano Pérez, jefe de la Oficina de Información, Difusión e Informática de la Asamblea Nacional del Poder Popular

Resulta útil al abordar el tema de los resultados de los procesos electorales celebrados en nuestro país desde 1976, hacer una breve incursión en la historia, lo cual nos permitirá también establecer una obligada y necesaria comparación.

Como sabemos, el primero de enero de 1899, el general Jonh R. Brooke tomó posesión del gobierno de Cuba en nombre de los Estados Unidos, y aunque la intervención duró casi 4 años no les llevaría mucho tiempo a los gobernantes norteamericanos llegar a la conclusión de que les resultaría prácticamente imposible anexar a Cuba a su territorio, por ello el 5 de diciembre de 1899, el presidente MacKinley en su mensaje al Congreso norteamericano expresó: “Cuba quedará ligada a nosotros por vínculos de intimidad y fuerza”.

Varias fueron las medidas que adoptaron para hacer realidad ese objetivo, entre ellas, las que le garantizaban el dominio de la economía de nuestro país. Pero solo citaré aquellas que más se relacionan con lo que aquí analizamos, y que contaron, incluso, con la complicidad y el auspicio de connotadas figuras cubanas. Me refiero a la disolución del Partido Revolucionario Cubano, de la Asamblea de Representantes y del Ejército Libertador. Al despojarse al pueblo de estos poderosos instrumentos, imprescindibles para hacer realidad los sueños de José Martí, el camino de la neocolonia estaba abierto.

Con la poca credibilidad que ofrecen las medidas que adopta un gobierno extranjero interventor, el gobernador militar norteamericano ordena y organiza las primeras elecciones municipales y presidenciales del país y la celebración de la Asamblea Constituyente, a la que se le impondría la Enmienda Platt, para ser incorporada como un apéndice de la Constitución.

Como había que garantizar que los resultados de estos eventos favorecieran a los Estados Unidos, en el caso de las elecciones municipales se dictó una ley electoral bien restrictiva. Solamente podrían votar los cubanos mayores de 21 años, que supieran leer y escribir y que poseyeran bienes muebles e inmuebles valorados en no menos de $ 250.00. Estas restricciones eliminaron del derecho a votar a la inmensa mayoría de los cubanos negros y a cientos de miles de cubanos blancos pobres, además se excluyeron del ejercicio del sufragio a las mujeres, cuya cifra de 359 423 no era nada despreciable en tan reducida población.

Bajo estas restricciones en las elecciones municipales de 16 de junio de 1900, de una población de 1 572 797 habitantes, únicamente pudieron registrarse, 150 648 electores, de los cuales sólo votaron 110 816 o sea, el 7% de la población del país. No es ocioso agregar las escandalosas presiones que el interventor Wood aplicó para que resultaran electos sus favoritos.

En las elecciones presidenciales —a pesar de que fueron ganadas por el candidato de los Estados Unidos, Tomás Estrada Palma, norteamericano él mismo, como consecuencia de que su opositor, el general Bartolomé Masó, retiró su candidatura al negarle el Interventor norteamericano las mínimas garantías de un proceso legal—, solamente votaron 213 116 electores, un 63,4% de los 335 699 registrados.

Con estas tristes lecciones quedó inaugurado en Cuba el sistema de democracia representativa y pluripartidista, a la vez que se convirtieron en práctica sistemática de los procesos electorales de la neocolonia cubana que duró hasta el 1ro. de enero de 1959.

Por lo distante de estos hechos y por la forma en que van quedando en el olvido bien merece la pena unas pocas pinceladas demostrativas de las grandes diferencias entre las elecciones capitalistas y las de nuestra Revolución.

Bastaría señalar solamente, de los tantos hechos denigrantes que recoge la historia de las elecciones celebradas durante 58 años de capitalismo en Cuba, que como parte de la corrupción y el fraude que practicaban los politiqueros de entonces era normal que los muertos votaran, se robaran las urnas, se utilizara la llamada boleta viajera, que un elector votara varias veces, se compraran los votos, que los funcionarios y trabajadores públicos fueran obligados a votar por el candidato de gobierno bajo amenaza del despido, se asesinaran candidatos opositores, que los soldados y policías impidieran que votaran electores de la oposición, que las personas tuvieran que entregar sus cédulas de votar para lograr el ingreso en el hospital de familiares enfermos, entre muchas otras manifestaciones antidemocráticas y espurias.

Para que la comparación pueda ser más completa y válida debemos agregar algunos elementos sobre democracia, partidos políticos y elecciones en América Latina.

Una encuesta realizada en 17 países en el año 2003 por el Instituto Latinobarómetro registró que sólo el 11% de los encuestados tiene confianza en los partidos políticos, el 42% estaría dispuesto a votar por un partido, el 27% confía en el Congreso y el 28% en el gobierno; los que aprueban al gobierno llegan nada más que al 24%. Los que respondieron sentir satisfacción con la democracia fueron solamente el 28%. El 69% respondió que más que partidos políticos y congresos lo que hace falta es un líder decidido que se ponga a resolver los problemas. Y al 52% no le importaría que un gobierno no democrático llegara al poder si pudiera resolver los problemas económicos.

Si tomamos el resultado de las elecciones celebradas en el continente latinoamericano en los últimos 15 años tenemos que el promedio de abstención fue de 25%, incluyendo países que llegaron al 59,9% y 53,3%. Es significativo que en muchos de estos países el voto es obligatorio.

Referido a los Estados Unidos, citar sólo dos ejemplos es suficiente para mostrar la poca participación del pueblo en las elecciones locales; en 1999, el Alcalde de la ciudad de Dallas resultó electo con el voto del 5% de los electores inscriptos, y el de San Antonio con el 7,5%. Respecto a las elecciones presidenciales ya sabemos que los Presidentes son electos con poco más del 20%, y en ocasiones, como en el año 2000, designados en lugar de electos.

Estos elocuentes resultados sobre la opinión que tienen los pueblos latinoamericanos de gobiernos, partidos políticos y democracia demuestran la profunda crisis en que se encuentran las instituciones pilares de la democracia representativa y la urgencia de encontrar una alternativa para fundar un mundo nuevo, que Cuba ha demostrado es posible.

Si comparamos nuestros procesos electorales con las elecciones de 2000 y 2004 en Estados Unidos, que escandalizaron al mundo por los fraudes cometidos y por los miles de millones de dólares empleados, nos daremos cuenta con extrema facilidad de la gran diferencia que existe entre un sistema democrático y un sistema no democrático.

Mientras la esencia del sistema norteamericano radica en lograr que la mayoría del pueblo no vote, el cubano garantiza que todo el que desee pueda hacerlo. De hecho en los Estados Unidos los votantes en pocas ocasiones rebasan el 50%, en Cuba siempre pasan del 95%. Mientras el sistema electoral norteamericano dificulta de manera intencional la inscripción en el registro electoral, para que solamente la élite pueda hacerlo, el cubano se caracteriza por las facilidades que ofrece, es gratis y se realiza de manera automática, se nace con el derecho de que se le inscriba cuando se arriba a los 16 años de edad.

Pero para entender mejor esas grandes diferencias es preciso adentrarse en la esencia de los mecanismos y de las motivaciones que llevan a los electores cubanos a votar.

Veamos primero el aspecto cuantitativo de los resultados:

AÑO

ELECTORES REGISTRADOS

%  QUE EJERCIERON EL VOTO

1976

5 655 837

95,2

1979

6 001 890

96,9

1981

6 272 189

97,2

1984

6 494 488

98,7

1986

6 865 344

97,7

1989

7 240 039

98,3

1992

7 762 958

97,2

1995

7 772 583

97,1

1997

7 952 599

97,5

2000

8 069 599

98,5

2003

8 313 770

97,6




 

Como observamos, durante los 11 procesos electorales celebrados el número de electores creció progresivamente mientras que los votantes, como promedio, siempre estuvieron por encima del 97%.

Si queremos hacer una comparación solamente con países del continente americano podemos afirmar que ninguno de ellos alcanza, o tan siquiera se acerca a estos resultados, y a pesar de las cifras millonarias que se emplean y el gran número de partidos políticos que participan siempre el partido mayoritario y victorioso resulta el de la abstención.

Otros aspectos del proceso electoral que resultan significativos son:

1. Alto número de electores que participan en el acto de postulación de los candidatos; en las primeras elecciones (1976) participaron 4 032 632 electores, representando un 76,1%, y en las últimas (2002-2003, elecciones generales), 8 112 702 significando un 81,7%.

2. El bajo porciento que se registra de boletas en blanco y anuladas. En las últimas elecciones fueron de 2,78 y 2,54, respectivamente. La media en el total de los procesos alcanza un resultado similar a este.

3. El número de mujeres que resultan electas delegadas. En las primeras elecciones las cifras fueron insignificantes, 8,09%; en las últimas se elevó a 23,37%, un crecimiento significativo pero insuficiente ya que, por el destacado nivel de participación de las mujeres en la Revolución, donde incluso en algunos sectores importantes son mayoría, pueden y deben ser muchas más las electas.

