La hechicera J.K
Por: Idania Machado
Fotos: Archivo

Es posible que en la Edad Media los inquisidores la hubieran quemado viva por crear al hechicero más popular, simpático y sexy de la literatura. Aunque aún no se han eliminado todas las barbaries, por suerte para Joanne Kathleen Rowling, más conocida como J. K. Rowling, la historia ha sido diferente.

La autora de Harry Potter ha puesto de moda polvos (siá cará), pócimas, escobas voladoras, sombreros puntiagudos, capas de invisibilidad y lechuzas mensajeras en el momento en que los epistolarios ya son cosa del pasado lejano y los correos electrónicos unen en instantes a los amigos o amantes más apartados.

Y es que esta «retrobrujería» tiene tanto encanto que hasta el mismo Neo preferiría huir apretado con su amada Trinity en una Nimbus 2000 a la fría línea telefónica que lo lleva de vuelta a la Matrix.

J. K. tuvo muy buena estrella en elegir el tema o tal vez en que este la eligiera, como dicen muchos escritores que sucede en realidad. Lo cierto es que comoquiera que fue, su vida cambió y los lectores más jóvenes recibieron un aire fresco para finalizar el siglo XX.

Según ha expresado en diferentes entrevistas, la historia la imaginó cuando viajaba en un tren de Manchester a Londres. Pero pasaron cinco años para que el chiquillo, de cerquillo y gafas redondas, tomara cuerpo definitivamente. Ese lapso además sirvió para que la Rowling diera rienda suelta a esa imaginación inagotable que posee y planificara el resto de la serie que debe concluir con el séptimo libro, al mismo tiempo que los estudios del protagonista en la escuela de hechicería. ¿Cumplirá su palabra? ¿Podrá desprenderse de su mago?

El fenómeno de la serie es impresionante (solo faltan dos). No son cuadernitos, sino librotes que no aburren y retan a cualquier escritor a competir en fantasía. Maravilla la continuidad de un mismo personaje en igual escenario, siempre manteniendo el interés. El chico y sus amigos crecen en cada una de las entregas y van descubriendo las cosas de la vida común como el amor, los celos, la muerte... Creo que por ello llega siempre con novedades y su tropa de seguidores todavía no ha protestado ni las ventas han bajado. Por el contrario, la presión de la creadora es grande y manifiesta que si no hubiera imaginado toda la trama antes, le sería imposible ir inventando a la par de publicar.

J. K. parece más un personaje que escapó de un libro y no lo sabe (o tal vez no lo sabemos nosotros) que una mujer de éxito. Su vida cambió como la de Cenicienta, solo que no fueron sus pies pequeños y un príncipe los que la salvaron. A fuerza de trabajo, mucha tenacidad y con una gran inteligencia logró lo que para muchos es un sueño: realizarse. Y para que el cuento tenga mejor final pues se hizo famosa. Cosa que es muy buena, mucho más si resulta del trabajo y el talento y después no se te sube a la cabeza. Nació en el Reino Unido y estudió Francés y Literatura en la Universidad de Exeter. Refiere que desde los seis años ya escribía y que ese era su sueño. Enamorada fue a trabajar a Portugal; allí enseñó Inglés en una escuela. Un año después regresó a su país... con una hija de tres meses. A partir de ese momento se las vio negras. Vivía en una pequeña pieza, con el subsidio estatal por ser madre soltera desempleada y acompañada de una tristeza que la mantenía deprimida y sin autoestima. Cuando Harry despertó en su cabeza fue un aliento que la ayudó a sobrellevar esa situación. Ella ha comentado que no pensaba en ese momento en lo que vendría después y que si acaso el libro se publicaba, sería para unos pocos aficionados a ese tema.

En un establecimiento en el que le permitían por solo consumir un café pasar horas y horas garrapateando en un cuaderno se fue cocinando la alquimia del suceso literario más sonado de la literatura infanto-juvenil contemporánea, cuyo primer volumen se tituló Harry Potter y la piedra filosofal.

