April 1, 2005
Posada in the limelight again
By Marina Menéndez Quintero

This isn’t news anymore and the shady legal dealings announced is another song and dance for the sake of appearances. Nothing: that neither Luis Posada Carriles must have arrived in US territory two days ago, nor that legality in that country will not be so just and strict as to deny him – officially, I say – cover.

Who could think that a man to whom Washington owes so much dirty work would have to stand trial threatened by deportation, as claimed in Miami now?

At least, it should be recognized that after such impudence a poor attempt is made to keep the form. It is not a sudden attack of shame but, possibly, a necessary evil imposed by the cronies of the Empire. Bush’s anti-terrorist crusade has suffered too many moral setbacks for the U.S. to give Posada another denial of his dubious libertarian role. Now the Mafia has to stage another of its dramas.

These are the thoughts caused by the propagandistic apparatus that has been set up over the alleged revelation of his presence in Miami. Backstage it is easy to notice that all they want is to get him out of a clandestine mode and “legalize” his presence.

Posada, probably, has been there for a long time since a mysterious US-registered plane took off secretly from the San Pedro Sula airport in Honduras, the night of August 25, allegedly, with a man on board.

Just a few hours after the treacherous, anti-constitutional and shameful pardon by Mireya Moscoso that ignored the efforts of the just, after a trial in the Panamanian capital that was constantly obstructed and threatening flight. Less famous but not less criminal, the right-wing, anti-Cuban, Gaspar Jiménez Escobedo, Pedro Remón and Guillermo Novo Sampoll, his buddies in the frustrated attempt against the life of Fidel and thousands of students in the university hall, roamed the streets of the capital. But Posada’s boasting and impunity, confessed and happy mastermind of the bombing of a Cubana passenger plane in mid-flight in 1976 and other assassinations.

With this background the declarations of his “colleagues” to get him lawyers to prevent immigration authorities from deporting him, his ironic smile provokes complete indignation.

The farce, however, announces even funnier moments, when it seems that finding legal loopholes, Posada will have to reach for the Cuban Adjustment Act, signed by the US government to promote illegal emigration while denying visas and has also been a rather overt form of aggression based, as always, on immorality.

As if the Law could be considered legal and Posada was a vulgar mortal not a henchman of this group that has applied pressure on the White House for more than 40 years to maintain the hostile attitude and siege of the Island.

The lawyer Willy Allen, as part of the stage set, has assured that “the case has options and is going to be very interesting” – a source of the El Nuevo Herald [the New Herald] reported – as if he were, in truth, at the doors of a complicated legal process.

And to prevent anyone from being amazed at how easy it will be, he announced that Posada could request a “special pardon” and citizenship relying on the immoral history of having served in the U.S. army in the sad and instructive Vietnam War.

But, where did the funds come from that bought the signed last-minute pardon by Moscoso? Who has protected Posada to date?

With these questions answered, the announcement is pure stage nonsense; an absurd comedy that cannot hide the impunity: that payoff that the master squanders for his most-noted salaried terrorists. There the farce ends and the tragedy comes to light.
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1 de avril 2005
Posada, otra vez a escena

Marina Menéndez Quintero

La noticia no es noticia, y el proceso leguleyesco que se anuncia constituirá solo un sainete para mal cubrir las apariencias. Nada: que ni Luis Posada Carriles debe haber llegado a territorio estadounidense anteayer, ni la justicia de ese país será esta vez tan justa y estricta como para negarle —oficialmente, digo— cobija.

¿A quién se le ocurre pensar que un hombre a quien Washington debe tanto trabajo sucio tenga que acudir a las Cortes amenazado por la deportación, como aducen ahora algunos en Miami?

Al menos, debe reconocerse que después de tanta desfachatez asome un intento por guardar la forma. Pero no se trata de un repentino ataque de pudor sino, posiblemente, de un mal necesario impuesto a los amiguitos del Imperio. Demasiados reveses morales ha sufrido ya la cruzada antiterrorista de Bush para que la estancia de Posada en EE.UU. le adjudique otro mentís a sus hoy muy cuestionadas pretensiones libertarias. Ahora, la mafia tendrá que montar otro de sus  dramas.

Esa es la reflexión que provoca el andamiaje propagandístico empezado a montar sobre la presunta revelación de su presencia en Miami. Tras bambalinas, es fácil advertir que lo único que se quiere es sacarlo de la clandestinidad, y “legalizar” su presencia.

Probablemente, Posada lleva ya mucho tiempo allí, desde que se perdió el rastro a aquel misterioso avión con matrícula norteamericana que despegó subrepticiamente del aeropuerto de San Pedro Sula, en Honduras, la noche del 25 de agosto llevando, supuestamente, un hombre menos a bordo.

Hacía apenas unas horas que el traicionero, anticonstitucional y bochornoso indulto de Mireya Moscoso echara por tierra los esfuerzos de los justos, después de un juicio en la capital panameña muchas veces entorpecido, y amenazado todo el tiempo por la fuga. Menos famosos aunque no menos criminales, libres circulaban ya por la capital de la derecha anticubana Gaspar Jiménez Escobedo, Pedro Remón y Guillermo Novo Sampoll, sus compinches en el frustrado atentado contra Fidel y miles de estudiantes istmeños en el Paraninfo de la Universidad de Panamá. Pero habría sido demasiado vociferar también la impunidad de Posada, autor confeso y feliz de la voladura del avión de Cubana, en 1976, entre otros asesinatos…

Con tales antecedentes, las declaraciones de sus colegas de filas que dicen ahora estar dispuestos a buscarle abogados para que las autoridades migratorias no lo echen de EE.UU., mueven a la audiencia de la completa indignación, a la irónica sonrisa.

La farsa, sin embargo, anuncia momentos aún más hilarantes  cuando se pronostica que, buscando los resquicios legales nunca negados a Posada, aquel deba acudir a la Ley de Ajuste Cubano, impuesta por las administraciones norteamericanas para promover la emigración ilegal en tanto se niegan las visas, y que ha sido otra poco encubierta forma de agresión basada, como siempre, en la inmoralidad.

Como si la Ley pudiera considerarse lícita y Posada fuera un vulgar mortal, no un secuaz de esa camarilla que durante más de 40 años ha presionado para que la Casa Blanca mantenga la hostilidad y el cerco sobre la Isla.

Sumado al montaje, el abogado Willy Allen ha asegurado que “el caso tiene opciones y va a resultar interesante” —publicó una fuente  como El Nuevo Herald—. ¡Ni que se estuviera, en verdad, a las puertas de un complicado proceso jurídico!

Y para que nadie se asombre de lo fácil que resultará, ha adelantado que Posada también podría optar por un “perdón especial”, y solicitar la ciudadanía apoyándose en el nada envidiable aval que le representa haber servido al ejército de EE.UU. en la triste y aleccionadora guerra de Vietnam.

Pero, ¿de dónde salieron las dádivas que compraron el perdón firmado a última hora por Moscoso? ¿Quiénes han protegido a Posada hasta hoy?

Respondidas esas preguntadas, estará claro que lo que se anuncia es puro desempeño teatral; vana comedia que no alcanza a esconder la impunidad: ese pago que el amo no escamoteará a uno de sus más connotados terroristas a sueldo. Ahí exactamente termina la farsa, y sale a la luz la tragedia.

http://www.jrebelde.cu/2005/abril-junio/abril-1/posada.html


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