4. La relación entre delegados reelectos y no reelectos en cada elección. Desde el primer proceso electoral hasta la fecha han sido reelectos, como media, el 46,5% de los delegados. Este hecho muestra dos aspectos interesantes: el primero, que el pueblo renueva su respaldo a un número importante de sus representantes a las Asambleas Municipales con lo cual se garantiza la continuidad del trabajo; y, el segundo, que en cada proceso se incorpora un número también importante de nuevos delegados los que inyectan espíritu, iniciativas y entusiasmo tanto a la circunscripción como al municipio.

Cuando analizamos cualitativamente los mecanismos y motivaciones que hacen posible estos resultados con las realidades existentes en los países de sistema de democracia representativa las diferencias son abismales.

Para explicar esas diferencias señalaremos tan solo algunos ejemplos que facilitan que todos los electores que deseen ejercer su derecho al voto puedan hacerlo.

• Inscripción universal, automática y gratuita de los electores. El nombre del elector aparece en listado público al cual tiene acceso fácil, con derecho de hacer la reclamación que estime pertinente, ya sea sobre inclusión o exclusión.

• Las facilidades para ejercer el voto. Los colegios se ubican próximos a la residencia de los electores, con un número reducido de estos por colegio. Solamente se requiere la presentación del carné de identidad o documento de identidad de los institutos armados para ejercer el sufragio y a las personas enfermas o muy ancianas cuando lo solicitan se les hace llegar la boleta para que puedan votar.

• El contenido ético y cívico de las campañas electorales. Los candidatos no pueden hacer campañas a su favor. La biografía y foto de los candidatos se colocan en lugares públicos en la misma área de residencia de los electores.

• El hecho de que la postulación de los candidatos se realice en las propias áreas de residencia de los electores facilita que todos conozcan a quienes se proponen.

• La total transparencia de las elecciones y el control popular que la población ejerce sobre ellas.

Las motivaciones que tiene el pueblo cubano para acudir a las urnas son muchas, de ellas se destacan:

• Todos los ciudadanos con capacidad legal para ello, tienen derecho a intervenir en la dirección del Estado, bien directamente o por intermedio de sus representantes.

• El derecho de los electores a proponer, postular, elegir, controlar, revocar y participar junto a sus representantes en las principales decisiones que competen a él o al Estado.

• Que el voto no sea obligatorio, a la vez que igual y secreto.

• El que todos los cubanos mayores de 16 años de edad, incluyendo los miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y de las demás instituciones armadas, puedan elegir y ser electos.

• Que el pueblo pueda participar en la revisión de las urnas antes de la votación y en el conteo de los votos.

• Saber que al ejercerse el derecho al voto se defiende la soberanía e independencia de la Patria y se contribuye a la unidad del pueblo para enfrentar los planes del enemigo imperialista para derrotar a la Revolución.

• Saber que el delegado que se elige representará a los electores en la Asamblea Municipal del Poder Popular, órgano superior local del poder del Estado, y que mediante él se sentirán ejerciendo gobierno.

El tiempo transcurrido desde 1974 —experiencia de la provincia de Matanzas— y 1976 —primeras elecciones nacionales— ha registrado un constante perfeccionamiento del sistema político cubano y, por ende, del sistema electoral, hasta convertirlos en un orgullo del pueblo y referente excepcional para los países que luchan por un mundo mejor.

Este empeño de perfeccionamiento sistemático ha convertido la circunscripción en la célula fundamental del sistema, al Consejo Popular en el eslabón que faltaba para completar el poder estatal y ha extendido el voto popular para que los electores elijan directamente a todos los cargos electivos y revocables de los órganos del Poder Popular.

Treinta años de funcionamiento de los órganos del Poder Popular han permitido a los cubanos hacer válido el principio que define a la democracia como el poder del pueblo, por el pueblo y para el pueblo,

Nuestro Héroe Nacional José Martí, cuyas enseñanzas han estado presentes en todo lo que hemos hecho hasta aquí, nos convoca a tener siempre presente que:

“Los elegidos que en esa consagración ven sin duda el premio y deber mayores de su vida, llevarán su carga noble y servirán a su tierra con cuanta humildad, y fervor cabe en horas grandiosas en el alma humana”.

“El gobierno es un encargo popular: lo da el pueblo, a su satisfacción debe ejercerse; debe consultarse su voluntad, según sus aspiraciones, oír su voz necesitada, no volver nunca el poder recibido contra las confiadas manos que nos lo dieron, y que son únicas dueñas suyas”.

Interpretar correctamente estos pensamientos de Martí significa postular y votar de manera conscientes; con pleno conocimiento de a quiénes elegimos y por qué los elegimos y que los órganos del Poder Popular representan el poder del pueblo, ese que hace posible que estemos construyendo el socialismo en nuestro país.

Por ello el 17 de abril diremos con nuestro Apóstol: “a elegir con voto enérgico y mayoría grande hombres probados, sanos, útiles, capaces”.

Palabras del doctor Juan Mendoza Díaz,
vicedecano de la Facultad de Derecho
de la Universidad de La Habana
y vocal de la Comisión Electoral Nacional

El Derecho al voto

La palabra elector proviene del latín eligere, que significa elegir, escoger y es toda aquella persona que reúne las condiciones exigidas por la Constitución o las leyes para ejercitar el derecho al sufragio y que, por tanto, tiene facultades para influir con su voluntad en la elección o nombramiento de aquellos que ocuparán determinados cargos públicos (Barquín Álvarez, México).

En nuestro país el derecho al voto tiene asiento constitucional al serle reconocido a todos los cubanos en el artículo 132 de la Carta Magna. Este derecho se extiende a todos los hombres y mujeres mayores de 16 años de edad que no se encuentren comprendidos en los casos de incapacidad que regula la propia Constitución y la Ley Electoral.

A diferencia de otros países del mundo en Cuba el voto es un derecho y puede verse también como un deber cívico, pero no como una obligación jurídica, cuyo incumplimiento derive responsabilidad.

Otro elemento que distingue nuestro sistema electoral en cuanto al derecho al voto, con relación al de otros países, es que en Cuba no es necesario inscribirse para poder ejercer el voto. Esto impone un gran reto a nuestra democracia, pues en otras latitudes el universo electoral se calcula a partir de aquellos que previamente se han inscripto como electores, o sea, lo que se conoce como empadronamiento electoral, por lo que no se tienen en cuenta todos aquellos que a pesar de reunir los requisitos para poder votar, no se inscribieron en los centros encargados de registrar a los posibles votantes.

En nuestro país este derecho se extiende a todos aquellos que arriben a la edad requerida y no estén comprendidos en ninguna de las causas de exclusión. Por esa razón cuando en los procesos electorales cubanos se alcanzan históricamente altos niveles de votación, significa una real y efectiva participación ciudadana en la conformación de la democracia, ya que indica que una gran cantidad de ciudadanos en edad activa han concurrido a las urnas y no solo una porción determinada de los que previamente se han inscripto, como explicamos que ocurre en otros países del mundo.

La Ley Electoral especifica que tendrán pleno derecho al voto todos los cubanos mayores de 16 años que sean residentes permanentes en el país por un período no menor de dos años antes de las elecciones.

La edad constituye uno de los criterios universales para determinar la calidad de elector. La edad supone una maduración del individuo, que le puede permitir estar en posibilidades de formular una decisión política que no está al alcance de los menores. El límite de la edad para poder votar no es uniforme y puede variar de unos países a otros, por razones de idiosincrasia, cultura política y muchos otros factores sociales y culturales. En Cuba se equipara a la edad en que se puede asumir la defensa de la patria, que es también la edad penal, o sea, aquella en que se adquiere responsabilidad por los actos en ese campo del Derecho.

En el proceso de elecciones a delegados a las Asambleas Municipales el voto se caracteriza por ser: libre, igual, secreto, directo, nominal y preferencial (Prieto Valdés y Pérez Hernández, Cuba):

• Libre: es un derecho subjetivo que no entraña obligatoriedad jurídica, aunque sí moral, por cuanto el sistema está estructurado de manera tal que el ciudadano se siente parte del Estado.

• Igual: todo ciudadano tiene derecho a un solo voto y con igual valor, sin tener en cuenta raza, creencias religiosas, color de la piel, posición política.

• Secreto: el ciudadano emite su voluntad con garantía absoluta de reserva, sin que nadie pueda conocer su criterio de preferencia.

• Directo: la emisión del voto contribuye a la elección directa del delegado a la Asamblea Municipal.

• Nominal: se emite el voto a favor de un candidato individual, no de listas o fórmulas.

• Preferencial: de entre varios candidatos se vota por aquel que el elector prefiere que lo represente.

¿Quiénes no pueden votar?

Hay determinadas personas que por diferentes razones están impedidas del derecho al voto. Es la Ley quien especifica cuáles son las causas que impiden a un ciudadano cubano poder comparecer a las urnas.

La primera de estas razones es la carencia de capacidad volitiva para poder conocer el alcance de sus actos, o sea, aquellos que padecen de incapacidad mental. Estas personas, por ser portadoras de determinada patología psiquiátrica no pueden discernir, por lo que no comprenden la magnitud de sus actos y esto les impide manifestar su voluntad de forma adecuada, por lo que están excluidas de este derecho constitucional.

