Hay
músicos que marcan toda una época y cuyo legado pasa a
formar parte del patrimonio de sucesivas generaciones. Ese
es el caso del organista Jimmy Smith, fallecido el pasado
martes 8 de febrero en Phoenix, Estados Unidos. Aunque entre
nosotros el órgano Hammond nunca ha estado entre los
instrumentos de mayor utilización, de algún modo la huella
del maestro Smith se percibe en lo hecho por algunos de
nuestros músicos, especialmente en los trabajos de Pucho
López, en la etapa de la fenomenal macrobanda villaclareña
Raíces Nuevas y de Alfredo Gómez en Arte Vivo, cuando este
grupo se inscribía en la tendencia del rock in oposition.
Jimmy Smith fue quien hizo popular la sonoridad del órgano
Hammond, no solo en el mundo del jazz sino en diversos
géneros. Es cierto que antes de él hubo otros nombres que
apostaron por tal sonoridad, pero quienes lo precedieron
perseguían remedar las grandes secciones de viento. Jimmy
rompió con semejantes ataduras y buscó en el estilo de
fraseo rápido del bebop, con modelos como los de
Parker y Gillespie, una nueva forma de asumir la ejecución
del órgano Hammond. Cada vez que escucho una de las tantas
grabaciones en las cuales participó, no dejo de maravillarme
con esos solos veloces y agresivos de su mano derecha que,
sin discusión alguna, han sentado escuela tanto para
jazzistas como para roqueros.
Nacido en
una familia de madre y padre músicos (Norristown,
Pennsylvania, 1925), en tal ambiente aprendió a tocar el
piano de manera autodidacta. Cuando muy joven debuta como
profesional, lo hace con agrupaciones de rhythm and blues.
No es hasta 1953 cuando opta por el órgano Hammond B-3,
modelo novedoso por la fecha y que a partir de entonces se
convertiría —en buena medida gracias a Smith— en el más
clásico de los fabricados por la famosa casa de instrumentos.
Radicado
durante inicios de los 50 en Nueva York, en 1956 firma
contrato con el sello Blue Note, compañía que editará sus
discos hasta 1966. No se exagera al afirmar que desde las
primeras grabaciones, el particular sonido que registró
Jimmy atrajo tanto a especialistas como a los habituales
consumidores de jazz.
Ya desde
una grabación como A new sound, a new star, su
repertorio se armaba con una explosiva mezcla de hard bop,
blues, soul y funky. De la que se
considera su etapa más original, hay que mencionar álbumes
como Back at the chicken shack, The sermon,
Home coockin & apos o Midnight special. Por esos
años se hace acompañar por figuras como el trompetista Lee
Morgan, el saxofonista Lou Donaldson, el batería Art Blakey
o el guitarrista Kenny Burell. Con personalidades como las
nombradas versiona piezas que fueron famosas en las
interpretaciones de Charlie Parker, como Lover man.
Porque Smith siempre valoró al genial saxofonista como su
principal influencia a la hora de improvisar un solo.
En 1962 se
da una transformación en el estilo interpretativo del
organista. Ese año cambia de disquera y pasa a laborar para
el sello Verve. Según consenso de la crítica, el que viene a
ser un segundo período en su carrera, va a estar marcado por
un enfoque más comercial. Así, apela al respaldo de grandes
formaciones orquestales, a pesar de que en muchos de sus
conciertos prosigue presentándose en plan de trío,
acompañado por guitarra y batería. De la época también se
destacan sus incursiones en bandas sonoras de películas,
como son los casos de Goldfinger o Los insaciables,
así como las grabaciones que realiza con el maestro de las
frases octavadas, el extraordinario guitarrista Wes
Montgomery.
En esta segunda etapa sobresalen en su producción
fonográfica los álbumes The cat, Organ grinder
swing, Peter and the wolf o Root sown;
este último disco se distancia de las sesiones con fuertes
masas sonoras como respaldo (orquestadas en su inmensa
mayoría por el saxofonista y compositor Oliver Nelson) y
anuncia lo que será el contenido fundamental de un tercer
período en su trayectoria, desarrollado a partir de los 70
con disqueras californianas como Mojo, y que se va a
caracterizar por un acercamiento a la música funk e,
incluso, a veces por la renuncia al empleo de la famosa
pedalera de bajos del órgano Hammond para incluir en su
banda un bajista eléctrico.
Desde hace
solo unos pocos días, Jimmy Smith no está entre nosotros.
Sin embargo, su música permanece viva en los numerosos
discos grabados por él y de algún modo, la forma de tocar
que impuso se multiplicó en organistas como los de
soul-jazz, puestos de moda a fines de los 60. Su estilo
tiene continuidad en los trabajos de figuras como Jack
McDuff, Larry Young, Jimmy McGriff y Joey de Francesco, con
quien hizo su última grabación, el álbum Legacy, que
debe publicarse por estos días. “Voy a asombrar a muchos con
el increíble número de tonalidades del órgano Hammond antes
de morir”, dijo en 1964 y la vida corroboró su vaticinio. |