Lo rechazaron antes tres editoriales considerándolo complicado y extenso para el gusto de los jóvenes y la que finalmente lo aceptó puso como condición que sus nombres aparecieran con sus iniciales ya que los varones eran reacios a leer libros escritos por mujeres. A partir de ese momento todo empezó a encaminarse. Vinieron premios, excelentes críticas, clasificaciones de superventas y el caudal acumulado en la mente de J. K. dio paso a Harry Potter y la cámara secreta y Harry Potter y el prisionero de Azkaban. Los libros se tradujeron a numerosos idiomas y se dieron a conocer en todo el mundo. El cine les imprimió el impulso definitivo y rostros extraliterarios al niño mago, a sus amigos Herminione y Ron y un aspecto al Colegio Hogwarts, de Magia y Hechicería.

Lamentablemente es a través de los filmes que hemos podido acercarnos masivamente al pequeño elegido. Los textos, cuando se han vendido en las Ferias del Libro por parte de editoriales extranjeras, han tenido precios elevadísimos para el bolsillo medio. Ojalá y se pueda negociar con la autora para la publicación en Cuba. Realmente tienen muchos valores como la amistad, la lealtad, la libertad y otros que van más allá de la lucha ancestral entre el bien y el mal. Si El pequeño príncipe es un libro para toda la vida, estos son para crecer con ellos, pues así lo hacen sus protagonistas en cada episodio. Además, la magia también ha sido efectiva en revivir los hábitos de lectura en niños y jóvenes que la relegaban por la televisión, juegos electrónicos e Internet. El desenfado de la autora y su falta de autocensura para con este público han hecho que en la era de la informática el libro tradicional tome un nuevo aliento para estas edades (fenómeno al que no somos ajenos a pesar de los esfuerzos). Desprovisto de sentimentalismos —a pesar de que hay situaciones que pudieran provocarlos como la orfandad del protagonista y los maltratos que recibe en casa de sus tíos— hay humor y mucha seriedad sin concesiones que han penetrado en el corazón de los muchachos y de los adultos que también somos partidarios de su literatura.

¿Qué vendrá después?

A veces me pregunto si J. K. piensa que Harry sea como un encantamiento del que no podrá desprenderse jamás. Ella se lamenta de que le pregunten cuándo escribirá algo para adultos como si no fuera a ser reconocida en serio hasta que lo haga. Responde que el reconocimiento que le dan es de autora infantil y nunca lo va a asumir como si fuera de segunda categoría. Y argumenta que hasta que esta gran novela que «partí en siete pedazos» no concluya, se declara incapaz de asumir otros proyectos porque el tiempo no le alcanza.

También ha comentado que cree no poder realizar otra obra tan popular:

«... pero me conformo con que tampoco nunca fue mi intención hacerlo. Tendré que inventarme un seudónimo, y mandar los manuscritos de manera anónima.»

Ahora es una persona que jamás podrá sentarse de nuevo en ese café a escribir con su niña en el coche, oxigenándose el alma y las penas con su fantasía. Ahora es una escritora de éxito, multimillonaria y al parecer, y por dicha, con su corazón intacto. Respecto a esto ha dicho: «si fuera mi intención imprimir dinero, no hubiese escrito un libro para chicos. Es por todos conocido que no es la mejor manera de hacerse rico, y perdón por quien lo dice. Soy una madre sola, y no importa cuánto dinero tenga, todavía no he escuchado que el dinero pueda clonarme, como para que una madre se quede en casa y cuide de su hija y la otra escriba, y salga a promocionar el libro. Entonces, la prioridad primera, para mí, es mi hija; y la segunda, estar conforme con los libros que escribo, no con el dinero.»

Entonces, mientras el mundo sigue girando y muchos niños esperan que la guerra entre el bien y el mal sea solo un tema literario y no una realidad cotidiana, confiemos en que esta hechicera nos siga haciendo la vida un poco más feliz. Desde esta islita encantada permítanos un saludo afrocubano que es nuestra manera de ser brujos: aché pa'usted, querida J. K.

http://www.somosjovenes.cu/abri05/paginas/hechicera.htm

 

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