Están igualmente excluidos del derecho al voto aquellos ciudadanos que hayan sido sancionados a privación de libertad por un tribunal de justicia, ya sea ordinario o de la jurisdicción militar, aun en aquellos casos en que pueda estar disfrutando de libertad condicional, licencia extrapenal o de pase. Se refiere a que en ocasiones los sancionados a privación de libertad reciben diversos beneficios que brinda nuestra legislación penal, en función de lograr la reinserción del individuo a la sociedad, y en tal sentido puede ser merecedor de libertad condicional, la que generalmente se concede cuando el recluso ha cumplido la mitad de la pena impuesta, o de licencias o pases que se conceden por un tiempo determinado y ante situaciones que lo ameriten. En estos casos aunque el individuo se encuentre temporalmente en libertad, no ha extinguido la sanción que le ha sido impuesta y por ello está incapacitado para ejercer el derecho al voto.

La incapacidad para votar se extiende igualmente a aquellos que cumplen sanción subsidiaria de la privación de libertad. Las sanciones subsidiarias a la prisión son aquellas que regula el Código Penal con el propósito de que se alcance el fin de la sanción sin tener que internarse en la prisión. Esto ocurre en aquellos casos en que la persona es sancionada a prisión y el tribunal, por su conducta y por las características del delito, puede subsidiarla por el Trabajo Correccional o la Limitación de Libertad. La persona está cumpliendo la pena, pero sin tener que internarse en un centro penitenciario.

La Ley Electoral prescribe igualmente que no podrán votar aquellas personas que hayan sido sancionadas a privación de sus derechos políticos. La sanción comprende tanto la pérdida del derecho al sufragio activo y pasivo, como el derecho a ocupar cargos de dirección en los órganos políticos o administrativos del Estado. Se trata de lo que se conoce como sanción accesoria, que es aquella que el tribunal impone conjuntamente con la privación de libertad y por el mismo tiempo de ella. El Código Penal prevé que el tribunal pueda decidir que este tipo de sanción se extienda una vez vencida la principal, o sea, que la persona puede haber salido de la prisión luego de haber cumplido su sanción principal y sin embargo estar impedida de poder ejercer el derecho al voto.

¿Cómo conocer que se tiene derecho al voto?

Para poder ejercer el derecho al voto el ciudadano debe constar inscripto en el registro de electores del municipio, específicamente en la relación correspondiente al de la circunscripción donde tiene radicado su domicilio.

El registro electoral es un presupuesto al ejercicio del sufragio en cualquier país del mundo. La organización de unas elecciones no puede concebirse sin que el ciudadano haya sido registrado en forma previa en una nómina, lista o padrón electoral.

Los estudiosos de esta materia han dicho que el registro electoral es el fundamento de la moderna organización del sufragio en el mundo entero y debe reunir por lo menos los siguientes requisitos (Villegas Antillón, Costa Rica):

• Datos: el registro electoral debe contener como mínimo el nombre y apellidos del elector, su número de identidad permanente y la dirección del domicilio.

• Verificación: el organismo encargado de llevar a cabo el proceso electoral tiene la responsabilidad de verificar que todas las personas inscritas en el registro electoral hayan adquirido los derechos políticos que supone la ciudadanía de acuerdo con las disposiciones constitucionales y legales establecidas en el país. El éxito de un proceso electoral depende en gran medida de la verificación cuidadosa de las condiciones exigidas por la Ley para ser elector.

• División territorial electoral: el registro electoral debe estar organizado de manera que cada ciudadano aparezca inscrito como elector en el lugar de su domicilio o en el que por determinadas razones esté radicando por un período prolongado. Es importante que el elector conozca de antemano el lugar preciso al cual debe presentarse a ejercer su derecho al sufragio. Las listas electorales deben confeccionarse en orden alfabético, no solo como medio para facilitar su verificación, sino con el propósito de que los electores puedan localizar sus nombres con facilidad y tengan la certeza de que están inscritos.

• Publicidad: Todos los ciudadanos deben tener acceso a los registros primarios, así como al registro de electores definitivo, lo cual debe darse con suficiente anticipación a la fecha de los comicios, para que se puedan realizar las correcciones, rectificaciones, supresiones, adiciones o cualquier reclamación que se considere pertinente.

Los requisitos antes mencionados, que son los que generalmente establecen las reglas y tradiciones en esta materia en muchos países del mundo, están claramente establecidos en nuestra Ley Electoral y en las Normas Complementarias dictadas por la Comisión Electoral Nacional para facilitar el sufragio en nuestro país.

En cumplimiento de lo dispuesto en la Ley la Comisión Electoral Nacional adoptó en fecha 13 de enero de este año, la Instrucción No.1, relativa a la elaboración del registro primario de electores.

El registro primario de electores es la base del proceso electoral y se confecciona a partir de la información contenida en el libro registro de direcciones de cada CDR, y debe incluir a todos los residentes en la demarcación mayores de 16 años a la fecha de los comicios y que tengan derecho al voto.

El registro primario se consolida a nivel de municipio, a partir de los listados que tributan las distintas comisiones electorales de circunscripción.

El proceso de conformación del registro primario se extendió desde el 11 de enero hasta el 13 de febrero. El día 15 de febrero se procederá en todo el país a la publicación de este registro por un período de 30 días, que se extenderá hasta el 17 de marzo.

La exposición del registro primario en lugares de afluencia de la población cumplimenta los requisitos de publicidad y verificación a que hicimos mención anteriormente, pues el propósito que reviste este trámite electoral es que los ciudadanos puedan comprobar durante ese tiempo que sus nombres están comprendidos en los listados, así como la exactitud del dato que lo identifica. Durante ese mes se realizarán constantemente actualizaciones a los listados, con el propósito de que una vez vencido el plazo se pueda conformar definitivamente el registro de electores del municipio.

Con todas las correcciones que se hayan hecho queda definitivamente constituido el registro de electores del municipio, el que será desglosado a nivel de cada circunscripción electoral, y se publicará en cada colegio electoral el día 6 de abril, una semana antes de los comicios.

Teniendo en cuenta lo que se dijo al inicio de que el registro electoral es un elemento fundamental para el éxito de un proceso, en la medida en que nuestro pueblo comprenda lo esencial de este paso y le brinde la atención requerida, se podrá contar con una base registral segura y eficiente para el éxito de nuestros comicios primarios el 17 de abril.

¿Cómo ejercer el voto?

El vocablo voto proviene del latín votum, acción que estuvo asociada en sus inicios a una actuación religiosa de ofrenda o promesa. Con el tiempo sirvió para identificar un derecho público de naturaleza política, mediante el cual el ciudadano coadyuva, en cuanto miembro de la comunidad de un Estado, a la organización jurídico-política del país y con ello a la integración funcional de toda la sociedad (Fernández Segado, España).

La votación en estas elecciones primarias para delegados a las Asambleas Municipales tendrá lugar, según la convocatoria librada por el Consejo de Estado, el día 17 de abril para la primera vuelta y el 24 del propio mes para la segunda, en aquellos lugares donde no se haya alcanzado la votación requerida por uno de los candidatos, que según la Ley Electoral debe ser superior al 50% de los votos válidos emitidos.

A los efectos electorales la circunscripción es aquella unidad territorial o de carácter especial que integra un municipio y en cada una de ellas se elige un delegado que forma parte de la Asamblea Municipal (Lara Hernández, Cuba).

Para el ejercicio del sufragio cada circunscripción se divide en colegios electorales. El colegio es la unidad básica electoral y serán creados en cada circunscripción en el número que resulte necesario, pero no podrán sobrepasar la cifra de diez. Puede darse el caso de circunscripciones en que por el número de electores solo se conforme un solo colegio electoral.

En cada colegio se constituye una mesa electoral compuesta por un presidente, un secretario y un vocal, así como dos suplentes designados por la comisión electoral de circunscripción. La mesa electoral se constituye por derecho propio en cada colegio el propio día de las elecciones, a las 6:00 a.m., y tiene la responsabilidad de organizar la votación y realizar el escrutinio. La organización comprende el conjunto de acciones que realiza la mesa para garantizar que el sufragio se efectúe sin contratiempos y en estricto cumplimiento de lo dispuesto en la Ley y en las disposiciones normativas dictadas por la Comisión Electoral Nacional. El escrutinio es una fase esencial del proceso y constituye el acto mediante el cual se realiza el conteo de los votos emitidos y permite arribar a los resultados alcanzados.

El escrutinio se realiza en el propio local del colegio, con la participación de los integrantes de la mesa electoral únicamente. El acto del escrutinio es público y puede ser observado por miembros de las comisiones electorales, integrantes de las organizaciones políticas y de masas, los candidatos, los representantes de los medios de prensa y cualquier otra persona que lo desee.

La organización de la votación comprende las siguientes acciones:

• Disponer en el colegio del registro de electores, las boletas y la urna.

• Revisión pública de la urna que será utilizada en el sufragio y sellado de la misma.

• Crear las condiciones para que el voto pueda realizarse con la debida privacidad que garantice su carácter secreto.

• Verificar que se encuentran visibles las biografías y fotos de los candidatos.

• Fijar boletas previamente anuladas en lugar visible, para que sirvan de muestra a los electores que concurran a votar.

• Sintonizar la estación de radio que debidamente se oriente, por donde impartirán instrucciones las autoridades electorales de los diferentes niveles.

• Organizar la participación de los pioneros en la custodia de las urnas.

• Abrir la votación a las 7:00 a.m., y cerrarla a las 6:00 p.m., o a una hora más temprana si concurren a votar todos los previstos.

• Orientar y registrar el ejercicio del derecho al voto por los que concurran a ejercitarlo.

• Dar solución a las incidencias que se puedan presentar durante el ejercicio del sufragio.

El escrutinio comprende las siguientes acciones:

• Apertura de la urna.

• Conteo de las boletas depositadas en la urna.

• Cotejo de las boletas contenidas en la urna con las que fueron entregadas a los electores y con el número de estos que votaron según el registro.

• Separar las boletas en blanco de las votadas.

• Dar lectura a cada boleta según el nombre del candidato o el número que ocupa en la boleta e invalidar aquellas en que no pueda determinarse la voluntad del elector.

• Realizar el cómputo de la votación.

• Levantar acta de todo lo actuado.

• Publicar en el exterior del colegio el resultado de la votación lograda por cada candidato.

Los colegios tributarán a la comisión electoral de circunscripción los resultados alcanzados en cada uno de ellos para que se haga el cómputo general y se pueda determinar quién ha sido el candidato que ha resultado electo como delegado a la Asamblea Municipal del Poder Popular.

El sistema electoral cubano muestra una gran fortaleza, lo que se asienta en la presencia de un cuerpo normativo bien estructurado y la existencia de una práctica política que garantiza elevados niveles de participación ciudadana en el proceso, como evidencia del compromiso del pueblo con el sistema político.

Momentos clave del actual proceso electoral

• Constitución del registro primario de electores (Del 11 de enero al 13 de febrero)

• Publicación del registro primario de electores (Del 15 de febrero al 17 de marzo)

• Constitución de las comisiones de candidatura (12 de febrero)

• Nominación de candidatos (Del 24 de febrero al 24 de marzo)

• Publicación de las biografías de los candidatos (27 de marzo)

• Publicación del registro de electores (6 de abril)

• Votación (17 de abril, primera vuelta, y 24 de abril, segunda vuelta)

• Constitución de las Asambleas Municipales (15 de mayo)

Quisiera, en primer término, agradecer a la Comisión de Asuntos Constitucionales y Jurídicos de la Asamblea Nacional del Poder Popular, la posibilidad brindada de compartir algunas ideas sobre nuestro sistema electoral, y de ese modo contribuir modestamente al conocimiento de uno de los elementos principales del sistema político cubano.

En nuestro caso, trataremos inicialmente las características del sufragio pasivo en Cuba y, posteriormente, reflexionaremos sobre los procesos de nominación de candidatos y elección de los delegados a las asambleas municipales del Poder Popular, y de los Presidentes y Vicepresidentes de estas. En el curso de la intervención realizaremos algunas comparaciones con sistemas electorales foráneos, de modo que puedan comprenderse mejor las características, los principios y las reglas, que conforman el nuestro.

Lo primero a plantearnos es que cuando nos referimos al sufragio pasivo o derecho electoral pasivo, hacemos alusión al derecho que corresponde a determinadas personas en un país, conforme a su legislación, a ser elegidas para desempeñar cargos en los órganos representativos de poder estatal. Al analizar ese concepto tenemos que referirnos a tres cuestiones fundamentales: los requisitos para su ejercicio, las incapacidades y las causas de inelegibilidad o incompatibilidad.

Aunque nuestra intervención estará centrada en el proceso para la elección de los delegados a las asambleas municipales del Poder Popular, al abordar el tema del sufragio pasivo nos vemos obligados a referirnos a cuestiones de carácter general aplicables también en las elecciones para cubrir los cargos de delegados a las asambleas provinciales y de diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular. Posteriormente, puntualizaremos en los aspectos que propiamente nos ocupan.

En Cuba, como generalmente ocurre en el resto de los países, existen algunos requisitos que son comunes y otros diferenciadores para la conformación del electorado activo y del pasivo. De ahí que la intervención anterior del Dr. Juan Mendoza me permita no reiterar algunas ideas.

De acuerdo con el artículo 133 de la Constitución de la República, ser elegido para un cargo en las asambleas del Poder Popular es un derecho, que corresponde exclusivamente a los ciudadanos cubanos —sin distinción de sexo—, que se hallen en pleno goce de los derechos políticos.

En ese propio artículo de nuestra Carta Magna se define que en el caso de la elección para diputados a la Asamblea Nacional se requiere, además, haber cumplido 18 años, mientras que la Ley Electoral precisa que para el resto de los cargos (delegados a las asambleas municipales y provinciales), basta con haber cumplido los 16 años de edad. Resalta en nuestra legislación el amplio universo de ciudadanos que pueden ocupar cargos representativos, dado los límites de edad mínimos establecidos, a diferencia de otros países en que la edad electoral suele ser la de 21 años y para ocupar cargos parlamentarios se requiere contar con más de 25 ó 30 años.

La referida Ley Electoral preceptúa, además, como requisito de carácter general para ser electo, la residencia permanente en el país por un período de 5 años antes de las elecciones. Dicha exigencia no es exclusiva nuestra y, por el contrario, puede encontrarse en la legislación extranjera, con períodos inferiores o superiores, tanto para elegir como para ser electo. Incluso, en estados federales se dan casos de diferencias en ese ámbito, entre uno y otro estado de la misma federación.

Debemos destacar que conforme a la Constitución y la Ley Electoral, tienen derecho a ser elegidos los miembros de las instituciones armadas, lo que deriva del carácter popular de dichas instituciones y su alta vocación de servicio al pueblo.

La Ley Electoral establece, para el sufragio pasivo, causas de incapacidad similares a las aquí expuestas para ejercer el derecho electoral activo. De modo resumido, sólo quedan excluidos del ejercicio de esos derechos los incapacitados mentales, previa declaración judicial, o los inhabilitados judicialmente por la comisión de delitos. Resaltamos que no existe en nuestro país ninguna otra consideración ni limitación de carácter político o de otro tipo, a esos derechos.

En el orden particular, para la elección de los Delegados a las Asambleas Municipales del Poder Popular, se requiere, además, estar domiciliado en una circunscripción del municipio y haber sido nominado candidato; mientras que para ocupar los cargos de Presidente o Vicepresidente de dichas asambleas es necesario resultar electo como delegado a las mismas.

Por otra parte, y refiriéndonos a la última cuestión que integra el concepto de sufragio pasivo, en la legislación extranjera se reconoce la posibilidad de que aún teniéndose la capacidad para resultar electo, existen determinadas situaciones que imposibilitan al ciudadano el ejercicio de esa capacidad pasiva. Se tratan de las llamadas causas de inelegibilidad o de incompatibilidad, que impiden la ocupación de un cargo representativo, por hallarse ejerciendo otro de diverso carácter. Ello resulta frecuente en las imposibilidades de quienes ocupan cargos judiciales, ejecutivos, eclesiásticos o electorales, de resultar electos para responsabilidades parlamentarias.

En Cuba, ser elegido como delegado a las asambleas municipales del Poder Popular, desde el punto de vista jurídico, no resulta incompatible con ningún otro cargo público. No obstante, no desconocemos que en el orden práctico puede resultar inconveniente elegir como delegados a determinadas autoridades políticas, administrativas, u otras personalidades, dada la labor que realizan y la imposibilidad real de cumplir las tareas que demanda la función del delegado.

La Ley Electoral prevé en su artículo 32 que de resultar nominado un miembro de cualquiera de las comisiones electorales, este debe ser relevado en sus funciones por quien lo designó. En el caso de los jueces y fiscales, la legislación electoral no establece impedimentos a su elección, y en las leyes específicas que regulan la labor de sus instituciones se establece que los mismos pueden ser elegidos como delegados o diputados a las Asambleas del Poder Popular, aunque, durante el ejercicio de sus funciones fiscales o judiciales, no pueden ocupar cargos profesionales o con facultad ejecutiva en dichas asambleas.

Estos serían los elementos que consideramos esenciales conocer acerca del ejercicio del derecho electoral pasivo. Como hemos apreciado, este se encuentra ampliamente regulado en nuestra legislación electoral, afirmado en el principio de igualdad real entre todos los ciudadanos, de modo que cualquiera puede ser electo para un cargo representativo, sin otras limitaciones que no sean las que generalmente existen en la mayoría de los Estados, vinculadas en lo fundamental a la ciudadanía, la edad, y las causas de incapacidad.

Ahora quisiera detenerme en uno de los temas que de un modo más directo marca la autoctonía del sistema electoral cubano. Me refiero al modo en que se nominan o postulan los candidatos a delegados a las Asambleas Municipales del Poder Popular.

Cuba ha demostrado cómo puede ejercerse una verdadera democracia, sin una contienda electoral entre partidos políticos, con la aplicación de principios que derivan de su propia experiencia histórica. En ese orden puede considerarse como un auténtico ejercicio de democracia directa la nominación de los candidatos a las referidas asambleas municipales.

En el orden legal se establece que para el proceso de nominación las circunscripciones electorales se dividen en áreas, que son fijadas previamente por la Comisiones Electorales de Circunscripción y aprobadas por las Comisiones Electorales Municipales. Como máximo pueden preverse ocho áreas. Puede darse el caso de circunscripciones con una sola área.

En asambleas convocadas en cada una de esas áreas, son los propios electores, en ejercicio de sus derechos, quienes proponen a los candidatos y argumentan públicamente las razones que tienen para ello. Es requisito indispensable que el propuesto acepte, antes de someterse a votación. Entre los propuestos se elige en cada área un candidato.

Puede presentarse el caso de que en varias áreas de una misma circunscripción electoral nominen al mismo candidato, pero la ley exige que sean al menos dos en la circunscripción; de ahí que se aclare en la Ley Electoral que si en todas las áreas resulta nominado el mismo candidato, en la última asamblea se postulará otro, y en el caso de que se trate de una sola área en la circunscripción, ésta debe nominar como mínimo dos candidatos. En total se exigen en cada circunscripción, como mínimo, dos candidatos y como máximo, ocho.

Todo ese proceso de nominación está signado por una amplia participación ciudadana, con absoluta libertad y sin ningún tipo de condicionamiento. Cada una de esas reuniones en las áreas tiene un carácter eminentemente público, lo que distingue su valor democrático real.

Se trata, en síntesis, de una expresión muy propia de nuestra democracia, con profundas raíces en nuestras luchas libertarias, y que no es asimilada de las experiencias anteriores de los países del llamado “socialismo real” de Europa del Este. Esta práctica nuestra es contraria a lo que sucede en la inmensa mayoría de este mundo, donde las élites de los partidos políticos designan a los candidatos y los ubican, según sus intereses, en las listas a presentar en los diferentes colegios electorales, o en el menor de los casos, ésos candidatos se eligen en elecciones internas de los partidos. Incluso, es reconocido que en aquellos países en que la legislación permite a grupos de electores presentar candidatos, en un mecanismo totalmente diferente al nuestro, muchas veces, detrás de esos “electores”, se esconde la actuación de los partidos políticos.

En círculos académicos y políticos se critica cada día con más fuerza la desnaturalización y tergiversación que supone, a los fines de la democracia, el papel de los partidos políticos que hacen más cuestionable el régimen representativo burgués, y una de las principales causas de su crisis en lo político, al actuar como elementos que coartan y sustituyen la voluntad popular, a tal punto que se habla de la llamada “partidocracia”. Desgraciadamente, para algunos se trata de un mal necesario.

Ello nos lleva a considerar el papel del Partido Comunista de Cuba en nuestras elecciones. Nuestra Constitución socialista, aprobada por la voluntad soberana del pueblo de Cuba, reconoce al Partido como la vanguardia de la nación cubana y le otorga el papel de “fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado”. Sin embargo, ni en la Constitución, ni en la ley electoral se conceden facultades para nominar a los candidatos a las asambleas del Poder Popular, ni tampoco el Partido se atribuye esa facultad.

Lo anterior tiene su fundamento en que el nuestro no es un partido a la usanza de las democracias representativas burguesas y, por tanto, no se crea con fines electorales. Su papel consiste en velar por el cumplimiento de los principios y las normas del sistema electoral, sin sustituir a las autoridades electorales, y exigir que estas cumplan fielmente la labor que legalmente tienen prescrita. Destacamos, además, que el Partido tampoco cuenta con representantes en las Comisiones de Candidaturas, creadas para preparar las propuestas, entre otros cargos, de precandidatos a delegados a las Asambleas Provinciales y a diputados a la Asamblea Nacional, respectivamente; y en el tema que nos ocupa, presentar las propuestas para cubrir los cargos de Presidente y Vicepresidente de la Asamblea Municipal. Como es conocido, dichas Comisiones de Candidaturas están integradas por representantes de los Comités de Defensa de la Revolución, la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños, la Federación de Mujeres Cubanas, la Federación Estudiantil Universitaria, la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media y la Central de Trabajadores de Cuba, que la preside.

El hecho de que militantes del Partido sean propuestos o electos como candidatos en las reuniones de los electores, no es consecuencia de decisiones partidistas, sino del reconocimiento del pueblo a los méritos y la capacidad de esos militantes. No puede desconocerse que una cifra no despreciable de esos candidatos no pertenece a la referida organización política, lo que demuestra la absoluta igualdad de unos u otros para ser propuestos.

Otro rasgo distintivo de nuestro sistema, que se pone de manifiesto de un modo más nítido en ese proceso de nominación de los candidatos, lo es el hecho de que mientras en la mayoría de los países quien pretenda ser candidato y hacer “carrera política” necesita preparar y presentar su candidatura en los marcos de un partido o movimiento político; en Cuba no existe esa llamada “carrera política”, ni la candidatura para un cargo es fruto de una decisión individual de un ciudadano, sino que es un colectivo social determinado en una comunidad, en el ejercicio de sus derechos, quien determina los posibles nominados a esos cargos públicos.

Es igualmente reconocible en nuestro sistema electoral la ausencia de campañas electorales y de competencia entre los candidatos. Resulta ajeno también promover mecanismos para la obtención de recursos financieros con vistas a sufragar los costos de los procesos, ni contar con “maquinarias” electorales. Han sido desterradas de nuestro país la demagogia y la politiquería, que inspira la labor de muchos aspirantes a los cargos públicos en los países capitalistas.

La mayoría de las campañas electorales en el mundo están diseñadas para conformar una imagen de los candidatos, en una labor de marketing político, de lo que se encargan en buena medida los medios masivos de difusión, y por lo cual estos obtienen cuantiosos recursos. Para cubrir esa demanda financiera los candidatos recurren a distintos mecanismos, entre ellos, es normal que las grandes empresas y los principales empresarios y terratenientes entreguen dinero, a modo de ejercer influencias en el resultado de las elecciones y en espera de recibir los favores de los políticos, una vez que estos resulten electos. Es conocido también que en ocasiones los candidatos llegan hasta realizar operaciones ilícitas, y se han presentado casos en América Latina de aportes del narcotráfico.

Una peculiaridad de nuestra Ley Electoral es que dedica uno de sus títulos a regular los principios de la Ética Electoral que deben regir en el proceso. Allí se establece que para otorgar el voto a favor de uno u otro candidato, el elector tendrá en cuenta las condiciones personales, su prestigio y su capacidad para servir al pueblo. La propaganda queda limitada a la divulgación de las biografías, acompañadas de una fotografía de los candidatos, las que pueden ser expuestas en lugares públicos o a través de los medios de difusión masiva, y sólo se permite la participación conjunta de los candidatos en actos, conferencias y visitas a centros de trabajo, con el objetivo de intercambiar con los trabajadores.

La violación de cualquiera de esos principios, de acuerdo con la Ley, constituiría un ilícito electoral y sería objeto de punición en el ámbito penal por nuestros tribunales. Pudiera conllevar, en su caso, la anulación de un resultado electoral.

Al referirnos a la elección de los delegados a las Asambleas Municipales del Poder Popular, nos parece importante significar que se elige no sólo al ciudadano que representa la circunscripción donde reside. A su vez, a quien integrará dichas Asambleas Municipales, órganos superiores locales del poder estatal, investidas de la más alta autoridad para realizar sus funciones, y que, en ese marco, ejercen gobierno. Igualmente, a quien será miembro de un Consejo Popular, órgano que ejerce una importante labor fiscalizadora y de control. Asimismo, ese delegado puede ser electo para ocupar cargos de Presidente o Vicepresidente en la Asamblea Municipal o en el Consejo Popular.

No podemos soslayar que esos delegados pueden ser electos también como delegados a las asambleas provinciales o diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular, y como miembros del Consejo de Estado. Las candidaturas para esas dos últimas asambleas se componen hasta un 50 % con delegados de base, lo cual constituye una particularidad sui géneris de nuestro sistema, y realza el papel de esos delegados nominados y electos directamente por el pueblo. Es decir, estos constituyen la base de todo el sistema representativo del Estado cubano que se articula de abajo hacia arriba, lo que marca también una de sus peculiaridades distintivas.

Una vez elegidos todos los delegados a las Asambleas Municipales del Poder Popular, en fecha que decide el Consejo de Estado, éstos toman posesión de sus cargos. En esa propia sesión, se procede a elegir al Presidente y al Vicepresidente de cada Asamblea Municipal. Como apuntamos con anterioridad, una condición básica para ser electo para esos cargos, es haber sido elegido delegado a la propia asamblea.

El proyecto de candidatura para ocupar esos dos cargos es presentado a la asamblea municipal por el Presidente de la Comisión de Candidatura Municipal, y se integra con dos candidatos. Previo a ello, dicha comisión realiza un grupo de consultas, que incluye recoger la opinión de los propios delegados. No obstante, la asamblea es libre de rechazar cualquier propuesta, lo que obligaría a la Comisión de Candidatura a formular una nueva. La aprobación de la candidatura se realiza a mano alzada, mientras que la elección es mediante el voto secreto de los delegados.

No debemos dejar de señalar que cada uno de esos representantes, una vez electos, mantienen un estrecho vínculo con sus electores, ante los cuales tienen que rendir cuentas de su gestión periódicamente y quienes tienen facultades para su revocación.

Hasta aquí los elementos que consideramos esenciales del tema que nos ocupa. Pudieran expresarse otros, pero razones de tiempo lo impiden.

Todo lo anteriormente expuesto nos permite mostrar algunos rasgos que definen el carácter genuinamente democrático de nuestro sistema político, basado en pilares axiológicos y principios que conforman una legitimidad real de los representantes. Estos no son detentores del poder público sino servidores del pueblo, que al entregarles un mandato mantiene control sobre su actuación. El pueblo que, como señala la Constitución, es el soberano, reafirma esa condición en cada una de las fases de nuestro proceso electoral.

Como expresara el compañero Raúl Castro Ruz, segundo secretario del Comité Central del Partido, al clausurar el Seminario a los Delegados del Poder Popular en Matanzas en 1974, con motivo de la aplicación de la primera experiencia de esos órganos de gobierno: “...las instituciones representativas socialistas significan la voluntad expresa del pueblo, a través de su voto, una vía por la cual el pueblo no sólo está representado por el Estado, sino que de hecho forma parte directamente de dicho Estado y participa directa y sistemáticamente de sus decisiones...”.

Palabras de Ricardo Alarcón, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular

Unas bellas y capaces periodistas me decían, ¿pero como ustedes van a hacer la Audiencia el Día de los Enamorados? A mí me recordó a un viejo profesor de la Universidad que ante una pregunta semejante de una compañera de aula le dijo: Jovencita, todos los días son los días de los enamorados.

Pero no es un accidente y no estamos haciendo algo que no debiera haber sido hecho este día, es al revés, por que yo diría que debemos poner mucho amor en el proceso que estamos iniciando, y que va a culminar el 17 de abril con las elecciones, amor se ha dicho ya a la obra de la Revolución, pero amor específicamente a esto, no ver las elecciones solamente como el día de las elecciones, que es lo único que malamente tienen en otros países donde la gente más o menos elige a quienes los van a representar.

Aquí hay que insistir en un punto muy importante: que ya estamos en elecciones, porque las elecciones en Cuba tienen características que debemos analizarlas, explicarlas.

Tanto el compañero Presidente de Playa como el joven Abraham han señalado la importancia que tiene la divulgación, la explicación, el conocimiento. Pero, bueno, lo que va a ocurrir a partir de mañana en este país no pasa en ningún lugar, y nos parece que es algo natural, y a veces nos vamos por explicaciones que son demasiado técnicas, demasiado formales, sobre el famoso Registro Electoral. Si hubiera un registro electoral con las características del nuestro en muchas partes del mundo eso sería el primer paso hacia una profunda revolución política. Primero, que la gente nace con el derecho a votar en Cuba como nacen con el derecho a la educación gratuita, a todo lo largo del proceso de la educación, como nacen con el derecho a la atención médica gratuita, también nacen con el derecho a convertirse en electores al arribar a los 16 años de edad, para lo cual no tienen que pagar un centavo, para lo cual no tienen que hacer ningún trámite engorroso. ¿Por qué razón en sociedades que tienen siglos de supuesta democracia representativa cada vez que se acerca una fecha electoral se convierte en una de las grandes tareas por las que luchan los que quieren reformar esas sociedades o hacerlas mejores, la batalla por la inscripción de los electores? ¿Por qué? ¿Por qué hace unos meses en Estados Unidos muchos defensores de los derechos civiles y los artistas más famosos se organizaron para hacer una campaña nacional para ayudar a los miles y miles —nadie puede saber cuántos— de ciudadanos a que pudieran llegar a ese primer paso: ser reconocidos como electores?

Bueno, aquí es tan natural que no nos damos cuenta de la tremenda importancia que tiene lo que va a ocurrir mañana, que ese registro se ponga en los lugares más visibles, con total transparencia para que la gente pueda verificar cualquier error, que el que falte allí reclame su derecho a estar allí y que además todos sepamos quiénes son los que aparecen en ese registro.

Imagínense ustedes si en otras partes todo el mundo supiera quiénes son los que van a votar o los que pueden votar, ¿cómo llevarían esos cadáveres a votar? Cadáveres que votan y votan varias veces en algunos lugares. ¿Cómo existiría el problema que cuenta un largo artículo que se publicó en La Jornada, y aquí lo reprodujo Granma, uno de los tantos análisis de lo que pasó en el estado de Ohio? Nadie sabe cuántos votaron, ni quiénes votaron ni por quién votaron, es imposible saberlo. Que fácil es el fraude, sin contar las maquinitas esas que no registran el voto o lo alteran, cuando la gente no sabe quiénes son los que pueden ejercer el derecho al sufragio. Entonces el que el registro sea universal, gratuito, automático, fácil, sencillo, pero además que se haga público, que esté durante más de un mes con total transparencia accesible a todos es un acontecimiento de hondo sentido democrático.

A mí me preguntaba, hace un rato antes de entrar aquí, un periodista extranjero, y le dije: aprovecha a partir de mañana, recorre todo el país y después dime si tú en tu país viste eso alguna vez.

Lo que se inicia mañana tiene una significación política de carácter realmente excepcional y de profunda y verdadera democracia, por eso, es tan difícil que los medios de información controlados por aquellos que no buscan que la gente participe si no al revés, difícilmente den cuenta de esa noticia, ni se van a dar cuenta de que es una gran noticia. Por supuesto que es una gran noticia que no la van a encontrar en ningún otro lugar.

Este es el registro primario, que puede ser sujeto a cambios, a correcciones ¿por quién?, ¿por una maquinaria oculta, escondida que manejan las maquinitas para decidir quién es el que va a ganar? No, por el pueblo, teniendo de testigo a toda la sociedad. Después de eso vendrá ya el registro final de los que sí pueden concurrir, con los electores que hubo que agregar, porque arribaron a la edad, o por cualquier otro motivo o porque acaban de establecerse en esa circunscripción, y sin los que por cualquier motivo no deben estar allí, porque hubo un error, o porque fallecieron. Al final todo el mundo sabe cuántos son los que pueden votar aquí. Si eso existiera en otras partes, les sería un poquitico más difícil organizar el fraude que es consustancial al sistema, desgraciadamente como práctica muy generalizada.

Al mismo tiempo estamos en vísperas de otro proceso que será siempre objeto del ocultamiento por aquellos medios que representan intereses de gente que lo último que quisiera saber es que el pueblo mismo sea el que postule a los candidatos. Y eso va a ocurrir en este país en decenas de miles de reuniones en que la gente va a hacer ella misma, cada uno de nosotros, lo que en otras partes hace la maquinaria electorera.

En primer lugar, tenemos que asumirlo como lo que son, esos dos elementos. Hay otros más pero no voy a entrar en todos ellos, sabemos que hay la revocación; que hay el hecho de que el delegado vive allí mismo en la comunidad por donde fue propuesto y electo; la rendición de cuentas; la función vital que en la sociedad desempeña esa persona que no es solamente el representante para canalizar problemas, es también el movilizador, el organizador, el encauzador de la acción colectiva; pero además esas personas elegidas de ese modo serán después los que postulen cuando sea una elección general a los que serán candidatos a delegados provinciales o a diputados, no va a ser una maquinaria electorera, va a ser gente que el pueblo acaba de postular y elegir como delegado municipal entre otras con esas atribuciones, además de la de ejercer el control, la fiscalización y el gobierno a nivel local. Pero voy a insistir nada más que en esos dos puntos, lo que comienza mañana y lo que vamos a hacer en las próximas semanas de la postulación de los candidatos.

Hay que ponerle mucho amor, los que tenemos responsabilidades en esta tarea y también los que tienen que ayudar sea por las universidades, sea por los medios de prensa, a que comprendamos todas estas cosas en toda su profunda dimensión. Aquí se ha hablado de la batalla de ideas, esto no está ocurriendo en medio de un jardín florido, apacible, estas elecciones van a tener lugar en un momento particularmente decisivo en nuestra historia, es parte de una gran batalla, por eso lo señalaba cuando se creó la Comisión Electoral Nacional, que esto tiene que ser un bastión, tiene la misma significación en lo político que el bastión en el campo de la defensa. Me voy a permitir poner un ejemplo: ¿realmente era indispensable hablar en esta fase de las comisiones de candidaturas, como se ha mencionado? Y no es culpa de los medios, la culpa no está por ahí, yo creo que es falta de vigilancia y de sensibilidad. ¿Qué cosa es una Comisión de Candidatura ahora? La Comisión de Candidatura es el pueblo de Cuba completo que va a ser el que va a postular a los candidatos, la Comisión de Candidatura tiene funciones que la ley establece pero que no pintan nada en estos días en lo absoluto, es para proponer las candidaturas después que el pueblo postule y elija a los delegados municipales, el proyecto de candidatura para la dirección de esa Asamblea Municipal. El periodista me hizo una pregunta insólita, ¿pero, cómo ustedes hablan de democracia con candidatos únicos? Yo le pregunté: ¿quién te dijo eso? Sal por ahí para que tú veas, son decenas de miles de reuniones en que la gente va a postular por lo menos a dos. Entonces me dice: ¿y por qué comisiones de candidatura? Es verdad desgraciadamente, lo pongo como un ejemplo de cosas que nos pasan porque no siempre somos conscientes de que estamos en medio de una batalla.

En este momento hay que hablar y explicar y convocar al pueblo, para asegurar que el registro de electores sea lo más perfecto posible, que la gente vaya a ver ahí en su barrio si aparece él o no y este otro que apareció quién es y preguntar. En este país no puede haber fraude, es imposible y tenemos la formula mágica: poner en manos de todos ese dato que en otras partes nada más que lo maneja una camarilla, un grupito de los que van a asegurar retener siempre los cargos electivos.

Para lograr ese milagro, de las elecciones norteamericanas que siempre el candidato que va a la reelección gana, salvo excepciones súper excepcionales; o ese otro milagro de la democracia burguesa que está basada en la competencia, está basada en el dinero, pero que hace crecer algo, que el latinobarómetro del que habló Lezcano evidentemente desmiente, que es que los políticos son la gente más altruista que se puede imaginar, son unos Franciscos de Asís, que gastan en la campaña más dinero que lo que van a recibir por los salarios que le corresponda por el cargo. ¡Que maravilla!, el mundo burgués está lleno de políticos que son de un altruismo absolutamente incomparable, ¿no es así? Si gastan más dinero de lo que van a ganar es por que se van a sacrificar. No, la verdad no es esa, la verdad es que se van a enriquecer con lo que van a recibir desde la etapa de la campaña de aquellas corporaciones a las que van a servir, es tan sencillo como eso.

Vuelvo al registro. El compañero y viejo amigo Juan Marrero publica hoy un artículo donde nos recuerda los inicios de la República en el siglo pasado y lo lleva hasta Crowder. Yo quería agregar a ese artículo muy bueno, que el gobernador militar, aquel que organizó la primera elección, tiene en su expediente en los archivos históricos de Estados Unidos un reconocimiento por el gran mérito que tuvo al hacer el registro electoral para aquella primera elección, en la que fue el 7% el que votó; y allí está escrito el reconocimiento especial que le dio el Secretario de la Guerra. En aquella época eran más sinceros: le llamaban Secretario de la Guerra, ahora le llaman el Ministerio de Defensa y ustedes saben cómo se defiende Estados Unidos en este mundo, pero el Secretario de la Guerra lo felicitó porque había logrado reducir el cuerpo electoral cubano a la mínima expresión, había logrado convertir un país de negros y mestizos en un país de blancos. Electores eran con algunas pocas excepciones gente blanca, de clase media alta, porque había que tener 250 pesos, como Lezcano dijo.

Estamos hablando de miles de pesos en un país que acababa de ser devastado por la guerra, la guerra más prolongada, la guerra más cruel, pero una guerra que se libró —no lo olvidemos— con una visión profundamente democrática, desde el comienzo, cuando se estableció allá el primer gobierno de la república en armas en Bayamo, donde por primera vez un negro formó parte de ese gobierno en una sociedad esclavista, donde por primera vez un obrero formó parte de ese gobierno. En ese caso, como no había un sistema previo, fueron designados por el Padre de la Patria como un símbolo del tipo de gobierno que se iba a crear y donde empezó a funcionar la rendición de cuenta porque todos los funcionarios de ese gobierno se reunían con los ciudadanos de Bayamo a discutir entre otras cosas —como consta en las ediciones del Cubano Libre que guardan nuestros archivos— a discutir nada más y nada menos que la marcha de la guerra, a discutir nada más y nada menos que el proceso para la eliminación de la esclavitud y a discutir también las cosas que discutimos los cubanos en todas esas reuniones de la administración local, los problemas concretos que tenía la gente de aquella república. Después vamos a tener, nosotros, otros no, pero nosotros sí, cuatro constituciones discutidas, aprobadas, adoptadas y aplicadas en medio de la guerra. ¿Qué hacían los mambises a la hora de convocar sus elecciones para elegir sus delegados a las asambleas constituyentes? ¿Había que ser blanco, había que ser propietario o había que aplicar aquello que el Padre de la Patria definió con estas sencillas palabras: la igualdad perfecta? De los blancos y los negros, de los antiguos amos y de los antiguos esclavos, de los chinos, porque también había una comunidad asiática de hecho esclavizada en nuestro país y con esa tradición es que llegamos a la famosa república, cuando finalmente España tiene que abandonar su colonia, los cubanos de entonces se imaginaban que todos iban a votar, que todos iban a participar en ese sistema. Cuidadito, para eso había un General interventor que se las arregló para reducir aquel amplísimo cuerpo electoral democrático a su mínima expresión, y por eso tiene allí un reconocimiento, un mérito, me imagino que le hayan aumentado el salario, un mérito en su expediente por eso, por haber logrado achicar el cuerpo electoral cubano a su mínima expresión, como una de las tantas cosas que hicieron antes de permitir el desarrollo de aquella república tutelada, dominada, aquella caricatura de república.

Vamos a tener este proceso, lo vamos a realizar en los momentos en que nada más y nada menos que el señor Bush nos anuncia, entre otras cosas, que volverían a implantar aquí la esclavitud, después de quitarnos las propiedades, de quitarnos las casas, las tierras, después de privatizar toda la economía, de privatizar la educación, la salud, en fin, después de todas las cosas que por decisiones del gobierno federal norteamericano se aplicarían aquí en Cuba, después de organizar una policía asesorada y entrenada por ellos y dirigida por ellos, para reprimir al pueblo, para poder imponer ese programa, además de eso se ocupan de describir cómo controlarán todos los aspectos de la vida, incluyendo este, el del Sistema Electoral. Algunos pueden preguntarse, si Cuba va a desaparecer, si la Nación cubana sería aniquilada, si pasaría a ser una posesión de Estados Unidos donde se aplicaría toda esa política bárbara de aniquilamiento y de genocidio. ¿Por qué se meten a hablar del medio ambiente? Díaz Duque lo analizó muy bien en la Asamblea Nacional, los aspectos que se refieren a eso. ¿Por qué hablan del transporte? ¿Por qué hablan de las elecciones? Yo he meditado bastante sobre esto para poder encontrar una explicación, ¿hace falta? Si ya Cuba habría desaparecido ¿por qué hay que entrar incluso en esos detalles?

Mí hipótesis es que no sólo se proponen destruir a la Revolución cubana, como dicen en el prólogo, no sólo se proponen aniquilar a la Nación cubana, no sólo se proponen esclavizar a su pueblo, sino que además quieren matar el recuerdo, extraer de la memoria de los pueblos lo que habría sido, imaginan ellos como algo pasado, la Revolución cubana. ¿Y es casual entonces que ellos cuando tratan la cuestión electoral, le dedican particular importancia a estos dos puntos, al del registro electoral y al de la postulación de los candidatos? Por supuesto que no, porque son elementos esenciales de la verdadera democracia que desaparecerían si aquí se impusiera el sistema norteamericano. Registro electoral como tienen los cubanos habría que eliminarlo y establecer un sistema distinto y proponen aplicar en Cuba el sistema norteamericano, que en el colmo del cinismo describen como de “voluntaria autoinscripción”. Suena preciosa la expresión, la cuestión de ser elector es una cuestión “voluntaria”, y además lo hace uno mismo, “autoinscripción”. ¿Y por qué diablos entonces Barbra Streisand —la menciono porque es de los más famosos personajes que hizo esa campaña—, y Michael Moore, recorrieron el país, recaudando fondos y haciendo campañas para ayudar a las cifras incalculables de norteamericanos que no puede autoinscribirse voluntariamente. Voluntario para ellos quiere decir que no sea automático, que no sea un derecho adquirido al nacer, que uno decida teóricamente si se inscribe o no, y tiene que inscribirse él. Eso no quiere decir que sea fácil, muchos autores al estudiar estos temas siempre señalan como una de las características peculiares de la sociedad norteamericana el que es la única en la cual las autoridades no desempeñan función alguna, no tienen responsabilidad alguna respecto a la inscripción de los electores, no gastan un centavo en eso, por eso es que tienen que ser los intelectuales, los artistas, los críticos, los que se preocupen por hacerlo. Sin embargo sí tienen numerosas restricciones y limitaciones para la inscripción, es exactamente lo contrario de lo que cínicamente dicen en este plan. Allá nadie puede convertirse en elector por que lo desee, tiene que averiguar dónde está la oficina de inscripción, tiene que llenar un formulario con una solicitud, tiene que llevar fotografía, después tiene que esperar que lo llamen para presentarse otra vez allí en el caso de que haya sido aceptado como elector para recoger su documentación; por todo eso hay que pagar, y además hay que dejar de cobrar porque todo eso se hace, por supuesto, en días laborables, en horas de trabajo. ¿Para estimular a los trabajadores a que se inscriban, para facilitarles que se inscriban voluntariamente? Por supuesto que no, es exactamente para todo lo contrario. Sin dejar de mencionar que en una sesión del Congreso, cuando algunos cuestionaron las elecciones en el estado de Ohio, un congresista fue al fondo del problema, y dijo que en Estados Unidos hay que luchar por el derecho constitucional a votar que ustedes saben que no existe. Él lo analizó muy bien, el ser ciudadano de Estados Unidos no le da a nadie el derecho a votar, el derecho a votar no es un derecho reconocido por la Constitución Federal, es un derecho sometido a la jurisdicción de los estados, que le permitió a algunos estados racistas del sur, un siglo después de haberse supuestamente abolido la esclavitud, todavía negarle el voto a los negros y por eso este año se va a cumplir el 40 Aniversario de esa Ley del derecho al voto que promulgó el presidente Johnson en 1965, una Ley estableciendo que los negros tenían derecho a votar también en el sur.

Por cierto, en estos días una legisladora negra norteamericana en una reunión allí en el Congreso le recordó al presidente Bush que se acerca el 40 Aniversario de la Ley del Derecho al voto, y hay que hacer algo para activarla. Para nosotros eso es muy importante, le dijo, y la respuesta del famoso Presidente fue muy sencilla, “no estoy familiarizado con esa Ley, no la conozco”. Eso está publicado en la prensa norteamericana para sorpresa y escarnio de los negros que escucharon esa respuesta de un señor tejano y con mentalidad obviamente no muy democrática.

¿Dónde más pueden los electores conocer quienes son los que tienen derecho a votar? ¿Dónde más tienen los electores la capacidad para corregir ese listado? Yo me atrevo a decir que no conozco ningún otro lugar —no excluyo que haya otro, pero no conozco otro lugar. Hay otros países que tienen por supuesto también la inscripción automática, universal, gratuita, etc., incluyendo países que son del mundo occidental y cristiano. Pero con ese proceso de un mes con total transparencia para que todo el mundo pueda verlo y controlarlo haciendo impensable la posibilidad del fraude, repito no tengo referencia de otro lugar, y sin embargo eso no se convierte en noticia y nosotros mismos a veces no nos esforzamos para que eso se asuma, se conozca, se comprenda. Debemos procurar que este proceso se lleve a cabo del modo mejor, del modo que corresponde a una sociedad que tiene esas características que no existen en otras partes, alentando a nuestros ciudadanos que vayan a ver ese registro, que lo estudien, que comprendan, que sepan quiénes son los que votan, por supuesto todo el mundo sabe quién vive en el vecindario, pero para ver si apareció un nombre equivocado, o para ver si él falta, o si falta otro. Ejerzamos una facultad que no tienen los demás habitantes del planeta, y no la asumamos como algo rutinario, sin importancia.

Y después viene un paso que sí digo que no existe en ninguna parte, que es la de todos los ciudadanos convertidos en un gran partido político, con once millones de partidos electorales, donde cada uno tiene la facultad, la posibilidad de proponer a quien le dé la gana. Nosotros decimos elegir a los mejores, todo eso está muy bien, pero es el mejor según entienda la gente, según el criterio que tenga ese colectivo que se reúne en esa asamblea. Nosotros lo que tenemos que preocuparnos es porque ese proceso tenga la mayor calidad posible, que ejercitemos un privilegio que tenemos los cubanos, eso quiere decir, preparar las condiciones materiales, para que la reunión tenga lugar en un día apropiado, la hora, las condiciones mínimas para que la gente vaya ahí y exhortarlas, educarnos, no son unos sabihondos educando a los demás, todos nosotros, porque es ejercer algo que es muy raro que no existe en ninguna parte. Es una reunión de una gran importancia donde los vecinos se reúnan y discutan y analicen con la mayor profundidad, con el mayor rigor, no es para cumplir un trámite para elegir a cualquiera que sea el candidato y salir del paso. Es nada más y nada menos que para postular a quien va a ser uno de los candidatos a ser el principal dirigente político de esa circunscripción, no un simple representante, no se va a ir para otra parte, él va a seguir allí en medio de esa comunidad, organizándola, tratando de desarrollar más y más la acción colectiva para enfrentar los problemas, para desarrollar iniciativas, para fiscalizar, para controlar. Para apoyar al delegado en esa función, él no será nada y será poco lo que podrá hacer si no cuenta con un involucramiento, como dijo alguien aquí, del mayor número de personas y eso es posible en una sociedad culta, en una sociedad educada. Por cierto, la Feria del Libro terminó en La Habana, pero continúa por todo el país. Yo sugeriría a los compañeros de los territorios allende la capital que vean cómo la vinculamos un poco con las elecciones, entre otras cosas este es un libro de los que se presenta en esa Feria.

Mucho hay que hablar entre los cubanos para profundizar en el conocimiento cabal del Plan imperialista, debemos procurar que esta etapa que conduce al día de las elecciones se caracterice por el mayor entusiasmo, la mayor comprensión, que sirva también como parte del desarrollo cultural, educacional, de profundización en las ideas. Enmarcarlo dentro de donde está que es en medio de la batalla de ideas, pero no de una batalla de ideas que tiene lugar en cualquier ambiente. Es en este marco que hay que verla, en el marco de las primeras elecciones que vamos a efectuar en Cuba, después que este señor nos anunció que este país dejaría de existir, y que además nos anunció que en esa tragedia que quedaría de lo que habría sido Cuba, las elecciones no podrían tener lugar ni sobre la base de un registro electoral transparente, abarcador de todo el mundo, ni tampoco sobre la base de que los candidatos fueran postulados por el pueblo, directamente por los electores. Ahí explican cómo sería el futuro funcionamiento de los partidos políticos y quiénes serían los partidos políticos, los define con todas sus letras: los grupúsculos mercenarios que ellos se empeñan en organizar dentro de nuestra patria, a los que destinaron en el presupuesto anterior 7 millones de dólares, y que él acaba de anunciar al presentar su nuevo presupuesto para este año que los duplican, de siete saltan para quince y cuando se instaurase en Cuba el régimen que nos anuncia con este plan, y lo dice con todas sus letras, se multiplicaría de una manera muy amplia ese financiamiento a esos grupúsculos para transformarlos en los partidos políticos de este país. Así que esos que hablan de elecciones competitivas y que en Cuba no hay varios partidos etc., en el futuro ese que anuncia Bush habría varios partidos, sabe dios cuántos serían en esa repartición de dinero que el tendría que realizar, pero todos tendrían que responder a un solo amo el que les estaría pagando. Ya aumentarían los fondos porque irían a organizar esos partidos desde la base. Desde la misma base hasta arriba organizados por ellos, pagados por ellos. Ya no habría espacio para que ningún ciudadano postule a nadie, eso se acabaría, no habría reuniones de electores que propongan a los candidatos. No. Eso lo harían las maquinarias electoreras, pero para colmo organizadas, dirigidas y pagadas por el gobierno de Estados Unidos.

Eso está con todas las letras en un documento que nosotros los cubanos debemos esforzarnos por conocer cada vez mejor, y además sacar las conclusiones pertinentes, porque nos está recordando que en este momento nosotros tenemos el desafío enorme de probarle al Imperio que no va a conseguir su propósito. Por supuesto, de eso estamos más que convencidos todos los cubanos, pero este proceso debe servir para que hasta el último ciudadano y ciudadana gane en conciencia, en comprensión, en cultura, de la significación del proceso en que estamos ahora inmersos. No olvidar que en uno de los momentos de más sorprendente franqueza de este plan, ellos reconocen que carecen de antecedentes. Por supuesto, es difícil encontrar en la historia otro caso de un país que se apodere de otro y lo transforme de abajo arriba y lo convierta en ese infierno, pero la franqueza alcanza su cúspide cuando dice: sólo tenemos dos experiencias que nos pueden servir para lo que habría que hacer en Cuba, dos experiencias: una se llama Afganistán y la otra se llama Iraq. Para que después nadie ande diciendo pamplinas por ahí de que no hay ningún propósito de violencia, de guerra contra Cuba. ¿Qué diablos quiere decir Afganistán e Iraq? Quiere decir muchas cosas: la guerra injustificada, la guerra cruel, la guerra desproporcionada, la guerra sin motivo alguno o sin autorización alguna, pero además el crimen, la tortura, ese espectáculo deplorable, triste, sórdido, indignante que el mundo asocia justamente con esos dos nombres, especialmente con el de Iraq. Lo que pasa es que las experiencias también son la de una resistencia del pueblo iraquí que ya hace que no sean pocos los que en Estados Unidos comiencen a comprender que están metidos en un cenagal de donde difícilmente puedan salir en mucho tiempo. Aquí sería peor, aquí lo que les esperaría sería una resistencia incomparablemente más fuerte, más incontrastable, porque aquí nosotros tenemos un pueblo unido, un pueblo culto, un pueblo consciente, pero que debemos procurar que lo sea cada vez más.

Y este proceso en el que estamos envueltos ahora, que culminará no por casualidad el 17 de abril, tiene que culminar en el Girón más grande, más demoledor que nuestro pueblo le anuncia al Imperio en el caso que intentase arrebatarnos la patria y la democracia.

Muchas gracias.